A veces, cuesta bastante recordar y preguntarse cómo han llegado hasta ahí los equipos que dominan en la actualidad en la Liga. Su historia, su cultura, sus orígenes… Eso es algo que ya no interesa tanto como antes. La NBA ya se ha convertido en un producto rompedor donde solamente atrae el buen juego, el espectáculo y como no, las victorias.

Hoy en día, aparecen bases de aficionados muy numerosas de organizaciones no tan populares y que defienden con entereza su juego y su mérito. El gran problema surge cuando estos simpatizantes poco se inquietan por conocer aquello que ha dado a conocer a la franquicia, y se centran únicamente en sus estrellas y sus logros.

Las grandes estrellas de la Liga, hacen ganar adeptos a equipos no tan populares. Foto: Joe Vardon (AP)
Las grandes estrellas de la Liga, hacen ganar adeptos a equipos no tan populares. Foto: Joe Vardon (AP)

Tiene mérito apoyar a estos conjuntos cuando uno no ha nacido o no tiene ningún tipo de relación directa con la ciudad a la que pertenece. Pero… ¿qué pasaría si os dijera que dentro de la propia competición existen bases de aficionados que han estado ahí desde el primer momento y no han recibido el cariño que se merecían por parte de la entidad que defienden? Parece un poco extraño, pero es lo que ocurre cuando representas los colores de toda una comunidad y no una ciudad en concreto.

¿Cómo llegaron hasta allí?

Golden State Warriors tiene su origen en la ciudad del amor fraternal. El pueblo fundador de los Estados Unidos de América acogió desde un primer momento a una franquicia que acabaría convirtiéndose en todo un icono al otro lado del país. Por aquel entonces, formaban parte de la Basketball Association of America o ABA. Más tarde, se fusionaría con la National Basketball League, NBL, para dar lugar a lo que conocemos hoy en día como la National Basketball Association, la NBA.

Pat Tyrell, una eminencia de los negocios en Philly, se hizo con el control del equipo para dar lugar así al primer grupo de baloncesto en Pennsylvania. No les fue nada mal desde su comienzo; gracias a la capacidad anotadora de Joe Fulks, fueron capaces de alzarse con el campeonato en la temporada inaugural, la 1945-46.

Sin comerlo ni beberlo, los Warriors se alzaban con el primer título de la historia de lo que hoy conocemos como la NBA. En Philadelphia consiguieron agrupar a un buen número de talentos para meter el balón por el aro. Se trataba de una competición muy competida sin grandes estrellas que sobresalieran entre el resto. Esto provocó que los Warriors no volviera a conseguir otro campeonato hasta el año 1955 cuando el nativo de la zona, Paul Arizin llevara a los Warriors hasta su segundo campeonato.

Cada vez, el nivel de la Liga iba aumentando y llegaron auténticas leyendas de este deporte como Wilt Chamberlain, que fue seleccionado en el Draft de 1959 por los Warriors. A partir de entonces, el equipo de Philadelphia se convirtió en un objeto de deseo por todos.

De esta manera lo interpretó Franklin Mieuli, que decidió comprar la mayor parte de la franquicia y trasladarlo al otro lado del país. Los Warriors abandonaban Philadelphia para cambiarla por el sol de California. San Francisco sería la ciudad que acogería a uno de los equipos más exitosos de entonces aunque no conseguirían celebrar ningún título allí. Uno de los mercados más potentes de toda la nación se hacía con una franquicia al alza dando lugar a la ancestral tradición del baloncesto de la Bahía.

Entonces, ¿a partir de qué momento podemos hablar de los Warriors como el equipo de Oakland? Tras su traslado a California, los conocidos como San Francisco Warriors disputaban sus partidos en la ya NBA sin un estadio fijo. El Cow Palace, situado entre San Francisco y Daly City, solía ser el punto de encuentro para todos los aficionados que comenzaron a interesarse por este deporte en la Bahía.

El Cow Palace, hogar de los Warriors durante su estancia en San Francisco. Foto: Wikimedia (CC)

Sin embargo, no cerraron sus puertas a una ciudad sino que decidieron disputar numerosos partidos en ciudades cercanas como Oakland y San José con bastante frecuencia. Aquí tenemos el origen de esos Warriors comunitarios y no pertenecientes a una sola ciudad. Pocos años más tarde pondrían fin a sus prácticas tras la apertura de unas novedosas instalaciones, el Oakland Coliseum Arena, que provocó el movimiento definitivo del equipo a una de las localidades más peligrosas de todo el país.

El equipo de una comunidad

Los Warriors no son un equipo cualquiera. Paremos a analizar algo bastante curioso que caracteriza a todas las organizaciones de la actualidad. Los Celtics de Boston, los Lakers de Los Angeles, los Knicks de New York, los Bulls de Chicago, los Warriors de Golden State… espera. ¿Golden State?, ¿es el nombre de una ciudad?, ¿de un estado? Golden State Warriors es el equipo de la Bahía de San Francisco.

La mayoría de equipos representan a una ciudad, pero no es tan sencillo llevar sobre tus hombros el aliento de miles de personas de distintas ciudades con sus diferencias y costumbres dispares. Aquí entramos a explicar ese conflicto que exponíamos en las primeras líneas de este artículo. Un arduo trabajo supone representar a numerosas ciudades como San Francisco, Oakland, San José, Palo Alto, Novato, Santa Cruz, Santa Clara, Berkeley, Fremont…

Mapa con un toque cómico que refleja las diversas comunidades existentes en la Bahía de San Francisco. Foto: San Francisco Express

Por ello, siempre ha sido una complicada tarea contentar a todos los aficionados de distintas provincias. Sin embargo, sus anfitriones nunca han recibido el respeto merecido por parte de la franquicia. No es una de las ciudades más atractivas del panorama ni cuenta con una rica cultura y patrimonio.

