Despues de tres largos años en una categoria que no se asemejaba a un club como Rosario Central, el conjunto del Rio Paraná piso fuerte en la B Nacional y logró el objetivo de volver a primera division no solo con su futbol sino tambien con su gente y su pasión.

Rosario Central y el sueño de volver a primera división

El sábado dos de febrero, Central visitó a Deportivo Merlo en José Ingenieros. Mucho calor y un pésimo estado del campo de juego, excusas suficientes para ver un partido chato. Antonio Medina abrió la cuenta a los 13 minutos, pero la historia se iba a complicar con el tanto de Leonardo Romero en el arranque del complemento. Pero el muchacho de la película iba a reaparecer: Toledo, que había reemplazado a Fernando Coniglio, y lo hizo para quedarse definitivamente con el puesto, le dio la victoria al Canalla, que mantenía el andar que supo forjar durante el cierre de 2012.

Los éxitos, ajustados en su gran mayoría pero bien trabajados, continuarían: 1-0 y con goles de penal de Hernán Encina sobre Sarmiento en Junín y un siempre duro escollo, Boca Unidos, en Rosario. Luego, Federico Carrizo hizo delirar a la canallada en Parque Patricios y por la mínima, nuevamente, Central se sacaba de encima a Huracán. Al Gigante llegó Banfield, aún con algunas aspiraciones de ascenso, pero con goles de Paulo Ferrari y Carrizo, los de Russo marcaron su superioridad. La docena de triunfos al hilo llegó en el Nuevo Gasómetro, donde el necesitado Nueva Chicago hizo de local. Diego Lagos y Néstor Bareiro consumaron el 2-1 final para el sobrio líder del torneo a esa altura del certamen.

Por la fecha 25, Olimpo, otro animador del certamen, llegaba a Arroyito para intentar parar a la máquina de ganar en la que se había transformado el equipo de Miguel. Quizás no tanto por lo que hicieron los de Bahía Blanca y recibiendo la considerable ayuda de Nahuel Valentini (también marcó a favor) y de Rafael Delgado, quienes convirtieron en contra pero a favor de la visita, el Canalla frenó su marcha con un 2-2 final en el que también se anotó Toledo para dar vuelta parcialmente el resultado.

Sin embargo, demostrando que no acusó el golpe, Central fue por más y en Tucumán se llevó una de esas victorias que marcan el carácter de un equipo. En el marco de una locura de incidencias y emociones, Lagos adelantó a los de Russo, pero el Pulga Rodríguez dio vuelta la historia para el local. Párate de por medio por incidentes, que luego costarían caro, en la parcialidad auriazul, el ex Lanús volvió a marcar para poner las cosas iguales pero la reacción siguió y Bareiro señaló el 3-2, pero habría más: Deivis Barone iba a traer de nuevo la paridad.

Ya en el segundo tiempo, Atlético contó con la gran chance para volver a adelantarse en el marcador, pero Juan Pablo Pereyra falló su disparo. Eso le dio vida al elenco auriazul que siguió buscando la victoria y la iba a conseguir a falta de 15 minutos para el final: a la salida de un tiro de esquina, Nery Domínguez devolvió la pelota al área, sólo y habilitado, Franco Peppino cabeceó, Christian Luchetti dio rebote y allí estaba Bareiro para empujarla para el increíble 4-3. Triunfo de los más recordados para seguir firme en su lucha por regresar a Primera.

Victorias sobre Patronato como local 2-0 e Independiente Rivadavia en Mendoza 3-1 hacían que la racha invicta se estire a 17 presentaciones y que el sueño de ascenso se haga cada vez más factible, aunque a todo eso le iba a poner un freno el equipo que, posiblemente, haya sido la bestia negra canalla en su estadía en la B Nacional: Almirante Brown se impuso 1-0 en el Gigante y daba fin a la seguidilla sin caídas, y traía algún que otro fantasma…

