En Atlético Nacional se entiende que se puede ganar de mil maneras. Todas válidas. Todas sirven. Faltaría más. Pero también se entiende que jamás se puede ganar y reganar de una forma que no se sienta. Que no lo sientan los jefes, los técnicos, sus jugadores, los amigos de la prensa y la gente que va cada semana a verlos.

El plan tiene como prioridad tratar bien el esférico. Son, entre muchos otros, cuatro mecanismos claros:

1. Salir jugando y construir desde abajo.

2. Circular el balón con velocidad y fluidez para desordenar al rival.

3. Juntar rivales en un sector de la cancha para cambiar de orientación hacia donde se encuentre un elemento libre en posibilidad de ganar en el uno contra uno.

4. Que uno de los centrocampistas llegue por sorpresa al área rival. Si lo ponemos a mayor escala, el profesor Alejandro Restrepo quiere el equipo se acerque a lo que hacia Chile con Sampaoli, España con Del Bosque y, si nos volvemos locos, el Barça con Guardiola. Está cabrón el reto.

  • El juego interiorizado y buscar superioridades en la mitad

En los partidos anteriores, Alejandro Restrepo, con la clara función de apuntalar el sector izquierdo como una banda de ataque, está dándole importancia a Danovis en fase ofensiva, en una tarea a la que está acostumbrado.

El plan de juego asociativo y la intención de construir un bloque que pueda adherir entre sí a las piezas más talentosas, sin renunciar ni mucho menos a la amplitud a la hora de ocupar los espacios, son las singularidades más características del 4-2-3-1. En él, destacan tres futbolistas como grandes beneficiados por la llegada del nuevo míster: Yerson Candelo, Sebastián Gómez y Jarlan Barrera.

  • Salida desde el fondo bajo presión

Una de las grandes razones de su éxito es que los perfiles que lo conforman son tan distintos como complementarios, son elementos de características diferentes, pero logran compenetrarse de forma natural. Uno va al apoyo, otro dinamiza y el último acelera.

En fase defensiva, el equipo tiene dos estructuras diferenciadas. A la hora de presionar, el sistema se mantiene en 4-2-3-1, donde Jarlan Barrera trata de anular al centrocampista rival que actúe en la base y donde se adelantan las filas buscando cerrar líneas de pase que incomoden la salida de balón en campo contrario. Sin embargo, una vez que el adversario supera esa presión media-alta, Atlético Nacional dibuja un 4-4-2 con los extremos muy involucrados en el balance defensivo, una situación que le permita juntar el bloque y mantener activadas las vigilancias, tratando de no dejar demasiado espacio entre líneas.

El tiempo será quien acabe dictaminando si la alianza entre el verde y Alejandro Restrepo, resulta fructífera para que ambos progresen de la mano. Lo que por el momento resulta una evidencia, es que la afición ya mira con otros ojos a su equipo, conscientes de que Restrepo es un gran conocedor de la casa y de que se está criando dentro de la dinastía de Francisco Maturana, una escuela al que ahora debe relevar generacionalmente, manteniendo los mandamientos del gestor técnico más influyente en la historia del club y el fútbol colombiano.

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