El año 2020 ha sido una temporada caótica para todos en cada uno de los aspectos de la vida social. Desde el inicio, el calendario comenzaba a tomar un tinte oscuro y con sucesos fuera del eje normal de las cosas, aventurando lo que sería un año de impericias y aciagos ineludibles, y con un devenir complicado para contrarrestar el ritmo normal de las circunstancias.

Desde finales del 2019, ya se aventuraban, a modo de susurros, y con poca repercusión lo que traía detrás esta fecha de 4 dígitos en el almanaque. Sin embargo, ante la falta de credibilidad y  la alegría normal que representa la llegada de un nuevo año, el destino parecía seguir su rumbo y las vidas de las personas caer en el trance repetitivo y monótono de las sociedades contemporáneas.

El fútbol, como eje participativo de estas sociedades, poco o nada parecía verse afectado ante las mínimas exigencias circunstanciales que se aventuraban y apresuraban en el año del doble veinte. Por el contrario, las expectativas eran altas y el calendario bastante apretado. Ante la gran cantidad de magnos eventos en el mundo futbolero, el anuario debería ser repartido muy minuciosa e inteligentemente para poder brindar un espectáculo acorde al nivel que los grandes sucesos le exigían.

Un año en el que, simultáneamente se celebrarían la Copa América y la Eurocopa era un año que a primera vista prometía demasiado, y que evaluando de manera detallada quedaría en los cánones de la historia moderna del deporte rey.

Esto, sin todavía sumar los acostumbrados torneos ligueros y coperos de cada país, las tradicionales y magnificas Copa Libertadores y Champions League, además del Mundial de Clubes; junto con el plus deportivo de lo que serían los Juegos Olímpicos más modernos y tecnológicos de la historia. El 2020 se anticipaba como un año pintado con letras mayúsculas en los libros grandes del deporte.

Pero, lo que prometía ser una data para recordar por lo inmenso de sus sucesos, empezaría a dar sus primeras pinceladas oscuras que borrarían la luminancia de estas fechas, y darían, a su estilo, un tinte nervioso y muy poderoso a un año caótico y que terminaría cambiando todos los planes.

Nacional 2020: inicios de lo que prometió y nunca fue

Tras un 2019 sin títulos, y con una fría reestructuración de la plantilla, el 2020 del cuadro verde lindaba entre esperar más de lo mismo o ilusionarse con el técnico Juan Carlos Osorio y una plantilla que, aunque no del total gusto de la hinchada, prometía acoplarse al estilo y trabajo del entrenador risaraldense.

Siendo enero del nuevo año, y tras otros arribos más de jugadores al equipo, el libro de pases, al parecer se cerraba y dentro de los refuerzos para afrontar las competencias a las que se encontraba adscrito el verde paisa, aparecían los nombres de Andrés Felipe Andrade y Jefferson Duque como las dos cartas de mayor relevancia y gusto de los hinchas, haciendo pensar en un 2020 de picos altos para el equipo.

Sin embargo, desde muy temprano, las bajas seguían opacando las buenas noticias en Nacional, y junto a la anterior salida del capitán Alexis Henríquez, otro ídolo y baluarte defensivo como Daniel Bocanegra dejaba la institución.

Ante esto, Nacional viajaría a los Estados Unidos para participar en la Florida Cup, torneo que serviría al profesor Osorio para seguir ajustando cartas en el equipo e ir consolidando un estilo de juego que fuera acompañado por los resultados y el apoyo incondicional de los seguidores verdolagas. Un torneo que dejó algunas buenas sensaciones y que hacían parecer que, por fin, el equipo comenzaría a recomponer su camino de acuerdo a su historia.

Así las cosas, Atlético Nacional comenzaría su participación en  el Torneo Apertura de la Liga Colombiana derrotando en condicional de local, con resultado de 2-0 al Deportivo Pereira.

