Los Angeles Clippers, una franquicia con 50 años de antigüedad que vive desde 1984 a la sombra de su vecino, Los Angeles Lakers. Misma ciudad, mismo pabellón, pero una historia muy diferente. Los Lakers son el segundo equipo más laureado de la historia habiendo ganado la NBA 16 veces después de llegar 31 veces a las finales. Mientras, los Clippers no han conseguido alcanzar nunca unas finales de conferencia. La desigualdad es evidente.

Esta disparidad de resultados deportivos, sumada a la enorme cantidad de superestrellas que han pasado por los Lakers, así como su influencia en todo el mundo, explica la gran y creciente popularidad que tienen y han tenido siempre los de púrpura y oro. Por contra, los Clippers han tenido que conformarse con ser el segundo equipo de la ciudad.

Siempre han ido un paso por detrás. Siempre han sido el ‘malo’ de la película. Y siempre se las ha considerado (porque tradicionalmente lo han sido) un equipo perdedor. Sin embargo, en los últimos años la historia ha adquirido un aire diferente. Especialmente desde 2011, año en el que se produjo la llegada de Chris Paul a la franquicia. Una nueva era había comenzado: ‘The Lob City’.

Una historia previa gris

Para adentrarnos de lleno en la era de ‘The Lob City’ es necesario analizar el contexto histórico en el que se encontraban los Clippers por aquel entonces. Fueron fundados en 1970 y antes de asentarse definitivamente en Los Angeles pasaron por Buffalo (Buffalo Braves) y San Diego (San Diego Clippers).

Los resultados deportivos son igual de desoladores en las tres ciudades. De hecho, desde su fundación hasta 2011 suman un total de 7 apariciones en los Playoffs cayendo en 5 de ellas en primera ronda. Más del 63 % de sus partidos fueron derrotas. Los datos eran muy decepcionantes y por ello pasaron a ser considerados uno de los equipos más perdedores de América.

Además, el hecho de ser vecinos de un coloso como los Lakers hacía la burla más fácil y eran un auténtico hazme reír tanto en la NBA como en el mundo. Ya no solo por el rendimiento del equipo, también por la mala suerte que arrastraban durante toda su historia. Lesiones de jugadores importantes como Danny Manning, Ron Harper, Lamar Odom, Shaun Livingston, y la lista sigue si sigue…

Blake Griffin haciendo un mate durante su año de Rookie | Foto: Getty Images
Blake Griffin haciendo un mate durante su año de Rookie | Foto: Getty Images (Noah Graham)

Incluso en 2009 con Blake Griffin tuvieron mala suerte. Fue seleccionado en el número 1 del Draft y muchos especialistas aseguraban que era ‘el nuevo Karl Malone’. Un físico portentoso que había firmado unos números impresionantes con la Universidad de Oklahoma. Se le notaba un peldaño por encima del resto en lo atlético y su proyección era brutal. De hecho, durante la pretemporada con los Clippers ya dejó muy buenas sensaciones.

Sin embargo, el 23 de octubre de ese mismo año, durante el último partido de preparación, Blake Griffin se rompió la rodilla. Adiós a la temporada. Y otro año más de proyecto perdido. Pero esta vez la historia iba a ser diferente.

2011, el año que lo cambió todo

A pesar de la lesión de Griffin los Clippers no hicieron un año tan horrible. Es cierto que el récord seguía siendo muy negativo (29-53), pero teniendo en cuenta que habían conseguido 10 victorias más que el curso anterior y dadas las circunstancias no estaba tan mal. Aun así, decidieron cambiar de entrenador y Vinny Del Negro tomó las riendas del equipo.

En 2010 la plantilla de los Clippers empezó a coger forma ya de un equipo serio. Un mejorado Eric Gordon, Kaman, el Rookie Aminu, DeAndre Jordan como pívot titular y el esperanzador debut de Blake Griffin. El proyecto tenía buena pinta.

Acabaron con un récord de 32 victorias y 50 derrotas, pero la gran noticia de la temporada fue el estreno de Blake Griffin. Su entrada en la liga tuvo un impacto tremendo. Promedió 22,5 puntos, 12,1 rebotes, 3,8 asistencias jugando casi 38 minutos por partido (y disputó los 82). Unos números sorprendentes para un Rookie que impresionó desde el principio por su forma de jugar.

