Se acercan las navidades y con ello la época de pedir deseos. Y, sin lugar a duda, en la mente de muchos niños y niñas, así como en la de algún adulto se sitúa la idea de ser futbolista. La ilusión por emular a sus ídolos y ser parte de uno de los mayores circos del mundo se apodera de sus sueños.

Un deseo acompañado de una historia increíble

Un deseo, unido a un entramado rocambolesco permitió, allá por el año 1996, debutar a un joven africano en una de las mayores competiciones del mundo, la Premier League inglesa. Ese joven era Ali Dia.

Este nombre está rodeado de magia y fantasía, pero también de un oscuro pasado. Y es que en las calles de Southampton que llevan hacía St. Mary, donde hay imágenes de auténticas leyendas como Matt Le Tissier, la figura del africano está prohibida, como si se tratase de “el que no debe ser nombrado”.

Una llamada que cambió todo

En 1996, los Saints estaban realizando pruebas a jóvenes promesas, al igual que el resto de equipos profesionales. Miles de chicos probaban suerte para ver si podía hacer carrera en el verde. El entrenador, Graeme Souness, recibió una llamada del actual balón de oro, George Weah. En esa conversación, el gran delantero le comentaba que tenía un primo muy bueno, con unas cualidades parecidas a las suyas, Ali, alegando que sería una gran oportunidad porque tenía unas características similares al atacante rossonero. Graeme, amigo personal de Weah, no dudó en ningún momento en traerle, pues si se lo decía alguien con tanto peso no podía obviarlo. Según la historia, había jugado para el combinado nacional de Senegal y en algunos partidos para el PSG. Además, estaba en una temporada muy complicada, aquejado por las lesiones y enfermedades y sin apenas efectivos disponibles.

Greame Souness durante un partido | Fuente: Southampton FC
Greame Souness durante un partido | Fuente: Southampton FC

Unos días después, llegó el bueno de Ali, rodeado del misticismo de aquella llamada y con las miradas puestas en una promesa emergente que les podría hacer ganar muchos partidos y, por supuesto, dinero. En sus primeros entrenamientos se le vio como alguien atlético ya que poseía un físico decente, capaz de aguantar sin problemas la carga física. El problema era cuando tocaba el balón. Aunque era capaz de golpear y pasar, no se veían trazas de calidad alguna, aunque supusieron que la barrera idiomática y ser nuevo en un lugar como este le podía pasar factura.

El propio Le Tissier decía que “debió ganar un sorteo para estar entrenando con nosotros”. El capitán de los Saints, Jason Dodd, aseguraba que era un chico muy educado y reservado, pero que no tenía talento para el futbol. Como añadido, Ali se presentó un viernes a entrenar por primera vez, a un día del partido contra el Leeds United.

Y saltó la sorpresa... en el campo

Llegó el día de partido y los jugadores se reunieron en el vestuario para recibir las indicaciones del entrenador. Fue entonces cuando Matt Le Tissier se percató de que el bueno de Ali Dia estaba allí. Él mismo pensó que era muy afortunado porque iba a escuchar una charla profesional. Lo que el talentoso jugador no se esperaba era que Ali Dia figurase en el banquillo de suplentes. Lo que en Galicia se conoce como “chegar e encher”. Ir a entrenar el sábado por primera vez y estar entre los seleccionados al partido.

Matt Le Tissier, leyenda | Fuente: Southampton FC
Matt Le Tissier, leyenda | Fuente: Southampton FC

Nada más y nada menos que contra el Leeds. Graeme sabía que no era muy bueno, pero es que literalmente no había nadie más disponible. Y la épica no se hizo esperar. Los aficionados comenzaron a llegar y se encontraron con una joven promesa en el banquillo. La rumorología se desató e inundó el coliseo de Southampton.

Si debutas, hazlo a lo grande

Corría el minuto 30 de partido cuando el jugador franquicia del equipo Matt Le Tissier sufrió una lesión en el muslo y tuvo que ser sustituido. Graeme Souness se giró hacia el banco y, entre los restos que quedaban, eligió al joven senegalés para saltar al terreno de juego.

Fue entonces cuando el estadio de St. Mary se volvió loco. La grada comenzó a corear su nombre, quizás intrigada por la posibilidad de encontrar a un diamante en bruto, o quizás por la necesidad de creer en alguien que les sacase del descenso.

En el minuto 33, se paró el tiempo. Casualmente con ese mismo dorsal en la espalda, Ali Dia saltó al terreno de juego para cumplir su sueño de ser profesional. La única baza que tenía a favor era su condición atlética, la cual le permitía parecer más jugador de lo que realmente era.

Poco tiempo después de entrar al verde, Ali demostró que podía dar algún pase relativamente certero. La grada se animó y llevó en volandas al equipo. Poco después, el Southampton trazó una jugada de ataque. Ali, con su velocidad, se desplazó hacia la derecha y buscó superar a la defensa. Su compañero le vio, dándole un pase que le dejó solo delante del portero.

En un par de minutos tenía la oportunidad de su vida y, como era de esperar, la pifió. Disparo realmente mal y el conjunto de los Saints no pudo marcar. Todo se comenzó a torcer cuando los jugadores, aficionados y prensa vieron que Ali corría de un lado para el otro sin entender en absoluto el juego. En la mente de todos apareció la idea de que “igual no es tan bueno como su primo, George Weah”, como dijo Dodd. Un “headless chicken”, decía Le Tissier.

Ali Dia disputando un balón | Fuente: The Sun
Ali Dia disputando un balón contra el Leeds | Fuente: The Sun

Las dudas de la grada, unido al espectáculo esperpéntico que propició el primer gol del Leeds, obligó a Souness a sustituirle a la media hora. La afición comenzó a gritar “Ali Dia is a liar, is a liar”.

El debut del atacante senegalés salió en todas las portadas de los periódicos, era el tema central de la ciudad. Y no era para menos. La magia de esta historia guardaba un último capítulo. A la mañana siguiente Ali fue al entrenamiento para ver al fisioterapeuta y que le tratase de una lesión. Esa fue la última vez que se le vio. Se fue sin dejar pista. Por no dejar, no quedó ni la ropa de entrenar, pues debió meterla en su bolsa de entrenamiento y se la llevaría para casa como recuerdo. Ni siquiera pagó ni la factura del hotel.

Fue en este momento cuando Greame Souness comenzó a plantearse quién era realmente Ali Dia y a cuestionarse si realmente era el primo de George Weah, o si incluso el delantero del Milán le llegó a llamar en algún momento.

El partido fue lo de menos porque se fraguó una leyenda

El partido finalizó 0-2 en favor del conjunto inglés, pero nadie recuerda nada del partido. Salvo una cosa. El debut, y a la vez el final de Ali Dia.

Lo maravilloso de esta historia no son las mentiras, ni su capacidad para engañar a todo el mundo. Lo maravilloso es que una persona normal, como cualquiera de nosotros, llegó a ser profesional y a jugar un partido de la Premier League. El cogió la oportunidad que a la que cualquiera se hubiese agarrado con un clavo ardiendo.

A día de hoy sigue habiendo mucha incertidumbre sobre su persona. Muchos rumores y pocas certezas que hacen que la leyenda sea más grande cada día que pasa. Y es que  a veces los sueños se cumplen, aunque el camino sea un tanto ortodoxo.