La creación de esta canción se la debemos a John Kellete, el autor de la letra, pese a que dichas letras se acreditan en verdad a “Jaan Kenbrovin”, un seudónimo colectivo de los escritores James Kendis, James Brockman y Nat Vincent, combinando las tres primeras letras de los apellidos ya citados.

Este vals tuvo un éxito rotundo, siendo interpretado a finales de la década de 1910, por la gran mayoría de los principales artistas de la época. El escritor Ring Lardner, hizo una parodia de la letra durante el escándalo Black Sox de 1919, cuando se comenzó a sospechar que los jugadores del equipo de beisbol Chicago White Sox, estaban dejándose perder aposta durante la serie ante los Cincinnati Reds. Su versión comenzaba con un “I´m forever blowing ball games”.

La canción sonaba en la mayoría de los teatros de Gran Bretaña durante los años 20, comenzando una explosión de popularidad que la llevaría a sonar incluso en dibujos animados o cine.

I´m Forever Blowing Bubbles fue adoptada por el West Ham a finales de los años 20, fruto de la amistad entre Charlie Paynter, exentrenador del club, y Cornelius Bill, director de un colegio londinense.

Uno de los jugadores del equipo del colegio se llamaba Billy Murray, y guardaba un parecido muy estrecho a un personaje de una pintura conocida como “Bubbles” de John Everett Millais, que a su vez era usada en una campaña publicitaria por una empresa: jabones Pears. El futbolista, de esta forma, se gano el mote que correspondía al nombre del cuadro. Cornelius Bill solía cantar la canción cada vez que su equipo jugaba bien, todo esto, en alusión al mote de Billy “Bubbles” Murray, por lo que no tardaron mucho los aficionados hammers en adoptar esta canción para el West Ham.

La canción está compuesta por dos versos y un estribillo repetido dos veces. Esta oda a los sueños llena de luz el estadio del West Ham para que toda adversidad que se encuentre el equipo sucumba cual castillo de naipes. Huyendo de la grandilocuencia, acepta el fracaso y la derrota como algo inherente. “Siempre estoy soplando burbujas que vuelan muy alto, casi alcanzan el cielo, pero que, como mis sueños, acaban muriendo”. Desde luego, no parece un canto al triunfo.

Los aficionados del West Ham no han sido los únicos que han cantado esta canción. En el año 2006, los aficionados del Arsenal la cantaron en el último partido de Highbury, para celebrar la victoria del West Ham sobre el Tottenham en la última jornada de liga, y que permitía a los gunners clasificarse para la Champions League. De igual modo, los futbolistas del Blackburn la cantaron en el vestuario en el año 1995 tras ganar la Premier League gracias a un empate entre West Ham y Manchester United.

En los años 80, la banda de punk Cockney Rejects, hizo una versión de la canción que alcanzó gran fama. Además, la interpretó en el año 2016 en la despedida del estadio Boleyn Ground.

Con los años, se ha convertido en tradición que los jugadores salten al césped mientras la afición sopla sus burbujas. En mayo de 1999, antes de un partido contra el Middlesbrough, más de veinte mil aficionados soplaron burbujas durante un minuto, estableciendo así, un récord mundial.

Tras acompañar por más de un siglo al equipo en Upton Park, el Forever Blowing Bubbles resuena igual de bien en el Estadio Olímpico de Londres. Las etapas se abren y se cierran, llegarán nuevos desafíos, pero esa maravillosa sintonía los acompañará toda la vida.