La década de los 60 en el calcio italiano estuvo marcada por numerosos episodios inolvidables, mientras que durante aquellos años los títulos se iban repartiendo entre los tres gigantes: Inter, Milan y Juventus. Los nerazzurri, obtenían ese éxito de la mano del gran Luis Suárez, con tres Scudetti en su zurrón, más otros tres subcampeonatos.

Sin embargo, no era oro todo lo que relucía. Tras el fracaso en el Mundial de Chile en 1962 -no pasaron de la fase de grupos-, la Nazionale tenía puestas sus miras en el preciado trofeo del 66, con sede en Inglaterra. Pero, de nuevo, tropezaban con la misma piedra. Esta vez fue Corea del Norte, gracias al tanto de Pak Doo Ik, quien se clasificaba por encima de los italianos.

Momento en el que Pak Doo Ik marca a Italia. / Foto: fifa.com
Momento en el que Pak Doo Ik marca a Italia. / Foto: fifa.com

Chile e Inglaterra. Dos países que marcaron el devenir del futuro en Italia. Todo esto provocó que decidieran cerrar el mercado para los fichajes de jugadores extranjeros. Por tanto, de este modo, los dedos acusadores de los fracasos de la selección de fútbol señalaban a la cantidad de futbolistas foráneos que formaban parte de las plantillas de las escuadras. Algo que, paradójicamente, ha vuelto a ser el centro de las polémicas en la actualidad en la "bota" de Europa tras una nueva debacle de la Azzurra con Giampiero Ventura en el banquillo, sin clasificarse para el Mundial de Rusia de este verano.

14 años de "proteccionismo"

Desde ese 1966 hasta 1980, y con el principal objetivo de potenciar y desarrollar el producto nacional, llegaron diversos títulos continentales, pero de una forma muy pobre: campeones de la Eurocopa del 68 o subcampeones del Mundial del 70. En cuanto a clubes, las dos Recopas del Milan y la UEFA de la Juventus. 

Unos trofeos que, no obstante, no lograron evitar que la meta que se perseguía no daba del todo sus frutos. Dicho esto, tuvieron que deshacer sus pasos, rectificar, y volver a abrir el mercado para la llegada de extranjeros en 1980, aunque con una condición: tan solo cada equipo podría añadir a un futbolista foráneo

Fin al aislamiento

A pesar de que se abriese para todos los equipos dicho mercado, solamente fueron 11 de las 16 escuadras que por aquellos tiempos conformaban la Serie A las que incorporaron a extranjeros a su equipo. Los primeros en llegar fueron los Paulo Falcao a la Roma; Liam Brady la Juventus; Ruud Krol al Napoli; Herbert Prohaska al Inter o Daniel Bertoni a la Fiorentina. Un curso 1980/81 en el que, por cierto, acabó levantando el Scudetto la Vecchia Signora, con tan solo dos puntos de diferencia con respecto a los giallorossi.

En la 1982/83 se amplió el cupo a dos extranjeros por equipo

Ya en la temporada siguiente, la cifra aumentó hasta 15 de 16 los equipos que contaban con extranjeros en sus filas. Mientras, el Cagliari seguía siendo la excepción por segunda campaña consecutiva. No obstante, ese "plan" finalizó en la 1982/83, justo con la ampliación a dos en el cupo de foráneos, pasando a tener los 16 uno como mínimo. Los rossoblù añadieron a Waldemar Victorino y Julio César Uribe. Por otro lado, también arrancó la época en la que esos mismos futbolistas eran comprados/vendidos entre las propias entidades italianas. Por ejemplo, por parte de los bianconeri, está la venta de Brady (Sampdoria), para unir a dos grandes jugadores como Michel Platini o  Zbigniew Boniek. O la Roma, quien ganó la liga ese año, firmando a Prohaska, quien pertenecía al Inter.

Un año histórico

Sin embargo, como dice el refrán, "qué poco dura la alegría en casa del pobre", la Federación, en 1984, decidió volver a cerrar el mercato para la llegada de extranjeros. A pesar de ello, las escuadras tenían varías vías para intentar seguir firmando jugadores de tal calibre. Por una parte, podrían seguir con la compra-venta de foráneos entre ellos. O, también, apuntalar sus plantillas antes de que se acabase el periodo de fichajes. Esto provocó que fuesen numerosos los futbolistas que llegaron, haciendo la Serie A una de las más igualadas y espectaculares de la historia. Influyó, o más bien participó en esa homogeneidad, que sí se permitiese fichar a los equipos recién ascendidos.

Maradona y Platini protagonizaron uno de los mejores duelos. / Foto: gettyimages
Maradona y Platini protagonizaron uno de los mejores duelos. / Foto: gettyimages

Por tanto, gracias a esa "prohibición" y a esas condiciones, aunque resulte paradójico, se dio uno de los mejores campeonatos. A los Platini y Boniek (Juventus), Batista y Laudrup (Lazio), Edinho y Zico (Udinese), Falcao y Cerezo (Roma), se les unieron otros como Diego Armando Maradona (Napoli junto a Bertoni), Sócrates (Fiorentina junto a Passarella), Karl-Heinz Rummenigge (Inter con Liam Brady), Glenn Strömberg (Atalanta junto a Lars Larsson) o Junior (Torino con Walter Schachner). Ese Scudetto se lo llevaría el Hellas Verona

Apertura definitiva del mercado

Por fin, tan solo tres años después, en 1987 se abriría para siempre el mercado. El cual, fue uno de los más mediáticos, especialmente para el Milan. Los rossoneri, con el aterrizaje de Silvio Berlusconi a sus despachos, fueron uno de los que más juego dio. Inauguró la época dorada (y la de los holandeses) con los fichajes de Ruud Gullit y Marco van Basten. Otros futbolistas que llegaron fueron Rudi Völler a la Roma, Careca al Napoli, Dunga al Pisa o, uno de los más memorables, Hugo Maradona (el hermano de Diego Armando) al Ascoli.

Y es que tan solo un curso después, el cupo de extranjeros se amplió hasta los tres, algo que ayudó a las grandes potencias italianas a empezar a distanciarse del resto de escuadras. A los holandeses del Milan, se les unió un tercero: Frank Rijkaard. Mientras que sus vecinos del Inter, por su parte, se centraron en los futbolistas teutones, fichando a Lothar Matthäus y Andreas Brehme. El Napoli unió a sus filas al brasileño Alemão, el Verona a Claudio Caniggia, y la Sampdoria al exblaugrana Víctor Muñoz.

El trío de holandeses del Milan (Gullit, van Basten y Rijkaard). / Foto: zimbio.com
El trío de holandeses del Milan (Gullit, van Basten y Rijkaard). / Foto: zimbio.com

Una etapa brillante del calcio que pondría punto y final en la última temporada de la década de los 80. Fue con el Napoli en el Olimpo italiano, cosechando su segundo y último título liguero hasta entonces. Un legado que será eterno y, a buen seguro, difícilmente alcanzable para cualquier competición del mundo.