Capítulo 6: Dennis Rodman, un Gusano que asombró a la NBA

Rodman fue, sin lugar a dudas, un jugador peculiar. Con apenas 2 metros de altura –las medidas oficiales le dan 201cm, obviamente con las zapatillas puestas-, fue capaz de liderar la NBA en rebotes durante 7 campañas consecutivas, ganar 5 anillos, y aún le sobró tiempo para anular a los mayores talentos ofensivos de su generación, y quizás de siempre: Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Shaquille O’Neal, Karl Malone… Dennis no era un tipo alto, ni tampoco bueno, ni siquiera rápido. Pero cuando ese loco celebraba las defensas, los rebotes, o las faltas provocadas, nos enseñaba a todos que hay formas distintas para llegar a ser mejor; y en eso de ser diferentes, algunos son los mejores.

Infancia y paso por la universidad

Dennis Keith Rodman nació un 13 de mayo de 1961. Tossin’ and turnin’ de Bobby Lewis arrasaba en las radios americanas, Ben-Hur había ganado el Óscar a Mejor Película hacía unos meses, y un tal John F. Kennedy era el inquilino de la casa blanca. Ha llovido mucho desde entonces. Los inicios no fueron nada fáciles para nuestro protagonista: su padre, Philander Rodman Jr. un piloto de caza que combatió en Vietnam, abandonó a su familia siendo Dennis un niño. Destinado a vivir con su madre y sus dos hermanas en un barrio conflictivo de las afueras de Dallas, jamás fue considerado un jugador de cierta proyección en el mundo del baloncesto: con 15 años no llegaba a los 170cm, y según sus propias palabras “además de bajito, era incapaz de convertir una bandeja”. Tres años más tarde, “El Gusano” –apodado así por su madre al verlo revolverse sobre si mismo jugando al pinball- experimentó un crecimiento repentino. Sonaba el pistoletazo de salida en la brillante, y también curiosa, carrera de Dennis Rodman.

Militando en el Cooke County College y en la Southeastern Oklahoma State University, ambas asociadas a la NAIA –una asociación deportiva universitaria de menor calado que la NCAA- el flagrante alero dominaría la liga con unos promedios de 25.7 puntos y 15.7 rebotes por noche. A pesar de ello, fue sobre todo su juego defensivo lo que llamó la atención de los Detroit Pistons de Chuck Daly e Isiah Thomas. Estos últimos lo acabarían drafteando en la vigesimoséptima posición, de la 2ª ronda del draft de 1986. El Gusano se había ganado un hueco en la NBA.

Llegada a los Detroit Pistons, los “Bad Boys”

Desde su primera temporada (1986-1987), el duro estilo de juego de Rodman encajó a la perfección en la Ciudad del Motor. Los Pistons, que eran conocidos por su férrea defensa como los “Bad Boys” –Chicos Malos en español-, alcanzaron las finales de la Conferencia Este enfrentándose a los temibles Celtics de Bird, Parish, McHale y compañía. Fue durante la disputa de esa serie cuando Rodman declarara: “Larry Bird está sobrevalorado, solo tiene reconocimiento porque es blanco”. Los de Detroit perdieron en el 7º y último partido, y tuvieron que esperar al año siguiente, la campaña de 1987/1988, para tomarse la venganza. Esta vez Larry sucumbió ante el Gusano. Durante la temporada regular, Bird había anotado 29,9 puntos por partido, con un acierto del 55% en tiros de campo y 41% en tiros de 3p. Los Pistons y en especial el marcaje del mismo Dennis, se lo pusieron mucho más difícil: las prestaciones de Bird bajaron a los 19,8 puntos por noche, con un acierto del 35% en tiros de campo y un 28% en tiros de 3p. ¿El resultado? 4 a 2 para los de Míchigan y un billete a las finales de la NBA. Finales que a la postre perderían ante los Lakers de Magic Johnson, James Worthy y Kareem Abdul Jabbar por un ajustado 4 a 3. Dejándoles a un pasito de la gloria.

Los campeonatos de 1989 y 1990

1989 llegó, y con él, la primera selección de Rodman para el Mejor Quinteto Defensivo del Año, sus estadísticas en rebotes ya se acercaban a los dobles dígitos -9,4 capturas por noche-, y los de Detroit dominaban de cabo a rabo la Conferencia Este, plantándose por segunda vez consecutiva en las Finales de la NBA. El rival, el mismo que la pasada campaña: Los Angeles Lakers, pero esta vez el desenlace fue completamente distinto: los Pistons barrieron a los californianos. De recogedor de maletas en el aeropuerto de Dallas, al olimpo del baloncesto mundial: un Gusano de la calle había tocado el cielo.

