El 7 de julio de 1974 figura en la historia como el día en que la República Federal de Alemania se proclamaba campeona del mundo por segunda vez en su historia. El equipo de Franz Beckenbauer y Gerd Müller vencía a la deslumbrante Naranja Mecánica de Johann Cruyff consiguiendo el título como anfitriona. Solamente 10 minutos después de que se consumase el éxito y en su domicilio de la Alemania Oriental, el futbolista del Magdeburgo Jürgen Sparwasser recibía un telegrama anónimo procedente del otro lado del muro: “Spary, toda Alemania te da las gracias”. Se ponía así epílogo a una de tantas historias paralelas que suceden en los mundiales y que en ocasiones resultan incluso más apasionantes que las que protagoniza la selección que finalmente se corona como campeona.

Para la República Democrática de Alemania esta fue su única vez. Nunca antes ni después consiguieron volver a meter la cabeza en una fase final. Un inoportuno resbalón de Rumanía en Finlandia nada más iniciarse la previa permitió que la otra Alemania acabara aventajando a los rumanos en un punto y, en consecuencia, obtuviera el billete.

Con la Guerra Fría en plena efervescencia se planteaba un problema serio con la presencia de la RDA al oeste del muro, mucho más cuando los caprichos de la suerte emparejaron a las dos Alemanias en el mismo grupo. Las tensiones entre ambos países se acentuaron enormemente 50 días antes del inicio por uno de esos casos de espionaje tan propios del cine. Por entonces se descubrió que Günter Guillaume, personaje que llegó a ser mano derecha del canciller Willy Brandt, se había infiltrado desde la RDA y facilitaba información a Berlín Este. El escándalo en que se vio envuelto el canciller a causa de las andanzas de Guillaume y su esposa no tiene desperdicio.

En cuanto a los antecedentes futbolísticos destacaba la sorprendente victoria del Magdeburgo en la Recopa de ese mismo año ante el Milan. Los clubes de la RDA no acostumbraban a brillar fuera de sus fronteras pero 1974 fue una excepción.

Con estos jugosos ingredientes se presentaba Alemania Oriental en la fase final. La RDA. La DDR –denominación más escalofriante, si cabe-. Su técnico, Georg Buschner, permaneció en el cargo desde 1970 hasta 1981 y falleció en 2007 cuando contaba 82 años. No resulta sencillo establecer un sistema de juego definido en función de la colocación defensiva de sus futbolistas. Por entonces predominaban los marcajes al hombre, lo que conllevaba que el líbero fuese prácticamente el único con situación definida a la hora de esperar al rival. Se puede decir que la disposición del once germanooriental se movía entre un 1-3-4-3 y un 1-3-5-2, teniendo en cuenta más bien las posiciones ofensivas. Buschner venía conformando la selección con una mezcla de jugadores de los equipos más potentes de la RDA. Carl Zeiss Jena y Magdeburgo aportaban la mayoría de futbolistas mientras que Dynamo Dresde, Lokomotiv Leipzig y Hansa Rostock añadían su granito de arena. Ni qué decir tiene que por entonces la afiliación al Partido Socialdemócrata era condición indispensable para formar parte del equipo nacional.

La portería se encontraba bien resguardada por uno de sus mejores hombres, Jürgen Croy. Alto y con reflejos, se le consideraba como uno de los grandes arqueros de la época en Europa, si bien toda su carrera la dedicó al FSV Zwickau, equipo que no figuraba entre los destacados del país. Su ausencia en el partido de la fase previa en Rumanía a punto estuvo de costarle muy caro a su selección, su sustituto Wolfgang Blochwitz cometió un grave error que supuso la derrota en un choque considerado como fundamental y que finalmente no tuvo trascendencia.Jürgen Croy

En zona defensiva se situaban los indiscutibles Bernd Bransch y Konrad Weise. El primero actuaba como hombre libre y se mostraba muy atento y rápido al corte. Weise, jugador con menos jerarquía, se caracterizaba por actuar de forma expeditiva. También resulta digno de mención el lateral derecho, Gerd Kische, que lucía una velocidad endiablada y se sumaba al ataque con frecuencia.

Mientras, los hombres de mediocampo destacaban por su poderío físico. Muy poca calidad técnica en los Kurbjuweit, Waetzlich, Lauck, Irmscher o Seguin. Auténtica clase obrera de los 70 sin apenas concesiones a la finura en su fútbol. También tuvieron su oportunidad los más jóvenes Rüdiger Schnuphase y Jürgen Pommerenke, que parecían apuntar buenas maneras aunque su aportación no pasó de anecdótica.

