Lo que más necesitó Liverpool toda la temporada, sin dudas, fue su afición. Su gente cantando los 90 minutos, volver a escuchar su himno, volver a escuchar el You'll Never Walk Alone que le de fuerza y fortaleza para sacar hasta los partido más difíciles que le tocan por delante. Y un día, el público volvió a las gradas de Anfield. 

Una temporada muy complicada para los de Jurgen Klopp, con las lesiones, la irregularidad, la falta de eficacia, el bajo nivel de muchos jugadores y la cantidad de partidos perdidos en su casa, hicieron que hasta la última fecha tuviera que esperar para confirmar, o no, su participación en la próxima Champions League. 

Sólo tenía que ganar al Crystal Palace para depender de sí mismo, por la diferencia de gol con Leicester para asegurar su pase, que podía ser tercero o cuarto, dependiendo del resultado de Chelsea que tenía dos puntos más. 

Los diez partidos para darle fin a la temporada de la Premier League comenzó puntal. Como nunca, volvió a sonar You'll Never Walk Alone antes del inicio de juego para darle la fuerza a su equipo, cuando más lo necesitaba. De todas formas, no fue un buen comienzo para los Reds, ya que la primera oportunidad fue para el Crystal Palace con Zaha, pero que tapó bien Alisson. 

El dueño de casa se hizo dueño del partido en los primeros minutos con el control de juego, pero una contra dejó al Liverpool mal parado en defensa y Zaha, con un disparo cruzado, pero desviado. Trent Alexander-Arnold respondió para el local, pero con un libre directo, pero que se fue por el lado de la red que no suma. 

De todas formas, a las 22 minutos de juego, Mo Salah tuvo la oportunidad de abrir el marcador al quedar frente a frente con Vicente Guaita, pero el portero respondió y logró desviar el remate del máximo artillero del torneo. 

El Liverpool comenzó a crecer en el juego, mientras que el Crystal Palace evitaba la caída de su vaya, lo pudo aguantar hasta el minuto 36 cuando desde un saque de esquina para el local desde la izquierda, un cabezazo desviado por Nathaniel Phillips, le quedó a Sadio Mané abajo de la portería para marcar el 1-0 del partido tan necesario para los Reds. 

Liverpool fue el completo dominador de juego desde ese momento, Mohamed Salah y Firmino tuvieron chances de aumentar el marcador, sin embargo, como en el resto de la temporada, la falta de efectividad le generó una mala pasada y, si bien el rival no generó más peligro a Alisson, los de Klopp se fueron al descanso ganando, sólo, 1-0. 

Poco se modificó en la segunda mitad. Liverpool jugaba con la tranquilidad de tener el gol que le diera el triunfo, mientras que el Crystal Palace poco se arriesgaba a buscar la igualdad. Roberto Firmino, a ocho minutos del inicio del juego, con un golpe de cabeza, pudo conseguir el segundo, Vicente Guaita con una mano salvó a su equipo. 

El partido transcurrió de la misma manera, pero las Águilas quisieron mostrar reacción, en el último partido de Roy Hodgson al mando. Eso no pasó, y una buena contra de los Reds, Sadio Mané marcó por duplicado el gol de la tranquilidad para asegurar los tres puntos tan necesitados. 

Todo era cantos y aplausos a los jugadores, que tuvieron que duplicar su esfuerzo ante una temporada en el que le costó tanto mantener el nivel y un once ante tantas lesiones. Todos fueron igual de reconocidos escuchando sus canciones, pero el momento especial de la tarde se dio cuando salió Georgino Wijnaldum, que no renovó contrato y su futuro es incierto, pero lejos de Liverpool, por lo que saludó a uno por uno en el banco de sustitutos, en especial a Klopp, y a los aficionados despidiéndose.

A pesar de que todos esperaban el gol de Salah, ya que Harry Kane marcó ante el Leciester, el gol para que el egipcio sea el máximo anotador del torneo no llegó y el inglés de los Spurs se quedó en soledad con ese título. De todas formas, con las derrotas de Chelsea y los Foxes, el Liverpool se quedó con el tercer puesto, sumó 69 puntos y se clasificó a la zona de grupos UEFA Champions League. 

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