Por activa y por pasiva, de mil formas distintas, se han repetido las mismas palabras en Anfield durante toda la temporada: ¿Y si es el último año? ¿El último año de qué? Quizás, el último año del capitán.

No se recuerda, para la gente que todavía no luce canas en su cabeza, un Liverpool sin Steven Gerrard. Por desgracia, para el aficionado red esta ha sido oficialmente la última temporada del inglés como jugador y capitán, pero él ya garantizó volver.

Difícil es imaginar a un Liverpool sin el número ocho en el campo, pero más complicado resulta mirar hacia el pasado y recordar un año dorado para un equipo que, a cada día que pasa, se aleja más y más del éxito, por duro que resulte.

Fichajes: de la esperanza a la decepción en semanas

'Parole, parole, parole'. Haciendo referencia a Italia, llegaría el niño malo del fútbol, Mario Balotelli. Decisión de la dirección del club y no del entrenador, al parecer, y es que el italiano vino con un saco de palabras, pero se vio en él no quedaba sitio para anotar más de dos míseros goles.

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Desde luego, por los 20 millones que costó, Balotelli no ha rendido al nivel esperado, cuesta decir tan siquiera si ha llegado a rendir a algún nivel. Los únicos detalles que ha dejado a lo largo de una larga, larga temporada, han sido batallas y enfrentamientos con muchos jugadores.

De la delantera saltamos a la defensa, donde aguarda Lovren. ¿Recueda alguien un central por el que se pagasen 30 millones de euros? Pues uno fue Dejan. Su temporada no sería más que un reflejo de lo que es el actual Liverpool, una decepción. "Un refuerzo de lujo para fortalecer una zona débil del equipo y garantizar una seriedad defensiva fundamental para obtener éxitos", imploraba Rodgers a principio de temporada. Pues bien, a año visto, Dejan Lovren acabó jugando 26 partidos en la Premier, anotando cero goles pese a ser un buen rematador, y escuchando críticas cada semana debido a su bajo rendimiento defensivo, que le costó acabar suplente la temporada.

Dejan Lovren fallando un penalti en la Europa League. Foto vía thisisanfield.com

La lista de fiascos sigue y sigue. Rickie Lambert llegaría al club de su ciudad natal por 5,5 millones de euros. Delantero con experiencia, un complemento a la, en teoría, pareja titular formada por Sturridge y Balotelli. Pues bien, ni complementó con uno ni jugó con el otro, Rodgers descartaría el uso del ariete inglés durante gran parte de la temporada. Pese a todo esto, sería el segundo delantero del equipo con más goles anotados. Dos, en concreto.

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Emre Can y Adam Lallana serían la única nota menos negativa, junto con Alberto Moreno. El joven alemán llegaría como un centrocampista ambicioso y con gran proyección, pero Brendan Rodgers decidió a los pocos partidos que su sitio sería la defensa.

Por su parte Adam Lallana tendría que convivir con la irregularidad, las lesiones y el factor Rodgers, que lo mandaría al banquillo jornada sí, jornada no. El centrocampista inglés sumaría cinco goles durante la Premier League, cifras superiores a las que alcanzarían Borini y Balotelli juntos, por ejemplo, o Sturridge.

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Objetivo: olvidar a Luis Suárez

Triste pero cierto. Con la marcha de Luis Suárez y la llegada de refuerzos, los aficionados soñaban con poder disputar de tú a tú ante los mejores la Premier, como sucedería la anterior temporada. Sin embargo, el Liverpool sacaría a relucir su maravilloso frasco de las esencias, las cuales no olían especialmente bien, para recordar a los aficionados el por qué no se ha conquistado un título liguero en muchos, muchos años.

Sin gustar y sin convencer, pero eficientes. 2-1 al Southampton en el primer partido, lo que valdría unos tres puntos esperanzadores. Sterling y Sturridge anotarían para los locales, haciendo olvidar al delantero uruguayo que ya vivía por Barcelona. Sin embargo el optimismo duraría un suspiro.

