Cada Mundial tiene sus historias. Nadie olvidará la mano descarada de Luis Suárez ante Ghana en 2010, el gol fantasma de Inglaterra en 1966, el melodrama tras la convulsión de Ronaldo previo a la final de 1998 ni los penaltis polémicos que vivió España ante Corea del Sur en 2002. Sin embargo, una de las más emocionantes y, a la vez, aterradoras historias de los mundiales se escribió en el duelo de semifinales de la Copa del Mundo de España 1982. Los protagonistas: Alemania y Francia. El partido es uno de los más memorables de la historia y, a la vez, uno de los más trágicos con hechos lamentables y errores arbitrales inmensos.

Choque de dos estilos

El partido, más allá de sus incidencias, implicaba el choque de dos estilos futbolísticos totalmente diferentes. Por un lado, llegaba una Francia muy joven, construida con promesas de su fútbol y con nombres como Platini, Batiston, Six y Bossins, los cuales buscaban reverdecer los laureles del fútbol galo que se habían tornado demasiado grises después de la década de los 50. Por su parte, Alemania apostaba por un estilo más rígido y físico, uno donde predominaba la potencia de sus jugadores y la pegada de sus atacantes, sin necesidad de preciosismos o toques vistosos en el desarrollo de su idea. Era el encuentro donde dos escuelas futbolísticas buscaban probar cuál era la mejor.

Era el encuentro donde dos escuelas futbolísticas buscaban probar cuál era la mejor

El contexto del partido también implicaba ciertas dificultades. Jugado en pleno verano, Sevilla reportaba una temperatura aproximada a 40 grados, con mucha humedad y un calor asfixiante, algo que tendría mucha incidencia en el desarrollo del encuentro. Sin embargo, el clima no fue problema y ambos equipos salieron a darlo todo en la cancha, como una semifinal de un Mundial amerita.

Desde el primer minuto, Alemania salió a buscar la victoria y puso en aprietos al meta francés, Ettori. Littbarski era una auténtica bala por la banda derecha y Francia no podía contener sus arribos. La presión ofensiva alemana dio sus frutos al minuto 17 cuando, tras un balazo de Fischer, que se estrelló en el poste, Littbarski tomó el balón de volea y decreto la apertura en el marcador. Francia no bajaría los brazos y, tras acomodarse en la cancha y desplegar la magia de su fútbol de buen trato de balón, Karl-Heinz Förster derribaría a Giresse en el área y se sancionaría penal. Platini, con su toque fino y sutil, pondría el empate venciendo la resistencia de Schumacher. El partido se iba al descanso con las cosas muy igualadas, no solo en el marcador, sino también en lo reflejado en el terreno de juego.

En los primeros diez minutos, la propuesta del técnico Hidalgo pareció responder, pero, lo que no sabía, era que solo le duraría diez minutos

Sin embargo, la polémica y el melodrama estaba guardado para el complemento. Si en la primera parte habían dominado las emociones creadas por el buen fútbol y las propuestas de ambos equipos, la segunda parte le daría el toque dramático al partido y el matiz épico de una auténtica batalla a muerte por el boleto a la gran cita de España 1982. Todo comenzó con el ingreso de Battiston por Genghini, una propuesta que apuntaba al músculo en la zona media para combatir el ímpetu de los volantes germanos. En los primeros diez minutos, la propuesta del técnico Hidalgo pareció responder, pero, lo que no sabía, era que solo le duraría diez minutos.

Sobre el minuto 55, un balón en profundidad del genio de Platini dejó a Batiston ganándole las espaldas a los marcadores germanos. Sin embargo, Schmacher no quería más goles en su puerta y salió a cortar la jugada derribando al volante francés en el acto. La salida del meta alemán no fue típica. Prácticamente, Schmacher salió a buscar al jugador galo y lo derribó de tal forma que la caída de Batiston fue aparatosa y mortal. El diagnóstico médico daría como resultado una vértebra fracturada, conmoción cerebral y tres dientes rotos. Sin embargo, el dictamen del árbitro no llegó ni tan siquiera a una falta o jugada peligrosa. Para Charles Corver, árbitro designado, la falta nunca existió y las heridas de Batiston se formaron por alguna especie de gracia divina o encanto de mala suerte.

