Los Angeles Clippers es uno de los equipos más físicos de toda la liga, con un juego que siempre suele ser por encima del aro, gracias a sus excelentes matadores. Pero, no quedándose aquí, además tienen una de las mejores y más completas plantillas en la NBA, contando con veteranos, en la pasada campaña, del calibre de Matt Barnes, Jamal Crawford o Hedo Turkoglu. Para la temporada 2015/2016 llegaron Paul Pierce o Josh Smith –entre otros- y así completar un proyecto inmediato para la conquista del título.

Gran temporada regular

Desde que comenzara el año 2015, los Clippers siempre estuvieron a la cabeza de la Conferencia Oeste. Las lesiones les respetaban y parecía que este era su año. Con un Chris Paul y un Blake Griffin estelares iban superando escollos, siguiendo la estela de Golden State Warriors. Además, DeAndre Jordan estaba haciendo una campaña espectacular liderando la estadística en rebotes y tapones, un J.J. Redick infalible desde el arco de tres, y un Jamal Crawford siempre dispuesto desde el banco.

En enero, el equipo consiguió un 11-4 y terminando el mes con un balance de 33-15, ganando, en un partidazo de Blake Griffin con 31 puntos, a San Antonio Spurs en el AT&T Center. Llegó febrero y con él, el peor mes del equipo angelino que encadenó cuatro derrotas consecutivas en los primeros cuatro partidos del mes para acabar ese mes con un balance de 5-6 desafavorable, coincidiendo con la lesión de Griffin.

Cabe destacar que Blake Griffin fue elegido titular en el All-Star Game, pero no pudo disputarlo por lesión y Chris Paul seleccionado para disputarlo.

Fotografía: foxsports.com
Fotografía: foxsports.com

Ya con Griffin en la rotación, el equipo dirigido por Doc Rivers alzó el vuelo. Marzo y abril constituyeron la candidatura de los Clippers al campeonato. 18-5 fue el balance de los dos últimos meses, encadenando 14 victorias y una sola derrota en los últimos 15 partidos de temporada.

Finalmente, los Clippers se quedaron con la tercera plaza del Oeste por detrás de Warriors y Houston, que finalizó con el mismo récord (55-26).

Llegaron los Playoffs

El cruce más temido por todos cayó directamente en Los Angeles. San Antonio Spurs se cruzaría en el camino de los Clippers por el Anillo y solamente en primera ronda. Sin duda la eliminatoria más atractiva de todas y claro, no podía defraudar.

La serie se fue al séptimo partido después de que San Antonio se pusiera 2-3 en la eliminatoria tras ganar el quinto en el Staples Center. Los dos últimos partidos de la serie fueron los más bonitos, batallas preciosas entre Chris Paul y Tony Parker, Blake Griffin contra Tim Duncan y las apariciones del hijo del jefe, Austin Rivers. Fue una batalla táctica entre Gregg Popovich y Doc Rivers, que finalmente ganó Rivers.

Del éxito al fracaso en una semana

El varapalo llegó en las semifinales de conferencia. De haberse comido a los campeones del año anterior a tirar una eliminatoria que la tenían prácticamente ganada liderando el marcado por 3-1. Tres partidos espectaculares de la dupla interior formada por Griffin-Jordan, lograron que ya se pensara en una final entre los Warriors y los Clippers. La eliminatoria volvía a Houston, donde Houston pareció renacer y ganar con solvencia para lograr el 3-2. Pero todo apuntaba a que la situación estaba totalmente controlada para los Clippers. El sexto partido en Los Angeles fue otro descalabro local, ni defender ni atacar, nada salía y Houston forzó el séptimo partido, que significó el fin de la carrera de los Clippers.

Confianza en el proyecto

El verano trajo uno de los culebrones más largos de todo el periodo de fichajes. DeAndre Jordan se iba a Dallas. Todo estaba cerrado y faltaba la estampa de la firma del pívot en su nuevo contrato. La noche anterior, los pesos pesados del vestuario, liderados por Chris Paul, acudieron a una reunión junto a Jordan, en la que consiguieron convencerle para que se quedara en Los Angeles y firmara la renovación. Golpe bajo para Dallas y “nuevo fichaje” para la nueva temporada. A él se unieron Paul Pierce, Lance Stephenson, Wesley Johnson, Josh Smith y Pablo Prigioni. Así se daba una dimensión más a esa gran plantilla que ya se construyó la temporada pasada.

Un nuevo camino hacia la gloria

Una nueva ilusión irrumpía con fuerza en los aficionados de los Clippers. Un equipo mejorado y con la experiencia de los errores del pasado, parecía que este era el año y la temporada para los de Doc Rivers. Desde el comienzo el juego del equipo era prácticamente similar al de temporadas anteriores, pero los resultados no acompañaban, derrotas casi regaladas y las victorias costaban. A pesar del buen arranque (4-0) el equipo comenzó a desmoronarse, en noviembre 8 derrotas y abonarse al 50% de victorias, muy lejos de las primeras posiciones del Oeste. Algunas de las buenas noticias para el equipo angelino era la buena adaptación al equipo de Lance Stephenson o la templanza que daba al equipo en los momentos calientes de Paul Pierce.

Diciembre sirvió de bálsamo gracias a las 9 victorias, lo que conllevó a escalar posiciones y asentarse como cuartos de la Conferencia Oeste detrás de Warriors, Spurs y Thunder. Cuando el mes se acababa y ya 2016 se asomaba, Blake Griffin se lesionaba y estará dos semanas de baja. Veremos si esto pasa factura de cara al récord de Los Angeles Clippers.

Blake Griffin en un partido de esta temporada. Fotografía: latimes.com
Blake Griffin en un partido de esta temporada. Fotografía: latimes.com

En definitiva, los Clippers se han convertido en un equipo único en la NBA. El equipo más físico y que más contacto busca en sus partidos. Según muchas encuestas, el equipo angelino se ha convertido en el más odiado de toda la liga, de ahí ese nuevo calificativo de “Bad Boys”. Varias declaraciones de Paul o Griffin señalan que les da igual ser los más odiados, incluso que les vale de acicate para luchar más y más en cada partido.