“Cuando el balón toca el aro, el 90% del trabajo debe estar hecho”

Durante las siguientes temporadas, el peso de Rodman en el equipo fue creciendo. En 1990, y 1991 fue elegido, de forma consecutiva por la NBA, como Mejor Jugador Defensivo del Año. Pero un peligro cada vez mayor acechaba a los de la Ciudad del Motor: los Bulls de Michael Jordan iban trayectoria ascendente. En la final de Conferencia de 1990, los Pistons aún pudieron contenerlos, y en parte gracias a un Rodman muy activo en el desarrollo de las famosas “Jordan Rules” –el marcaje especial sobre Michael Jordan, que era cubierto duramente por varios jugadores de Detroit a la vez-. A pesar de los contratiempos con los de Chicago, la temporada se pudo culminar con éxito, venciendo en las finales de la NBA a los Portland Trail Blazzers de Clyde Drexler. El “back to back” –uno tras otro en español- estaba hecho. La de 1989/1990 fue la última temporada exitosa para los Pistons, aun así, Dennis seguiría subiendo su nivel de juego noche tras noche. En solamente tres años, Rodman pasó de promediar 9,7 rebotes, a la extraordinaria cifra de 18,3 capturas por noche. Sí, han leído bien: 18,3 rebotes de media en 82 partidos, una auténtica locura, y más aún si hablamos de un tipo que apenas rozaba los 2 metros.

Dennis Rodman defendiendo a Magic durante las finales de 1988 | Fuente: NBA.com
Dennis Rodman defendiendo a Magic durante las finales de 1988 | Fuente: NBA.com

El secreto era bien sencillo: una ética de trabajo legendaria. Dennis visionaba horas y horas de video, en las que se dedicaba a analizar las trayectorias de los tiros fallados de rivales y compañeros, para así, anticiparse al recorrido de la pelota: “Cuando el balón toca el aro, el 90% del trabajo debe estar hecho”.

Ocaso en la MoTown

A nivel colectivo los Pistons iniciaron el irremediable declive: los Bulls de Jordan los habían desbancado del trono, y cada temporada las cosas iban un poco peor en la franquicia del estado de Míchigan. Incluso quien había sido su guía espiritual y conductor, el entrenador Chuck Daly, abandonaba Detroit dejando a Dennis con un enorme sentimiento de huerfanidad.

"Decidí matar al viejo Dennis y dejar salir al nuevo"

Durante la temporada 1992/1993, un Rodman con depresión –su esposa le había dejado, llevándose con ella a la hija de ambos- fue encontrado mientras dormía, con una escopeta cargada entre las manos, en el asiento trasero de un coche. Años más tarde Dennis reconocería: “Esa noche pensé en suicidarme, pero en su lugar, decidí matar al viejo Dennis y dejar salir al nuevo. Maté al impostor que me estaba llevando hacía donde no quería. A partir de esa noche, pude empezar a vivir mi vida como yo quería vivirla”. Al siguiente verano, Rodman fue traspasado a los San Antonio Spurs, una franquicia con serias posibilidades de éxito. Y más aún tras la retirada de Michael Jordan, que dejaba vía libre al resto de equipos. El de Chicago dejaba el baloncesto para dedicarse al deporte favorito de su difunto padre: el baseball.

Dos años en Texas

En San Antonio, Dennis rindió a buen nivel. Haciendo dupla interior con el portentoso David Robinson, ganó por 3ª y 4ª vez consecutiva el título al máximo reboteador de la NBA -17 rebotes por partido de media en esas dos temporadas-. Pero fuera de la pista las cosas no iban como debía. Dennis mostró repetidas veces señales de indisciplina. Aparte de empezar a llevar sus famosos tintes de pelo, Rodman se presentaba tarde a algunos partidos, era expulsado con frecuencia, se dislocó el hombro yendo en moto, y empezó a viajar repetidamente a Las Vegas para verse con, nada más ni nada menos que la Reina del Pop: Madonna. A pesar de estos contratiempos, los Spurs consiguieron llegar a las finales de la Conferencia Oeste en 1995, pero los Houston Rockets de Hakeem Olajuwon y Clyde Drexler se cruzaron en su camino, eliminándolos en 6 partidos.

Rodman capturando un rebote durante su etapa en los Spurs | Fuente: SI.com
Rodman capturando un rebote durante su etapa en los Spurs | Fuente: SI.com

Pero algo muy grande se movía lejos de San Antonio. Michael Jordan había regrasado a las canchas tras 18 meses alejado del baloncesto, y los Bulls, que querían volver a ser considerados aspirantes al título de la NBA, necesitaban a alguien que hiciera el trabajo sucio: defender y rebotear. Rodman era su hombre. Unos San Antonio Spurs cansados de la actitud del Gusano, aceptaron la ofertar de traspaso proviniente de los Bulls, y Dennis se marchaba al mismo equipo que le había arrebatado la gloria 4 años atrás, su eterno rival: Los Chicago Bulls de Michael Jordan y Scottie Pippen.