Bancó la parada en Pergamino y demostró que estaba vivo

Tras el simbronazo sufrido ante La Fragata, el equipo de Russo debía dar una muestra de personalidad, de carácter y sobre todo, que quería tener su lugar en la máxima categoría del fútbol argentino. Llegaba a la casa del sorprendente Douglas Haig de Reinaldo Merlo, que a esa altura estaba vitalizado con Mostaza. Toledo abrió la cuenta de forma temprana, pero luego las cosas iban a complicarse: primero por la expulsión de Valentini en el primer tiempo, luego por el empate de Pablo Mazza con un soberbio golazo, ya en la segunda mitad, y más tarde por una nueva roja, esta vez al paraguayo Bareiro, por un codazo sobre un rival. De todos modos, con nueve hombres en cancha se vio el temple del equipo. Central puso la pelota en los pies, Domínguez y Hernán Encina la cuidaron como al tesoro más preciado y el puntero se iba pisando firme en Pergamino, obteniendo un punto que frenó la hemorragia de la derrota anterior y ya las cuentas se empezaban a hacer…

El ascenso su objetivo

Crucero del Norte y sus urgencias por sumar para engrosar el promedio llegaron al Gigante de Arroyito en la noche del viernes 26 de abril. Lo que debía ser quizás algo más sencillo, fue realmente un suplicio. Central no jugó bien y sufrió más de la cuenta ante un Colectivero que fue prolijo y cuando se dio cuenta de que la defensa local no entregaba las garantías de otras veces, se animó y lastimó. A los 42 minutos, Guillermo Tambussi adelantó a la visita.

Instantes después, Nicolás Lamolina vio infracción sobre Toledo y señaló penal. Con su habitual carrera previa, Encina impactó el balón pero careció de la efectividad y precisión de otras veces y su remate se fue desviado para el final de un primer tiempo de lo peor que mostró el Canalla en el torneo. La segunda mitad no cambió demasiado la fisonomía y de hecho estuvo más cerca el elenco misionero de descontar que el local de igualar, pero le dieron una vida más a los muchachos de Miguel y vaya que lo aprovecharon.

Faltando cinco minutos, Toledo cabeceó al gol uno de los pocos centros precisos, fue en ese caso de Delgado. Era el empate y la ilusión de quedarse con la victoria renacía. Ya en tiempo adicionado, de una verdadera pirámide humana de futbolistas a por el balón dentro del área chica visitante, Lamolina cobró tiro libre indirecto allí, en los metros decisivos, en la zona de la verdad. Jesús Méndez tocó hacia un Carrizo que se hacía el distraído y el de Villa Giardino la clavó en el único lugar posible, dentro de una barrera de camisetas amarillas, que parecían formar la muralla china. El 2-1 del Pachi desató la incontrolable locura canalla y la sensación de que ése, no era un gol más…

El valor de la victoria sobre Crucero era proporcional a la ventaja que Central llevaba sobre el cuarto, Sarmiento. Por ende, tras esa enorme alegría y desahogo, los hinchas empezaron a sacar cuentas de cuándo se daría el ansiado ascenso. Los de Russo, con los nervios de sentir la cercanía al objetivo, sumaron de a uno en la visita a Caballito (0-0 con Ferro) y en una tarde fallida, apenas igualaron 1-1 como local ante Defensa y Justicia. Eso los dejaba a una victoria, la que fueron a buscar todos: jugadores, cuerpo técnico, dirigente, hinchas, periodistas, sí, todos, a Jujuy.

El día que San Salvador se tiño de auriazul

No había Canalla alguno que no quisiese estar. Es que ni bien terminó el partido ante Defensa, estaba claro el rumbo, Jujuy era el lugar, allí, iba a ser y debía ser. A su vez, luego de tres partidos sin su público, el hincha auriazul tenía la chance de acompañar a su equipo, y no era un partido más, era el que podía devolverle algo que le robaron, de lo que le prohibieron durante tres años, su sitial de privilegio, el que bien ganado le corresponde por su historia.

Entonces, no había ningún “no puedo”, no había ningún “tengo que trabajar”, no había ningún “es lejos”. La Canayada sabía que debía estar como sea en la Tacita del Plata, no había otra. En avión, en tren, en colectivo, en auto y si hubiese mar, no caben dudas que alguno hasta hubiese ido nadando. Y así fue, todo era azul y amarillo aquel 19 de mayo. San Salvador y el bello Cerro de los siete colores en Purmamarca estaban invadidos, la invasión auriazul que no entendía razones más allá de la que demandaba el corazón.

