“Es muy bueno, promete mucho. Será el próximo Roger Milla”. Cualquier atacante africano que despunte a temprana edad se convertirá automáticamente en “el nuevo Roger Milla”. Samuel Eto'o, sin ir más lejos, ha sido comparado a lo largo de su carrera con el veterano atacante que despuntó en el verano italiano de 1990. Ambos, por cierto, han mantenido varias disputas a lo largo de la carrera del delantero del Chelsea por “haber demostrado poco” con la selección, según Milla.

Lo cierto es que Roger sabe más que nadie aquello de “las comparaciones son odiosas”. Porque no es necesario negarlo. Eto'o ha superado con creces la carrera profesional de la leyenda camerunesa. Sólo después del Mundial de Italia se conoció a un Roger Milla crecido, que viajaba por el globo ofreciendo partidos de exhibición y rechazando contratos por entender que no estaban a la altura. Incluso se negó a jugar en febrero de 1991 Wembley en un encuentro amistoso entre Inglaterra y Camerún, porque pidió a la FA un pago especial, a lo que ésta se negó. Eto'o por su parte, ha triunfado en Europa y ha jugado en algunos de los mejores equipos del mundo.

¿Quién fue Roger Milla?

El delantero africano fue un futbolista veloz, hábil y directo. Gozaba construyendo sus propios goles, obviando cualquier tipo de floritura innecesaria. Lo malo es que prácticamente nadie sabía esto hasta 1990, cuando Roger ya contaba con 38 años. Nadie que no fuera camerunés.

Milla no despuntó en ninguno de los cinco equipos franceses en los que jugó

Se le conocía como “Pelé”, por los partidos de su infancia en que firmaba pese a no lucir calzado alguno en las barriadas de su Yaoundé natal. Ya con 18 años jugó en el Léopard de Douala, uno de los equipos punteros del país, para más tarde firmar por el Tonnerre. Fue elegido futbolista africano del año en 1976. Meses más tarde, ya en 1977 y con 25 años, dio el salto a Europa. Llegó su oportunidad, Francia esperaba. Y esperó, y esperó... Tras jugar en equipos como el Valenciennes, Mónaco -nada que ver con el equipo de primer nivel de hoy en día- o Bastia, jamás llegó a despuntar y llamar la atención de un grande. En Camerún se había ganado un nombre que no le bastó para triunfar en Francia. No es fácil para un africano triunfar en europa. Para un futbolista tampoco. Participó también en el Mundial de 1982, pero Camerún cayó a las primeras de cambio y Roger Milla, ya en su treintena, parecía dirigir su carrera hacia el túnel de vestuarios.

De Reunión a Italia

De hecho, se dio por vencido y se fue a Reunión -una isla al este de Madagascar- a dar las últimas patadas al balón. No había logrado el éxito esperado, y el camerunés decidió terminar su carrera en paz. Lejos del estrés europeo que le había impedido adaptarse al continente en el que esperaba realizar sus sueños.

Theophile Abega le invitó para jugar un último partido. Tras el cual, Abega, excapitán de la selección, colgaría las botas definitivamente. Milla aceptó y jugó. Y lo hizo muy bien. Tanto que Paul Biya, Presidente de Camerún, le llamó y le convenció para que participase en el Mundial de Italia que aguardaba a la vuelta de la esquina. Biya no esperaba que Roger fuese vital sobre el césped, pero sí que ganara importancia guiando al resto de futbolistas, más jóvenes, y compartiendo con ellos su experiencia.

El baile que recorrió el mundo entero. | Foto: Getty Images.

Tras meses alejado del fútbol profesional y encarando los 40 años, la forma física de Milla no le permitiría disputar mucho más de 30 minutos por partido. Además, el sorteo emparejó a Camerún con un grupo potente. Argentina, vigente campeona del mundo, Rumanía y la Unión Soviética. Los cameruneses afrontaban un reto mayúsculo. Intentarían dejar una buena imagen, más próxima a la del Mundial de España en la que fueron eliminados sin perder un partido -tres empates-. Pero había miedo a recordar a Zaire, el primer representante del África negra en un Mundial -tres derrotas, 14 goles en contra y ninguno a favor-.

El gol y el baile

Camerún dio la sorpresa ya en el primer choque al vencer por 1-0 a Argentina. Golpe sobre la mesa. El mundo no debía perder de vista al combinado africano, ni infravalorarlo. Frente a Rumanía, en el segundo partido, los leones indomables confirmarían su buen momento y nacería el mito de Roger Milla.

Roger salió desde el banquillo para cambiar todos y cada uno de los partidos que disputó aquel verano

En el estadio San Nicola, de Bari, no ocurrió gran cosa hasta que el hombre destinado a convertirse en leyenda entró al campo con el primer cuarto de hora de la segunda mitad ya disputado. Roger Milla cambió el partido. En el minuto 76, el delantero camerunés se hace con un balón largo y lo baja al tiempo que choca con un defensa rival en la frontal del área. Recupera el equilibrio y dispara con la izquierda ante la salida del guardameta rumano. Primer gol, 1-0. Al banderín de córner, hay que celebrarlo. Un baile que marcaría tendencia. Roger Milla fue un pionero. Desde entonces creció la fiebre por los bailes, saltos, brincos y carambolas después de anotar un tanto. Diez minutos después del primer gol, un nuevo balón cayó del cielo en la frontal del área rumana. Tres zagueros van a por él, pero desde la nada y con la velocidad y la potencia de una pantera, Milla aparece para cazar el esférico y enviarlo a la escuadra. Nuevo baile junto al banderín.

