La Antigua Grecia tiene una larga y rica historia durante la cual extendió su influencia sobre tres continentes: Europa, Asia y África. Dicho proceso de "extinción" fue en realidad un proceso de colonización, llevado a cabo desde los primeros siglos del primer milenio a. C. hasta el siglo V a. C. . El proceso de colonización es un fenómeno complejo. Se puede argüir que comenzó como una secuela del colapso de la civilización micénica, como sugiere C. G. Thomas. Según dicho autor, esta civilización se caracterizó por su desunión política: muchos reinos en estado de guerra y elevada competición comercial entre ellos.

Dicho proceso de colonización llegó hasta la ciudad de Tomis, en la provincia de Escitia a orillas del Mar Negro, fundada alrededor del 500 a. C. por los intercambios comerciales con las poblaciones daco-géticas locales. Tomis fue posteriormente renombrada como Constantiana en honor de Constantia, la hermanastra de Constantino el Grande, para pasar a denominarse, como se le conoce en los tiempos actuales, Constanza (Constanța en rumano).

Nace una estrella

En un pueblo cercano a dicha ciudad histórica, llena de leyendas, llamado Sacele, nacería en 1965 un hombre cuyo nombre quedará grabado con letras de oro en la historia deportiva de Rumanía, Gheorghe Hagi, más conocido como Gica Hagi, o simplemente Hagi.

Un 5 de febrero, en el seno de una familia humilde, nació el que muchos llamaron "el Maradona de los Cárpatos", el mejor futbolista rumano de todos los tiempos. Comenzó a pegarle patadas a una pelota en el juvenil del Farul Constanza en la década de los 70'. En 1982, con 18 años, fichó por el Sportul Studenţesc de Bucarest. El "ojeador" que de fijó en él fue uno de los hijos del dictador Ceausescu que ejercía como patrón del club.

Con el dinero que cobraba se pagaba sus estudios de ciencias económicas. Un partido de Hagi con la camiseta del Sportul, que ha quedado en la retina de todos los aficionados del club rumano, fue ante el Dinamo de Bucarest. El de Sacele marcó 4 goles y llevó al modesto Sportul a la segunda plaza de la temporada 1984-85 por primera y última vez en la historia. En 1985 y 1986 se proclamó máximo goleador de la liga rumana con 20 y 31 goles respectivamente. En el Sportul jugó un total de 92 partidos en lo que anotó 53 goles.

En el invierno de 1987, Hagi fue traspasado al Steaua de Bucarest. Un traspaso raro ya que era sólo para un partido, para la Supercopa de Europa, pero Hagi marcó el gol de la victoria ante el Dynamo de Kiev y el Steaua ya no quiso dejarle escapar. El equipo de la capital rumana le renovó, con el permiso del clan dictatorial de los Ceausescu, por varios años.

En 1988 llegó con el Steaua a las semifinales de la Copa de Europa siendo el máximo goleador de aquella edición, y a la final al año siguiente, edición en la que fue elegido como segundo mejor jugador de la Copa de Europa sólo tras Van Basten, y segundo mejor jugador joven de Europa en el premio Bravo de Guerin Sportivo, sólo tras Maldini. Ganó la Liga y la Copa de Rumanía en 1987, 1988 y 1989.

El salto a un grande

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Su dribbling y su potente disparo con la zurda enamoraron al planeta fútbol. Con el Steaua jugó 97 partidos marcando 76 goles. En 1990, Hagi jugó su primer Mundial, en Italia. Sus grandes actuaciones con la Selección rumana, en la que había debutado con tan sólo 18 años enfrentando a Noruega en un partido celebrado en Oslo, enamoraron al Real Madrid que le fichó a cambio de 400 millones de las antiguas pesetas.

Su rendimiento en el club blanco fue marcado por la irregularidad. En 1992 abandonó las filas madridistas para fichar por el Brescia italiano. Ahí Hagi volvió a hacer gala del espectacular fútbol que llevaba en sus botas y subió al conjunto italiano a la Serie A.

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Al año siguiente, el Brescia volvió a descender y Hagi fichó por el FC Barcelona. Su estancia en la Ciudad Condal (2 años), pasó sin pena ni gloria, ya que como dijo en su día Minguella, Hagi llegó en un mal momento, "cuando el Dream Team se estaba desmoronando". En 1996, el futbolista rumano fichó por el Galatasaray y bajo las órdenes de Fatih Terim, ganó la Copa de la UEFA ante el Arsenal y la Supercopa de Europa ante el Real Madrid. Está considerado el mejor jugador extranjero en jugar jamás en el fútbol turco.

El sueño americano

Hagi no se sintió querido en el Real Madrid, pero tampoco en el FC Barcelona. Tímido y reservado, aunque rebelde al mismo tiempo. El rumano parecía hundido en un permanente estado de melancolía, recordando su país, su familia, su vida en Sacele, a orillas del Mar Negro.

