Hendrik Johannes Cruijff, conocido por todo el mundo como Johan Cruyff, es un ex jugador y entrenador de fútbol holandés. Nacido en la ciudad de Ámsterdam un 25 de abril en el año 1947 está considerado como uno de los mejores jugadores de fútbol todos los tiempos, un futbolista que marcó un punto de inflexión en la historia del deporte. Hubo un antes, Pelé, y un después, Maradona. Pero la época de Cruyff en el Ajax y en el FC Barcelona, además de la Selección Holandesa fue una época para enmarcar.

Además, tras ser un gran futbolista, llegó a los banquillos para también hacer historia y ser recordado como el ideólogo del actual juego azulgrana, ese fútbol que maravilla a propios y extraños lo ideó el que fuera su entrenador, Rinus Michels para que el, 20 años más tarde, lo perfeccionara en un equipo que hizo historia en el fútbol, el Dream Team.

Una carrera plagada de éxitos

El holandés comenzó su carrera como profesional en uno de los dos clubes de su corazón, el Ajax de Ámsterdam. El club lo formó en lo futbolístico y en lo personal desde los 10 años hasta los 17, edad en la que debutó como profesional. Rinus Michels, mentor de Johan, le dio la alternativa y este, en su primer partido, anotó el único tanto de su equipo, esa fue la primera muestra del carácter competitivo, a la par que ganador, que poseía el extraordinario futbolista holandés.

Valdano: "Cruyff era un jugador muy inteligente, que manejaba muy bien el cambio de ritmo"

En el Ajax, además de grandes goles, jugadas y victorias, Cruyff dejó una innumerable cantidad de títulos. Desde las 6 Ligas hasta las 3 Copas de Europa, que de forma consecutiva, consiguió levantar el equipo holandés. Todos esos títulos con un protagonismo principal para Johan. Además, como reconocimiento a semejantes temporadas, el '14' recibió el Balón de Oro en el año 1971, el primer galardón individual que consiguió. Sin embargo, la victoria de Alemania en el Europeo del '72 le dejó sin el trofeo al mejor jugador del mundo ese año, que fue a parar a las manos de su gran rival en aquella época, Franz Beckenbauer.

En el año 1973, y tras continuos desencuentros con la directiva del club holandés, Johan decidió volar para ir dirección al otro club de su vida, el FC Barcelona. En el conjunto azulgrana, Johan no consiguió la cantidad de trofeos que consiguió en los Países Bajos, sin embargo, sus grandes actuaciones fueron más reconocidas por el público y la prensa. En sus 6 años con la camiseta azulgrana apenas levantaría dos títulos en el Camp Nou, una Copa del Rey y una Liga, que siempre será recordada como la 'Liga del 0-5'.

Foto: Archivo MD

Con dos premios Balón de Oro por sus actuaciones con el Barcelona y sobre todo, con la 'naranja mecánica' Cruyff se convirtió en el primer futbolista que alzó el premio al mejor jugador del mundo en tres ocasiones para que más tarde Platini y Van Basten le igualasen y Leo Messi les superase a todos ellos con cuatro galardones consecutivos.

'El artista' del fútbol total

Johan, futbolísticamente hablando, tenía un don. Ese don que apenas lo poseen unos elegidos para hacer disfrutar a la afición y el holandés era uno de ellos. Su mejor arma era el cambio de ritmo, el '14' podía deshacerse de todo aquel que quisiera con un simple cambio de ritmo. Aumentaba o disminuía la velocidad del juego a su antojo y siempre con el cuero pegado a la bota.

Foto: Jaime del Campo - VAVEL

Además de ese cambio de ritmo, letal para los defensas de antaño, Johan era un virtuoso con el balón, un auténtico mago. Poseía una técnica individual solo al alcance de los mitos de este deporte, que en aquella época recaían en jugadores como Di Stefano, Pelé o Kubala. Un jugador que por su personalidad maravillaba a propios y extraños, sin importar la camiseta.

Pura velocidad, puro regate. Johan Cruyff sabía el momento idóneo en el que debía acelerar el juego o en cambio, detenerlo. Para el adversario el problema era que él jugaba con diferentes velocidades durante el choque, frenaba, arrancaba, miraba para la derecha y salía para la izquierda, un jugador que desquiciaba a la defensa. Una inteligencia sobre el césped que, sumado a una calidad sobrenatural, le permitió ser el mejor jugador del mundo en tres ocasiones y con el paso de los años ganarse un puesto en el olimpo de los dioses de este deporte.

Una final que le encumbró

Si hay una rivalidad, puramente futbolística, que ha sido recordada durante décadas y lo seguirá siendo para toda la historia, esa es la que libraron Cruyff y Beckenbauer. Ambos eran los líderes de los dos equipos que arrasaron Europa en la década de los '70, Ajax y Bayern Múnich. Tres Copas de Europa para cada uno, Ligas, Copas y 5 Balones de Oro, tres para el holandés y dos para el alemán, que sin embargo, logró levantar la Copa del Mundo en su país natal en el año 1974. Y ante la Holanda de Johan Cruyff.

Era el 7 de julio de 1974 y las Selecciones de Holanda y Alemania Federal se disputaban el cetro mundial en una final que prometía ser apasionante y con el aliciente de ver a los dos mejores futbolistas de aquella época en acción, cara a cara. Ambos, además de ser las estrellas de esos equipos, eran los capitanes de sus correspondientes naciones lo que dotó de más morbo el choque.

Con esos alicientes se disputó un choque en el Olímpico de Múnich que pasó a la historia como una de las finales más bellas. El comienzo del partido fue una muestra de la calidad de la 'naranja mecánica' que había llegado a la última ronda tras mostrar un juego bello a la par que efectivo. Los holandeses se adelantaron por mediación de Neeskens que transformó un penalti cometido por Johan Cruyff en el primer minuto de partido. Antes de que el colegiado señalara la pena máxima, solo el conjunto 'orange' había conseguido tocar el cuero.Foto:

A partir de ahí, los alemanes sacar el gen competitivo que les caracteriza y liderados por un majestuoso Beckenbauer consiguiero dar la vuelta al marcador antes del descanso. Primero una contra liderada por el propio Kaiser acabó con una pena máxima que transformó Paul Breitner. Ese gol hizo reaccionar a Johan, que rondó el segundo en dos acciones que consiguió dejar en evidencia a Beckenbauer pero fue Muller, el gran goleador germano, el que consiguiera un nuevo tanto que a la postre sería definitivo.

A partir de ahí, Holanda lo intentó y siempre mediante un Cruyff pletórico que, sin embargo, tuvo que conformarse con el premio al mejor jugador del mundo ya que la Copa del Mundo ese año fue a parar a las manos de Franz Beckenbauer que, como capitán de la Alemania Federal, la levantó al cielo de Múnich. Una de las mejores finales de la historia fue el duelo entre dos de los futbolistas que han hecho grande el deporte rey. Dos auténticos jugadores de leyenda.