El equipo que está manejado por Raúl Giraldo, Jairo Vélez y Bernardo Valencia presentó un plan de trabajo, en el cual se planteaba la exportación de diversos jugadores surgidos en las fuerzas básicas del club, además de la obtención de diferentes títulos (tanto a nivel local como internacional) de la mano de los juveniles. En el papel es una bonita opción, pero en la práctica se ignora cruelmente.

Si un club decide que las fuerzas básicas sean las encargadas de disputar un torneo, lo lógico sería que los jugadores jóvenes pudieran tener varias oportunidades sobre aquellos que no han aprovechado las que  han tenido; sin embargo, en el Medellín es una situación que no se cumple pues algunos jugadores están fijados en cada convocatoria.

Puede ser la aunada necesidad de vender a estos jugadores la razón por la cual hacen parte del equipo inicialista partido tras partido, pues su insuficiente rendimiento debería ser causal suficiente para que sean "borrados" de la convocatoria y dejen de ser tenidos en cuenta.

Viendo al Medellín no es difícil poner varios ejemplos muy concretos, pues jugadores como Didier Delgado, Larry Angulo, Mauricio Cortés y Leonardo Castro, hace mucho dejaron de ser determinantes (o nunca lo fueron) y opacan la salida de jugadores juveniles. Pero es un fenómeno en el que juveniles también opacan juveniles, pues la presencia de José Estupiñán sigue siendo inexplicable.

En el caso de Didier Delgado, es un jugador que funcionó el semestre que llegó (como extremo) pero cuya posición fue convertida a lateral derecho y dejó de aportar al equipo, al nivel en el que puede jugar como extremo y también lo hace mal. Para esta posición está tapando la salida de Juan David Mosquera, lateral de 18 años.

De parte de Cortés se ve la incapacidad, pues no es un jugador que se pueda acoplar a un equipo del calibre del Medellín. Este jugador tapa la salida de juveniles como Edwin Mosquera o Juan Manuel Cuesta, quienes han mostrado mayor habilidad cuando entran al juego.

El problema con Leonardo Castro surgió cuando pidió un aumento exagerado de sueldo y no le fue concedido, tras tiempo de espera su última opción fue quedarse en el equipo; además, las lesiones han frenado el desarrollo de este jugador. Canteranos como Steven Rodríguez o Miguel Monsalve podrían figurar mucho mejor.

José Estupiñán es un canterano que debutó en el año en curso y que ha disputado diversos compromisos en el ámbito nacional e internacional, sin embargo, cada que lo veo jugar me pregunto: ¿Cuál es la posición de este señor?, pues nunca aporta y no se ve un buen posicionamiento en la cancha. Tal vez jugadores como Juan Carlos Díaz o Yesid Díaz pueden ocupar mejor el centro del campo.

Por último, siendo el jugador más resistido por todo el gremio: Larry Angulo. Han pasado los técnicos y este jugador, que lo único que logró fue un gol contra Tolima en el 2018, sigue apareciendo en todas las convocatorias del equipo. Es un futbolista limitado, con escasa visión de juego, mal pase, mal dominio de balón, mal marcaje e incorrectas entradas, a quien además se le olvidó pegarle al balón.

Este último jugador es el dolor de cabeza de toda la hinchada del Medellín, pues inexplicablemente sigue estando presente en el equipo. ¿Y los juveniles, el proyecto? Pues parece que con Angulo no vale, pues hay varios juveniles que podrían cumplir mucho mejor la función de este futbolista.

Como conclusión, vale decir que, aunque no sea el problema de raíz del Independiente Medellín, el matrimonio con jugadores que no aportan y tienen una tendencia a la baja en su desempeño, es lo que está poniendo en esta complicada situación de resultados al DIM.

Si un jugador no funciona, hay que cambiarlo. Si un jugador no está teniendo un correcto desempeño, hay que sacarlo del compromiso. Si un jugador no encaja en un esquema táctico, no hay que convocarlo más.