Presidente italiano entre 1978 y 1985, Pertini acudió como tal a la final del Mundial 82, disputada en el Santiago Bernabéu de Madrid, entre Italia y Alemania. Y la imagen del veterano político italiano (86 años por aquél entonces) celebrando eufórico los goles de la azzurra, quedará para siempre para la historia de los Mundiales.

Aquel Mundial español  se disputaba todavía con 24 equipos (no con los 32 de ahora) que fueron distribuidos, para la primera fase, en seis grupos de cuatro equipos cada uno. Tras disputar la pertinente liguilla, se clasificaban para la segunda fase el primero y el segundo de cada grupo, 12 equipos en total, que quedaron encuadrados para la segunda fase en cuatro grupos de tres equipos cada uno, que habrían de disputar una segunda liguilla. Los campeones de los cuatro grupos serían los semifinalistas.

Los irregulares resultados de algunas selecciones en la primera fase hizo que, en la segunda, hubiese dos grupos de los ahora llamados “de la muerte”: España, Alemania e Inglaterra, por un lado, y Brasil, Argentina e Italia, por el otro.

Pero no fue aquello un obstáculo para la azzurra, en una nueva demostración de que ‘casi nunca es favorita pero casi siempre llega a las rondas finales’. En aquella ocasión Italia había llegado a la segunda fase, clasificándose de forma muy ramplona en un grupo completado por Polonia, Camerún y Perú. Italia, tras tres empates y sólo dos goles en los tres partidos de su grupo, logró superar a Camerún en la lucha por la segunda plaza, únicamente, por un gol más marcado a favor. La Polonia de Boniek, Smoralek y un veterano Lato logró la primera plaza, siendo a la postre semifinalista.

Enzo Bearzot, en una imagen con su inseparable pipa (Foto: inmemor.com)
Enzo Bearzot, en una imagen con su inseparable pipa (Foto: inmemor.com)

Arreciaron las críticas a Italia y a su seleccionador, Enzo Bearzot, el “hombre de la pipa”; principalmente, por su confianza ciega en Paolo Rossi. El gran goleador italiano de finales de los 70 y principio de los 80, llegaba al Mundial de España tras una sanción de casi dos años sin jugar por su supuesta implicación en el escándalo de las apuestas deportivas en Italia, conocido como “Totonero”. Apenas disputó tres partidos de Liga antes del Mundial de España y su participación en la primera fase del Mundial fue bastante pobre, sin lograr un solo gol.

A pesar de su juego y de las críticas, Bearzot  mantuvo a Rossi en el equipo titular, contra viento y marea (su confianza  era tal que ya le había llevado a Argentina’ 78 con 21 años). Italia ganó por 2-1, contra todo pronóstico, el primer partido de la segunda fase a la Argentina de un jovencísimo Diego Armando Maradona, que ese mismo verano ficharía por el FC Barcelona.

Como quiera que Brasil también ganara a los argentinos por tres goles a uno, el campeón de grupo y, por tanto semifinalista, se decidiría en el encuentro entre Italia y Brasil. Donde Italia había pasado de forma muy ajustada la primera fase, Brasil había liderado con toda comodidad su grupo de la primera fase, con tres victorias, una polémica antes Rusia y dos muy claras ante Escocia y Nueva Zelanda. Donde Italia necesitaba ganar, a Brasil le valía con un empate. Donde Italia apenas había exhibido buen juego, Brasil  mostraba al mundo uno de los centros del campo y, por ende, de los equipos de mayor calidad que se recuerdan: Toninho Cerezo, Zico, Sócrates, Eder, Falcao…

Sin embargo, Paolo Rossi “decidió” aquel día que había llegado el momento de dar la razón a su protector, Enzo Bearzot, y le endosó un hat-trick a Brasil que quedará para la historia. En el minuto 25, ya había metido dos goles (entre medias, Sócrates había hecho el 2-1 para Brasil) y, cuando Falcao ponía el empate a dos en el marcador en el minuto 68 y parecía dejar a Italia fuera del Mundial, Paolo Rossi, volvía a aparecer en el 74 parecer completar su triplete y meter a Italia en semifinales.

Paolo Rossi, máximo goleador de aquel Mundial (Foto: retrofootball.it)

En las semifinales, donde se repetiría el choque de la primera fase frente a Polonia, continuaría el ‘show Paolo Rossi’, que sería el autor de los dos goles con los que Italia se impuso a la gran sorpresa de aquél torneo. Y así se llegaría a la gran final, frente a Alemania, ese país protagonista de la frase del mítico Gary Lineker: “El fútbol es un deporte que juegan once contra once y siempre gana Alemania”.

Siempre… menos contra Italia. En ocho partidos de fases finales de Mundiales y Eurocopas, Alemania nunca fue capaz de ganar, arañando apenas 4 empates. La victoria en la final disputada en el Santiago Bernabéu (3-1 para la azzura) fue el quinto de esos enfrentamientos. Antes vendrían los de la primera fase de Chile ’62 (0-0), la majestuosa semifinal de México ’70 (4-3), y el encuentro de la segunda fase de Argentina ’78 (también, 0-0); después, los encuentros de primera fase de las Eurocopas de 1988 (1-1) y 1996 (0-0) y las semifinales del Mundial ’06 (2-0) y de la Euro ’12 (2-1).

¿Será la cuatro veces campeona del mundo y tres de Europa capaz de romper el maleficio? ¿O volverá a cumplirse la ‘tradición’? Se de uno u otro resultado, ¿se imagen al venerado y venerable Sandro Pertini vibrando con su azzurra allá donde esté?

VAVEL Logo
Sobre el autor