Es evidente que Jose Mourinho ha capitalizado la figura del entrenador portugués en las últimas décadas, de tal forma que ha servido de inspiración a los jóvenes técnicos portugueses que tienen en el actual técnico del Chelsea un espejo en el que mirarse, y para el fútbol extranjero, que ha buscado en el país vecino a distintos técnicos de la misma escuela que el entrenador de Setúbal. Pero también es cierto que la poderosa presencia del Special One ha generado una búsqueda del próximo Mourinho que, en los últimos años, ha dejado en un segundo plano a una generación de técnicos mayores cuya carrera se acerca al final y que nunca han tenido la oportunidad de entrenar a ninguno de los tres grandes portugueses.

Este grupo de entrenadores de perfil medio, incluso bajo, quizá poco conocidos para aquellos que no siguen el fútbol portugués, han sido, en cambio, el sostén del fútbol del país vecino; intérpretes de una manera de entender el juego que ha servido de base a los técnicos jóvenes y que ha formado parte de la idiosincrasia del fútbol luso hasta el día de hoy. Con el paso de los años, algunos se han ido convirtiendo en entrenadores de aliño, a los que llamar cuando es necesario formar un proyecto con un líder sólido y respetado, y otros han tenido que reciclarse en entrenadores a los que recurrir en momentos críticos. Los más han tenido que salir al extranjero buscando un proyecto y un buen contrato con el que continuar su carrera, que en Portugal se había quedado literalmente sin futuro.

Mourinho es un ejemplo para los jóvenes entrenadores portugueses

Actualmente, la fiebre exportadora de los clubes portugueses se ha trasladado también a los banquillos. Desde hace unos años, los equipos buscan descubrir al nuevo Mourinho o al nuevo Vilas-Boas y ofrecen continuas oportunidades a antiguos jugadores de cierto éxito –desde Domingos Paciência a Abel Xavier, pasando por Jorge Costa, Sá Pinto, Sérgio Conceição o Costinha-, o con una carrera más discreta como jugador –Paulo Sérgio, Paulo Fonseca o Marco Silva, sin ir más lejos- que, después de completar una temporada con cierto éxito según las exigencias de su club, dan el salto a uno de los grandes con desigual fortuna. Sí ha habido casos con cierto éxito, el de André Vilas-Boas es el más evidente. Leonardo Jardim ha cumplido allá donde ha trabajado. Vítor Pereira, ahora en Olympiakos, sigue los pasos de estos entrenadores portugueses en Grecia. Sporting CP, de hecho, se ha convertido en estas últimas temporadas en una máquina de quemar entrenadores; desde Carlos Carvalhal hasta el propio Marco Silva, pasando por Paulo Sérgio, Domingos, Sá Pinto, Oceano o incluso Abel y José Dominguez en sus equipos inferiores. Paulo Fonseca vivió una situación en el FC Oporto que no se veía desde tiempos de Víctor Fernández Y en el Benfica, pese a las dudas surgidas en algún momento, no se han atrevido a poner fin al proyecto de Jorge Jesus porque no encontraban a ningún entrenador de peso para llenar el vacío que, sin duda dejaría, y dejará cuando se vaya, o mestre da tática.

La referencia al entrenador encarnado no es baladí porque Jorge Jesus, que pertenece a la misma generación de todos estos técnicos, y no es el más joven, podría estar perfectamente en este listado, al igual que en su momento sucedió con Jesualdo Ferreira si no hubiese llegado al Benfica con 55 años, muy mayor para su estreno. Recibiendo –y aprovechando, claro está- una oportunidad que a los otros les ha sido negada hasta el momento. Y desde luego pocos dudan que esta etapa del Benfica, con más o menos títulos, será recordada en el futuro como la de la recuperación del amor propio del gigante lisboeta, la tan traída y llevada mística.

Jorge Jesus y André Vilas-Boas son los ejemplos de entrenadores portugueses que triunfan

Así pues, considerando a Jorge Jesus un privilegiado, es justo reconocer el mérito que tienen los siguientes entrenadores, merecedores de un bien ganado respeto después de sus dilatadas carreras pero con escaso reconocimiento a sus méritos deportivos, olvidando que el mundo del fútbol es algo más que títulos y trofeos y que son el sustrato necesario en toda competición para que existan estos.

Aunque, como es evidente, todos estos entrenadores tienen personalidades muy distintas –desde el fuego de Manuel Cajuda a la flema de Manuel Machado-, haciendo un análisis de sus estilos de juego es posible encontrar puntos en común, que son, además, los elementos con los que cualquiera definiría el estilo del fútbol portugués. Todos ellos buscan equipos equilibrados, ordenados, con mayor o menor toque según la calidad de la que dispongan en sus equipos, pero con transiciones defensa-ataque rápidas, mucha intensidad y darle libertad a los jugadores con clase de marcar las diferencias, pero sin salirse de la dinámica del resto de sus compañeros. Nada muy distinto, pues, al esquema con el que el FC Oporto ha ganado sus dos Copas de Europa o con el juega actualmente la selección portuguesa, haya más o menos calidad en sus jugadores.

