El deporte de élite parece que sea un mundo aparte. Un mundo donde el peor de los problemas es una derrota o una lesión. Los profesionales se ven envueltos en una cortina que muestra una realidad paralela, en la que todo es maravilloso, o al menos eso hacen ver. Sin embargo, no todo es tan perfecto como se pinta. Entre montones de dinero y la fama también se esconden problemas muy profundos, que son complicados de entender.

Pocos deportistas hablan abiertamente de sus pensamientos, ideologías, o de otros temas que no tengan que ver con su ambiente profesional. Con el paso del tiempo surge un nuevo tipo de jugador, muy común en la NBA. El deportista deja de ser simplemente deportista y se humaniza. Algunos de esos problemas de los que se hablan son la depresión o la ansiedad. No porque nunca estuvieran ahí y acaben de surgir, sino porque nadie se atrevió a hablar de ellos.

Tema tabú

La depresión y la ansiedad no solo aparece entre aquellos jugadores que se apartan de las canchas, sino que también la padecen algunos jugadores que experimentan el dulce sabor del éxito. En la liga norteamericana ganarse el respeto de todos los jugadores es imprescindible para subir estamentos y colocarse con el título de estrella. Es por ello por lo que muchos jugadores que padecen estos problemas se callan y deciden afrontarlos a solas o simplemente dejarlos pasar, sin darse cuenta de que es una bola de nieve que crece y crece con el paso del tiempo.

Parece que la depresión o ansiedad son un bache en el camino al estrellato, pero nada más lejos de la realidad. En verdad son como un compañero de viaje para muchos jugadores, incluso aquellas estrellas ya establecidas en la liga, y, sin que lo sepan, ven como les van desgastando lentamente.   

Estrellas de la NBA como DeMar DeRozan o Kevin Love han hablado abiertamente sobre esta lacra que persigue a los jugadores. Los jugadores sufren en silencio un problema que los atormenta. Los acaba agotando mental y físicamente. Su rendimiento en la pista baja y afecta a su vida personal. Un tema tabú que parece que se ha destapado finalmente tras muchos años.

Uno de los partidos más importantes de sus carreras

Estos trastornos psiquiátricos no afectan a todos por igual. Los síntomas que experimente uno no tienen porque ser los mismos en otro. Hay jugadores que han llegado a dejarse el baloncesto, como en el caso de Abrines. El mallorquín, que jugaba en los Thunder, abandonó la NBA y cualquier competición relacionada con el balón. "Los primeros dos o tres meses no podía ni ver el baloncesto en televisión” aseguraba el escolta en una entrevista reciente. También aclaraba que “hasta que no te pasa una cosa así no te das cuenta de que el dinero no importa una mierda”. Finalmente pudo vencer la depresión y volvió a las pistas de la mano del Barcelona.

Kevin Love también admitió que sufrió un ataque de ansiedad en medio de un encuentro. El ala-pívot de los Cavaliers tuvo que abandonar el partido y acabó tendido en el vestuario. “Fue terrorífico. Pensé que me estaba dando un infarto. Estaba muy asustado. Realmente pensaba que iba a morir en ese momento” aseguró el estadounidense.

También hizo clara referencia a la falta de información sobre estos temas, “no tenían ni idea de por lo que estaba pasando”. Love, lejos de no afrontarlo y esconderse decidió contar su experiencia para que los jugadores que sufrían los mismos problemas que el pudiesen dejar de esconderse y dar ese paso al frente necesario.

Vía: es.nba.com
Vía: es.nba.com

Otro de los testimonios más desgarradores sobre esta problemática fue el que confesó Paul Pierce, el famoso alero de los Boston Celtics. En el año 2000 el jugador sufrió un ataque en Los Ángeles, donde le llegaron a apuñalar hasta 11 veces. Pierce sufrió una depresión y “el baloncesto me salvó”, según aseguró el norteamericano. Además, sufrió episodios de ansiedad y ataques de pánico cuando estaba rodeado de grandes multitudes. Consiguió deshacerse tras varios años de este tormento, pero tiempo más tarde lamentaba no haber acudido a ningún profesional.

La NBA contra la depresión y la ansiedad

El problema de la depresión siempre estuvo ahí. No todos los jugadores están preparados para afrontarla. Estos trastornos tienen una connotación negativa entre la comunidad deportiva y el miedo a perder un puesto en el equipo es palpable. En el pasado muchos jugadores veían en el alcohol o las drogas la única solución para huir momentáneamente de estos problemas psiquiátricos.

Tampoco todos los jugadores están capacitados para soportar la presión que supone jugar en la liga norteamericana. Los jugadores más jóvenes, sobre todo aquellos que van etiquetados como futuras estrellas, tienen que soportar una carga a sus espaldas muy dura. Muchos sufren esto en silencio por miedo a no encontrar su lugar o incluso vergüenza por mostrar esta supuesta "debilidad". Las expectativas acaban siendo su peor enemigo y a algunos les acaban pasando factura.

Vía: es.nba.com
Vía: es.nba.com

La NBA entendió el problema que suponen estos trastornos y decidió crear un programa de salud mental junto con el sindicato de jugadores. Los expertos, e incluso jugadores, aseguran que casi la mitad de los jugadores de la liga sufren estos problemas y que tan solo un 5% decide tratarlos mediante ayuda profesional. Uno de los requisitos inamovibles para tratar a los jugadores era la confidencialidad del programa.

El tema sigue siendo, en cierta medida, tabú, ya que, quitando en el baloncesto, en muchos otros deportes estos problemas se padecen y parece que se intentan tapar o esconder. Aún queda mucho por mejorar, pero que algunos jugadores hayan destapado el tarro sobre este tema puede ayudar a que se combata eficazmente estos trastornos.