Cuando hablamos de fútbol internacional, varias son las selecciones que se nos pasan por la cabeza; Brasil, Italia, Alemania, Argentina… Selecciones históricamente potentes, con buenas actuaciones en Mundiales y torneos continentales y que, década tras década, cuentan con una buena nómina de jugadores de primer nivel. 

Otras nos vienen al recuerdo por sus grandes gestas, como la Uruguay bicampeona del mundo o más recientemente campeona de la Copa América 2011, la histórica Grecia campeona de Europa en 2004 o la llamativa Dinamarca, campeona de Europa en 1992 tras no clasificar al torneo y acceder al mismo mediante invitación. Y es que el fútbol, como bien todos sabemos, es un deporte precioso, emocionante, sentimental… pero no siempre es justo. Claro ejemplo es Holanda, cuyo palmarés refleja menos de lo que debería tener.

Referirse a selecciones como Hungría o la República Checa como grandes equipos les sonará, sobre todo a los más jóvenes, a falacia, puesto que en nuestros días ambos combinados están lejos de lo que fueron. Pero hay que tener en cuenta que son grandes equipos históricos, aunque la actualidad sea más pesimista y cualquier tiempo pasado pueda parecer mejor. Sin embargo, hasta no hace tanto, los checos sí eran un equipo temido en Europa. Pero empecemos por el principio. Antes de la separación de la República Checa y Eslovaquia, la selección de Checoslovaquia había conseguido dos subcampeonatos mundiales (1934 y 1962), dos terceros puestos en la Eurocopa (1960 y 1980) y una Eurocopa, la de 1976, ganada en penaltis a Alemania Federal con el mítico gol de Antonín Panenka, quién sin saberlo dio nombre a esa curioso golpeo. Destacando en los años 30, pero sobre todo entre el 60 y el 80, cuando consiguieron sus mayores logros de la mano de una generación mágica.

A partir de 1992, checos y eslovacos tomaron caminos diferentes con la separación del país, siendo los primeros los considerados sucesores del equipo checoslovaco. Ambos países han dado grandes futbolistas en la actualidad, como el eslovaco del Napoli Marek Hamšík o el mítico portero checo del Chelsea, hoy en el Arsenal, Petr Čech. Sin embargo, y a diferencia de sus vecinos eslovacos, la República Checa aún tendría una última gran generación, consiguiendo en 1996 llegar a la final de la Eurocopa y en 2004 cosechando el tercer puesto. Y sólo tres jugadores estuvieron en ambas plantillas; Vladimír Šmicer, Karel Poborský y Pavel Nedvěd. Siendo este último nuestro protagonista.

Los orígenes del crack

Pavel Nedvěd nació en Cheb, República Checa, el 30 de agosto de 1972, pero sus orígenes los encontramos en Skalná, un pequeño pueblo de dónde eran sus padres en el que no pudo nacer porque no tenía hospital. En Skalná dio sus primeras patadas al balón, formando parte del equipo del pueblo desde los cinco años. Ya de aquellas era considerado el mejor del equipo y el que más goles marcaba.

Poco a poco fue progresando, uniéndose después al R.H. Cheb de su ciudad natal hasta que llegó una oferta del Viktoria Plzeň, entonces en segunda división. Pavel, pese a contar con poco más de una década y un par de años de existencia, decidió aceptarla, separándose 120 kilómetros de su familia. Allí, el joven fue acogido por un técnico de las categorías inferiores del club llamado Pepik Žaloudek, quien descubrió en el adolescente un gran talento a pulir. El técnico, hoy tristemente fallecido, pensó que con un poco de mano dura y disciplina Nedvěd llegaría a ser profesional y puso todo su esfuerzo en ello. Para aquellas, Pavel ya destacaba por un gran manejo de las dos piernas, una velocidad endiablada y una entrega y lucha constante en cada partido. Así, era cuestión de tiempo que despegara. Y lo hizo.

Pero para eso antes tendría que cambiarse de equipo al Dukla Praga, uno de los pocos que permitía compaginar el servicio militar obligatorio de la época con el fútbol, equipo al que llegó con 18 años. Una temporada le bastó para que el año siguiente fuera fichado por el Sparta Praga, el equipo más grande del país.

