Antes que nada, este artículo está en completa falta con la objetividad y si usted espera encontrar palabras como “traidor”, “mercenario” o “fracaso” y sus derivados, le sugiero que no pierda tiempo en leerlo.

Se retiró el Pocho. Uno de los jugadores más infravalorados del futbol argentino en los últimos diez años o, en vez de infravalorado, poco reconocido. Nunca se tomó real dimensión de la clase de jugador que fue Insúa, lo mucho que influyó y lo determinante que fue en equipos tan grandes como Boca e Independiente, y también en su excelente paso por Vélez.

En Boca, por ejemplo, fue el único que pudo calzarse la 10 y hacer olvidar a Riquelme. Si, así de mucho jugó en su primer pasó por el Xeneize. En Vélez no tuvo que hacer olvidar a nadie, pero si debía demostrar su vigencia y PFFF ¡le sobró! Otra vez con la 10 en la espalda fue figura indiscutida e ídolo del equipo.

Pero vamos a lo que nos concierne, Independiente: Seguramente para la mayoría de los pibes de entre 20 y 25 años el Pocho no es uno más que pasó por el club. Federico se convirtió en el primer amor de muchos cuando llegó al Rojo allá por 2001/2002; se podría comparar con aquel amor de primaria cuando tenías entre 7 y 9 años, con la chica que se te acercaba a hablar y te ponías colorado y de la que nunca te vas a olvidar el nombre.

La 10, el pelo largo y despeinado, los caños, la forma de moverse adentro de la cancha, al Pocho parecían haberlo sacado directamente de un recital de los Stones y, en un Independiente donde pocos lo ayudaban, generaba mucho cariño en el hincha. Una vez que arribó Gallego y se trajeron algunos buenos refuerzos que puedan al menos acompañar al Pocho, se vio lo mejor de él. Rolfi Montenegro y Cuqui Silvera fueron sus mejores socios en aquel plantel;  Federico creaba, gambeteaba, asistía y manejaba los hilos del equipo y el Rolfi y Silvera se nutrían de eso. La mayoría de los goles de aquel Independiente campeón surgían desde los pies de ellos tres, ya sea Insúa juntando marcas para que Montenegro pueda rematar desde afuera, una pared entre ellos para dejar mano a mano al Cuqui o lo que sea. Se entendían a la perfección: Pocho era el cerebro, Rolfi el vértigo y Cuqui la contundencia. En ese tridente se basó el Independiente campeón del 2002. El Pocho pasó a ser la chica que te gustaba a ser la mina con la que te querías casar y tener hijos.

El Rojo salió campeón y el equipo se desmanteló, sólo quedaron Insúa y un par de nombres más. Luego él se fue a Málaga, se tomó un tiempo para pensar y nos dejó acá extrañándolo. Al ratito volvió y nos siguió enamorando igual que antes, ya sin tanta compañía se tuvo que cargar al hombro al equipo todo 2004 y 2005. En mi opinión la mejor época de Insúa en Independiente, era el 10, el capitán, el juego y el espíritu de ese Independiente, ganaba partidos él solo. Pero los amores fuertes son así, siempre te rompen el corazón: el Pocho se enojó y se fue con uno de nuestros peores enemigos. La situación institucional del club y los maleantes que lo manejaban (y un poco los colores que tiene en el corazón) lo llevaron a eso.

Odio, rencor, ira, resentimiento, despecho, todo junto. Dale Pocho, yo te perdono todo si querés, pero ¿justo con esos te tenés que ir? Que ganas de desenamorarnos. No sólo se fue sino que, como toda ex pareja, se puso más linda. Como mencioné antes, en Boca la descoció toda y, con algo de compañía, salió campeón de cuanto torneo se le cruce. No había más que enojo con Insúa en ese entonces, banderas, cantos, pintadas, afiches, todos decidimos ponernos del lado de los dirigentes y acusar al jugador. El Pocho pasó de ser un ángel a un demonio en cuestión de días.

Hasta que llegó el Día D. Todos sabemos que en cualquier momento a nuestra ex la volvemos a cruzar y todos sabemos que va a ser un momento escandalosamente incómodo. Bueno, Boca venía embaladísimo y se cruzó a un pobre Independiente en la Bombonera; es decir, no sólo nos tuvimos que cruzar a nuestra ex que ahora estaba divina, sino que lo hicimos despeinados, con ojeras, el pantalón manchado con barro y un grano en la nariz, genial. Los partidos con Boca siempre tienen un tinte especial y este mucho más, no sólo era ganarle a ellos y a Insúa, sino que había que impedir de cualquier manera que nos haga un gol. Pero bueno, si, ganaron y para colmo nos hizo un gol, uno que dolió como ningún otro. Un gol que todos esperábamos que lo grite con alma y vida porque lo habíamos puteado a más no poder y porque aún estaba en conflicto con la dirigencia de Independiente, sin embargo el tipo apretó los labios uno contra otro, levantó la mano pidiendo perdón y se fue trotando a la mitad de la cancha… ¿Y ahora? ¿Cómo hago para seguir odiando a este tipo con la misma efervescencia? Si tuvo la oportunidad de cortar toda relación existente con el hincha y eligió no hacer nada porque nos seguía queriendo. Nos dejó reflexionando a todos esa noche.