La siguiente fecha visitaría a La Equidad en el estadio El Campín, y tras media hora de juego con un 3-0 en contra, el equipo de Osorio sacaría su casta para, a falta de 4 minutos para el final de la primera parte y en el minuto agregado descontar el resultado e irse al descanso con una diferencia de apenas un gol. Ya en el segundo tiempo, tras dos goles de Gustavo Torres (uno al 49' y otro al 94'), Nacional, con un juego al mejor estilo Osorio ilusionaba a sus seguidores y daba de que hablar en todo el país.

Tras este encuentro, el verde volvería a caer derrotado en el Atanasio Girardot, esta vez contra Jaguares en un juego opaco de parte y parte. No obstante, tras un 3-0 de visita al Boyacá Chicó, los de Osorio encarrilarían seis partidos más sin conocer la derrota, pero con alternancias que dejaban en entredicho la suerte del equipo. Dentro de esta seguidilla positiva, se lograría clasificar a la segunda fase de la Copa Sudamericana, hecho que prometía bastante tras un buen juego del equipo y el ritmo de competencia que se venía alcanzando.

Con estos resultados obtenidos, a la fecha del 8 de marzo, Nacional, entre claras y oscuras relacionadas a la disposición de los jugadores del equipo, habría disputado ya diez partidos oficiales entre Liga y Sudamericana, dejando un registro de cinco victorias, cuatro empates y una derrota, y ajustando un balance general de un poco más del 63%, cifra positiva, que sumada a la clasificación en torneo internacional y al equipo ubicado en la primera posición de la tabla liguera, comenzaban a pintar un camino un poco más alentador que dejaba atrás los pormenores anteriormente mencionados e ilusionaba con voltear la situación amarga de los últimos dos años.

La pandemia del Covid-19: una fuerte bofetada

Ante lo que ya era una realidad temerosa, el gobierno nacional, tras una serie de medidas emitidas para contrarrestar la propagación del nuevo virus, decretaba una cuarentena total que obligaba a cada uno de los sectores del país a pausar indefinidamente sus actividades, hecho que implicaría la suspensión de la Liga, y ante la dimensión pandémica del virus, la pausa en los torneos internacionales, dejando a cada uno de los equipos del fútbol profesional en entreveras al comportamiento de la emergencia.

Atlético Nacional, por su parte, y acatando las ordenanzas suspendía sus actividades y comenzaba lo que sería una larga ausencia, asegurando la vida y salud de sus integrantes y llevando a cabo todas las medidas pertinentes al caso. No obstante, la situación poco a poco fue tornándose más amplía y los estragos comenzaban a hacerse visibles y ya tocaban la puerta del verde paisa.

La situación económica del club comenzó a tambalear, algo lógico ante lo acontecido, y los movimientos, por mucho más que obligados comenzaron a suceder. Primero, el club rescindía el contrato del argentino Alberto 'Tino' Costa, ahorrándose de esa manera un alto salario para un jugador que poco aportaba al equipo y al entrenador, siendo una baja con nula advertencia de la hinchada, y que pasaría más como un alivio temporal para la economía del club.

Y entre otros más movimientos y estrategias de los directivos para subsanar las exigencias de la pandemia, ocurriría un movimiento inesperado y que, esta vez sí causaría revuelo en la crítica de los seguidores, y se convertiría en noticia importante: Nacional, ante la difícil situación económica, debería aceptar la venta de su capitán y máxima figura Daniel Muñoz, jugador de la entraña del equipo y la hinchada y con un aporte de la suma de talento, garra y sentimiento por los colores verdiblancos.

Esto, que no fuese para menos, cayó como un baldado de agua fría para los hinchas, el director técnico, el equipo y todo el ambiente verdolaga. Daniel Muñoz Mejía, vendido al Genk de Bélgica, dejaba una sensación dividida tras su arrollador pero corto paso por Nacional, y haciendo un hueco importante en la plantilla y el funcionamiento del equipo. Así, entre situaciones obligadas, Juan Carlos Osorio perdía su pieza clave en el equipo, y con tiempo, pero sin presupuesto para reemplazarlo, empezaba una dura tarea para el estratega.

