Ramón Díaz, aquella tarde soleada en el Cilindro de Avellaneda, lo hizo debutar en Primera. Y se ganó su fama por dos goles en las fechas siguientes, y mucho más por ser uno de los pilares de la defensa del River campeón del Final 2014. Eder Álvarez Balanta había llegado para quedarse. Y hasta fue citado para jugar el Mundial con Colombia. Sin embargo, después fue  víctima de lesiones constantes y Gallardo optó por darle la titularidad a Ramiro Funes Mori.

Balanta, con esa inactividad que lo tuvo al margen mientras el Mellizo jugaba y rendía, opacó su figura. Pese a ello, volvió a la actividad éste 2015. Durante el primer semestre no jugó mucho, pero saltó a la acción cuando Ramiro estaba en flojo nivel, y hasta anotó el gol del empate ante Juan Aurich en Perú, por la Libertadores, cortando así dos años sin tantos para el colombiano. Sin embargo, en su mejor momento, sufrió una fisura en la tibia derecha y estuvo dos meses afuera, para que Funes Mori regresara al equipo titular.

En el segundo semestre y la Copa en Núñez, Ramiro fue vendido al Everton inglés y se le volvió a presentar otra chance a Balanta, pero ya no era el de antes: fuera de ritmo, imprudente para cometer infracciones evitables, habitué a perder marcas, y el ceder en el juego aéreo se hizo costumbre. Los primeros síntomas fueron durante la etapa final del torneo, donde su confianza decayó notablemente (un paréntesis fue el partido contra Lanús, en la fecha 25, donde se vio la última versión buena del colombiano).

Además, en la Copa Sudamericana, en la revancha contra Chapecoense (que River perdió 2-1 pero pasó de fase), fue responsable directo de los goles del adversario, y Gallardo lo sacó por mal rendimiento. Su gesto de impotencia y bronca en el banco de suplentes reflejaban su realidad a la perfeción.

En total, 20 partidos y un gol para Eder en 2015, donde su estado anímico se reflejó en el verde césped. De haber estado en la órbita de Barcelona a una versión insípida. Balanta, un jugador de extrema jerarquía, que está atravesando una transición. Las lesiones también tuvieron culpa, aunque la realidad muestra al cafetero como prescindible cuando hasta hace no mucho era un indiscutido.