Desafortunadamente la mayoría de las noticias trágicas provienen de los sectores más bajos de la sociedad, en los cuales abunda el miedo y la inseguridad, donde conviven las drogas con la humildad y la delincuencia junto a las ganas de trabajar. Hoy Vavel te presenta la historia de Cristian Pochi Chávez, un pibe de barrio que llegó a jugar en Primera a base de esfuerzo, confianza y voluntad.

Cristian Chávez nació un 16 de junio de 1986 en Pilar, pero se crió en José C. Paz. De pequeño pasaba horas jugando a la pelota con sus amigos en un potrero cercano a su casa. Nadie sospechaba que aquel baldío de tierra seca y con arcos provisorios construidos por ramas, fuese testigo de las mismas gambetas que años después serían aplaudidas por miles de personas.

Su infancia no fue nada fácil. Trabajaba junto a su tío como peón de albañil y cuando salía de la escuela se dedicaba a juntar botellas para poder venderlas y así conseguir un ingreso extra que ayude a la familia. La falta de dinero era un gran problema pero eso no le privaba de su pasión por el fútbol. Una vez, su padre (plomero y constructor) tuvo que vender una salamandra al vecino para que su hijo pueda viajar a entrenar.

Con 15 años debutó en la primera de Atlas, equipo que milita en la última categoría del fútbol argentino, para luego pasar a las inferiores de Boca Juniors. Y así fue como Chávez siempre mantuvo la misma filosofía de no bajar los brazos. Viajaba horas en  colectivo y tren en busca de un sueño que al poco tiempo se hizo realidad.

El Chueco Alves fue quien lo probó con el máximo equipo Xeneize ante Almagro en 2005, pero empezó a jugar seguido en la temporada 2007 – 2008 gracias a Carlos Ischia. Con Boca ganó tres torneos locales y dos internacionales y siempre fue considerado por la gente como un jugador humilde, con similares características a las de Carlos Tévez, pero que nunca terminó de explotar.

Desde ese momento los domingos de Chávez no fueron un día de descanso, porque ese habilidoso enganche ya no levantaba paredes de cemento, sino que las tiraba con Riquelme, tampoco se manejaba en transportes públicos, ya que tenía auto. Sin lugar a dudas la economía subió y su confianza también.

Tiempo después participó en la Selección Argentina, en 2012 fue cedido a préstamo a Lanús y a principios de 2013 se confirmó la venta de su pase al Granate por 1.000.000 de dólares. Actualmente tiene una hija de dos años llamada Zara junto a la que el domingo pasado celebró el día del padre, como también festejó el 26 aniversario de su nacimiento y la goleada de su club ante River Plate por 5 a 1, en la que metió un gol.

Siempre hay una historia detrás de cada persona y Chávez lo puede asegurar, porque tuvo que esquivar muchos obstáculos para convertirse en futbolista profesional. Su vida, llena de coraje y valentía es un ejemplo para todas aquellas personas que no se rinden ante el fracaso y continúan firmes en busca de un futuro mejor.

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