Así, entre nombres y hombres importantes, otros de media, poca y/o nula aportación, el equipo dejaba en pausa sus actividades en lo que era apenas el tercer mes del año con una plantilla de 23 jugadores profesionales, resultado de la salida de 13 futbolistas respecto al anterior semestre, y la incorporación de ocho más que verían relegada su participación continua en el equipo.

Agosto: una pequeña, muy pequeña luz

Ante lo que ya eran 5 meses de inactividad y desbalances económicos para Nacional, poco a poco se vislumbraba una luz que esperanzaba con el regreso del fútbol al país. Con las situaciones pioneras en Europa como foco principal y en otros lugares del mundo como modelos a seguir para la reactivación de la competencia, Colombia intentaba ejecutar un plan de acción que les permitiera a los equipos comenzar entrenamientos a través de fases escalonadas para poder ir adaptándose a las nuevas exigencias e ir acoplando un ritmo de competencia justo para lanzarse nuevamente al ruedo.

Hecho del cual el club verde fue pionero, siendo el primer equipo en cumplir con todas las exigencias y por consiguiente volviendo a las prácticas antes que el resto de clubes. Empero, remitidos a la realidad, las acciones de los directivos no esclarecían mucho la situación, y ante las improvisadas decisiones de las mesas, la vuelta del futbol profesional colombiano parecía no estar a la vuelta de la esquina.

Con la reactivación de diversos sectores de la sociedad, el futbol no podía quedarse cruzado de brazos, y después de diversas reuniones y asambleas, donde además de los temas del regreso de la competencia, ocurrieron y fueron traídos a colación demás sucesos que desde hace tiempo venían causando malestares en la mesa mayor del FPC, se lograron llegar a acuerdos, que más que soluciones certeras, en realidad parecían ser paños de agua tibia ante el inminente y gigantesco problema de fondo en nuestro fútbol.

Rifirrafes entre directivos, descontentos por la posición del, hasta ese momento presidente del ente; así como peleas por adjudicación de contratos y demás hicieron que el regreso del futbol en el país fuera un debate complicado.

Y esto, teniendo en cuenta el anuncio de la Conmebol de  que las competencias internacionales (Copas Libertadores y Sudamericana) volverían en agosto y septiembre respectivamente, hacía pensar que los clubes colombianos afrontarían estos torneos con falta de ritmo y pocas sesiones de entrenamiento (teniendo en cuenta los clubes con contagios detectados, hecho que les impedía recibir el aval de competencia), pues las condiciones, aunque de a poco, con paso lento se iban dando, no competían con la realidad de los demás clubes del continente que, en esas mismas instancias ya contaban con una carga de sesiones y de competencia bastante amplia.

Sin embargo, por allá al 28 de septiembre, el Ministro del Deporte Ernesto Lucena confirmaba que “a más tardar, en la tercera semana de septiembre”, la liga de futbol profesional colombiano volvería a ver competencia; palabras que, aunque un poco desconcertantes ante la falta de certeza, ilusionaban a todo el entorno futbolero del país.  

Un regreso con más grises que claros

Septiembre llegaba como el mes donde el futbol colombiano prometía volver a reintegrarse a la competencia, y así fue. Ante los factores de tiempo en el calendario, se tomó la decisión de reanudar el campeonato al que ya  se había dado inicio, y se modificaron algunos aspectos relacionados con la clasificación, pasando de los 4 finalistas planteados a principio de año, a 8 equipos para enfrentarlos en llaves eliminatorias desde cuartos de final.

Entre tanto, el defensor central de 23 años Jorge Segura llegaba al club como contratación expresa del profesor Osorio para consolidar una defensa sólida que le permitiera ejecutar un juego equilibrado al equipo.

Así las cosas, el 25 de septiembre, Nacional volvería a las canchas contra el Once Caldas en condición de visitante, y ante lo que prometía ser un regreso por lo alto, el equipo blanco de Manizales le echaría encima un balde de agua fría, ganándole 2-0, poniendo en entredicho y en boca de la hinchada y los medios el trabajo del cuerpo técnico junto con el compromiso de los jugadores durante las sesiones previas de entrenamiento.