Manuel Cajuda (Olhão, 1951)

Es uno de los grandes clásicos del fútbol portugués. Entrenador de enorme personalidad, franco y directo a la hora de expresarse y tomar decisiones. A veces su personalidad lo mete en ciertos aprietos, pero presume de decir lo que piensa sin rodeos. Cajuda ha reclamado en distintas declaraciones una oportunidad en un grande, e incluso en la selección nacional que no le ha llegado y, probablemente ya no lo haga ahora que cumplirá 64 años. Cajuda es uno de los ejemplos paradigmáticos de que resultado e influencia no siempre van unidos, siendo Vítor Pereira un ejemplo opuesto al suyo, puesto que Cajuda es uno de los entrenadores más respetados de Portugal pese a la falta de títulos en su palmarés y, habitualmente, ha dirigido a escuadras modestas, trabajando con escasos medios y echando mano de todos los recursos posibles para crear equipos competitivos, aunque no siempre con fortuna.

Escuchar o leer a Cajuda es recibir una lección de fútbol en toda regla. La pena es que desde que comenzó su carrera en distintos equipos del Algarve sólo ha tenido cierta continuidad en los dos grandes rivales minhotos, Sporting Braga y Vitória Guimarães y que en su currículum sólo quedan clasificaciones para la Copa de la UEFA, muestra palpable de la dificultad que existe en Portugal para lograr resultados fuera de los equipos dominantes.

Su futuro como entrenador en activo estará ligado, salvo sorpresa, a equipos de ligas exóticas en los que crear estructura futbolística -acaba de firmar por un equipo de los Emiratos-, algo no muy distinto a lo que hizo en Portugal, aunque es evidente que es una situación imposible en otros países en los que se buscan sólo resultados y los entrenadores son la parte menos importante y de la que se prescinde con una facilidad pasmosa.

Manuel José (Vila Real de Santo António, 1946)

Conocido como El príncipe de Egipto, es un caso diferente al resto, pero se le incluye en esta lista porque sus éxitos como entrenador los ha conseguido lejos del fútbol portugués, donde ha tenido mayor reconocimiento a partir de ese momento.

Al contrario que otros entrenadores de esta lista, Manuel José sí entrenó a dos equipos grandes, Benfica y Sporting. En ambos clubes coincidió con unas etapas bastante convulsas que le ayudaron más bien poco en su trabajo y precipitaron su salida. Comenzó en el Sporting, al que llegó después de haber clasificado consecutivamente a Vitória Guimarães y Portimonense para competiciones europeas –esto ha sido así toda la vida, como se puede apreciar-. En el equipo leonino duró poco más de una temporada, dejando para el recuerdo un 7-1 frente al Benfica que sigue en la historia del club.

Al otro lado de la segunda circular, en Benfica, le fue incluso peor, pues duró 21 jornadas en 1997 sustituyendo a Paulo César Autuori y dejando su puesto a Graeme Souness (con Mario Wilson como entrenador temporal entre unos y otros), por lo que es fácil suponer cuál fue su situación en la Luz. Regresaría más tarde con la misma falta de suerte, una vez más con el equipo sumido en una terrible crisis de identidad.

El gran logro de Manuel José tuvo lugar en su madurez como entrenador del Al-Ahly egipcio, en el que, en dos etapas –con un paso intermedio por el Belenenses, lo que muestra la discreta consideración que tiene en Portugal-, lo ganó absolutamente todo viviendo los momentos más felices del gigante egipcio en las últimas temporadas, y también el más terrible, con la tragedia de Port-Said del año 2012, que puso fin a su etapa en el país africano.

Manuel Machado (Guimarães, 1955)

Conocido como el Profesor Machado, famoso por su discurso pausado y cuidado (todo lo opuesto a Jorge Jesus, con el que ha tenido sus más y sus menos en los últimos años) y del que incluso existe una famosa parodia en la televisión portuguesa realizada por un conocido grupo humorístico, lleva su pragmatismo como persona al terreno de juego, creando un equipo a su medida; compactos y ordenado, poco dado a tomarse alegrías ofensivas. Manuel Machado es un claro ejemplo del actual fútbol en Portugal en el que prima el equilibrio, el trabajo defensivo y transiciones rápidas arriba con libertad para los hombres de calidad.

Al igual que ocurre con Manuel Cajuda, es curioso que al analizar la carrera de muchos jugadores con cierto éxito en el mundo del fútbol, descubramos su nombre como el técnico que le dio la oportunidad de debutar, lo que es una buena muestra de su idea futbolística y de la necesidad que ha tenido de recurrir a la cantera al no tener el poderío económico suficiente para fichar jugadores.

Su figura está ligada a la del Vitória Guimarães, al que entrenó en distintas etapas y, en los últimos años, al Nacional de Madeira, en el que ha creado un proyecto bastante estable dentro de la situación actual del fútbol portugués, a pesar de que esta temporada está pasando por más problemas de los que se presuponía al comienzo de la temporada.

