Aunque las gestas más recordadas de Miguel Indurain encima de una bicicleta llevan siempre tintes amarillos de su dominio en el Tour de Francia, el gran campeón navarro también dejó huellas de su incomparable potencial en el Giro de Italia. A lo largo y ancho de las carreteras transalpinas, Miguel Indurain protagonizó momentos imborrables, algunos positivos y otros negativos, todos ellos cargados de pasión ciclista.

La superioridad en 1992 y el sufrimiento para alcanzar la gloria en 1993, se contraponen con la derrota ante los jóvenes Berzin y Pantani y la mítica pájara camino de Aprica en 1994. Las múltiples aventuras teñidas de rosa que vivió, son ya parte importante de la leyenda de Indurain. El corredor navarro pasó tres veces por el Giro de Italia. Venció en dos ocasiones consecutivas, en 1992 y en 1993. En 1994, su otra participación, terminó tercero.

El Giro, territorio desconocido

En los inicios de “Miguelón” en el campo profesional, el corredor navarro nunca pisó las carreteras italianas para disputar el siempre inconfundible Giro de Italia. De 1984, su debut, a 1992, Indurain no se sintió atraído por la magia italiana. Las pendientes infinitas y el protagonismo imperativo de la alta montaña hicieron que Indurain, aún joven y mucho más inclinado a un perfil rodador, se decantara por disputar el Tour de Francia y la Vuelta a España antes que el Giro.

1992: veni, vidi, vici

Miguel Indurain debutó en la Corsa Rosa el año 1992 tras ocho temporadas como ciclista profesional. Fue la temporada siguiente a su primer maillot amarillo en el Tour de Francia. Miguel cató el éxito de la carrera francesa y a partir de aquel momento, su preparación física pasó por disputar el Giro de Italia y descartar la Vuelta a España. Esta preparación se realizó de 1992 a 1994, las tres ediciones de la prestigiosa ronda italiana que Miguel disputó. Aunque el plan físico estuviera encarado al Tour, su objetivo primordial, el navarro no iba a Italia de paseo con su bicicleta. Con el objetivo de afinar las piernas de cara al Tour, Miguel conquistó la Maglia Rosa en dos ocasiones y en su paso por el Giro dejó en el recuerdo momentos inolvidables en su trayectoria como profesional.

En 1992 llegó a la carrera transalpina de tres semanas por excelencia sin tener conocimiento alguno. Con una experiencia labrada en las otras dos pruebas de larga durada, Tour y Vuelta, Miguel se lanzó a lo desconocido con fiereza y determinación. Pronto demostró que el Giro le iba como anillo al dedo. En la segunda etapa del Giro de Italia de 1992, con final en Arezzo, Indurain aprovechó un corte para vestirse de rosa. Un día después, el 27 de mayo de 1992, el corredor español se adjudicó su primera victoria parcial en el Giro de Italia. Fue una contrarreloj de 38 kilómetros en la que Indurain reafirmó su maglia y enseñó que optaba a todo a pesar de ser su primera participación. No iba a poner fácil su derrota.

(Foto: Marca).

Efectivamente derrotarlo fue una labor imposible. Miguel Induráin defendió su renda en la montaña y sin ganar ninguna otra etapa, se presentó como líder a la decisiva contrarreloj final. Una vez más, el poderío de Indurain en la contrarreloj rozó la perfección y su actuación entró en los anales de la historia. Miguel Indurain se adjudicó la etapa de 66 kilómetros, pero además, dobló al segundo clasificado y gran rival, Claudio Chiappucci, que salió tres minutos antes. Al final del Giro de Italia de 1992, el navarro apareció victorioso en Milán después de veinte días defendiendo la primera posición.

Con la gran victoria de Indurain el año anterior en el Tour de Francia, la carrera más importante del panorama mundial, la exhibición en el Giro de 1992 pareció de menor calado. La realidad es que nunca antes otro corredor español había ganado el Giro de Italia. Miguel Indurain, inmerso en la lucha por convertirse en leyenda del Tour, tenía tal calidad y potencial como corredor que pasó por el Giro de Italia y arrasó, escribiendo páginas de oro del ciclismo español. El debut en el Giro no pudo salir mejor. General, dos etapas y clasificación del Intergiro. Con el Tour de Francia de 1992 también en el zurrón, decidió repetir en 1993.

El rosa por segunda vez

La preparación de entrenamientos previa al Tour de Franica de 1993 fue calcada a la temporada anterior, ya que los éxitos fueron mayúsculos. El Giro de Italia fue al aperitivo perfecto para asaltar el tercer trono del Tour. El 23 de mayo de 1993 arrancó en Porto Azzurro la 76ª edición de la ronda italiana. El navarro era el gran favorito para defender su corona y, aunque al final se impuso su calidad, no dominó de cabo a rabo como hizo en su primera victoria en el Giro de Italia.

La contrarreloj continuó siendo el arma principal del corpulento ciclista. En la décima etapa, una crono de 28 kilómetros, Induráin venció con total autoridad una vez más y se colocó con la maglia rosa. Un día más tarde, una escapada especialmente numerosa consiguió su propósito y llegó a la meta. Bruno Leali pasó a encabezar la general. El rosa le duró tres días al corredor italiano. En la 14ª etapa del Giro de 1993, Miguel demostró que también era capaz de decidir la carrera en la montaña. Indurain no ganó la etapa, pero consiguió vestirse con el preciado maillot de líder. Un privilegio que ya no abandonó hasta el final de la carrera.

(Foto: radiochips.com).