Cinco días después, los verdolagas regresaban al estadio Atanasio Girardot de Medellín para lo que sería un partido con un tinte especial: Deportes Tolima, el verdugo más reciente de Nacional, pisaba terreno antioqueño tras una situación de polémica con las pruebas PCR del conjunto pijao y el aplazamiento del partido en instancias iniciales. Nacional salía al terreno con un once mermado por el técnico Osorio, dejando a jugadores claves sentados en el banco, y con una línea de tres en defensa que, desde un inicio vislumbraba lo que sería el punto débil de Osorio Arbeláez y el cuál lo llevaría a la debacle en su segunda etapa con el club.

Finalmente, los de Ibagué volvían a diezmar al equipo paisa, y como ha sido costumbre desde ese recordado 9 de junio de 2018, esta vez con un resultado 2-1, el equipo vinotinto y oro imponía orden en campo ajeno y se llevaba los tres puntos a su casa, dejando además al técnico y a los jugadores en el ojo del huracán  y bajo una fuerte lluvia de críticas.

El mes de octubre llegaría con ocho compromisos (entre ellos el regreso a Copa Sudamericana) para el verde paisa, y con otra salida en el equipo: el delantero Gustavo Torres, al parecer por casos de indisciplina, colmaba la paciencia del club, y hasta del entrenador, saliendo cedido al Vasco da Gama de Brasil con una opción de compra que la mayoría de la hinchada desea que se haga efectiva.

Y ante los reclamos al equipo, que comenzaba a perder plazas en la tabla, Nacional acumularía una seguidilla de cinco partidos sin caer derrotados en liga, con una suma de tres victorias y dos empates, pero con la latente preocupación de un funcionamiento regular de la nómina, y por sobre todo en la zona de la defensa, haciéndose presente otra gran preocupación: Nacional no lograba sacar el arco en cero en ninguno de los partidos desde el regreso del fútbol y, en términos generales, desde el mes de febrero.

Por su parte, y como para no resaltar todo lo malo, Andrés Felipe Andrade seguía apareciendo como la máxima figura del equipo y, junto con el capitán Jefferson Duque, daban muestra de lo que en un inicio se les exigió. Así, la contratación estrella de la temporada en el futbol colombiano, y un referente y goleador del equipo asumían las riendas de lo que hasta el momento era una plantilla con muy buenos nombres, pero con un manejo indigno del gran nombre y la historia del club.

Tras su visita a Tunja, por la fecha 16 del campeonato, Nacional volvía a perder, esta vez con resultado de 2-1, y esperando lo que sería la llave eliminatoria de Copa Sudamericana contra River Plate de Uruguay, un equipo que, contrario al verde, sí venía con un presente positivo.

El primer partido del cruce se jugaría en Medellín, y ante un inicio prometedor, la expulsión de un juvenil debutante en el equipo (para muchos injusta y con total complicidad del árbitro), echaría a la borda el buen juego que se venía consiguiendo, siendo el resto del partido una mezcla entre falta de suerte y aprovechamiento del rival ante los errores infantiles pero comunes en el equipo local.

Y con su participación en plano internacional todavía en juego, pero en el limbo, Nacional llegaba a la fecha del almanaque marcada con tinta azul: Millonarios lo recibía en su casa para lo que sería una nueva edición de un partido con historia, y que en este caso dinamitaría el rumbo de lo que fue, hasta ese momento el segundo ciclo de Juan Carlos Osorio Arbeláez al frente del Club Atlético Nacional.

El partido fue, desde el inicio, una marea azul golpeando sin piedad a una defensa verde que, sin reacción alguna, terminaría recibiendo tres goles que se quedaron cortos, y que firmarían la sentencia definitiva del entrenador risaraldense. Osorio, ídolo de la institución, abandonaba el barco un día después de la tormenta que arrasó con todo y dejó al desnudo las falencias que desde hace mucho habían sido descubiertas por el ojo público y que solo él se había negado a evidenciar.