Primeros títulos

Ya en el Sparta, el joven Nedvěd, empezó a demostrar su calidad. Quién le conoció en esos años, cuenta de él que era un chico respetuoso y tímido, que poco a poco se fue soltando. Al igual que su juego. “Técnicamente era muy bueno. Además siempre fue un chico fácil de dirigir, puesto que sus habilidades siempre estaban disponibles para lo que el entrenador necesitase. Era muy servicial y jugaba para el equipo”, relata Josef Chovanec, exjugador del Sparta, en una entrevista para Canal+.

Poco a poco fue evolucionando hasta ser el mejor del Sparta, equipo en el que estuvo cuatro temporadas, desde la 1992/93 a la 1995/96, debutando con los checos en torneos internacionales como la Recopa de Europa, la Champions League o la Copa de la UEFA y ganando sus primeros títulos. Defendiendo la camiseta granate del Sparta le llegaría su primera convocatoria con la selección en 1994, debutando frente a la República de Irlanda. Habitual en las convocatorias desde ese momento, Pavel finalmente fue incluido en la lista final de jugadores para la Eurocopa de 1996.

La primera gesta checa

Este torneo marcaría un antes y un después en la carrera de Nedvěd. Pavel sería titular en los tres encuentros de primera fase, consiguiendo anotar un gol contra Italia. En cuartos, aunque él no jugó, su equipo venció a Portugal, para medirse posteriormente en semifinales a Francia. Ese partido se iría a la tanda de penaltis, dónde tanto Nedvěd como su equipo no fallarían y se clasificarían a la gran final. En ella, esperaba Alemania, el rival contra el que sus antepasados habían levantado la Euro del 76. Sin embargo, esta vez, la historia fue diferente, perdiendo los checos por 2-1 por gol de oro. Pese a la derrota, ese torneo sirvió a Nedvěd para que todo el mundo conociera su nombre.

Un joven Nedvěd junto a Němec con la medalla de plata de la Euro96 | Foto: UEFA
Un joven Nedvěd junto a Němec con la medalla de plata de la Euro96 | Foto: UEFA

Tras el torneo pondría punto y final a su estancia en el Sparta, dejando como legado un total de 117 partidos, anotando 28 goles y consiguiendo tres ligas y una copa de su país.

Nuevos retos

Tras la Eurocopa de 1996, varios fueron los clubes que se interesaron en el veloz centrocampista, llevándose el gato al agua la SS Lazio, adelantando a última hora a un PSV Eindhoven que tenía un preacuerdo con el jugador. En el equipo romano, que por aquel tiempo era de los más temidos de Europa, se hizo indiscutible.

En su segunda campaña con la Lazio, el checo ganaría la Coppa Italia por 3-2 al ACMilan y alcanzaría la final de la UEFA, en la que se enfrentaría al Inter de Milán en el Parque de los Príncipes de París. Pero en Europa la suerte fue diferente. La Lazio, que contaba en sus filas con hombres como Nesta o Mancini, perdería la final por 3-0. Esa temporada el equipo terminaría séptimo en liga, clasificándose para la Recopa de Europa.

Pavel Nedvěd en su etapa en la Lazio | Foto: FIFA
Pavel Nedvěd en su etapa en la Lazio | Foto: FIFA

La tercera temporada con los celestes se saldó con dos títulos; la Supercoppa italiana ganada a la Juventus por 2-1 (con gol incluido de Nedvěd) y la Recopa de Europa, ganada 2-1 contra el Mallorca. En liga, los romanos realizaron una de sus mejores campañas pero finalizaron segundos, a sólo un punto del campeón en aquella temporada, el Milan.

La temporada 1999/00 fue todavía mejor. Nedvěd levantó la Supercopa de Europa tras vencer al Manchester United por 1-0 y disputó la Champions League, donde su equipo fue eliminado por el Valencia en cuartos de final. En los torneos domésticos, la Lazio hizo historia en Italia ganando el doblete (liga y Coppa).

Su última temporada como jugador celeste, la 2000/01, fue quizás la menos exitosa. Levantó de nuevo la Supercoppa, tras vencer al Inter en un vibrante partido que finalizó 4-3. Este sería el último título del checo en Roma, puesto que en liga finalizarían terceros, en Coppa fueron eliminados en cuartos de final y en la Champions no consiguieron pasar la segunda fase de grupos. Ese mismo verano, Nedvěd sería traspasado a la Juventus de Turín. Atrás dejaría la elástica celeste, donde jugó cinco temporadas (1996/97 hasta la 2000/01), disputando un total de 207 encuentros y anotando 51 goles, además de levantar cinco títulos.