Para más de uno, esas horas previas al encuentro decisivo se habrán hecho días y meses, hasta que fue momento de enfilarse al estadio, el remodelado escenario de Gimnasia y Esgrima de Jujuy tras la Copa América. Allí el equipo de Miguel Russo, acompañado por esa multitud de casi 13 mil personas, tenía que ganar para ya no depender de nadie más y esa misma noche desatar la locura.

El primer tiempo fue parejo, los de Mario Gómez plantearon un duro planteo, no le hicieron para nada fácil la tarea a la visita, que no encontraba su juego ni se sentía cómodo. Por ende, el primer grito se hizo desear, la tranquilidad que podía entregar la apertura del marcador, también. Pero nadie tenía en cuenta que en cancha había alguien que esa jornada estaba tocado por la varita mágica, el que iba a marcar el camino de regreso era el menos esperado.

Dos minutos del segundo tiempo: tiro de esquina desde la derecha, Encina levantó el centro y más alto que cualquiera, hasta pareciendo que tenía alas, saltó Toledo y metió un martillazo que dejó sin chances a Lucas Hoyos. Inexplicable sensación contará después alguno de los tantos canallas que estuvieron allí y quién no se habrá abrazado con algún desconocido, uno que sólo verían allí, pero que a esa altura habrá sido más querido que la propia vieja.

El de Marcos Juárez tenía más para dar. Buena conexión por derecha entre Ferrari y Encina, centro atrás y de derecha, mordido pero efectivo, Toledo señaló el segundo cuando no se jugaban ni cinco minutos de la etapa final, aunque lo mejor estaba por venir. Minuto 16, Central construyó con paciencia la jugada, sin saber el desenlace genial de la jugada. El 9 tomó la pelota en las cercanías a la medialuna del área y nuevamente con la diestra sacó un tremendo remate que se coló por encima de Hoyos. GO-LA-ZO. Una marea de jugadores fue a abrazar al héroe de la noche, el que tuvo que aguantar insultos de todo tipo, el que tuvo que ver como el ascenso se frustraba, se escurría un año antes y hasta que se habrá sentido culpable en aquel remate que dio en el palo en tierras cuyanas.

La revancha de Toledo, que ya la estaba forjando con mucho sacrificio a lo largo del torneo, llegó en toda su dimensión y con todo lo que significa en aquella inolvidable jornada en Jujuy. Triplete del delantero que luego sería reemplazado para vivir SU momento, para festejar como un hincha más desde el banco de suplentes. Ya no había más nada para ver en cancha, Central ya había hecho el trabajo, era entonces el momento de observar lo que ofrecían los verdaderos Guerreros en la tribuna y con la complicidad del local lanzando fuegos artificiales. Sí señores, el ascenso era un hecho, el regreso estaba consumado, el Canalla renacía y estaba listo para volver a caminar…

Su vuelta a primera división

Tras un inicio auspicioso donde parecía que Luna había llegado para ser ídolo y que todo funcionaba a la perfección en el Central del retorno a Primera, empezaron a llegar los traspiés. Pese a no hacer un mal partido y hasta dando la sensación de que el empate le quedaba bien, el Canalla tuvo una distracción en un tiro de esquina, la primera alarma encendida de que iba a cometer errores de ese tipo en el torneo y River lo aprovechó para ganar 1-0. Más tarde, los de Russo regalarían el primer tiempo en La Plata y Gimnasia también iba a sacar rédito de los regalos. El descuento de Franco Niell y un arranque de complemento con chances para igualarlo, no alcanzaron. El Lobo liquidó la historia y fue lapidaria caída 3-1.

Por la fecha 4, Central tuvo una pobre actuación, su rival de turno, Godoy Cruz, también. Sin embargo, un penal que supo hacer cobrable Hernán Encina, le dio la posibilidad a Sebastián Abreu de empezar a escribir su historia con la camiseta auriazul, aquel día blanca. El uruguayo, con la incertidumbre a cuestas acerca de si picaría el balón, no dudó y la clavó en un ángulo. Desahogo y triunfo1-0 ante un rival directo, aunque el resultado, engañaba a pocos.

