El “almirante”, apodo por el que era conocido, vivió una carrera plagada de éxitos, tanto en la NBA con el único equipo para el que jugó, San Antonio Spurs, como en competiciones internacionales con el USAB Team. Físicamente era un autentico portento. Con sus 216 centímetros de altura, poseía una agilidad y una velocidad pocas veces vista en un jugador de esa tamaño y tenía los que probablemente sean los brazos más musculados que se hayan visto jamás en la NBA.

Técnicamente tenía todo lo necesario para dominar el juego como lo hizo. Era un contundente finalizador, tenía un excelente tiro de media distancia, corría el contraataque y era un defensor implacable. Ganó dos anillos de campeón (1999 y 2003), fue MVP de la temporada regular en 1995, jugador defensivo del año en 1992, rookie del año en 1990, 10 veces All-Star, elegido en cuatro ocasiones para el primer quinteto de la liga y en otras cuatro para el primer quinteto defensivo.

El 17 de febrero de 1994 se convirtió en uno de los cuatro jugadores capaces de conseguir un cuádruple doble en la historia de la NBA con 34 puntos, 10 rebotes, 10 asistencias y 10 tapones frente a Detroit Pistons. Otra hazaña que pertenece al archivo de actuaciones memorables del ex marine tuvo lugar en el último partido de la “regular season” de ese mismo año ante los Clippers en el que necesitaba anotar 69 puntos para conseguir el título de máximo anotador de la temporada por el que luchaba con el entonces pívot de Orlando Magic, Shaquille O´Neal. Robinson, consiguió 71 puntos en una de las mayores exhibiciones anotadoras de todos los tiempos.

La mayoría de estas hazañas y logros deportivos, evidentemente no son fáciles de conseguir, pero entrarían dentro de los méritos lógicos que un deportista de gran nivel podría lograr a lo largo de una exitosa y dilatada carrera. Pero David Robinson hizo gala siempre de una personalidad poliédrica y de una tenacidad innata que fueron añadiendo capas de brillo a su ya de por si reluciente carta de presentación deportiva.

Un auténtico marine americano

Robinson creció en un ambiente marcadamente militar. Su padre sirvió como oficial de la marina, por lo que los cambios de ciudad fueron bastante frecuentes durante su infancia. Tras la retirada de su padre del servicio activo, la familia se asentó en Virginia, donde el joven David acudió al instituto y tuvo sus primeros contactos con el baloncesto. Tras su paso por el instituto, Robinson se enroló en la academia naval. Comenzaba aquí su carrera como marine de los Estados Unidos. Aunque era universalmente conocido como el Almirante, el rango militar máximo que alcanzó Robinson en la marina fue el de Teniente. Como buen marine americano siempre antepuso sus obligaciones militares a las deportivas. Jugó con el equipo de la marina en el torneo de la NCAA y tras graduarse decidió continuar y retrasar su incorporación al baloncesto profesional. Solo cuando un comité militar, en una controvertida maniobra, dispensó a Robinson de sus obligaciones militares, se incorporó a los Spurs y comenzó su brillante carrera en la NBA.

En continua formación

Robinson no solo se dedicó a servir a su país y a convertirse en una superestrella del deporte durante el tiempo que pasó en la academia naval, también finalizó sus estudios y consiguió graduarse en matemáticas. Si, puestos a graduarse, una facilita debió pensar el bueno de David. Estando ya retirado, se matriculó en la Universidad de Incarnate Word en San Antonio, donde cursó un Máster de estudios superiores en administración y dirección. Cuando fue preguntado sobre el por qué un graduado en matemáticas, con dos años de servicio en la marina, miembro del Hall of Fame de la NBA y que ha ganado millones de dólares a lo largo de su carrera necesitaría un Máster, Robinson respondió: “Quiero entender cómo funcionan y como se construyen las empresas. Siento que necesito formarme continuamente.”

Un músico autodidacta

Su padre, Ambrose, le enseño a leer música y a tocar las notas de memoria en el piano. Con solo escuchar una melodía era capaz de repetirla, sin partituras, sin leer las notas. En el año 1991, en plena temporada regular, en la que además estaba firmando números de MVP, Robinson consiguió aprender a tocar el saxofón en tan solo seis meses. No tomó ni una sola clase. Solo tenía que escuchar una pieza musical y era capaz de reproducirla. Para él era algo divertido y fácil a la vez. “Soy mejor con el piano, pero el saxo me permite ser más creativo” afirmaba en una entrevista a Sport Ilustrated.

Filántropo sin afán de protagonismo

Robinson es también un próspero hombre de negocios. La fundación que creó junto a su socio Daniel Bassichis cuenta con activos inmobiliarios por valor de más de 100 millones de dólares, entre los que se encuentran hoteles de lujo en San Antonio o enormes edificios de oficinas en El Segundo y Austin. Pero detrás de cada millonaria inversión hay una parte de filantropía. Robinson y su socio donan el 10% de sus ganancias a obras de caridad y a la concesión de becas de estudio. En 1991 Robinson se comprometió a becar con 2.000 dólares a todos los alumnos de quinto curso del instituto Gates que consiguieran graduarse. Siete años después, cuadruplicó esa cantidad, otorgando becas de 8.000 dólares a cada graduado.

Junto a su mujer, Valerie, David Robinson creo la Carver Academy en el deprimido barrio de East Side en San Antonio, una escuela para niños sin posibilidades económicas , para cuya construcción donó 9 millones dólares, en la que está considerada la mayor aportación económica hecha a la caridad por un deportista profesional.

Foto 1: thecomposite.wordpress.com

Foto 2: hypervocal.com

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Sobre el autor
Juanfran de Haro
Contador de historias, reflexiones y noticias sobre la NBA, de la que soy fiel seguidor desde la mas tierna infancia. Coordinador de NBA VAVEL. Editor y autor en vavel.com y nbastorytelling.