Nuestro cuento comienza con un protagonista diferente… Temporada 1997/98, a punto de llegar a la apertura del mercado invernal: Club Deportivo Ourense marcha por la zona noble de Segunda División tras un brillante e inesperado comienzo de liga que les había permitido ostentar un histórico liderato durante una jornada en un campeonato en el que competían equipos de la talla de Sevilla, Rayo Vallecano, Villarreal u Osasuna. En comparación con la pasada temporada, en la que se habían salvado in extremis en la última jornada, un CD Ourense en el que brillaban hombres como el exculé Quique Estebaranz o el delantero croata cedido por el Sevilla Ivica Mornar (que acabaría jugando la Champions en las filas de Anderlecht años después) se planteó buscar refuerzos jóvenes y ambiciosos que les permitiesen, por qué no, pelear por tener opciones de ascender, pero para ello antes había que soltar lastre y librarse de futbolistas que apenas habían tenido minutos en esta primera vuelta.

Llegó a Ourense para cubrir la baja de Movilla, que había fichado por el Málaga

Entre ellos se encontraba un mediocentro madrileño que sólo había disputado 65 minutos ligueros repartidos en tres suplencias en las filas del cuadro rojillo. Este jugador, de 22 años de edad, que dos temporadas atrás había saltado momentáneamente a la fama mediática nacional por haber marcado en las filas del Numancia, de Segunda B, un gol que servía para poner el empate 2-2 en un partido copero de su equipo frente al Barça de los últimos años de Cruyff, entendió que su papel en el club gallego había terminado. Llegada la oferta de un Málaga que, compitiendo en Segunda B, iniciaba un ambicioso proyecto que le llevaría en dos años a la que por entonces llamábamos “Liga de las Estrellas”, un tal José María Movilla cambiaba Galicia por Andalucía en el que sin duda fue el gran acierto de su carrera deportiva; el resto de su historia es conocida por todos. Su ficha y su dorsal número 11 en el Ourense los ocuparía nuestro protagonista, Ivan Djurdjević.

El salto al fútbol español: Ourense

Seamos francos: no lo conoces, porque nunca ha sido un jugador de grandes equipos ni grandes ligas, pero la carrera deportiva de este serbio es una más de esas historias que nos ofrece este maravilloso puzzle llamado fútbol. De padre serbio y madre croata, Ivan nació el 5 de febrero de 1977 en Belgrado, la capital de ese territorio que en aquellos duros años de clima bélico se conocía como Yugoslavia, y se formó como futbolista en las filas del Voždovac de su ciudad para pasar posteriormente a las categorías inferiores del poderoso Estrella Roja, donde no tendría suerte. Debutó en 1996 como profesional en el modesto Zvezdara, y ese mismo año se incorporaría al Rad Belgrado, en la que fue su primera experiencia en la máxima categoría de un país, con 19 años.

A día de hoy todavía se le considera el mejor extranjero de la historia del club

Con varios futbolistas balcánicos en la plantilla que estaban rindiendo a un gran nivel, la directiva del Ourense decidió incorporar al desconocido Djurdjević a finales de enero como un valor emergente del fútbol yugoslavo (a su llegada a España había sido internacional sub-21 con su país en cinco ocasiones). Se trataba de un extremo zurdo más asistente que goleador que basaba su juego en potencia física y trabajo entregado. A punto de cumplir los 21 años, Djurdjević debutaba en España en febrero de 1998 en Butarque como titular en la victoria por 1 a 2 del Ourense frente al Leganés. La temporada terminaba con el equipo rojillo salvándose por los pelos, tras una mala segunda vuelta y con un Ivan que disputó un total de 13 encuentros, 6 como titular.

Su gran amigo en CD Ourense era, y es, Óscar Martínez, actual delantero del equipo rojillo

Poco a poco, Djurdjević fue haciéndose un hueco en los onces del equipo rojillo. Tras una desastrosa temporada 1998/99 que acabaría con el Ourense en Segunda B tras finalizar colista, el serbio se consolidó como uno de los grandes baluartes en la búsqueda del retorno a la División de Plata, a la que el equipo todavía no ha vuelto. Como titular indiscutible en uno de los equipos punteros del Grupo I, Djurdjević fue testigo de una de las temporadas históricas del club gracias a su sorprendente recorrido en la Copa del Rey. Tras derrotar en la segunda eliminatoria por un global de 3 a 1 a un Getafe que había ascendido a Segunda esa misma temporada, el bombo de dieciseisavos llevó a Ourense a uno de los equipos de moda en Primera de aquellas temporadas: el Mallorca. Con un global de 4 a 3, los gallegos culminaron la machada y se cargaron a un gigante balear incapaz de ganar ni en la ida ni en la vuelta. Llegaron los octavos y el premio fue aún mayor: el Barcelona de los holandeses, comandado por Louis van Gaal y con Rivaldo y Guardiola como estrellas, fue el último rival de los gallegos en Copa. Los culés hicieron bueno el 1-2 logrado en Ourense y pasaron a octavos tras un histórico empate a cero en el Camp Nou. Ivan Djurdjević fue titular en todos estos partidos. Mientras, el equipo terminaba la Liga en segundo lugar y, tras ser ubicado en el grupo de Jaén, Gimnástica de Torrelavega y Gramenet, se quedó sin ascenso en el último partido, cuando el cuadro andaluz derrotó en O Couto a los gallegos por un 0-1 que le dio el billete a Segunda. Fue un duro último partido de Djurdjević en Ourense y en España, dos años y medio después de su llegada.

