Un sueño hecho realidad para unos y una obligación para otros, Liverpool y Alavés llegaban a Dortmund con las mismas intenciones pero la historia y el estilo que defendian les diferenciaban en muchos aspectos, para muchos eran demasiados, pero fueron precisamente estos detalles los causantes de aquel fabuloso partido que todo aficionado albiazul recuerda. El equipo inglés tenía una plantilla magnífica, una de las mejores que había pasado por el club desde la gloriosa década de los 80, venían de conseguir cuatro títulos y tenían su objetivo fijado en lograr el quinto frente a ese modesto equipo del norte de España del que tanto se había hablado en los últimos meses. Por su parte, los vascos presumían de humildad y carisma, valores que les habían llevado a protagonizar una de las mejores temporadas en toda su historia en parte gracias al buen clima presente entre los jugadores que se compaginaban a la perfección dentro y fuera del campo.

El camino hasta Dortmund

Es fácil pensar que la UEFA era una competición menor que simplemente se utilizaba como sombra de la flamante Champions League, pero lo cierto es que en 2001 la supuesta competición menor estaba repleta de clubes con un gran nombre, equipos a los que los dos finalistas tuvieron que derrotar.

La plantilla del Liverpool en 2001. Fuente: lfctour
La plantilla del Liverpool en 2001. Fuente: lfctour

Los de Anfield comenzaron directamente en tercera ronda donde quedaron emparejados contra un duro rival, el Olympiacos griego, lograron salir vivos del OAKA Spiros Louis con un 2-2 en el electrónico, resultado que consiguieron sellar en Anfield gracias a un contundente 2-0. La Roma iba a protagonizar el siguiente duelo de los reds en una eliminatoria que parecía totalmente encarrilada gracias al 0-2 que lograron los pentacampeones de europa a domicilio, pero un tempranero gol romano en tierras inglesas puso a los de Gérard Houllier contra las cuerdas, por suerte para ellos, el resultado no fue a más y por tanto pasaron de ronda.

Llegaron de esta manera los cuartos de final donde de nuevo una de las catedrales del fútbol fue clave para el triunfo local gracias a un 2-0 en casa que dejó al Porto en el camino tras un empate sin goles en As Antas. La historia no iba a cambiar, y tal y como ha pasado durante este año Anfield marcó el camino hacia la final debido al triunfo logrado frente al FC Barcelona por 1-0 que dejaba al 0-0 de la ida sin valor alguno para los culés.

Plantilla del Deportivo Alavés en 2001. Fuente: Alavés
Plantilla del Deportivo Alavés en 2001. Fuente: Alavés

El Alavés debutó en competiciones europeas frente al Gaziantepspor al que vencieron por 3-4 en el global de la eliminatoria. Más tarde pasaron por encima del Lillestrøm y en tercera ronda se enfrentaron a su primera gran cita frente al Rosenborg a los que lograron vencer debido a un increíble rendimiento del equipo en tierras nórdicas que les llevó a ganar por 1-3 en el Lerkendal Stadion poniendo de este modo el 2-4 final. Llegaba entonces el Inter de Milán, uno de los equipos más temidos de la competición y tal y como se esperaba los Nerazzurri dieron  mucha guerra poniendo en lo peor a la hinchada vitoriana tras ver como su equipo empataba a 3 en Mendizorroza frente a este gigante europeo, pero iba a ser de nuevo el espíritu de lucha el que llevó a los de Mané a pasar de ronda tras ganar en San Siro por 0-2.

El rival de los Babazorros en cuartos no iba a ser otro que el Rayo Vayecano, un conjunto de características similares que atravesaba un momento dulce, pero un 3-0 en Alava despertó a los madrileños de su sueño y el 2-1 cosechado en el Teresa Rivero solo sirvió para maquillar el resultado. El Kaiserslautern era el último peldaño que le faltaba por subir al humilde equipo del norte de la península, y con un tremendo juego arrasaron a los alemanes con un 2-9 como resultado total entre los dos encuentros.