Pocos jugadores atacan el aro de la manera en la que lo hacía Griffin. Una fuerza sobrehumana capaz de llevarse por delante a cualquiera que intentara impedirle anotar. Una energía única que llamó la atención de la NBA. Tanto que fue seleccionado para disputar el All-Star game. Era el primer Rookie en hacerlo desde Tim Duncan en 1997.

Blake Griffin saltando un coche durante el concurso de mates | Foto: Getty Images (Andrew D. Bernstein)
Blake Griffin saltando un coche durante el concurso de mates | Foto: Getty Images (Andrew D. Bernstein)

También ganó el concurso de mates de ese mismo fin de semana después de saltar un coche dejando una imagen mítica grabada en nuestras retinas. Y, por su puesto, fue nombrado Rookie del Año. Su temporada era histórica y lo mejor aún estaba por llegar.

El año 2011 fue el año que lo cambió todo y eso que comenzó con un ‘lockout’ que se prolongaría hasta diciembre. Sin embargo, el 14 de diciembre los Clippers traspasaron a Eric Gordon, Chris Kaman, Al-Farouq Aminu y una primera ronda del Draft por Chris Paul, de los New Orleans Hornets por aquel entonces. CP3 había estado a punto de marcharse a los Lakers, pero la NBA (propietaria de aquellos Hornets) vetó el traspaso, de modo que puso rumbo a los Clippers.

"Yeah! It's going to be lob city!"

Chris Paul era ya una estrella consolidada de la liga. Había sido Rookie del año en 2006 y le habían seleccionado para jugar el All-Star los últimos 4 años consecutivos. Era uno de los mejores bases del mundo y así recibían la noticia DeAndre Jordan y Blake Griffin.

Yeah! It's going to be lob city!” exclamó Blake Griffin emocionado junto con un también sorprendido DeAndre Jordan. Como interiores, ambos eran conscientes de lo bien que les venía tener a su lado a un excelente pasador como era Chris Paul. De hecho, había liderado la liga en asistencias tanto en 2008 como en 2009. Por lo que sí, iba a ser ‘lob city’ como decía Griffin.

Así fue como nacieron los mejores Clippers de la historia.

Los 6 mejores años de la franquicia

Ahora sí que el plan lo tenía todo para triunfar. Chris Paul, uno de los mejores pasadores de la liga y una superestrella ya consolidada como base y dos jóvenes interiores extradominantes en su posición con una gran proyección de futuro. Sobre todo Griffin, quien ya había demostrado en su año de Rookie de lo que era capaz.

Durante el primer año de proyecto, a pesar de un inicio dubitativo, encadenaron 12 victorias en 14 partidos incluyendo triunfos ante el vigente campeón (Dallas Mavericks), y OKC. Con Chris Paul haciendo méritos para ser MVP, los Clippers consiguieron clasificarse para Playoffs por primera vez desde 2006 y por segunda vez desde el año 1997.

Blake Griffin, Chris Paul y DeAndre Jordan | Foto: Getty Images
Blake Griffin, Chris Paul y DeAndre Jordan | Foto: Getty Images (Victor Decolongon)

En la postemporada superaron a los Grizzlies en una espectacular serie a 7 partidos, pero cayeron ante los Spurs por 4-0 en segunda ronda. A pesar de esto, la temporada había sido muy buena. Ya no solo por las victorias, sino por el juego. Hicieron honor al apodo por el que se les había bautizado (‘lob city’) dejando una cantidad de highlights incontables, siendo uno de los equipos más entretenidos de ver y, además, dejando una de las remontadas más épicas que se recuerdan en un partido de Playoffs.

Esta remontada fue en el primer partido de la eliminatoria frente a los Grizzlies. Con apenas 8 minutos para el final del encuentro, los Clippers perdían por 24. Y el resto es historia.

Conscientes ya de lo que eran capaces de hacer, las expectativas con este equipo fueron creciendo año tras año. En la temporada 2012-13 con los roles más definidos y con la incorporación de buenos jugadores de rotación como Jamal Crawford o Matt Barnes esperaban dar un paso al frente tanto en liga regular como en Playoffs.

Durante el curso los Clippers establecieron un nuevo récord de la franquicia de victorias consecutivas, consiguiendo 17. Además, se convertían en el tercer equipo de la historia de la NBA en culminar un mes perfecto (16-0 en diciembre). La maquinaria estaba empezando a funcionar a pleno rendimiento.

Terminaron la campaña con un récord de 56 victorias y 26 derrotas. Era la primera vez en la historia de la franquicia que se alcanzaban los 50 triunfos y más importante todavía ganaron todos los partidos frente a los Lakers, consiguiendo por primera vez el título de División. Era evidente que algo había cambiado y los Clippers ya no eran más un equipo perdedor, al menos en liga regular.

