“Sé que estamos haciendo historia y pocos se imaginan lo que esto significa para mí”. Sin dudas, Juan Sebastián Verón no se equivocó al pronunciar estas palabras la noche del 15 de julio del año 2009.

Esa noche, Estudiantes de La Plata derrotaba a Cruzeiro en el mismísimo Estadio Mineirão de Belo Horizonte y conquistaba por cuarta vez la Copa Libertadores de América. Esa noche, la Brujita terminó de consagrarse como el máximo ídolo de la historia pincharrata.

Juan Sebastián Verón fue capitán y líder. Fue cabeza, corazón y alma. Inobjetablemente, fue el futbolista más sobresaliente de aquel equipo campeón, a tal punto que fue distinguido por la CONMEBOL como el Mejor Jugador de aquella edición del torneo continental y posteriormente, como el Mejor Futbolista Sudamericano del Año 2009.

"Él regresó a Estudiantes en el 2006 con un objetivo: ayudar a que el equipo volviera a ganar un torneo internacional. Tuvo varias ofertas, pero prefirió jugar en su club, del que nunca se apartó”, comentó alguna vez, Juan Ramón Verón, papá de la Brujita e ídolo pincharrata, también. Y así fue. Juan Sebastián devolvió a Estudiantes al plano internacional luego de casi 40 años, emulando las hazañas de su padre, quien se consagró campeón de la Copa en tres oportunidades consecutivas (1967/68/69) y que al parecer le heredó la mística copera.

Pero por sobre todas las cosas, Juan Sebastián cumplió su objetivo, ese por el que había dejado todo en Europa: el sueño de alcanzar la gloria con la camiseta que ama. "Estoy tranquilo porque siento que no le fallé a los hinchas de Estudiantes. A veces por querer ganar más dinero uno se olvida de valorar las cosas más sencillas de la vida. Y para mí lo importante es jugar la Libertadores con mi equipo, que no llegaba a una final desde 1971", afirmó la Brujita, luego del título.

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