De la polémica a los seis fatídicos minutos de los galos

El diagnóstico médico daría como reusltado una vértebra fracturada, conmoción cerebral y tres dientes rotos

El partido continuó su curso, mientras Batiston era trasladado al Hospital Virgen del Rocío, donde luego se recuperó con normalidad. La incredulidad del banquillo galo y su descontento traspasó los límites ante semejante acto de brutalidad del meta alemán y, peor aún, ante la ceguera, aparentemente selectiva, del referee. El partido acabaría con el tablas a un gol en el marcador. Los galos seguían indigandos por la acción sobre Batiston, mientras los alemanes comenzaban a buscar la tanda de penaltis, amparando sus esperanzas en Schumacher y su talento como guardameta.

El extratiempo iniciaría tal y como había sido el tinte del partido: aguerrido, disputado y con altos vórtices de emociones. Sin esperar mucho tiempo, Marius Tressor ponía el 2-1 en favor de Francia con una media volea desde 12 metros de distancia. El seleccionador alemán movió sus piezas y sacó a Briegel por Rummenigge, en una apuesta más ofensiva. Sin embargo, sería Francia la que conseguiría otra anotación por intermedio de Giresse. Era el 3-1 en el marcador y los galos comenzaban a soñar con una final y la posibilidad de alcanzar la gloria que se les había negado anteriormente.

"El fútbol es un deporte donde juegan once contra once, pero siempre ganan los alemanes", reza una premisa básica del fútbol, la cual se aplica a la perfección en los Mundiales

Pero hay axiomas y teorías futbolísticas que terminan siendo realidades. "El fútbol es un deporte donde juegan once contra once, pero siempre ganan los alemanes" reza una premisa básica del fútbol, la cual se aplica a la perfección en los mundiales. Ante Francia, en 1982, no fue la excepción. Los alemanes, lejos de echarse abajo, levantaron los ánimos y tomaron desprevenida a una Francia que ya celebraba la victoria. Una acrobacia de Rummenigge pondría las cosas 3-2 y, una tijera espectacular de Fischer sellaba el empate a 3 y enviaba el partido a la tanda de penaltis. Lo imposible siempre puede hacerse realidad en el fútbol. Los alemanes lo lograron en apenas seis minutos. Unos fantásticos seis minutos en los que igualó el marcador, empató las acciones y forzó el partido a llegar a su máxima definición: el punto de penal.

Se dice que la tanda de penaltis es una cuestión de suerte. Pero, la verdad, es que es una cuestión que dista mucho de ser tan solo responsabilidad de "la diosa fortuna". La preparación psicológica, la fortaleza mental, la práctica y la experiencia son los factores que determinan al ganador de una tanda de penaltis y no la alineación astral o la secuencia cósmica la que lo decide. Alemania tenía todos los aspectos necesarios para vencer. Francia, por su parte, seguía siendo demasiado joven e inocente en los momentos en donde solo con astucia y viveza se gana.

Schumacher, el destructor de vértebras y sueños

El primero en patear sería Giresse, quien, con tranquilidad, ponía la ventaja francesa. Manfred Kaltz, capitán germano, ejecutaría el primer lanzamiento de su equipo y lo convertiría en el empate a uno. Amoros y Paul Breitner harían efectivos ambos cobros para dejar las cuentas igualadas a dos. Pero, el drama comenzaría a partir del tercer lanzamiento germano, cuando, en un cambio de útlima hora en la dirección del disparo, Ettori detenía el cobró de Uli Stilike.

Francia inició bien los penales. Luego, vendría el show de Schumacher.
// (Foto de la-razon.com)

Las lágrimas de Stilike no se hicieron esperar, sobre todo al ver como Rocheteau ponía el 2-3 en tanda de penales. Pero, como un héroe épico en acción, Schumacher llegaría al rescate y detendría el cobro de Didier Six y Littbarski igualaba las acciones a tres goles por equipo.