Jugando mejor, con mayor dominio o como quieran decirlo, el Liverpool sería derrotado ante el Manchester City en la segunda jornada con un marcador total de 3-1. Incapaces de anotar, el gol de los reds lo 'celebraría' Pablo Zabaleta, que encontró la red en su propia portería.

Pero volvió a salir el sol, no literalmente claro, que en Liverpool poco lo conocen. 3-0 al Tottenham en Anfield, dando a entender a la Premier que la derrota ante el City era sólo un error. Alberto Moreno anotaría su primer tanto como jugador de la entidad inglesa con una gran acción por banda izquierda tras su pésima actuación ante el Manchester City, en consonancia con el resto de defensores.

El comienzo del gran desastre

Y -sorpresa, sorpresa- llegaron las malas noticias. Aston Villa y West Ham se encargarían de traerlas, en forma de dos duras derrotas. 0-1 ante los villanos y un inaceptable 3-1 contra el West Ham sería el balance de dos jornadas para olvidar, pero la racha no iba a mejorar precisamente.

El fútbol volvería a Anfield con un Liverpool - Everton que a todo el mundo atrae por su romanticismo, que no confundir nunca con una cena con velas en un restaurante elegante. Steven Gerrard volvería a profundizar en la herida del Everton, sin embargo a falta de un minuto, contando con el añadido, aparecería el otro capitán, Jagielka, para anotar el considerado gol de la temporada desde fuera del área que sumaría las tablas al marcador y dejaría a los aficionados locales enfadados, tras tener el dominio del partido durante los 90 minutos restantes.

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En los próximos tres partidos (vs West Brom, QPR y Hull) obtendrían siete de nueve puntos posibles (2-1, 2-3 y 0-0), cuajando unas actuaciones decepcionantes ante equipos de la zona baja de la tabla, sufriendo para ganar en todo momento, e incapaz de hacerlo ante un Hull City que apenas llegó con peligro durante todo el encuentro, pero que evidenció la terrible falta de pegada de los de Rodgers.

Derrotas, cambios de esquema y penurias defensivas

De nuevo volverían los malos resultados. Tres derrotas consecutivas ante Newcastle (1-0), Chelsea (1-2) y Crystal Palace (3-1) llevarían las dudas por el Mersey hasta Anfield. El partido ante el Crystal Palace sería especialmente doloroso, y es que el Liverpool no mereció en ningún momento obtener un resultado mejor del logrado, más bien todo lo contrario.

La montaña rusa no pararía su marcha, y esta vez tocaría reir, sin excesos, pero reir. Con dos victorias consecutivas ante el Stoke City (1-0) y Leicester (1-3), se volverían a lanzar por la lucha de los puestos cabeceros, sin embargo un empate a cero goles ante el Sunderland frenaría su extraña marcha, una marcha que se vería pisoteada una jornada después.

Tres goles como tres soles encajaría Brad Jones, el capricho de Brendan Rodgers para sancionar a Mignolet por sus actuaciones poco acertadas. Aquí comenzaría el imperio de la defensa de tres centrales que más tarde funcionaría, obviando el tímido detalle de que el entrenador decidió, en un ataque de nervios quizás, colocar a Glen Johnson como tercer central. Con Sturridge lesionado y el resto fallando, el United simplemente dejó caer el reloj para ir anotando poco a poco los tres tantos del encuentro.

El pájaro rojo comenzó a volar

La mala suerte se equivocaría de destino. Quizás sea la única manera de entender que el Liverpool volvería a la senda de la victoria, no sin antes empatar en el minuto 97 con uno menos ante el Arsenal tras un lanzamiento de córner que remataría Skrtel de forma casi milagrosa.

Este gol no sólo valdría por un punto, además traería un poco de esperanza a un equipo muy escaso de ella. Cinco victorias y un empate en los posteriores seis partidos (0-1 - Burnley, 4-1 - Swansea, 2-2 - Leicester, 0-1 - Sunderland, 0-2 - Aston Villa, 2-0 vs West Ham). Grandes resultados ante equipos a los que, casi por ley, el Liverpool debía de ganar, tapando así el pequeño error cometido ante el Leicester, que terminó empatando a dos.