El sucesor de Zidane

En el verano de 2001, el centrocampista checo se convertiría en uno de los fichajes más caros de la época tras enrolarse en las filas de la Juventus de Turín, previo pago de 42 millones de euros. Allí, el técnico Marcello Lippi lo pidió como sustituto de Zinedine Zidane, que en aquella temporada había hecho las maletas con destino Madrid. Lippi decidió alinearlo como volante exterior por la izquierda, posición a la que tardaría en adaptarse. En su primera campaña como bianconero y tras una gran remontada de la Juventus sobre el Inter de Milán, la Vecchia Signora terminó por llevarse el campeonato a falta de una sola jornada, levantando también la Supercoppa frente al Parma.

Pavel Nedvěd en un partido con la Juventus | Foto: Juventus
Pavel Nedvěd en un partido con la Juventus | Foto: Juventus

En su segunda campaña, Pavel repetiría ambos títulos. La Juventus, además, se perfilaba aquella campaña como uno de los máximos favoritos a levantar la Champions League. En su plantilla, nombres como Del Piero, David Trezeguet o Buffon hacían soñar a los italianos. En cuartos eliminaron al Barcelona y en semifinales al Real Madrid, anotando Nedved un tanto en cada eliminatoria, pero perdiéndose la final por acumulación de tarjetas. En ella, la Juventus perdería con el Milan. Sin embargo, su gran rendimiento durante esta temporada le valdría al checo para alzarse con el prestigioso Balón de Oro y con el premio a Mejor Jugador según la FIFA, ambos en 2003. La Juventus había acertado con su fichaje.

Nuevo asalto a Europa

En 2004, y tras no pasar la fase de grupos en la Euro 2000, Nedved lideraba la lista para la Eurocopa de Portugal, acompañado por la última gran camada del fútbol checo. Nombres como Petr Čech, Tomáš Rosický, Milan Baroš o Jan Koller figuraban en aquel mítico equipo que, sin embargo, no logró llegar a la final.

Milan Baroš y 	Pavel Nedvěd celebrando un gol de la Euro 2004 | Foto: UEFA
Milan Baroš y Pavel Nedvěd celebrando un gol de la Euro 2004 | Foto: UEFA

Los checos, uno de los equipos más fuertes del torneo (aunque lejos de ser favoritos), se plantaron en semifinales, donde cayeron ante Grecia, que acabó siendo el sorprendente campeón del torneo. Sin tanta fortuna en los mundiales, Pavel Nedved puede presumir de liderar a las dos últimas grandes generaciones del fútbol en su país. El Mundial de 2006, dónde cayeron en primera fase, fue el último gran torneo que disputó Pavel, quién se retiró del seleccionado con 91 partidos y 18 goles.

Últimos años en la Juventus y retiro

En la Juventus estuvo otras seis temporadas, ganando la liga en la 2004/05 y 2005/06, pero siendo despojados de ambos títulos por el escándalo de la compra de partidos que envolvió a la Juventus, siendo descendido el equipo a la Serie B. Pavel, al igual que otros compañeros, decidió seguir en el equipo, ascendiendo en la siguiente campaña ganando la segunda división. Ya en la temporada 2007/08 y con 35 años, pensó en el retiro, pero siguió en la Juventus hasta la 2008/09, cuando decide colgar las botas a los 37 años. Sus números hablan por sí solos; ocho temporadas de bianconero, cinco títulos, 327 partidos (lo que lo convierte en el extranjero que más veces defendió la elástica juventina) y 65 goles anotados.

Pavel Nedvěd ofreciendo el Balón de Oro ganado en 2003 a su afición | Foto: Juventus
Pavel Nedvěd ofreciendo el Balón de Oro ganado en 2003 a su afición | Foto: Juventus

Un futbolista diferente, educado, sencillo y modesto, que nunca dio un solo problema fuera de los terrenos de juego. Una técnica ambidiestra magistral y una clase con la pelota a la altura de muy pocos, su gran desborde, su regate o su enorme velocidad, son algunos de los motivos por los que el León de Praga, Balón de Oro en 2003 (entre otros muchos galardones individuales), siempre estará en la memoria de todo buen aficionado al fútbol.