El fútbol es un deporte que moviliza a millones de personas y que despliega pasión, pero también es un ámbito donde la violencia no está exenta. Incluso se la puede llamar el “terrorismo del deporte” y su origen es casi paralelo al mismo. Como no hay una fecha exacta de su inicio, tampoco se puede dar un número específico de la cantidad de sus víctimas.

Un poco de historia

Para citar un contexto inicial, ubicamos un origen durante la Edad Media con el llamado “fútbol de carnaval”, el cual carecía de reglas y excedía de violencia; por ello en el año 1314 se prohibió su práctica. Luego se fueron creando diversos juegos en el que se involucraba al balón y pocos jugadores, pero nunca trascendieron lo suficiente como para adjudicarles un nombre.

Los hechos violentos en el fútbol comienzan a ser latentes a partir de 1885, cuando el encuentro entre Preston North End y Aston Villa concluyó en una batalla campal por parte de ambos equipos. Sin embargo, es el año 1898 cuando aparece el término “Hooligan” en un informe policial que describe una pelea entre dos bandos opuestos, y que publicó “The Times”. Según teorías, dicho término deriva del apellido de un sujeto que participó en el pleito.

También ha aparecido en diversos libros/cómics, siempre haciendo referencia a hechos vandálicos y situando a Londres como foco de atención principal. Y por lo que respecta a ellos, los grupos violentos londinenses se hacían llamar “The firm” (la firma), con el objetivo de encontrar quienes financien actividades y traslados.

A partir de los años 60 el número de grupos violentos aumentó, y además adquirieron poder e impunidad. No sólo se encontraron expandidos por Europa, sino que en América padecieron los mismos síntomas. Uno de los hechos más atroces de la historia del fútbol se registró bajo el nombre “Guerra del fútbol” o “Guerra de las 100 horas”. Un conflicto armado que duró aproximadamente cuatro días entre Honduras y El Salvador, con motivo de las eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol de 1970. El resultado fue la negociación de un cese fuego por parte de la OEA, virtual imposibilidad de continuación del Mercado Común Centroamericano.

La final de la Champions del año 1985, que enfrentó a Juventus y Liverpool, en Heysel, Bélgica, fue el punto de partida para la finalización de la era hooligan. Pero ocurrió una tragedia que resultó ser puntapié para que las autoridades de todo el mundo tomen los recaudos necesarios para un juego sano. Éste fenómeno no solo se había desarrollado en Inglaterra, sino que abarcó gran parte de Europa, incluso Italia, donde encontramos a los "ultras", a quienes se los caracterizó por ser extremistas de izquierda y derecha, dependiendo el club al que idolatraran. En la final de la Copa de Europa del ’84, entre Liverpool y Roma, disputada en la localía de éste último, los italianos atacaron a los hooligans.

Para la final 1985, Juventus y Liverpool se encontraron Heysel, donde los hooligans se vengaron de los “ultras”, lo que se conoce como la “Tragedia de Heysel”: los hooligans comenzaron a agredir a los de la otra tribuna, ocupada por los italianos, quienes ante semejante situación retrocedieron y aplastaron a cientos de personas. Por eso, la seguridad del estadio determinó que se cierren los ingresos, pero también impidió el escape de la muerte de muchos hinchas. 39 muertos y cientos de lesionados no bastaron para evitar el desarrollo del partido, que continuó, increíblemente, con los cuerpos de las víctimas a un costado. La UEFA suspendió al fútbol inglés con cinco años sin participación en torneos internacionales, y al Liverpool diez años, la que se redujo a seis.

Pero nunca es el fin. Es en 1989 cuando en Hillsbrough, Sheffield, se disputó la semifinal de FA Cup entre Liverpool y Nottingham Forest, y se produjo la muerte de aproximadamente 94 personas, a causa de una avalancha. Frente a ello, Margaret Thatcher realizó en el año 1990 dos informes: "Informe Taylor" y el "Football Spectators Act". Se trataron básicamente de las medidas precautorias relacionadas a la infraestructura ligada a la seguridad en los estadios (como por ejemplo butacas individuales, salidas de emergencia, instalación de cámaras de video, derecho de admisión, etc).

En el año 2000 mientras la UEFA decidía sobre la concesión de la Copa Mundial de Fútbol de 2006, la candidatura de Inglaterra fue amenazada por conflictos entre Charleroi y Bruselas por parte de hooligans ingleses. Sin embargo, como todos sabemos, Alemania fue electa por sobre Sudáfrica (2010), y gran parte se debe a su política anti-hooligan; así, muchas personas con antecedentes no lograron disfrutar del Mundial.