La final estuvo marcada por la intensidad. Fuente: Liverpool
La final estuvo marcada por la intensidad. Fuente: Liverpool

El gran día

El 16 de mayo fue una fecha que tenía marcada todo aficionado al fútbol en su calendario, el lugar, uno de los estadios donde la afición está más encima de los jugadores, el Signal Iduna Park, sede del Borussia Dortmund. Todo el continente estuvo pendiente de la llegada de ambos equipos a la ciudad, se siguió muy de cerca los movimientos de ambos clubes y miles de aficionados se desplazaron hasta tierras bávaras para presenciar tal acontecimiento.

Antes de que los jugadores pisaran el terreno de juego, ya se respiraba un ambiente épico en Dortmund, los hinchas se dejaron la voz para intentar llevar a sus jugadores a lo más alto incluso antes de que el árbitro señalase el comienzo del choque. Por fín llegó el momento, y Gilles Veissiere hizo sonar su silbáto para dar comienzo al partido, el Liverpool salió a arrasar mientras que los españoles cedieron la posesión al contrario esperando su oportunidad a la contra, una técnica que no les iba a ser del todo efectiva. En el minuto cuatro, una aparente inofensiva jugada a balón parado terminó sumando el primer gol de la noche al marcador gracias Markus Babel que adelantó a su equipo en la final, los peores presagios para la afición del Alavés se vieron respaldados por el segundo gol red que creó un tal Steven Gerrard que venía de destacar en las categorías inferiores y que puso el 2-0 en el minuto 16.

Gerrard anotando el segundo gol para su equipo. Fuente: liverpoolmuseum.com
Gerrard anotando el segundo gol para su equipo. Fuente: liverpoolmuseum.com

Mané se había equivocado al plantear el encuentro, pero el preparador supo reaccionar rápidamente e introdujo en el partido a un jugador con una capacidad de salto sobrehumana, el uruguayo Iván Alonso que saltó al campo en el minuto 23 y tan solo 270 segundos despues logró recortar distancias en el marcador gracias a un potente cabezazo.  Faltaban cinco minutos para el descanso pero Horacio Martín Herrera, guardameta del Deportivo Alavés que presumía de su experiencia, cometió un error de juvenil con una salida a destiempo que acabó en penalti favorable al Liverpool, una pena máxima que no pudo atajar y le que sirvió a Gary McAllister para devolver la ventaja de dos goles a los de Anfield, de este modo terminó el primer periodo donde los ingleses habían dominado aunque con muchas dificultades.

Nada más comenzar la segunda parte Javi Moreno volvió a poner contra las cuerdas a sus rivales gracias a una gran jugada del artillero español que puso el 3-2 en el luminoso y solamente dos minutos más tarde, la intensidad que les había pedido Mané a sus jugadores dió sus frutos y culminaron la remontada de nuevo gracias a Moreno poniendo de esta manera las tablas en el marcador. De repente un duelo que a los 15 minutos parecía decidido se vio igualado y los equipos desplegaron un juego táctico donde el pase fácil y no perder balones era lo principal, un despliegue que llevo a Fowler que había entrado en el minuto 64 a adelantar a su conjunto con un gran disparo qie hizo gritar a toda la afición red en el minuto 72.

Moreno tras anotar el empate. Fuente: Alavés
Moreno tras anotar el empate. Fuente: Alavés

Pero tal y como habían demostrado previamente, los jugadores del Alavés no iban a tirar por tierra todo el trabajo del último año y en el minuto 88 Jordi Cruyff, haciendo honor a su padre Johan, marcó el gol que significó la prórroga, donde su equipo llegó sin energías y un autogol de Geli impidió a los de Vizcaya lograr aquello que parecía tan cerca, dando de esta manera el triunfo al Liverpool que completó el triplete ya que previamente habían alzado la liga y la copa de su país.

Lo vivido en Dortmund aquella mágica noche no será olvidado facilmente, y a pesar de la derrota, la afición del Alavés agradeció con una tremenda ovación el esfuerzo realizado por todos los jugadores y cuerpo técnico, que de nuevo portagonizaron una de esas histórias como la del Nottingham Forest de los setenta o incluso la del reciente Leicester pero con la diferencia de que esta no pudo finalizar de la misma manera que las anteriores, eso sí, el Deportivo Alavés siempre recordará el 16 de mayo de 2001 como un día histórico en el que sus jugadores les hicieron sentirse orgullosos por apoyar al equipo que acaba de ganar el subcampeonato europeo.