1934. Duelos de egos. La selección inglesa se consideraba la mejor del mundo mientras que Italia era la actual campeona del mundo. La FA (Federación Inglesa de Fútbol) decidió que Inglaterra no jugase la Copa del Mundo por sus constantes tensiones con la FIFA. Era la época de Mussolini y el crecimiento del fascismo. Las dos selecciones jugarían en Highbury Stadium.

Italia era una de las selecciones más fuertes de la época. Desde que llegó Vittorio Pozzo al banquillo del combinado italiano en la segunda mitad de 1929, tan solo perdieron cuatro partidos de 34 disputados. Además, ambos combinados nacionales se enfrentaron 18 meses antes en Roma, el único partido anterior entre ellos, que se saldó con un empate a cero.

En el ámbito político, se vivía un encuentro entre dos estilos de vida y dos culturas diferentes. El país de las libertades confrontaba al país de las restricciones. No en vano, Mussolini le ofreció a cada jugador 150 libras, un Alfa Romeo y evitar el servicio militar por ganar a la selección. Los ingleses, en cambio, tan solo recibían dos libras en una época en la que Ted Drake, delantero centro del Arsenal, llevaba un lazo blanco en sus pantalones para que no se le cayesen.

La inexperiencia era la marca de la selección inglesa. Entre los once jugadores que disputaron el partido, en esa época no estaban permitidos los cambios, sumaban solo 38 internacionalidades. El delantero del Manchester City, Eric Brook, era el más experimentado y eso que solo había jugado diez partidos con la selección. La mitad del equipo hacía su primera o su segunda aparición con el equipo.

El campo era el lugar más indicado para jugar. Siete jugadores del Arsenal (récord de un club) jugaron el partido con el lateral derecho Eddie Hapgood como capitán. Por el lado italiano, Pozzo tan solo hizo dos cambios tras el partido de la final contra Checoslovaquia cinco meses antes: Carlo Ceseroli en la portería por el veterano Giuseppe Combi y Pietro Serantoni por Angelo Schiavio en la zona derecha en tres cuartos.

12 minutos fulgurantes

Italia comenzó el partido de la peor forma posible. El centrocampista Luis Monti se lesionó tras un choque con el interior Wilf Copping que le supuso la rotura de un hueso de su pierna en el minuto dos. Pero en el primer minuto, Ceseroli derribó en el área a Drake por lo que el sueco Otto Olsson decidió señalar penalti. Ceseroli paró magistralmente el balón de Brook pero dos minutos después se resarció con un gol de cabeza.

El juego de Italia se resentía por la lesión de Monti. En una falta fuera del área Brook dirigió el balón hacia la portería de Ceseroli sin que este pudiera hacer nada. En su autobiografía, Stanley Matthews describió ese gol como un “rayo”. Dos minutos más tarde Drake metió el tercero en el día de su debut. Este gol llegó mientras el capitán Hapgood recibía tratamiento médico en la banda por una nariz rota. Esto insufló en el conjunto inglés un gran enfado al igual que en la grada del extinto Highbury.

Cualquiera diría que un tres a cero en el descanso parecía insalvable con ese desempeño y esa superioridad de los ingleses. Pero la selección italiana aprovechó de manera magnífica el descanso para recomponerse y recuperar la motivación. Además, la niebla que cubría el terreno de juego durante la primera parte dejó su sitio a otra condición meteorológica: la lluvia, una lluvia fuerte.

Eric Brook anota el primer gol del partido. Fotografía: Barnaby/PA.

El talento de Meazza

Italia quería mostrar por qué cinco meses antes se había coronado campeona del mundo. El delantero centro del Ambrosiana-Internazionale, actual Inter de Milán (Internazionale Milano), Giuseppe Meazza redujo la distancia hasta un solo gol de diferencia. Una jugada del habilidoso Guaita dispuso una pelota para batir a Moss y conseguir el primero. El segundo llegó tras un remate de cabeza a saque de falta de Attilio.

Pero el peligro no quedó en los dos goles en cuatro minutos de Meazza. El internacional italiano también estrelló una falta en el larguero, además de las grandes paradas de Frank Moss. El portero del Arsenal estaba viviendo su último partido como internacional. De esta manera, con Inglaterra con serios problemas para retener a los italianos llegó el final del partido.

Con un hombre menos, dominaron el encuentro durante toda la segunda mitad. Por esto, y por la dureza del partido, los italianos los denominan “Los leones de Highbury”. Más tarde, Stanley Matthews, el primer Balón de Oro de la historia, reconoció que fue el partido más violento que había jugado en su vida. El bigoleador Eric Brook se marchó con el hombro destrozado tras terminar el encuentro.

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Sobre el autor
Pedro M. Peralta
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