Comienza la aventura portuguesa: el Algarve

Con un buen cartel en el fútbol modesto español, Ivan cruzó la frontera en verano de 2000 y se lanzó a probar suerte en la Primeira Liga portuguesa (hoy conocida como Liga ZON Sagres) en las filas de un modesto Farense que contaba con una nutrida representación española: Raúl Iglesias (portero formado en la Real Sociedad que concluyó su carrera en el Beasain hace dos temporadas), Fernando Porto (central vigués que jugó en equipos como Barcelona B, Leganés y el propio Ourense), Rubio (canterano madridista que jugó en clubs como el Deportivo de La Coruña, Livingstone o Rayo Vallecano), Herrera (exjugador de Barcelona y Espanyol, entre otros) y Rodri (mediocentro que jugó en Toledo, Rayo o Granada), además de extranjeros con pasado en España como Hassan Nader (goleador marroquí que disputó dos campañas en el Mallorca a principios de los 90) y Pablo Zegarra (peruano que disputó gran parte de su carrera en el Salamanca, a quien llegó a entrenar tras su retirada). Portugal vivía envuelto en un clima de euforia con motivo de la inminente Eurocopa que se disputaría en 2004, y en pleno periodo de construcción de los estadios del torneo europeo, el Farense cayó en una quiebra económica y dos temporadas después de la llegada de Djurdjević, descendió y emprendió una caída en picado que ha hecho que, refundado, se encuentre esta temporada disputando la tercera categoría del fútbol portugués en su reluciente estadio.

Guimarães, fuente de sonrisas y lágrimas

Tras haber sido un jugador importante en las filas de Farense y haberse ganado un nombre en el país vecino, Djurdjević se enroló en verano de 2002 en un clásico de la liga portuguesa como es el Vitória de Guimarães, donde viviría una de las etapas doradas de su carrera, y también más duras. En las tres temporadas que militó en el conjunto alfonsino compartió vestuario con hombres como un joven Bruno Alves, el exbético Joao Tomás o el trotamundos Pedro Mendes, y fue entrenado, entre otros, por Jorge Jesús, entrenador del Benfica esta temporada. Consolidado como uno de los animadores del campeonato por detrás de los tres grandes de costumbre (entre ellos el Porto de Mourinho, Carvalho, Maniche y compañía), el Vitória tuvo en Djurdjević un habitual en las alineaciones. Era un jugador querido y respetado por la grada gracias a su entrega en los partidos, pero el fútbol le iba a cruzar con dos crueles historias que le marcarían de por vida.

Vivió la muerte de Fehér en primera persona

La primera de ellas sucedió un 25 de enero de 2004 en el Estadio Afonso Henriques de Guimarães. Vencía el Benfica de José Antonio Camacho por 0-1 un complicado partido que llegaba a su recta final. Tras un saque de banda de Djurdjević que obstaculizó para ganar segundos el húngaro Miklós Fehér, el jugador del Benfica se desplomaba en el césped, casi a los pies de nuestro protagonista, que vivió en primera persona el infierno que se generó alrededor del cuerpo inerte del delantero visitante. Él estaba en ese partido. El otro mazazo, quizás más intenso para él y menos mediático, fue la muerte fulminante de otro futbolista, su excompañero y gran amigo Hugo Cunha, que en plenas vacaciones de verano de 2005, recién terminada su primera temporada en las filas del União Leiria, jugando una pachanga con varios amigos caía para no volver a levantarse.

Malos años en Lisboa

Finalizado su contrato en junio de 2005 con la entidad de Guimarães, el siguiente destino de “Djuka” fue el histórico Os Belenenses. Las cosas no le irían tan bien como en su antiguo equipo, dado que una sucesión de largas lesiones y la falta de confianza de sus técnicos, entre los que estuvo de nuevo Jorge Jesús, lo fueron relegando de la titularidad. El serbio (que se nacionalizaría portugués para lograr la condición de comunitario) comenzó en el club lisboeta a retrasar su demarcación para empezar a desempeñar en el lateral zurdo. Numerosos futbolistas conocidos compartieron vestuario con Djurdjević en el equipo del barrio de Belem: Dady (ex de Osasuna), Meyong (ex del Levante), Nivaldo (ex del Valladolid) y sobre todo el central Rolando y el malaguista Eliseu. Su segunda campaña en las filas del equipo del Restelo, concluyó con un notabilísimo quinto puesto para los hombres de Jorge Jesús, pero su escasa participación esa temporada (sólo jugó 4 partidos como suplente) hizo que el club decidiera no renovarle su contrato. La aventura portuguesa de Djurdjević tocaba a su fin.