Semanas difíciles y tardes complicadas para Central

El equipo y el funcionamiento brillaban por su ausencia, la victoria ante el Tomba fue apenas una de esas casualidades que entrega este deporte y a su vez, una alarma que no se pudo ver. En Santa Fe, y antes de que se desate su caos institucional, Colón le dio un cachetazo al Canalla pese a tener un hombre menos durante más de 50 minutos. Derrota 2-1 pese a un nuevo tanto de penal de Abreu, que sumó a la estadística. Más tarde, San Lorenzo, práctico y más equilibrado, ganó en Arroyito 2-0. Russo, caliente por aquella acción polémica en la cual entendió que Fernando Elizari les sacó ventajas, se haría más visible por esas horas por sus fuertes declaraciones que por el armado del equipo y una idea clara de juego.

Sin embargo, si las dos derrotas al hilo no habían sido suficiente, siempre se puede estar peor, siempre se puede caer más bajo y el elenco de Arroyito lo logró. Lluviosa tarde de domingo en Victoria, Tigre era el rival con el interinato de Fabián Alegre tras la partida de Diego Cagna, que dejaba al equipo hundido y sin parecer poder dar señales positivas. Parecía ser la chance de la recuperación canalla, pero…

Aquella jornada gris desde lo climático, fue el fiel reflejo de los dirigidos por Russo. La peor versión auriazul en todo el torneo. Un conjunto apático, sin saber qué hacer en cancha, sin ningún revulsivo, y hasta dando la sensación de falta de actitud, ese factor que no debería escasear en ningún equipo. Todo ese cúmulo fue un cóctel demasiado eficaz para garantizar una caída segura, lapidaria y hasta corta en el resultado. Sólo 2-0.

Una de esas derrotas, sumadas a otras dos anteriores, que harían terminar un ciclo de un entrenador en este fútbol argentino tan loco, sin embargo, Miguel, infló pecho, agachó la cabeza (como él dice), sintió el respaldo, que sus pergaminos pasados, no la actualidad, se ganaron, y se refugió en Arroyo (como también pregona el DT). Cual si fuese su búnker, el hombre entendió que aún tenía algo más por hacer, una vuelta de tuerca más y fue a por ella.

La reacción necesaria

De la dura caída ante Tigre se pudo sacar algo bueno: peor de lo que se había jugado, era difícil. Sin dudas que eso no alcanzaba, pero era el punto de partida para encarar un partido de los “chivos” ante el siempre duro Arsenal. La historia fue cuesta arriba por el gol tempranero de Jonathan Gómez (sí, uno de los tantos con pasado auriazul en el rival). Pese a estar en desventaja, Central mostró la actitud que le faltó en Victoria, quizás sin demasiado juego pero con mucha enjundia, como un león herido, tocado en su orgullo, fue hacia adelante, se llevó puesto, literalmente y utilizando la palabra adecuada, al Arse y con mucho esfuerzo, dejando hasta lo último, consiguió el empate. Fue 1-1 con el gol agónico de Abreu.

Más tarde, llegaba la visita a Floresta, cargada del morbo de enfrentar al rival que dio la estocada final para enviar a los de Arroyito a la B Nacional. Lo cierto es que en cancha se vio una desmejorada imagen, un paso hacia atrás en rendimiento. Otra vez con un hombre de más, durante más de un tiempo, Central no supo cómo y apenas igualó en uno por el tanto de Federico Carrizo. Ahora sí, era momento de cambiar.

El técnico rompió el 4-4-2 del ascenso y pasó a un 4-3-3 con Encina y Diego Lagos como volantes internos y con extremos bien marcados: Antonio Medina y Carrizo, siendo Luna la única referencia neta de área. Al Gigante llegó una prueba exigente, Lanús, y el Canalla dio las primeras muestras de mejoría. Con presión de los volantes sobre los mediocampistas rivales sin dejarle una salida clara al Granate, los muchachos de Russo, más disciplinados desde lo táctico, sabían qué hacer en el campo de juego y como ejecutarlo.

¿Emociones? Varias. Un expulsado, el arquero visitante Agustín Marchesín tras un arrebato de locura y gestos desmedidos por la sanción del, por cierto, claro penal por la mano de Araujo. Del mismo se encargó Nery Domínguez pero la tiró a las nubes. De todos modos, Central insistió y consiguió su premio con gol de Lagos en la segunda mitad. Ismael Blanco iba a empatar en un increíble descuido local, pero Niell, de cabeza tras un centro de Paulo Ferrari, puso cifras definitivas. Era el principio de algo bueno…

El hombre de los clásicos lo hizo de nuevo

Luego de hacer pata ancha en La Bombonera y llevarse un positivo punto por el gol de Abreu en una de las jugadas finales, Central encaraba un clásico especial, era el regreso del tradicional choque ante Newell´s luego de tres años. Otra vez Rosario tenía su fiesta máxima, la que siempre debe ser en paz y entenderse como tal.