De nuevo volverían a empatar (0-0 - Everton), pero esa pequeña decepción cometida en casa del vecino se solventaría de la mejor manera, con cuatro victorias consecutivas de gran importancia para sus aspiraciones de Champions League (3-2 - Tottenham, 0-2 - Southampton, 2-1 - Manchester City, 0-1 - Swansea)

En estos encuentros, el Liverpool viviría una gran mejora gracias a la implantanción de un extraño 3-5-3 que nunca terminaba de ser así, resultando en ocasiones un... novedoso, 3-7-1, eso llegando a pensar que existía la figura de un nueve en el equipo. Sin embargo, el diablo rojo volvería a interrumpir un sueño que ya duraba demasiado.

El último duelo del gran capitán, el último gran error

El último duelo de Steven Gerrard ante el Manchester United se saldaría con una dolorosa expulsión a los cuarenta segundos de su salida al campo, tras una injustificada suplencia que le impuso Brendan Rodgers. Increíble pero cierto, Gerrard golpeó sin balón a Ander Herrera y el colegiado lo sancionó con tarjeta roja, sanción que tan siquiera recibió protesta por parte de Gerrard.

El partido se convirtió en un problema, y es que esa derrota se firmó bajo su nombre, como reconocería en posterior rueda de prensa. El resultado, lo menos importante, el dolor de los aficionados era evidente, pero el perdón a Gerrard no se hizo esperar. El Manchester United se impuso por 1-2, y tras este tropezón, volveríamos a ver al Liverpool más simple e ineficaz que la Premier recuerda.

La racha de la vergüenza

Derrotas, derrotas, derrotas, alguna victoria ante rivales con más urgencias que los hospitales de Madrid y, finalmente, más fiascos. El Liverpool cerraría así la Premier League, asegurándose el descontento de todos sus aficionados, que ya empezaban a pedir responsabilidades, todas ellas a Brendan Rodgers.

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Las derrotas en estas últimas jornadas serían totalmente justas y merecidas, viviendo actuaciones realmente pobres de todos los jugadores de campo (4-1 - Arsenal, 1-0 - Hull, 1-3 - Crystal Palace, 6-1 - Stoke City). Las últimas dos derrotas, ante el Crystal Palace en la despedida de Gerrard en Anfield, y ante el Stoke en su último partido, ofendieron más aún a una grada acostumbrada al dolor, pero no a tal escala.

En esa racha de derrotas aparecen otros resultados (1-1 - Chelsea, 2-1 - QPR, 2-0 - Newcastle y 0-0 - West Brom).

Valoración de objetivos

El claro objetivo del Liverpool en esta Premier pasaba por clasificarse para la Champions League. Tras finalizar sexto -y gracias-, el objetivo de la gran competición europea se quedó ocho puntos, que pudieron ser más de no ser por la gran racha que obtuvieron durante los meses de diciembre, enero y febrero.

La montaña rusa en la que se alojaron los de Rodgers generó demasiados problemas que, sumados a una delantera totalmente ineficiente y a jugadores con complejo de estrellas, como el caso de Sterling, dieron como resultado un final de temporada avergonzante para toda la entidad.

Campaña por Europa

La gran vergüenza del club esta temporada, incluso peor que sus idas y venidas en la Premier League.

El club inglés sería encasillado en un grupo que, aparentemente, le permitía pasar a la ronda de octavos de final sin complicaciones. Junto con el Real Madrid estarían el Basilea suizo y el Ludogorets búlgaro, siendo técnicamente superior a estos dos últimos conjuntos, pero la realidad y la falta de ganas de los ingleses harían el resto.

El primer partido se saldó con una victoria llena de suspense (2-1 - Ludogorets), con un gol de Balotelli en el 82 que sería igualado por Dani Ábalo en el minuto 90 que a su vez se vería contrarrestado por la insistencia de Gerrard, que desde el punto de penalti sumaría el definitivo 2-1 en el 94.