Jordan, Pippen, Rodman

A decir verdad, los Bulls no veían del todo clara la incorporación de Rodman en la franquicia de Illinois, pero una vez más, y como en los viejos tiempos, el Gusano les daría otra lección. La temporada 1995-1996 fue histórica. Jordan ganó el MVP, Tony Kukoc el 6º hombre, Rodman, Jordan y Pippen fueron incluídos en el mejor quinteto defensivo del año, Phil Jackson se llevó el premio a Mejor Entrenador, y Rodman fue galardonado por 5ª vez consecutiva como máximo reboteador de la NBA. Ese mismo curso, los Bulls lograron el histórico balance de victorias/derrotas de 72-10.

En playoffs los de Chicago siguieron a su ritmo: destrozando equipos. En su viaje a la glória dejaron por el camino a Miami Heat, New York Knicks y a Orlando Magic –con exhibición de Rodman incluida, anulando por completo a Shaquille O’Neal durante toda la serie-. En las finales de la NBA, los Bulls se midieron ante los Seattle Supersonics, a quienes derrotaron por 4 partidos a 2. La temporada perfecta se había completado, y Rodman demostraba que a sus 35 años, con el cuerpo lleno de tatuajes, y el pelo pintado de las formas más estrafalarias, tenía todavía mucho por ofrecer. George Karl, por aquel entonces entrenador de los Sonics, declaró tras el 6º y último partido: “Dennis Rodman fue su MVP hoy”. El Gusano había capturado 2 veces en esas mismas finales, 11 rebotes ofensivos, empatando un record absoluto de la NBA.

Rodman hizo bello algo tan mundano como la captura de un rebote | Fuente: NBA.com
Rodman hizo bello algo tan mundano como la captura de un rebote | Fuente: NBA.com

Las siguientes dos temporadas en la ciudad de los Gangsters siguieron la misma línea. El triunvirato Jordan, Pippen, Rodman, dominaba la liga, y a pesar los deslices de éste último con la disciplina -en 1997 dió un cabezazo a un árbitro, y al curso siguiente propinó una patada a un cámara de televisión durante la disputa de un partido en Minnesota- el hombre de los mil y un tintes de pelo ganaba su 6º y 7º título consecutivo de máximo reboteador de la NBA. Algo que nadie más ha podido lograr, ni Wilt Chamberlain, ni Kareem, ni Bill Russell, nadie. En las post temporadas de estas respectivas campañas, los Bulls llegaron a las finales para enfrentarse, de forma consecutiva también, a los temibles Utah Jazz. Más allá del partido de la gripe en 1997, y del último tiro de Jordan al año siguiente, esas finales son frecuentemente recordadas por los duelos entre la estrella de los Jazz: Karl “el Cartero” Malone, y el encargado de su marcaje: Dennis “el Gusano” Rodman. Los Bulls ganaron ambas finales por 4 a 2, consiguiendo su segundo three-peat en 8 temporadas.​

Los Angeles y de vuelta a Dallas

Al volver del verano, Michael Jordan se retiró por segunda vez, Pippen marchó rumbo a Houston, y Rodman aterrizaba en los Angeles, donde brillaría más su breve romance con Carmen Electra, que su juego sobre la pista. La siguiente temporada, la 1999/2000, cerró el círculo en la vida del protagonista: aterrizaba en Dallas, el lugar donde todo empezó. Jugando la paupérrima cifra de 12 partidos, y tras numerosos problemas extradeportivos, los Mavericks decidieron cortarle. Ese fue el último coletazo del Gusano en la mejor liga del planeta.

Un retiro extravagante, para un jugador polémico

Durante los siguientes años, Rodman se centró en su carrera de actor y luchador de Wrestling, tan sólo volviendo de forma esporádica al baloncesto para participar en partidos benéficos. Actualmente ha lanzado su propia gamma de Vodka: “Bad Boy Vodka”, y se presta para cualquier tipo de acto, en cualquier lugar del mundo. Como muestra de ello es su última gran aparición pública. Cruela de Vil –apodo que Andrés Montes daba a Rodman- visitó Pyongyang, haciéndose “amigo” –palabras textuales del mismo Dennis- del líder de Corea del Norte Kim Jong-Un: “es un buen tipo” declaró a su vuelta a Estados Unidos.

Dejando extrenticidades a un lado, cualquier seguidor del buen baloncesto sabe que Dennis Rodman fue mucho más allá de sus tatuajes y peinados extravagantes. Quizás por eso fuese admitido en el Salón de la Fama del Baloncesto el año 2011. Su experto conocimiento del juego, su incansable ética de trabajo y ese deseo vehemente para capturar cada rebote, regalaron a los espectadores un jugador difícilmente repetible, y puede que al mejor defensor que haya pisado una cancha de la NBA.