Bélgica venía siendo una de las selecciones más prometedoras de toda Europa, y quizás de todo el Mundo. Sin embargo, la falta de rigor táctico y un desorden generalizado en el juego dejaban sin opciones a los belgas en partidos importantes, pese a tener un equipo plagado de estrellas. Ahí viene precisamente la importancia de la llegada del nuevo técnico Roberto Martínez, que ha revolucionado el equipo en todos los aspectos.

Roberto Martínez observa el partido de Bélgica ante República Checa desde la banda. Foto: Getty Images
Roberto Martínez observa el partido de Bélgica ante República Checa desde la banda. Foto: Getty Images

Bob y su esquema 

La idea del técnico español se basa en dos cuestiones muy básicas. Por un lado maximizar las virtudes y minimizar las carencias, y por el otro, darle el mando del equipo a los cracks. Lo importante es lo primero, y es donde ha revolucionado más la selección belga. 

La falta de laterales de nivel, unido a la abundancia de centrales polivalentes, ha llevado a Bob a tomar la decisión de adaptar el esquema para jugar con tres centrales y carrileros, formando un 3-5-2 amoldable según quienes jueguen. Vertonghen y Alderweireld ganan importancia con este estilo, y permite al técnico contar con más jugadores de ataque ya que no tiene que convocar a 4 laterales.

En el centro del campo, Bélgica juega con dos medios centros como Dembelé y Witsel, ya que Nainggolan ha desaparecido para el nuevo seleccionador, por motivos tácticos. Los carriles son para Meunier y Carrasco, a priori. De Bruyne hace de enganche, y Hazard y Lukaku forman la delantera. A esto puede sumarse Mertens, que sustituiría a WitselDembelé, atrasando la posición de Kevin De Bruyne.

La plantilla belga celebra un gol ante Grecia. Foto: Getty Images
La plantilla belga celebra un gol ante Grecia. Foto: Getty Images

La selección belga es muy peligrosa con balón, debido a la calidad que tiene entre líneas, y la peligrosidad que generan Carrasco y Meunier haciendo superioridades en las bandas. Lukaku es el hombre gol mientras que Hazard y De Bruyne pugnan por ser la pieza angular del once. Las carencias de Bélgica, por su parte, vienen cuando no tienen la posesión, ya que basculan de manera contraproducente, encerrándose atrás poco a poco. 

Las claves pueden ser la efectividad arriba, el control de la posesión en campo contrario, y la fortaleza de los tres centrales. Además, el banquillo belga ofrece muchas variantes. Fellaini como recurso aéreo puntual, Januzaj con frescura para desequilibrar en los minutos finales o los jóvenes Dendoncker y Tielemans para sumar calidad al centro del campo.