La utilización de extremos no fue una constante por parte del seleccionador pero cuando lo hacía solía optar por el diestro Löwe y el zurdo Vogel, discretos ambos. Algo más ofrecía el jovencísimo Martin Hoffman, delantero que caía con acierto a ambas bandas y ponía un punto más de desequilibrio con quiebros y centros. Erich Hamann, el último peón específico de banda, poseía un perfil algo más interior que el resto.

Indudablemente el futbolista con más nivel del plantel de la RDA no era otro que Jürgen Sparwasser. Su hábitat natural a espaldas del delantero centro le permitía una amplitud de movimientos vital para sus compañeros. Leía con gran acierto las jugadas de ataque, desplazándose a lo largo de la zona de tres cuartos con soltura y ofreciendo líneas de pase constantemente. Pero sobre todo atesoraba una gran virtud que nadie más podía aportar: la pausa en las inmediaciones del área rival. Pese a ello su calidad en términos absolutos a duras penas alcanzaba el nivel de notable -probablemente en la vecina Alemania Federal no dispondrían de lugar para él ni en el banquillo-. Pero en una selección tan limitada en lo técnico sus cualidades resaltaban poderosamente.

En punta partía de inicio habitualmente Joachim Streich, delantero centro con detalles interesantes y jugador con más internacionalidades en la historia de la RDA, aunque se repartió los minutos con el tanque del Carl Zeiss Jena, Peter Ducke.

El fútbol de la DDR destacaba por su sencillez. Mucho balón largo de Bransch buscando a la gente de arriba y excelentes movimientos de Sparwasser que propiciaban el escaso peligro generado ofensivamente. Streich también sumaba con buenos remates aderezados con ayudas al mediocampo que generaban huecos en la zaga contraria. El tono defensivo, sin duda, suponía el gran bastión en que se apoyaba esta selección para lograr resultados. Los 6 o 7 futbolistas más retrasados concedían pocas opciones al ataque rival a base de una enorme concentración y un gran derroche físico -los marcajes al hombre suponían terminar los encuentros con muchos kilómetros en las piernas-

Los inicios de Alemania Democrática en esta fase final resultaron alentadores. Una cómoda victoria sobre Australia (2-0) vino seguida de un empate (1-1) contra Chile en un encuentro loco en el que pudo ganar cualquiera.

Y llegó el 22 de junio, la tarde que quedaría para la historia en Hamburgo. Para el encuentro contra los anfitriones había miedo, mucho miedo. Se sabía de la superioridad de Alemania Federal, a la que un empate servía para ser primera, y la sombra de una goleada caía sobre sus vecinos del este. Nunca se sabrá hasta qué punto jugó motivada la RFA ese partido, ya que el finalizar como primera le habría conducido hacia una segunda fase muy complicada, con Holanda y Brasil como rivales. Lo cierto es que la RDA concedió pocas oportunidades y Sparwasser aprovechó la suya a 13 minutos del final convirtiendo el gol más importante en la historia de su selección. A nivel personal ese gol solo le ocasionó disgustos, como contaba en un extraordinario documento para Fiebre Maldini. Y en su país acabó por ser considerado casi como un traidor. El régimen utilizó su gol con fines propagandísticos, lo que no gustó a la gran cantidad de ciudadanos que no comulgaban con los métodos imperantes en la Alemania Oriental. Indescriptible el sufrimiento que tuvo que padecer este hombre únicamente por cumplir con su deber.

Mientras sus vecinos del oeste se marchaban felices como segundos de grupo a medirse a tres rivales a su medida, la RDA nunca disfrutó de la más mínima opción en una segunda fase inabordable para ellos. Derrotas con Brasil y Holanda e igualada contra Argentina en un último encuentro sin nada en juego aunque con un incidente más a nivel político, con la quema de una bandera de la RDA por parte de un espontáneo. Aquí finalizaba aunque 2 años después lograría el oro olímpico en Montreal; eso sí, sin Jürgen Sparwasser en sus filas, quien en 1988 acabaría por quedarse al otro lado del muro cuando fue invitado a jugar un partido benéfico en Alemania Federal.

Tiempos complicados los de la Guerra Fría. Aquella Alemania Democrática no pasará a la historia por el fútbol que practicaba, ni siquiera por el magnífico sexto puesto que alcanzó en Alemania 74. Pero aquella tarde en Hamburgo sigue presente en la mente de muchísimos alemanes, con un gol que acabó estableciendo un vínculo de unión entre los dos lados del muro de Berlín. Beckenbauer y sus compañeros terminaron por agradecérselo. Enormes Spary y su DDR. Inolvidables para los amantes del fútbol. Imprescindibles para los aficionados a las historias del Telón de Acero.