A partir de aquí, todo volvió a oscurecer. Una triste y pésima derrota (1-0 vs Basilea) en Suiza dejaría a Rodgers y los suyos con cara de sorpresa, pensando que se podrían poner con seis puntos en dos jornadas, dejando muy cerca el pase de ronda. Pero el drama no terminaría aquí, quedaba el Real Madrid.

Atrás quedó aquel 'chorreo' que el Liverpool ejerció al Madrid, esta vez los de la capital española acabarían con facilidad (0-3 - Real Madrid) con la resistencia de Anfield, que ni siquiera pareció querer defender. En la vuelta Brendan Rodgers tiró el encuentro y sacó un XI totalmente suplente para la ocasión. El equipo ofreció una triste pero 'digna' imagen, y fue derrotado (1-0 vs Real Madrid) sin pena ni gloria.

Aún quedaba algo por luchar, pero volverían a ejercer una ridícula actuación por partida doble con dos empates merecidos (2-2 - Ludogorets, 1-1 - Basilea). Ante los búlgaros recibieron el 2-2 a falta de dos minutos para el pitido final, mientras que Gerrard salvó la honra de los suyos a balón parado cuando estaban a punto de caer ante los suizos. Finalmente clasificaron terceros de grupo, sólo por delante de un desconocido Ludogorets.

Su paso por la Europa League sellaría su pasaporte hacia el reino de la vergüenza. Si bien esta competición no parece gustar a los grandes clubs ingleses, el Liverpool quiso, pero no pudo, hacer algo ante el Besiktas turco. Ganó (1-0 - Besiktas) en la ida y perdió (0-1 - Besiktas) en la vuelta. Todo se decidió en una tanda de penaltis que culminaría Lovren fallando el quinto penalti y demostrando así que su temporada podía ser peor aún de lo mostrado.

FA Cup & Capital One, la guinda del bochornoso pastel

Sin relevancia, vista la pésima temporada del club en todos los aspectos ya mencionados. El Liverpool fracasaría ante el Aston Villa en un mal partido (2-1) en semifinales. Ganar la FA parecía la última oportunidad de despedir a Gerrard con algo de gloria, pero tanto sus compañeros como su entrenador parecían estar pensando más en, quién sabe, Juego de Tronos o alguna película de James Bond.

Su paso por la Capital One tampoco maquillaría lo más mínimo el año. En esta ocasión sería el Chelsea, en la prórroga, el encargado de mandar al Liverpool a su domicilio en otras semifinales en las que demostraron su total y absoluta falta de gol.

Los mejores de la temporada

En esta lista, no podían faltar. Fieles al club en los peores momentos, los aficionados demostraron seriedad en todo momento, pese a declararse en rebeldía contra Brendan Rodgers durante gran parte de la temporada, sin llegar a entender suplencias de ciertos jugadores y titularidad de otros. La nefasta, por decirlo de alguna manera, planificación de la temporada en cuanto a fichajes ha sido sin duda, lo más criticado.

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Los mejores jugadores, o simplemente aquellos que ofrecieron algo a sus aficionados, serían los siguientes:

El mago brasileño, el niño de la chistera. Philippe Coutinho traería algo de ilusión a unas personas que bien la necesitaban tras el anuncio de Steven Gerrard de marcharse a final de temporada. Coutinho aportaría desborde, algún gol desde fuera del área espectacular y combinaciones que quedarían registradas en los highlights de la temporada. Sin embargo fue excesivamente irregular en buena parte del año, alternando partidos llenos de magia con otros en los que de su chistera no sacaba goles, asistencias o buenas jugadas, más bien pérdidas, actitudes pésimas en defensa y un hambre de victoria más bien nulos.

Steven Gerrard no necesita motivos. Steven Gerrard representa a rajatabla los valores que el Liverpool trata de transmitir al resto de jugadores. Un mal año que no merecía un gran capitán. Máximo goleador de la temporada con un total de nueve goles, lo cual habla muy mal del resto de sus compañeros. Steven Gerrard tuvo su día negro en el momento en el que fue expulsado a los cuarenta segundos de su participación en Old Trafford ante el Manchester United.