El gol de Balint no impediría que Camerún sumase su segunda victoria consecutiva, al igual que la derrota en el último choque de la primera fase frente a la URSS no impediría que los leones indomables pasaran a octavos de final.

Allí esperaba Colombia. Con Valderrama, Fajardo o Higuita. Primera vez que los latinoamericanos llegaban a la fase eliminatoria de un Mundial. El ganador haría historia metiéndose por vez primera en unos cuartos de final. El guardameta colombiano se mostró infranqueable durante todo el partido. Incluso la entrada en acción del protagonista de estos párrafos resultó estéril durante el tiempo reglamentario. Empate a cero a la conclusión de los 90 minutos. Tampoco la primera mitad de la prórroga ofreció mucho más. Roger Milla se hizo de rogar esta vez, pero volvería a aparecer. La reanudación de la prórroga vio a ambos conjuntos pausados durante los primeros 20 segundos. Hasta que el balón le llegó a Milla. Pared, recibe de espaldas y se gira con velocidad. Controla con pierna derecha y supera la entrada de un zaguero rival. Salida de Higuita, chut con pierna izquierda. Gol. “No puede ser” se lamentó el narrador de la televisión colombiana “Tranquilos, que quedan 14 minutos” respondió el comentarista. Tras un saque demasiado largo de Camerún, tres minutos después, el balón le cayó a René Higuita. “Es un líbero excepcional”, comentó el locutor. Frase que lamentó haber pronunciado al tiempo que apareció Roger Milla para arrebatar el balón al carismático cancerbero en la misma acción. El africano inició una carrera hacía la portería, huérfana y solitaria. 2-0. Solo Bernardo Redin pudo recortar distancias a cinco minutos del final. Demasiado tarde. Roger ya había hecho su trabajo.

Milla arrebata el balón a Higuita. | Foto: Getty Images.

Fin del viaje

Inglaterra esperaba en San Paolo, Nápoles. Paul Gascoine, Gary Lineker o Peter Shilton eran los nombres. Tarea complicada. Definitiva para Camerún. Las malas noticias comenzaron con el gol de David Platt en el minuto 26. Los ingleses, tranquilos y seguros. Los leones indomables, más dóciles que nunca. Contaron con ocasiones, pero no supieron transformarlas. Todo cambió cuando el rey de la manada saltó al césped. Lo hizo tras el descanso para volver a ser protagonista pocos minutos después. Una pared y un ingreso suyo en el área terminó con un penalti de Gascoine al derribar al atacante camerunés cuando éste ya estaba a punto de desenfundar. Kundé empató el partido en el minuto 61. En el 65, Milla recibió de espaldas. Pisó la pelota, se giró y vio la entrada de Ekeke en el área. 1-2. Camerún ganaba a Inglaterra en los cuartos de final. Nadie lo podía creer. Ni los propios futbolistas africanos lo terminaban de hacer. Su inocencia les impidió terminar con su víctima, y terminó resucitándola con dos penaltis que Lineker se encargó de transformar. Uno en el minuto 83, y el segundo en la prórroga. Los ingleses se mostraron afortunados por la victoria y los italianos que se acercaron a San Paolo aplaudieron a los cameruneses. Éstos serían recibidos en su país como héroes.

El legado de Roger Milla

Antes de finalizar el Mundial, Roger Milla ya se había convertido en todo un referente. Su irrupción en la Copa del Mundo significó mucho para numerosos aficionados que se vieron reflejados en aquel veterano de mil batallas. Personas de todo el globo no pudieron dejar de admirar todo lo que el bueno de Milla había logrado transmitir. Hombres, mujeres, negros, blancos, jóvenes, mayores... Todos se pudieron ver reflejados en el delantero camerunés.

Aunque las virtudes de los grandes son innegables y les convierte en modelos a seguir- sea cual sea su campo- para el resto del planeta, el triunfo del humilde se incrusta en lo más hondo de la sociedad. Son pocos los Maradona, Pelé, Messi o Ronaldo. Pocos nacen tocados por la varita mágica que otorga tan injustamente aptitudes que parecen sobrehumanas en algunos casos. Sin embargo, son muchos los Roger Milla que habitan el planeta. Son pocos los que se coronan campeones del mundo y muchos los que se quedan por el camino. Gente que tiene que trabajar duro para realizar sus sueños y meditan arrojar la toalla en multitud de ocasiones. Como hizo Milla al mudarse a Reunión. Toda una generación se dio cuenta de que jamás se es demasiado mayor para conseguir sus objetivos. Todo un continente, el africano, vio como Roger Milla destacó sin grandes alardes ante los europeos y americanos más potentes. Paul Biya, el presidente de Camerún, saludando al resto de jefes de estado como vencedor. “Gracias al fútbol un pequeño país se convirtió en grande”, recordó Roger Milla a France Football poco tiempo después.