Su victoria no fue tan abultada como el primer Giro. El letón Piotr Ugrumov realizó una gran prueba y estuvo siempre a la estela de Indurain. En la última etapa clave para la general, el genio de Villava aún tuvo tiempo de deleitar a los aficionados italianos con otra espectacular actuación sobre el crono. En una cronoescalada a Sestrieres, Induráin se adjudicó la etapa y consolidó su primera posición. En la penúltima etapa, en el Santuario de Oropa, Piotr Ugrumov intentó desbancar desesperadamente a “Miguelón”, que resistió con pundonor y llegó a Milan con la segunda Maglia Rosa a sus espaldas, tan sólo 58’’ antes que Piotr Ugrumov, segundo clasificado. Esta fue una de las menores diferencias entre primero y segundo de toda la historia del Giro de Italia.

Un año después de su primer triunfo, Indurain venció el Giro por segunda vez consecutiva. Ya convertido en leyenda y mito de todo un país, Miguel Indurain afrontó la conquista del doblete Giro - Tour por segundo año consecutivo. En Francia no defraudó y firmó su tercer Tour de Francia consecutivo, colocándose a la altura de los más grandes y siendo la referencia mundial absoluta del deporte de las dos ruedas.

Berzin, Pantani y el desfallecimiento

En 1994 volvió a pronosticar la temporada con el Tour de Francia como fin principal. El Giro de Italia sería una vez más el paso previo hacia la gloria francesa. Una tendinitis en la Vuelta al País Vasco truncó la preparación del navarro hacia el Giro. Indurain llegó a la 77ª edición del Giro con las fuerzas justas, pero con la intención de conseguir el triplete.

Miguel Indurain era el gran favorito, pero su condición física y la aparición de dos jóvenes ciclistas propiciaron la derrota del español. Marco Pantani y Eugeni Berzin, apuntaron un cambio generacional en el Giro de Italia de 1994. Indurain demostró que no sería fácil repetir victoria al acabar en cuarta posición la contrarreloj de Follonica, primer test importante de la prueba. Berzin le superó claramente en su terreno y se postuló como el hombre a batir. Su juventud hacia prever un desfallecimiento que nunca llegó. Berzin dominó con mano de hierro la carrera hasta llegar a las etapas decisivas de alta montaña.

En la etapa reina de la carrera, de 188 kilómetros entre Merano y Aprica, Marco Pantani hizo estallar la carrera con un actuación soberbia en el Mortirolo. Miguel Indurain sacó el verdadero campeón y con mucha rabia soltó a Berzin en las terribles rampas del coloso italiano. Indurain logró superar a Berzin y pasó por la cima a 50’’ de Marco Pantani, un joven de 24 años que encandilo a los tifosis con sus ataques enfurecidos en las rampas más duras. La salida de Indurain parecía que iba destinada a ser la cabalgada hasta su tercer Giro, Berzin estaba alejado, a más de tres minutos.

(Foto: lacimacoppi.com).

En el último puerto del día, el Válico de Santa Cristina, un paso de seis kilómetros a más del 10% de desnivel, Indurain y Pantani caminaban hacia Aprica decididos, en una escapada formada a 50 kilómetros de meta. En las primeras rampas del puerto, Indurain sufrió un tremendo desfallecimiento que le hizo perder todas sus opciones. Pantani demarró y nada pudo hacer “Miguelón”. El esfuerzo por acabar con Berzin y perseguir a Pantani, sumado a la dureza acumulada del Stelvio y del Mortirolo, terminó pasando factura a las piernas del gran campeón. El joven rebelde destruyó a la bestia aquel recordado 5 de junio de 1994. Marco Pantani se hizo con la etapa y Berzin acabó conservando el liderato ante la impotencia de Miguel, que llegó desfondado.

El ruso Eugeni Berzin se mostró como el más fuerte en las etapas restantes y ganó la contrarreloj de la 18ª etapa. La lucha se centró en la segunda posición entre Indurain y el joven escalador Marco Pantani. El español tampoco pudo con “Il Elefantino”. El navarro tuvo que conformarse con el tercer cajón del podio. La derrota alzó las voces más críticas augurando la caída del mito. Induráin acalló los rumores con otra victoria en el Tour de Francia, la cuarta consecutiva.

(Foto: cyclinghistorybyfbs).

El Giro, parte de la leyenda

Atendiendo a su edad y consciente de que el Giro de Italia era una prueba de esfuerzos descomunales, Miguel Indurain prefirió descartar el Giro de 1995. Durante esa temporada, todos los esfuerzos fueron encarados a la quinta victoria del Tour de Francia. La importancia de su rendimiento en la Grand Boucle hizo que Indurain nunca volviera al Giro de Italia. En 1995 demostró que la decisión de dejar de lado el Giro fue acertada. Miguel Indurain ganó su quinto Tour de Francia consecutivo y se convirtió en un mito igualando la marca de Anquetil, Merckx y Hinault. En 1996 llegó el fin de la leyenda de Miguel Induráin. Terminó el Tour en 11ª posición y la Vuelta a España en 11ª. No disputó el Giro de Italia, en el que ya había dejado su marca de calidad.

Indurain ganó dos Giros consecutivos y cuatro etapas, todas contra el cronometro. Tuvieron que pasar quince años para que otro español conquistara la carrera italiana. Fue Alberto Contador en 2008. Hasta este momento, ningún otro ciclista nacional ha conseguido tener éxito en la exigente batalla por el rosa. Este detalle muestra la dimensión del paso de Indurain por tierras transalpinas. En la contrarreloj, en la montaña, en la victoria y en la derrota. Miguel Indurain alcanzó la gloria del Giro y también probó sus miserias. El Giro de Italia es un carrera de contrastes y Miguel Indurain tiene el honor de que su nombre aparezca con letras bien grandes en el palmarés de la distinguida prueba.

(Foto: Marca).