No obstante, proporcionaban algo muy valioso al club, una de las bases de aficionados más dedicada y leal que se recuerdan. Una ciudad donde las victorias deportivas eran una de las pocas maneras de evadirse de una realidad donde predominaba la pobreza y la violencia en la mayoría de los casos.

Oakland también supo disfrutar

Los Warriors también han dado alegrías a la ciudad. Foto: USA Today

La ciudad de Oakland ha podido disfrutar durante casi cincuenta años de un equipo que ha dado muchas alegrías y tristezas desde que se instalaron de manera definitiva. En la actualidad, Golden State se dedica a romper récords y sumar adeptos a este deporte con su estilo de juego tan vistoso y espectacular; pero esa es solo una de las partes que de una larga y bonita historia.

El primer anillo, el "Run T-M-C", “We Believe” y los “Splash Brothers”. Mientras la franquicia se olvidaba de sus anfitriones dando mayor relevancia a los mercados más grandes, el equipo ofrecía un juego muy entretenido y al mismo tiempo se sentían orgullosos de representar a una sociedad reprimida dentro del deporte norteamericano.

Afroamericanos, filipinos, asiáticos, europeos... Una ciudad multicultural debido a su asequible estilo de vida. Todos aquellos “apartados” de la sociedad por aquel entonces se veían bien representados por los que sudaban la camiseta en la pista.

Escuela de gigantes

Damian Lillard, uno de los productos más recientes de la ciudad. Foto: NBA.com

La existencia de un equipo de baloncesto en la ciudad hizo que muchos chavales se interesaran por la posibilidad de dedicarse profesionalmente a ello. Gracias a la presencia de los Warriors, muchos niños soñaron con jugar en la NBA y Oakland nos dejó grandes productos que han hecho o están llamados a hacer historia en la competición.

Gary Payton, el guante, nacido y crecido en Oakland el mismo año que estos se trasladaron a la ciudad. Pudo vivir de primera mano esos años de gloria en el 1975 cuando de la mano de Rick Barry, se proclamaron campeones. Jason Kidd, uno de los mejores bases que jamás hayan puesto un pie en una cancha de baloncesto. Un genio con el balón que veía los huecos donde nadie lo hacía. El también creció en la época dorada de los Warriors cuando dominaban gracias al imponente juego físico de Nate Thurmond.

Muchos más se suman a esta lista como Paul Pierce, Antonio Davis o Drew Gooden; pero no podemos olvidarnos de un chico que está poniendo patas arriba la Liga. Damian Lillard. A este aficionado declarado de Golden State Warriors le tocó la época más dura. Nació tras el fogoso paso del "Run T-M-C", pero fue testigo de como un equipo luchador y creyente en su juego derrotaba al primer clasificado de la Conferencia en los Playoffs del 2007. De ese tipo de experiencias podríamos decir que ha adquirido ese carácter competitivo que tanto le caracteriza.

El movimiento a San Francisco, un gran paso económico

Joe Lacob, Peter Guber, David Stern y el alcalde de San Francisco en la presentación del proyecto. Foto: SFGate.com
Joe Lacob, Peter Guber, David Stern y el alcalde de San Francisco en la presentación del proyecto. Foto: SFGate.com

Tras casi 40 años de auténtico desastre para la organización y continuas polémicas, los Warriors se pusieron en venta y fue cuando Joe Lacob y Peter Guber llegaron al rescate para sacar a este equipo de la crisis. Su manera de hacerlo fue crear un proyecto novedoso que llevara a los Warriors de vuelta a sus orígenes, a San Francisco.

No tenían previsto que la joven plantilla con la que contaban dominase la Liga y consiguiera dos anillos cinco años después de su decisión puramente económica. Estos dos empresarios vieron una gran oportunidad delante suyo, llevar a un equipo de la NBA de nuevo a un gran mercado como San Francisco, ¿qué podría salir mal?

Siendo correctos, es uno de los mejores movimientos económicos que hemos visto en las últimas décadas. Supieron comprar y actuar en el momento correcto y gracias a ello se llenarán sus bolsillos como nunca nadie lo ha hecho. No obstante, volvemos al conflicto con el que comenzábamos el artículo.

¿Nadie piensa en los aficionados de Oakland, esos que se han dejado el alma animando a su equipo en los peores momentos? Parece que no. De golpe y plumazo se cargaron un patrimonio baloncestístico que supera muchos de los techos que otras franquicias se establecen. De esta manera, Oakland ha visto como dos de sus grandes equipos, los Warriors y los Raiders, se mudarán lejos de la ciudad; unos recorriendo más kilómetros que otros.

Un último detalle

Kevin Durant posando con la nueva camiseta. Foto: forbes.com
Kevin Durant posando con la nueva camiseta. Foto: forbes.com

En la franquicia saben que la decisión que han tomado romperá el corazón de cientos de aficionados nativos de la ciudad. No les será sencillo manejar estas dos rupturas cuando uno de los equipos se encuentra en el mejor momento de su historia.

Por ello, como regalo de despedida se han lanzado las primeras camisetas de la historia de la organización en homenaje a la comunidad de Oakland. No les parece suficiente tras su dedicación durante todos estos años. Eso sí, se han vendido como churros; una cosa no quita la otra. En esta camiseta podemos ver la referencia a "The Town", nombre coloquial por el que se conoce a Oakland así como el árbol de la vida, símbolo por excelencia de la ciudad.