Después de Osorio: segunda temporada

Ante la renuncia del director técnico, el club depositaba total confianza y responsabilidad en Alejandro Restrepo Mazo, entrenador del equipo sub-17 de Nacional y que ya había tomado las riendas del primer equipo en épocas anteriores como técnico interino. Sin embargo, su primer partido internacional en la banca verde no pudo ser por temas de acreditación, y  sería entonces Pompilio Páez quien afrontaría el partido de vuelta contra River Plate (U) en Copa Sudamericana.

Nacional viajó a tierras uruguayas  y recibió lo que fue otro golpe certero contra las tímidas aspiraciones del equipo. En un juego donde desde el primer minuto se vio muy por debajo del rival, el verde concedió un resultado de 3-1 que lo dejaba eliminado de instancias internacionales, y que lo obligaban a enfocarse totalmente en los torneos locales.

Ante la eliminación internacional, los verdolagas recibían en el Atanasio a un buen equipo como el Deportivo Pasto que, incluso en la previa amenazaba con llevarse la victoria a casa. No obstante, y a pesar de las irregularidades que ya eran comunes en el equipo, el resultado de 1-0 permitió evidenciar una leve mejoría, por lo menos en cuanto a actitud de los jugadores y que se vio reflejada en un mejor funcionamiento del equipo. Así, con este resultado, Nacional se mantenía entre los 8 mejores y por fin, después de ¡16 partidos!, volvía a sacar su arco en ceros.

Las dos fechas restantes del todos contra todos del campeonato se resolvieron con victoria para los de Restrepo. Primero con un resultado de 3-2 en condición de visitante contra Alianza Petrolera, donde, de nuevo, el talentoso 'Rifle' Andrade fue factor diferencial. En lo que era el partido de la última fecha contra el Cúcuta Deportivo no pudo disputarse de acuerdo a la liquidación y suspensión del conjunto motilón que, se vio obligado a relegar su participación en lo que restaba de año, por lo que el resultado se avaló según las normativas con un 3-0 a favor de Nacional, que así, con todas las fechas cumplidas terminaba en tercera posición de la Liga, y ahora aguardaba por el partido de Copa.

Y justamente en Copa, Nacional visitaba a Águilas Doradas en Rionegro para lo que sería la llave de octavos de final con eliminación a partido único. El trámite del encuentro presentó buenos matices iniciales de parte del visitante, sin embargo, el juego volvería a complicársele y en lo que era un 0-1 con chances a ampliarse, el equipo verdolaga vio, de manera repentina, como el resultado se daba vuelta y se marcaba un 2-1 en su contra.

Pero aún faltaba más, y como si el destino lo marcara de esa manera, otra vez el talento de Andrade y la garra de Duque lograban que Jarlan Barrera finalizara una gran jugada colectiva que sentenciaría el resultado con un 2-2 que desembocaba en los penales. La tanda se inclinó a favor de los verdolagas, donde el portero Aldair Quintana fue figura y sus 3 atajadas le dieron la clasificación a cuartos de final al equipo grande de Antioquia.

América de Cali y un golpe con vuelta a la realidad

El 16 de noviembre se hizo válido el sorteo de cuartos de final de la Liga: Nacional enfrentaría al América en lo que prometía ser un choque emocionante entre dos históricos del país; el clásico colombiano tendría turno en instancias definitivas.

El primer juego tuvo sitio en la ciudad de Cali, donde, a través de un partido disputado, con chances de lado y lado, aunque a pesar que los equipos no demostraron un juego vistoso, el trámite del encuentro tampoco fue algo demasiado aburrido.