Éste partido tenía el agregado de que el elenco rojinegro de Alfredo Berti, llegaba como indiscutido líder del torneo, exhibiendo un fútbol de alto vuelo que era una continuidad de todo lo bueno hecho anteriormente por Gerardo Martino. Pero claro, no era el encuentro del puntero ante uno de los que andaba por las antípodas de la tabla, era un clásico. Pongan ahí un punto y aparte. Es otra historia y más el de Rosario. No hay primeros, no hay últimos, no hay actualidad. Hay sólo 90 minutos entre los rivales de toda la vida.

Pero claro, eso es una parte del trabajo para que las diferencias futbolísticas que había entre unos y otros queden de lado. El resto lo hizo Central, o más bien, súmenle este poroto a Miguel Ángel Russo, el tipo ganó la batalla táctica. Es que en la semana previa se entendió inferior, lo asimiló y no le dio vergüenza, su 4-3-3 que empezaba a andar, se midió ante un bosquejo de La Lepra. La salida por bajo, la transición de la pelota, el criterioso primer pase de Lucas Bernardi y las proyecciones de Marcos Cáceres y Milton Casco. Todo, absolutamente todo, estuvo estudiado por el DT. No dejó nada librado al azar.

Y vaya si le dio resultado: Luna fue sobre Gabriel Heinze; Medina tapó la subida de Casco; Carrizo hizo lo propio con Cáceres; Lagos no le dejó libertades a Mateo; Domínguez anuló a Pablo Pérez y Encina hizo desaparecer de la cancha a Bernardi. Todos los circuitos de Newell´s estaban cortados. Por ende, el arquero Nahuel Guzmán fue un sinfín de imprecisiones y Víctor López, el único jugador libre en la visita, demostró que con sus compañeros marcados, no tenía mucho que hacer con el útil en los pies.

Alejandro Donatti, viviendo un sueño, marcó su primer gol en Central y justo en el clásico, abriendo el marcador. Sin embargo, allí iba a llegar la reacción de la visita, que sin poder imponerse colectivamente, recurrió a los aportes individuales, allí estuvieron a la altura Víctor Figueroa con una notable asistencia y su figura, Maxi Rodríguez con la definición y el empate parcial. Más tarde, lo mejor de La Lepra, que falló en la definición y perdonó.

Central lo aprovechó y golpeó de nuevo. Medina demostró que lo suyo no era solo anular a Casco, sino que cerca de mitad de cancha tomó la pelota tras un regalo de Guzmán en una nueva salida en falso del “1”, encaró con pelota dominada y asistió a Luna, que cayéndose y con la cabeza o con lo que pudo, le dio una involuntaria asistencia a Encina, que fue el único atento a seguir la jugada para vulnerar nuevamente el arco rojinegro y para hacer delirar a toda la canayada. El 2-1 se estampó en la pantalla Gigante, para quedarse inmortalizado hasta el pitazo final.

Para el final del primer tiempo, un Newell´s que ya caía en el dominio táctico del local, lo tuvo nuevamente por un desequilibrio individual. Figueroa, su mejor jugador en aquella tarde, encaró con campo para hacerlo y definió de zurda pero el palo, aliado necesario, dijo que no ante el estéril vuelo de Mauricio Caranta. Eso fue todo, los segundos 45 minutos estuvieron de más. Los del Parque Independencia no supieron cómo, ya no pudieron entrar y Mauro Vigliano dijo basta. Central ganó 2-1 y Russo, con lágrimas en los ojos terminó un nuevo clásico victorioso, levantando sus brazos y mirando a sus hinchas, los que otra vez, sin estar ajenos al panquequismo del fobal nuestro volvían a ser sus fieles seguidores, aquellos capaces de venerar el saco marrón hasta el fin de sus días.