Llegaba el disparo de Bossi, pero Schumacher lo detenía adivinando la trayectoría y ahogando a Francia en la desesperanza

Rumenigge, encargado del quinto penal alemán, anotaba el cuarto para su equipo, mientras Platini hacía perfecto su cobró y enviaban las cosas a muerte súbita. Desde ese momento, la figura de Schumacher pasaría de ser un ogro grotesco que desquebrajó las esperanzas de Francia y la espalda de Batiston, a ser un héroe de la patria germana y el gran responsable del pase a la final.

Llegaba el disparo de Bossi, pero Schumacher lo detenía adivinando la trayectoría y ahogando a Francia en la desesperanza. Era la hora de la verdad y la responsabilidad quedaba en los pies de Horsch Hrubesch, jugador más conocido por su fuerza y fortaleza física que por su contacto sutil con el balón. Sin embargo, Hrubesch sorprendió a propios y extraños y colocó el balón en la red.

El partido acaba 3-3 en 120 minutos y 5-4 en tanda de penales. Las emociones se vivieron al máximo, Batiston salió lesionado en una de las entradas más bruscas y violentas de la historia de los mundiales y el árbitro ni tan siquiera vio falta. La intensidad del partido se hace evidente, no solo en el resultado o la lesión, sino en la remontada alemana, la forma en como Francia encontró la ventaja momentánea y el nerviosismo con que se vivieron los penales. Uno de los partidos más memorables de la historia se escribió en Sevilla, una auténtica guerra a muerte donde solo uno podía quedar vivo. Así se vivió y así fue escrito.

Marcados de por vida

Han pasado 32 años desde aquel partido en el Sánchez Pizjuán y sus protagonistas aún lo recuerdan. Sin embargo, el fútbol ha deseado que ambas selecciones se vean las caras en la Copa del Mundo de Brasil 2014, pero, esta vez, en cuartos de final. Alemania derrotó in extremis a Argelia, mientras Francia, luego de algunos pequeños problemas, se impuso a Nigeria, lo que los conecta en la llave de cuartos en un enfrentamiento que espera no volver a reditar ninguna de las acciones violentas de aquel partido de 1982.

“Ningún film en el mundo ni ninguna obra de teatro sabría transmitir tantas emociones como la semifinal perdida de Sevilla”

Las opiniones de los protagonistas no se hicieron esperar. “Ningún film en el mundo ni ninguna obra de teatro sabría transmitir tantas emociones como la semifinal perdida de Sevilla”, expresó Michel Platini, el gran 10 de Francia y, ahora, presidente de la UEFA, con relación al partido de semifinales de 1982 y tras conocer que ambos equipos volverán a verse en su camino por conquistar el mundial de Brasil 2014. “Es un partido histórico. En otros países la gente solo me habla de él”, dijo Giresse, enfatizando que las incidencias en ese partido han traspasado generaciones de amantes del buen fútbol y su historia. Por su parte, Josep Blatter, presidente de la FIFA, expresó en su cuenta de twitter: “Francia-Alemania en cuartos. La semifinal de 1982 está siempre en la memoria de los aficionados de la vieja guardia”, minutos después de la victoria alemana ante Argelia.

El destino vuelve a cruzar a estos dos colosos europeos en la búsqueda por un lugar en la gloria de los mundiales. Pero, a diferencia de aquel 1982, Schumacher es solo un fantasma del recuerdo y Platini viste ahora de traje y corbata. Giresse no es más parte de la zona media de Francia y Batiston no estará ahí para evitar una nueva fractura. Rumenigge no llegara de cambio para salvar las acciones y Fischer no podrá conectar otra magistral tijera para poner un empate de infarto. Ahora las cosas han cambiado. Neuer defiende el arco germano, mientras Benzema porta la "10" de los blues. Klose es la opción en el banquillo, por lo que Pogba es el hombre fuerte de la zona media. Sin embargo, lo que sin duda no cambiará será la entrega, pasión y derroche de buen fútbol que ambos equipos entregarán en su lucha por alcanzar las semifinales de Brasil 2014. El espectáculo está garantizado.