Alejandro Restrepo alineaba un once con quizás, los mejores nombres con los que disponía. Los primeros minutos fueron muy parejos, hasta que la expulsión del jugador Ureña en el equipo local le daba una leve ventaja al verde paisa; y digo leve porque acción seguida América se encontraba con un penal que luego sería cambiado por gol a través de Adrián Ramos. A pesar de esto, Nacional lograría remontar el marcador con un doblete del capitán del equipo Jefferson Duque, quién sería la figura y le daba un envión anímico importante al club, ilusionando a la hinchada con lo que parecía, hasta el momento,  un subidón importante en los últimos tramos del camino a la estrella 17.

Pero ese camino, tan lleno de espinas a lo largo del peculiar 2020, sería cortado por un América de Cali que, junto con la pandemia del covid, dictarían sentencia a la temporada y las aspiraciones finales del rey de copas.

La última semana de noviembre destinaría lo que sería un golpe bajo para el equipo, los rumores cada vez se hacía más grandes, y lo que tanto se temía por fin se hizo oficial: Atlético Nacional, a través de un comunicado de prensa informaba a la opinión pública que la plantilla del primer equipo había evidenciado, tras la realización de pruebas PCR, ¡11 casos positivos de covid-19!, los que sumados a las bajas por lesiones, dejaban a Nacional con una plantilla bastante disminuida, de la cual se tendría que recurrir a los más jóvenes que asumirían la temprana, y quizás injusta responsabilidad de darle la clasificación al equipo.

Y así, entre bajas importantes y una situación de salubridad bastante negativa, Nacional recibió al América (que a pesar de la derrota inicial ya era favorito a clasificar) en el Atanasio Giradot para lo que iba a ser una noche de terror esperada para el verde de la montaña.

El técnico Restrepo, conocedor de los jugadores juveniles del equipo, asumió junto con ellos la responsabilidad, y presentaba un once titular con 4 juveniles, y con un banco de suplentes conformado por apenas tres jugadores, todos ellos de no más de 20 años de edad.

Ante esta situación, la mayor responsabilidad debía recaer en los más experimentados: jugadores como Andrade, Barrera, Perlaza, Palacios, etc., tenían que hacer valer el honor de jugar en Nacional, pero, lastimosamente, y ante todos los esfuerzos, el resultado dictó lo contrario. América terminaba goleando 3-0 a Nacional y clasificándose a instancias semifinales, pero sobre todo eso, que era predecible, el conjunto escarlata dejaba en evidencia los graves problemas de Nacional en todo el año, y que, desde ese momento, obligaban a tomar cartas en el asunto, porque, gracias al diablo, el verde tocó fondo.

Año nuevo, ¿vida nueva?

Y con todo lo atípico y sorprendente que el año 2020 nos ha hecho vivir, Nacional, luego de ser eliminado de todas las competencias habidas, dio fin a esta temporada de más bajos que altos, de desilusiones y sufrimientos, pero sobre todo otra campaña sin levantar un título y gritar campeón o tan siquiera, sin figurar como candidato a llevarse algún trofeo a sus vitrinas.

Esto, mostrando una cara ajena al club, ha evidenciado problemas de fondo que deben ser solucionados de raíz. Las actuaciones durante todo el año obligan a recomponer de una vez por todas el camino, y tanto directivos, como jugadores y cuerpo técnico deben comprometerse a devolver a Nacional donde se lo merece, a lo más alto del futbol colombiano, y figurando, como su historia lo dicta, dentro de las primeras planas del continente.

Para eso, el elegido ha sido un hombre capaz y con experiencia, que conoce lo que es triunfar en nuestro país, y que ilusiona con darle alegrías al verde. Alexandre Borges Guimarães, de 61 años, brasilero nacionalizado costarricense, con una amplia experiencia internacional, participación en mundiales y siendo el técnico que le permitió al América de Cali volver a gritar campeón después de 11 años, tiene carta cabal para dirigir al equipo más grande del país, el club que le ha depositado toda su confianza, y que espera de la mano del DT, la nueva reestructuración de la plantilla, los jugadores jóvenes y el empuje de la hinchada lograr lo que desde hace ya dos años no hemos podido volver a sentir: disfrutar del equipo y gritar una vez más ¡Nacional, dale campeón!