El fenómeno hooligan en América

En nuestro continente reciben el nombre de “Barra Bravas”, pero las características son las mismas: agresión, extremismo, violencia, el juego con la muerte. Llegó a nuestro país en la década del 20, pero no tardó mucho en expandirse al resto de los países hermanos: Brasil, Uruguay, Venezuela, Colombia, Honduras, México, Paraguay, Ecuador, Costa Rica.

En lo que respecta a la República Argentina, el primer hecho atroz que data de fecha exacta se produjo entre argentinos y uruguayos en 1913, por la final del campeonato Sudamericano. El saldo fue la suspensión del cotejo por disturbios ocasionados por la simple razón de que se habían vendido el doble de entradas respecto a la capacidad del estadio (GEBA), lo que conllevó a cientos de lesionados y tribunas incendiadas; además del odio discriminatorio por nacionalidad.

Entre los años 1924 y 1957 se registraron 12 muertes relacionadas a hechos de los “barras”. Poco a poco la imagen de la “moda barra”, como aquél sujeto lleno de pasión por los colores, dejó de ser una atracción para pasar a ser una preocupación.

El comienzo de las barras actuales data del año 1958, fecha que adjudica el periodista Amílcar Romero, luego de que Alberto Mario Linker (hincha de River Plate) fuera asesinado en octubre del mismo año.

Para dicho entonces, los “barras” contaban con la financiación de viajes, políticas, etc. Antes de su nacimiento, cuando un equipo jugaba en calidad de visitante, era presionado por la hinchada rival; lo que motivó la organización de las “Barras Bravas” como respuesta a esa presión.

“En el fútbol argentino ya estaba institucionalizado que si uno jugaba de visitante era inexorablemente apretado. Aunque no se tratara de barras bravas tal como las conocemos hoy. Los locales te apretaban y la policía, si no miraba para otra parte, también te apretaba. Eso hubo que compensarlo con una teoría, que en la década siguiente fue moneda corriente: a todo grupo operativo con una mística y capacidad de producir violencia la única manera de contrarrestarlo es con otro grupo más minoritario, con tanto o más mística para producir violencia.” Amílcar Romero.

Ni el derecho de admisión ni la legislación argentina le encontró la vuelta a esta violencia. “¿Ser barra brava se elige?” La respuesta es sí. Es verdad que el fútbol como deporte moviliza a casi todo el mundo, pero también es cierto que hacer de ello un negocio fraudulento que conlleve a hechos mortales, es una elección. Poco a poco las salidas familiares a la cancha han sido reemplazadas por “quedarse en casa a mirar el partido por miedo” a lo que pueda suceder, ya sea dentro o fuera del estadio.

La FIFA creó la campaña llamada Juego Limpio (Fair Play), la cual incita a que los deportistas muestren los verdaderos valores que hacen al deporte no más que eso, un espectáculo social. A quienes se destaquen, se le entregan diversos premios.

Se crearon diferentes ONGs:

“Salvemos al Fútbol” (2006): su principal objetivo es llevar a la justicia todo hecho de violencia y corrupción en el fútbol. Publica listas con los nombres de todas las víctimas fatales.

Mónica Nizzardo, su fundadora, renunció a la presidencia por la falta de apoyo a su proyecto.

http://salvemosalfutbol.org/

“Hinchadas Unidas Argentinas” (2009): agrupa a barras bravas de diferentes clubes para evitar hechos de sus características.

En nuestro país se llegó a la normativa de que las hinchadas visitantes no concurran a los estadios con el fin de evitar estos encuentros, que terminan en muertes sin culpables. Empero, no produjo resultado efectivo alguno. Los enfrentamientos se han provocado dentro de las mismas hinchadas, con incluso saldos mortales.

En el año 2012 se puso en circulación un nuevo sistema llamado “AFA plus”, con centros de empadronamientos en la mayoría de los clubes. En el día de la fecha no hay noticias del mismo.

Diciembre de 2014. El número de muertos es más de 300 y posiblemente aumente. La presencia en el estadio de los “barras” tiene un sentido doble: simbólico y de conveniencia. No hay perspectiva objetiva o subjetiva única que derive en una solución, quizás no haya una, sino varias tendencias que lleven a un equilibrio social de los barras. Lo cierto es que están insertos en nuestra sociedad y que es un proceso arduo y de mucho tiempo quitarlos, o bien, reducir el poder que tienen. Tal vez la herramienta socio política que quede por perfeccionar es la educación para contrarrestar la ignorancia.

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