Miguel, el hombre de los clásicos, lo hizo de nuevo (está invicto en éste tipo de partidos con tres victorias y cuatro empates) y el pueblo canalla, luego de tanto sufrimiento, de soportar la burla del rival de toda la vida, que se mofó de cada caída en la nefasta estadía en la categoría inferior, tenía su alegría.

La euforia por haber vencido al rival de toda la vida debía quedar rápidamente de lado. Russo se trazó el objetivo de obtener la victoria al partido siguiente a imponerse en un clásico, luego de más de 30 años. Y lo consiguió, por el gol de Luna y por la resistencia de Caranta. En Córdoba y ante Belgrano, Central ganó 1-0 para estirar el buen momento. Algo que iba a lograr con el increíble triunfo 3-2 ante Rafaela luego de ir en desventaja 2-0 e incluso pese a fallar dos penales (Carrizo y Lagos). Dos tantos de Encina y el debut en las redes en la máxima categoría de Medina, dieron vuelta el marcador para llegar a tres triunfos en fila y alguno de esos aventurados, los que siempre van por más, sacaba cuentas y se animaba a entrometerse en la lucha por el torneo.

Un empate ante Estudiantes en La Plata con un insólito gol de Ferrari con un centro que se coló por encima de Gerónimo Ruli pero con la anotación en contra de Donatti para un 1-1 que permitía seguir sumando. El baño de realidad legó una semana después, Vélez en el Gigante le dio una lección y con total claridad, contundencia y superioridad, le ganó 3-2 en un resultado mentiroso por los descuentos de Walter Acuña, la gran aparición del semestre y Gonzalo Castillejos, sobre el final del partido. Para completar una seguidilla poco auspiciosa y que empezaba a hacer tambalear la posibilidad de alcanzar el objetivo de 25 puntos, una nueva caída: esta vez en Bahía Blanca 1-0 frente a Olimpo, mostrando poco y nada.

Por la fecha 18, la despedida del año ante su gente, Central mereció más pero no supo liquidarlo. Ganaba con gol de Castillejos, pero no supo aprovechar sus chances y Racing, casi sin proponérselo, igualó 1-1. Por ende, sólo quedaba una chance y Russo, quizás por haber aprendido la lección de Bahía, cambió. Dejó el 4-3-3 para volver al más pragmático 4-4-2 con Abreu como titular después de varias fechas. Argentinos Juniors en La Paternal, última parada del año. El Canalla fue allí práctico, fue un conjunto que trató de mantenerse junto en sus líneas y hacer siempre la más simple en dimensiones acotadas y ante un rival directo con el que debía sumar, hasta entrando en el terreno del CÓMO SEA. El uruguayo de penal y Acuña, los goleadores para el 2-1 final. 26 puntos y fin de año con objetivo cumplido.

Ahora Canaya, dirá usted que quiere un poco más, que no se conforma, pero sabrá también que el 2013 entregó un balance positivo, que fue el año que quedará marcado como el del regreso y entenderá además que los fríos números del promedio finalizaron equilibrados, a falta de terminar de hacer el trabajo en el próximo semestre.

La levantada

Luego del partido contra Tigre, Central parecía un calvario, tres derrotas consecutivas acechaban a ala “academia” rosarina, y ya se empezaba a diluir el sueño de no pelear el descenso. Llegaba el encuentro con Arsenal en el gigante de Arroyito y en lo único que se pensaba era en ganar, sea como sea. Abreu fue el salvador de aquella noche ya que convirtió en el minuto 46 del complemento y salvo así a su equipo de la cuarta derrota consecutiva. Su técnico por aquellos tiempos caminaba en la cornisa. All Boys era el próximo rival, de visitante, otra vez comenzaba perdiendo con gol de M.Matos, pero con un poco de buen juego y algo de suerte logro empatarlo a los 22 minutos del segundo tiempo. En la décima fecha del torneo Central se iba a volver encontrar con la victoria al ganarle 2 a 1 al nada más ni nada menos que Lanús en casa. Sin duda uno de los mejores partidos que jugo el “canalla” fue el de su visita a la Bombonera. Ese partido termino igualándolo a falta de un minuto del final con gol del Loco Abreu. Central pudo perderlo pero también estuvo muy cerca de ganarlo ya que genero muchas chances de gol, y domino la pelota, solo le faltó precisión.

Escrito por: Redacción Rosario Central