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El último en ser mencionado en esta lista será Jordan Henderson. El relevo de Steven Gerrard. Fidelidad, sacrificio y lider del centro del campo, el vicecapitán del Liverpool cuajó una buena temporada, ejerciendo un rol de líder improvisado ante las ausencias prologandas de Gerrard entre lesiones y sanciones. 'Hendo' ha sido una de las pocas notas positivas en una canción que no ha sonado bien a lo largo de la temporada.


Lo más negativo

Muchos son los responsables de la marcha negativa del club. Sexto puesto, fiascos en dos semifinales coperas y un viaje por Europa digno de olvidar con la mayor rapidez posible.

Un entrenador incapaz de ensamblar las piezas que él mismo quiso fichar, malgastando el dinero obtenido por Luis Suárez en jugadores como Balotelli, siendo este el mayor fiasco de la Premier League. Rickie Lambert, que vivió un buen año viendo en primera fila todos los encuentros de su querido Liverpool, o jugadores como Markovic o Alberto Moreno, que, siendo útiles en su esquema, acabaron relegados al banquillo misteriosamente dando entrada a jugadores como Glen Johnson, que vive en constante involución, siendo cada día un poco más decepcionante.

El niño de oro, Raheem Sterling, merecería estar en la lista de lo mejor de la temporada, pero su agente quiso jugar al monopoly con la carrera de este joven al que el Liverpool le ha otorgado su gran oportunidad deportiva. No deben opinar así él y su agente, rechazando categóricamente cualquier oferta del club, mientras Steven Gerrard aconsejaba al joven que se mantuviese en el Liverpool para seguir creciendo y optar a conseguir títulos.

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Otros grandes señalados han sido los defensores. Skrtel, Sakho, Lovren, y bendito sea Emre Can, que se salva de las críticas. Esta lista de tres centrales, en la que no figura Kolo Touré -puesto que su pésimo nivel era previsible antes de comenzar la campaña-, ha sido duramente criticada por cualquier aficionado red durante la temporada. Errores infantiles en la salida del balón de Sakho en numerosos encuentros, Skrtel siendo incapaz de defender balones aéreos o centros laterales, perdiendo su marca constantemente, o un Lovren que parecía vivir en el planeta de los caraconos mientras el resto de jugadores intentaba disputar un partido.

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Poco o nada se puede decir de la temporada de los españoles Javier Manquillo y José Enrique. El primero, capricho de Rodgers, disputó sin pena ni gloria los primeros partidos de la temporada, pero acabaría relegado a la grada en la gran mayoría de ocasiones. Su nivel no fue ni mucho menos el esperado por su entrenador, pero sí para el resto. Por su parte, José Enrique ha vivido un calvario con las lesiones que lo han mantenido apartado del césped. El club ya le ha comunicado su intención de no contar con él en próximas campañas.

Nada más se puede decir de un 2014-2015 para olvidar. Ahora llegan días extraños, días sin Gerrard. El Liverpool queda huérfano de héroes, y tendrá que añorar a aquel hombre que levantó la Champions League en Estambul en 2005. Se tendrán que conformar con un técnico al que más del 80% de los encuestados en la web oficial del Liverpool querían cesar, con delanteros de la talla de Balotelli o Borini que no reciben ofertas de ningún lugar, con jugadores como Joe Allen o Lucas Leiva que desesperan a los aficionados por su total y absoluta falta de acierto en gran parte de sus decisiones ofensivas, y defensivas también. El club vive días tristes, y si Sturridge sigue caminando por el amargo sendero de las mil y una lesiones, el sol seguirá sin brillar en Anfield.

Para el próximo año sólo una cosa está clara: peor es difícil. De momento, el Liverpool no inicia bien su andadura. Sturridge ha vuelto a ser operado y Kolo Touré, renovado.