Después de ahí hizo un largo periplo por Europa, volvió a Boca para ser suplente de Riquelme, pasó por México y en 2011 recaló en Vélez. Es decir, volvió dos veces más a Argentina y ninguna fue a Independiente. Nos clavó el visto y se fue a pasear por todos lados, está bien, no pasa nada Pocho. En fin, en Vélez la rompió y también salió campeón, tuvo un par de temporadas maravillosas. Con Independiente la cosa seguía tensa, cuando le tocó ir al estadio del Rojo era recibido con una buena parte de silbidos, unos tibios aplausos y algunos optaban por la indiferencia. Teniendo en cuenta que en 2005 era puteado hasta por los nenes de 2 años, la cosa había mejorado un poco, pero se sabía que nada iba a volver a ser como antes. Siguió yendo al LDA y los aplausos ya comenzaban a equipararse con los silbidos. En Vélez comenzó a no jugar tan seguido, Independiente iba de mal en peor en el campeonato y se acercaba cada vez más al abismo. Las cosas parecían volver a darse para un reencuentro, los dos solteros, en un mal momento, un poco nostálgicos, todo parecía indicar que sólo era cuestión de tiempo la vuelta.

Cuando Milito hizo su despedida en el LDA el Pocho estuvo ahí y si, algo pasó. Fuiste al cumpleaños de la amiga que tenés en común con tu ex, te tomaste un par de birras, cruzaron miradas y la pudriste, inevitable. El Pocho y su rolinguismo volvieron al Rojo en el peor momento del club, podría haberse quedado en Vélez a cumplir su contrato, pero eligió venir a ayudar, a dar una mano, porque el amor fue más fuerte. La gente lo recibió de la mejor manera, obviamente todavía existían algunos rencorosos que nunca lo perdonaron, pero eran los menos ya. El primer partido de su vuelta fue hermoso, la rompió toda y armó una jugada preciosa para regalarle el gol a Pisano. El Pocho, sus toppers y su encantadora zurda estaban de vuelta.

Al correr ese semestre el Pocho fue perdiendo la titularidad y era más de entrar desde el banco. Independiente la pasó realmente mal todo ese segundo semestre, el contexto era durísimo, la institución estaba casi en ruinas, los hinchas ejercían una más que lógica presión para poder ascender y los resultados no se daban. Él, Montenegro y Omar De Felippe fueron quienes dieron la cara ante la prensa en ese entonces, eran los encargados de tratar de calmar lo más posible a los hinchas. El Pocho a pesar de jugar poco aportó en partidos claves como con Douglas en Pergamino, contra Defensa y Justicia y San Martin por ejemplo, y todo podría haber terminado de la mejor manera si esa pelota que le pica al arquero de Huracán en el último partido, en vez de irse por arriba del travesaño, entraba en el arco. Pero bueno, al fin y al cabo el hombre vino para ascender y lo hizo. A partir de ahí la cosa en vez de mejorar para él, empeoró: llegó Almiron y una nueva dirigencia y ninguno de ellos quiso saber nada con él. El DT casi nunca lo llevaba al banco y cuando lo hacía, jamás ingresaba, no se sabía bien si era por decisión suya, de la CD o de ambos en conjunto, pero Insúa no jugaba. A mitad del torneo terminó yéndose del club otra vez de mala manera, pero esta vez la mayoría de los hinchas entendieron la situación y se pusieron de su lado.

Se fue a Colombia y pensé que iba a terminar la carrera ahí, pero volvió a tratar de ayudar a su primer club en un muy mal momento como muestra de agradecimiento. Hace poquito tomó la decisión de dejar el futbol y me invadió la melancolía. Insúa fue mi primer ídolo, el primer 10 del que me enamoré y teniendo en cuenta los pocos jugadores que vistieron bien esa camiseta después de él, hoy lo quiero todavía más. Bueno, de hecho ya le perdone la infidelidad de haberse ido con esos otros, así que más prueba de amor que esa no hay.

Gracias, Pocho. Ya te extraño.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Sebastian Saco
Lagunero