Nelo Vingada (Serpa, 1953)

Algunos le conocerán por haber sido entrenador en categorías inferiores de Portugal pero, con la excepción de una etapa en el Marítimo, su carrera se ha realizado más en el extranjero que en su propio país, optando casi siempre por el inestable mundo árabe en el que ha iniciado distintos proyectos, con poca continuidad, pero siempre acababa apareciendo su nombre como opción, lo que significa que algo estaría haciendo bien.

En los últimos años, apenas tiene un fugaz paso por un Vitória Guimarães que iniciaba su progresivo descenso hasta el abismo económico, entre dos entrenadores icónicos en el equipo vimaranense como Manuel Cajuda y Manuel Machado, por lo que después de ser cesado siempre ha trabajado en el extranjero.

Sus mayores éxitos los consiguió con el FC Seul, ganando liga y copa coreana después de muchos años de sequía en el club, al igual que con el Zamalek egipcio,interponiéndose entre el poder de sus grandes rivales del Al-Ahly, pero en todos esos proyecto siempre ha habido un problema, la falta de continuidad. Se busca a Vingada para organizar un proyecto, da inicio al trabajo y escasamente dura un par de temporadas en el mismo.

Jaime Pacheco (Paredes, 1958)

El caso de Jaime Pacheco es de los más extraños dentro del fútbol portugués porque, al contrario que el resto de técnicos de este listado, el antiguo centrocampista de FC Porto sí logró un título con un equipo menor, el Boavista en 2001, con un equipo que sería desmantelado posteriormente por los dos grandes.

Sorprendentemente, ahí se acabó su ascenso dentro del fútbol portugués, pues sólo entreno a las panteras en dos etapas posteriores poco afortunadas. Los ajedrezados no eran ya el mismo club que él había llevado a Europa, y es de sobra conocido el triste futuro que le esperaba en el purgatorio. Pero tampoco otros clubes le han dado oportunidades para trabajar, con la excepción de breves pasos por Vitória Guimaraes y Belenenses que no dejaron ninguna huella ni eran proyectos sólidos ni propios para el último técnico que pudo romper el dominio de los grandes.

No está muy clara la razón de esta situación cuando se han dado oportunidades a entrenadores desconocidos, sin currículum y procedentes de divisiones secundarias; dinero, personalidad, confianza, su pasado como jugador en el FC Porto y la exitosa presencia de Jesualdo Ferreira al mando de los dragones... Así que Pacheco ha acabado por tener que aceptar ofertas en países extranjeros, primero China y ahora en el Al-Shabab de Egipto.

Henrique Calisto (Matosinhos, 1953)

No es un caso tan exagerado como el de Nelo Vingada, pero la larga carrera como técnico también ha llevado a Henrique Calisto a países de lo más exóticos futbolísticamente hablando, como Vietnam, donde curiosamente encontró un poco de continuidad en una carrera marcada por la entrada y salida de distintos clubes, siempre con el Paços Ferreira como equipo que se repite en distintas etapas.

Calisto es el típico entrenador que tiene en su currículum ascensos y salvaciones 'in extremis', pero cuando alguien ve una tabla histórica, no son esos los méritos que se destacan y, de hacerlo, forman parte de un nivel inferior en un análisis histórico, pero es a lo único que puede aspirar este elenco de entrenadores a los que parece estarles vedado mayores horizontes en su país.

Vítor Oliveira (Matosinhos, 1953)

Si un equipo de la Segunda Liga tiene como objetivo el ascenso a la Primeira liga, sólo hay un hombre que le garantiza el ascenso, y ése es Vítor Oliveira. Pero lo que debería ser considerado como una virtud es, a la vez, su mayor problema, porque parece condenado a ser un entrenador ascensor. Y este entrenador tiene su mérito, ya que ha sido cuatro veces campeón de la Segunda Liga con equipos como Paços Ferreira, Leiria, Leixões o Moreirense, además de ascender a Arouca o entrenar a Portimonense en la Copa de la UEFA.

Vítor Oliveira es otro caso extraño dentro del fútbol portugués, de hecho desde que descendió con el União Leiria en el año 2008 no ha vuelto a entrenar en la Primeira Liga después de haber recorrido distintos equipos durante la última década de los noventa y principios del siglo presente.

Vítor Oliveira. | Foto: publico.pt
Vítor Oliveira. | Foto: publico.pt

Con Vítor Oliveira surge la misma pregunta aplicable al resto de técnicos: ¿Por qué?. Esa es la pregunta que todos ellos deben hacerse de forma habitual. La respuesta no es sencilla: personalidad, falta de confianza, acomodamiento en un tipo de proyectos menores, habilidades propias y de sus representantes, disposición, el momento de cada club, modas, imagen, mediatismo…

Algunos podrían decir que su fútbol ha quedado caduco, que no son entrenadores modernos, que ya ha pasado su mejor época… Pero tampoco en su época tuvieron esa oportunidad, que sí han tenido técnicos mucho más mediocres y con menos recorrido que cualquiera de ellos. Solo hay que analizar los nombres de entrenadores extranjeros que llegan a Portugal y los méritos previos que los llevaron al banquillo de los grandes. Ni siquiera el fútbol que se practica hoy en día difiere tangencialmente del que ellos siguen proponiendo.

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