Resurgir polaco en Poznan

Tras escuchar ofertas desde Chipre, Ivan decidió emprender su último cambio de aires destino Polonia. Era verano de 2007, y con 30 años, “Djuka” firmaba por el Lech Poznan, uno de los clubs de más solera de una liga polaca que siempre tuvo al Wisla de Cracovia como máximo exponente histórico. Su condición de trotamundos y su facilidad para aprender lenguas nuevas hicieron que fuera presentado a su llegada como “el único futbolista del planeta capaz de decir una palabra en cada idioma”. Lo cierto es que esta exagerada frase no dista demasiado de la realidad, puesto que Djurdjević se desenvuelve en serbio, español, alemán, portugués, inglés y polaco.

Djurdjević habla con fluidez en seis idiomas

Pese a que las lesiones le persiguieron durante los últimos años de su carrera, estas no le impidieron triunfar en su nuevo club y vivir una segunda juventud. Atrás quedaban los años de galopadas por banda, y consolidado como central zurdo, Ivan vivió en Poznan las últimas seis temporadas de su carrera deportiva, unas campañas en las que cumplió el sueño de todo futbolista: ganar trofeos y jugar competición europea.

Y es que en la temporada 2008/09, su segunda en las filas del Lech, el equipo se proclamó campeón de Copa tras derrota 1-0 al Ruch Chorzow en la final, en un partido en el que Djurdjević salió como suplente en los últimos minutos. Pero el papelón de Ivan correspondió a la participación en la Europa League, donde el serboportugués anotaría en Rotterdam un gol de cabeza con el que el Lech Poznan derrotaría al Feyenoord y le permitiría avanzar de la fase de grupos para caer en treintaidosavos a manos del Udinese. Era la primera vez que el club polaco llegaba tan lejos en esta competición.

Y un año después el título que conseguía el equipo de Poznan fue ni más ni menos que el campeonato liguero polaco, la Ekstraklasa. Con un Djurdjević habitual en los onces durante toda la temporada, el club tuvo como uno de los grandes culpables de su éxito la explosiva irrupción de un espigado jovenzuelo de 22 años llamado Robert Lewandowski, que con 18 dianas fue el máximo artillero de la Liga. El equipo se haría también con la Supercopa polaca ese verano, el último título en el palmarés de “Djuka”. Pero mención aparte merece el meritorio papel del equipo en su participación en la Europa League en la temporada 2010/11. El bombo quiso que el Lech se enfrentase en la fase de grupos nada más y nada menos que a Red Bull Salzburgo, Juventus y Manchester City. El equipo lograría una histórica clasificación tras derrotar a los austriacos en ambos partidos y empatar sus dos choques ante la Vecchia Signora (destaca el 3-3 logrado en Delle Alpi, con hat-trick del delantero letón Artjoms Rudnevs, hoy en el Hamburgo, en un encuentro en el que nuestro protagonista ejerció como capitán de los de Poznan). Compartió vestuario con Lewandowski antes de marcharse al Dortmund Pero el partido más llamativo sin duda fue la victoria por 3 goles a 1 ante el millonario Manchester City (en el debut de José Mari Bakero en el banquillo polaco), una victoria con la que se devolvía al equipo de Mancini el resultado cosechado en Manchester y que fue celebrada por la hinchada local con una danza consistente en dar botes de espaldas al campo agarrados los unos a los otros; la afición citizen tomaría nota de tan curiosa celebración y decidieron importarla, dando origen a un baile que en Europa y especialmente Inglaterra sería conocido como el “Poznan”. Ahí estaba Ivan Djurdjević. Los polacos, segundos de grupo empatados a puntos con los ingleses, caerían en la siguiente ronda a manos del subcampeón Sporting de Braga.

Un futuro en los banquillos

Acaba de concluir la temporada 2012/13, el Lech ha terminado subcampeón de la Ekstraklasa, tras el Legia de Varsovia, y esta semana Ivan ha dejado de ser futbolista profesional, con gol incluido en su último partido. Con 36 años, personalmente asentado en Polonia y con el horizonte puesto en el trabajo de entrenador de fútbol, “Djuka” no ha cambiado en estas diecisiete temporadas la historia del fútbol, no ha jugado mundiales, no ha protagonizado portadas de grandes medios internacionales ni ha marcado goles para el recuerdo del aficionado medio, pero la carrera deportiva de este nómada y políglota del balón, rodeada de alegrías y tristezas, es sólo un granito de arena más en este genial deporte. Como él mismo dice, “siempre jugando contra las estrellas, pero nunca entre ellas”. Su historia es la de un chico que escapó de la guerra para buscar un mejor porvenir para él y los suyos. El final es feliz: Ivan cumplió su misión, y su camino continuará ahora en los banquillos. Quién sabe si algún día será uno de los grandes; las ganas, no le van a faltar.