Sin embargo, la primera gran decepción de estos Clippers iba a llegar en Playoffs. Se enfrentaban a los Grizzlies en primera ronda, y tras ponerse 2-0 arriba en la eliminatoria cayeron en los 4 partidos siguientes quedando así eliminados. Este fracaso le costó el puesto a Vinny del Negro, quien fue sustituido por Doc Rivers. Quizás era la pieza que faltaba por encajar en este puzle.

Doc Rivers, Chris Paul y Blake Griffin | Foto: Getty Images
Doc Rivers, Chris Paul y Blake Griffin | Foto: Getty Images (Scott Halleran)

Con Chris Paul y Blake Griffin ya como estrellas consolidadas de la liga, un DeAndre Jordan creciendo y cada vez más consistente en su juego y un entrenador de la talla de Doc Rivers que había entrenado al Big 3 de los Boston Celtics, las expectativas estaban más altas que nunca. Ya habían superado a su vecino la temporada pasada y estaban dispuestos a mantener e incrementar esta tendencia.

Los Clippers no decepcionaron durante la liga regular y batieron su propio récord de victorias consiguiendo un total de 57. Además, le endosaron a los Lakers una paliza histórica por 48 puntos (142-94) que simbolizaba claramente el cambio de corriente que se vivía en la ciudad.

En la primera ronda de Playoffs los Clippers eliminaron a unos jóvenes Warriors (que ya asomaban por la puerta) en una dura serie a 7 partidos. Después, en semifinales de conferencia se enfrentaron con unos Thunder que hicieron valer su condición de favoritos y se llevaron la serie por 4-2. Aquellos Thunder de KD, Westbrook y Harden son otro de los grandes equipos de la historia que se quedó sin ganar un anillo.

La tendencia se mantuvo durante la temporada 2014-2015. Pero esta vez los Clippers se dosificaron con la intención de llegar en plena forma a los Playoffs y, por fin, dar el paso definitivo que los llevara a lo más alto. A pesar de lidiar con algunos problemas físicos volvieron a sumar más de 50 victorias, concretamente 56, lo que les colocaba en la tercera plaza del oeste.

En primera ronda esperaban los vigentes campeones de la NBA, los Spurs de Popovich, Duncan y compañía. Y la serie no defraudó. Acabó decidiéndose en un legendario 7º partido gracias a una canasta inverosímil, sin ángulo y en el último segundo de un cojo Chris Paul que había jugado todo el encuentro con una lesión muscular. Más épico imposible.

La gran derrota

Después de una hazaña como la que completó Chris Paul, los Clippers tenían claro que este tenía que ser su año. Se enfrentaban a los Rockets en segunda ronda y tendrían que hacerlo sin CP3, al menos durante los primeros encuentros. Entonces Blake Griffin dio un enorme paso al frente y lideró a los suyos para ponerse 3-1 arriba en la serie.

No son muchos los equipos que han conseguido revertir un 3-1 en contra, el más reciente LeBron James y sus Cavs contra los Warriors. Sin embargo, la eliminatoria viajaba ahora a Houston y los Rockets de la mano de Harden y Howard forzarían un sexto partido en Los Angeles.

Era una oportunidad única. En casa y con todo a favor los Clippers estaban a 1 victoria de meterse en las primeras finales de conferencia de su historia. De hecho, el partido comenzó de maravilla para los de Doc Rivers y llegaron a disfrutar de una ventaja de 19 puntos, y al término del tercer cuarto dominaban por 92-79. Parecía que lo tenían hecho, pero ocurrió lo impensable.

Con Harden en el banquillo los Rockets se podría decir que estaban prácticamente en la lona. Pero no. De repente Josh Smith y Corey Brewer empezaron a anotar desde fuera sin parar. Entraron en racha. Y mientras los Clippers eran incapaces de anotar de ninguna forma. Se bloquearon. Antes de que se dieran cuenta, los Rockets ya habían completado una remontada imposible. El desastre había ocurrido.

Chris Paul y Blake Griffin consolando a Austin Rivers| Foto: Getty Images (Stephen Dunn)
Chris Paul y Blake Griffin consolando a Austin Rivers| Foto: Getty Images (Stephen Dunn)

Los Clippers perdieron el último cuarto por 40-15. Surrealista. Como equipo ‘The Lob City’ hizo un 4-22 en tiros de campo en el 4º período, incluyendo 0-5 de Blake Griffin, 0-4 de Jamal Crawford y 2/7 de CP3. Mientras, los Rockets anotaron 12 de los 21 tiros que intentaron. Inexplicablemente habían forzado un 7º partido en Houston.