"(…) Cuando vino Hagi en el 87, el entrenador Iordanescu me pidió que compartiera habitación con él, para que se adaptara. No quise separarme de Belo, así que pusimos otra cama más en la habitación. Desde ese momento, allá donde íbamos pedíamos una habitación con tres camas. Era un espectáculo. Eran los años 80 y teníamos un trasto de cassette. Si salía de la habitación con Gica, Belo ponía música serbia. Se consideraba serbio, un nacionalista convencido. Hagi me castigaba con música arumana, sólo gritos y quejidos, salían de nuestra habitación. Yo les dejaba hacer, pero cuando me hartaba ponía Modern Talking, mi grupo favorito entonces. Cuando Gica estaba abatido le cantábamos y parece que le quitábamos el dolor. Así son los arumanos, más sensibles (…)", contaba su compañero Gabi Balint en declaraciones al diario Libertatea en 2007. Pero dicha melancolía desapareció de golpe en 1994, cuando Hagi vivió su sueño americano.

Año de Mundial. Había que viajar a Estados Unidos. Un equipo en el que Hagi coincidió con viejos amigos, Dan Petrescu, Ilie Dumitrescu, Balint y Belo, el portero Prunea, o su propio cuñado, Gica Popescu. Aquel equipo ya avisó de que venía en Italia '90 pero en América enamoró.

Ya en el primer encuentro, un triunfo por 1-3 sobre Colombia, que llegó al certamen embriagada de elogios, Hagi ofreció una clase magistral de creatividad ofensiva y dio todo un recital: repartió dos asistencias y marcó un gol. Dio inicio a un magistral contraataque que culminó Radiociou, luego un zapatazo lejano desde la izquierda sorprendió a Córdoba, y puso marco incomparable a uno de los goles más bonitos del Mundial. En 2002, aquel trallazo desde la banda izquierda acabó quinto en una encuesta de FIFAworldcup.com para decidir el mejor gol de la historia de la Copa Mundial.

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En el segundo, ante Suiza, también marcaría, pero los rumanos cayeron por 4-1. En la clasificación para octavos de final contra los anfitriones, Hagi cogió las riendas del equipo y se convirtió en el mejor jugador de un partido que Rumania ganó por 1-0. Ganadora del Grupo A, a Rumanía , en octavos le esperaba la subcampeona del mundo, Argentina. Como no podía ser de otra manera, Hagi se lució. Sirvió en bandeja el segundo tanto a Ilie Dumitrescu y anotó el tercero, para tumbar a la albiceleste 3-2.

Rumania era favorita en cuartos ante Suecia. El marcador no se movió hasta el minuto 78 cuando Brolin anotó , aventajando a los suecos. Poco tiempo, mucho por contar. En el minuto 88, un tiro libre lanzado por Hagi y enviado al fondo de las mallas por Raducioiu forzó la prórroga. Raducioiu volvió a marcar y con un Suecia con 10, sólo quedaba aguantar el resultado. No se pudo. Faltaban cinco minutos y Andersson batía al guardameta rumano mandando el partido a la tanda de penaltis.

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Rumania otra vez empezó ganando y la ilusión de la semifinal tomaba forma, pero Petrescu, el tercero en la lista, erró su disparo. Estaban a mano hasta que Belodedici también falló el suyo y Henrik Larsson marcó el último penalti y acabó con las aspiraciones de una generación dorada del fútbol rumano.

"Para mí fue el torneo perfecto. Marqué goles que ahora están entre los mejores de la historia de los Mundiales, y completé muy buenos partidos a pesar del asfixiante calor. Creo que tuvimos muy mala suerte al perder de aquella manera, porque hasta entonces yo había sido el mejor jugador del campeonato. Al caer eliminados, perdí ese honor. Pero ninguno de los integrantes de la denominada generación de oro olvidará jamás aquella competición. En mi opinión, fue la mejor actuación de Rumanía en una Copa Mundial. Y no sólo por los resultados, sino también por nuestro estilo de juego, atractivo y lleno de fantasía", confesó Hagi.

Foto: stirile.rol.ro

No es fácil cargar sobre tus pies las esperanzas de todo un país, más complicado aún si el país del que estamos hablando es Rumania, huérfana de cracks hasta que, en 1965, llegó al mundo Gheorghe Hagi, la zurda más fina y precisa que ha dado ese país y que, sin saberlo ni escogerlo y tal vez sin así desearlo, fue el elegido para conducir a su país a la mejor participación de su historia en una Copa del Mundo.

Al igual que numerosas leyendas del fútbol, Gheorghe Hagi siempre tuvo muchos apodos. Muchos le recordarán como 'el Maradona de los Cárpatos', o el 'Commandante'. En cambio, sus compatriotas, le otorgaron un título mucho más ilustre ya que para ellos, Hagi fue y sigue siendo 'Regele' ('el Rey').

- Rumanía 3-1 Colombia

- Suiza 4-1 Rumanía

- Argentina 2-3 Rumanía

- Suecia 2-2 Rumanía

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