La derrota en Los Angeles suposo un golpe mental durísimo y prácticamente irreversible. Todo lo contrario para los Rockets, que llegaban al partido definitivo lanzados y con la moral por las nubes. Así, Los Angeles Clippers acabaron cayendo eliminados otra vez en semifinales de conferencia. Otra vez el fracaso de los Playoffs. Y esta vez el golpe había sido muy cruel.

El inicio del fin

Esta derrota frente a los Houston Rockets supuso un mazazo terrible para los Clippers. Fue sin duda su gran oportunidad. Su gran ‘que hubiera pasado si…’. Y lo cierto es que nunca lo sabremos, y es una lástima porque aquellos Clippers tenían un juego muy atractivo.

El proyecto no volvería a ser lo mismo. Lesiones, malos rollos, rumores… Pero aun así el talento lo tenían. De modo que en la temporada 2015-16 acaban con un balance de 53-29 acabando 4º en la conferencia oeste. No obstante, en Playoffs volvieron a defraudar. Se vieron sorprendidos por unos jóvenes Portland Trail Blazers que liderados por Damian Lillard los eliminaron por 4-2 en primera ronda.

A pesar de las lesiones de Blake Griffin y de Chris Paul, en la 2016-17 volvieron a llegar a más de 50 victorias (51-31) siendo la quinta temporada consecutiva que lo lograban. Pero otra vez los Playoffs, y otra vez la primera ronda. Esta vez frente a los Utah Jazz de Gordon Hayward antes de su lesión.

El fin de 'The Lob City'

Chris Paul ya había dejado claras sus intenciones de abandonar Los Angeles, de modo que firmó un nuevo contrato con la intención de ser traspasado a los Rockets.  Así fue, CP3 puso rumbo a Houston a cambio de Lou Williams, Patrick Beverley, Montrezl Harrell, Sam Dekker, Darrun Hilliard, DeAndre Liggins, Kyle Wiltjer, una futura ronda del Draft y dinero. Ponía fin a una etapa histórica pero que se cerraba sin anillo.

Los Clippers renovaron a Blake Griffin para que fuera la cara de la franquicia durante la reconstrucción post-CP3, pero debido a los problemas físicos acabaron traspasándolo a los Pistons en 2018.

Oficialmente ‘The Lob City’ había llegado a su fin. Fueron 6 años de victorias, de muchos highlights, de alley-oops, de mates incontrolables, de jugadas mágicas… En definitiva, fueron los 6 mejores años de la franquicia, aunque muchos los recordarán como un proyecto que fracasó en su intento de lograr el anillo.

Blage Griffin culminando un Alley-oop mientras Chris Paul observa | Foto: Getty Images
Blage Griffin culminando un Alley-oop mientras Chris Paul observa | Foto: Getty Images

Se podría elaborar una lista interminable de razones por las que el proyecto de CP3-Griffin-Jordan no tuvo éxito: el escándalo de Donald Sterling, el bloqueo contra los Rockets, los escándalos extradeportivos de los jugadores, las lesiones de Paul y Griffin, los tiros libres de DeAndre Jordan, la gestión de minutos de Doc Rivers…

La lista podría ser más larga, pero sería injusto seguir. ‘The lob city’ Clippers fue un equipo memorable. Antes de la llegada de Chris Paul, los Clippers solo habían ganado 2 series de Playoffs en 41 años de historia. Con Paul han ganado 3 en 6 años. Además, consiguieron pasar de las 50 victorias durante 5 años consecutivos, acabando con la fama de equipo perdedor y ganándose el respeto del resto de la NBA.

No solo eso, sino que nos han dejado imágenes imborrables. El concurso de mates de Griffin, la remontada frente a los Grizzlies, la paliza a los Lakers, el 7º partido contra Spurs, el Game-Winner de CP3… Todo sumado a la cantidad inmensa de Alley-oops y highlights tremendos que se fueron sucediendo temporada tras temporada.

Sí, ‘The Lob City’ fracasó en cuanto a ganar campeonatos (o competir por ellos) se refiere. Pero su legado es imborrable. Fueron los 6 mejores años de los Clippers, uno de los equipos más entretenidos de la década y serán recordados para siempre como uno de los mejores equipos sin anillo de la historia.

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