El 25 de enero, la narración del Chelsea cambiaría de mandos. La frustración de lo errático sacó a Lampard del banquillo para que entrase el intervencionismo y la metodología de Tomas Tuchel. El movimiento arrastraría al Chelsea hacia lo que se presuponía que tenía que ser, un equipo jerárquico y disciplinado en cada una de las facetas del juego. Los más de 250 millones de euros desembolsados en el mercado estival se diluyeron en la intranscendencia hasta que el técnico germano predicó con su doctrina. Bajo su palabra y obra, recuperó a los extraviados hasta convertirlos en empedernecidos creyentes que le han seguido hasta dos finales y un cuarto puesto, una marca que cinco meses atrás respondía a una utopía. En un tiempo sin marco para la prueba y el error, Tuchel ha postergado la segunda frente a los gigantes blindando su portería. El trato de las áreas es el espacio que enfrenta a este Chelsea, por la seguridad que derrocha la propia y el titubeo de la contraria. Ahí reside el primero de los cuatro pasadizos que Tuchel tendrá que superar para imponerse el sábado a su pasado y proclamarse como flamante campeón de Europa. 

La ensoñación del gol

Desde su llegada, Tuchel ha tachado cada fase en la que el Chelsea se tambaleaba, revirtiendo (casi) la totalidad de las dinámicas. Los cambios que defensa y medio campo han experimentado han salpicado a una delantera que se ha secado sin responder a una causa justificada. La insuficiencia de cara a puerta es el fenómeno que ha castigado al equipo en la victoria (eliminatoria contra el Real Madrid, en Premier ante el Leicester) y en la derrota (final de la FA Cup, en Premier frente al Arsenal).

Timo Werner se enfrenta al escenario más desafiante / FOTO: Chelsea
Timo Werner se enfrenta al escenario más desafiante / FOTO: Chelsea

El planeta mira a Timo Werner como el epicentro y solución del problema, aunque la solución no pasa solo por él. El alemán ha nutrido al equipo de variantes, oportunidades y respuestas en contextos adversos, pero ha sido incapaz de imponerse en el escenario que más veces ha salido coreado, en el gol. 4 goles en Champions, 6 en Premier, 1 en FA Cup y 1 en EFL Cup componen un bagaje pobre para quien atesora la responsabilidad.

El peso de la presión se ha convertido en su infierno. Sin ella, como su mapa de calor manifiesta, se desliza por el flanco izquierdo. Desde ahí teje diagonales con las que irrumpir y martillear área contraria, pero cuando pisa el área, al alemán le cae un yunque que lo transforma en un delantero lento, impreciso y dubitativo. El día y la noche se ciernen sobre él dependiendo del sector que ocupe. Una rémora de esta magnitud sitúa a Tuchel en una circunstancia inquietante para resolver el bloqueo de su artillero y para seleccionar el acompañante que pudiese compensar el déficit. Y así llega al segundo pasadizo que completa el laberinto del gol del que ni Werner ni el resto ha logrado salir. 

Mapa de calor de Werner / FOTO: Sofascore
Mapa de calor de Werner / FOTO: Sofascore

¿Pulisic, Ziyech o Havertz?

La eterna cuestión planteada en cada previa. Quién será el tercer hombre tras Timo Werner y Mason Mount, quién encarna las características que mejor se amoldan a la esfera del rival.

Christian Pulisic es la herramienta que estira y resquebraja. El estadounidense parte desde la izquierda, diseñando el ataque más vertiginoso Blue sobre su velocidad y mordiente al espacio. Con él el Chelsea abre defensas y descifra espacios respondiendo a una estrategia menos protagonista con balón y focalizada en el contragolpe como vía para llegar a un gol que correspondería a Werner. Las cifras de Pulisic ejemplifican como es un elemento de desborde y no de remate (6 goles en la temporada).

El gol no es una de sus fortalezas, pero Pulisic abrió el marcador frente al Madrid / FOTO: UEFA
El gol no es una de sus fortalezas, pero Pulisic abrió el marcador frente al Madrid / FOTO: UEFA

Hakim Ziyech es la herramienta que genera y crea. El marroquí ha dejado solo seis goles en su casillero, pero como Pulisic, sus funciones otorgan al equipo un camino y no un final. Su posición natural es la de extremo derecho, aunque la composición del ataque y la permuta de posiciones, le ha llevado a ocupar los tres rangos del frente. La diferencia está en su lectura del espacio y del rumbo de la jugada. Se convierte en nexo entre Kanté-Jorginho y Werner-Mount, y en juez para dictaminar el sentido del juego, proyectando a los carrileros y delanteros, o administrando pausa. En los dos partidos frente al Manchester City ha sido titular —anotando en FA Cup el tanto decisivo— lo que le proporciona cierta preeminencia de cara a la final.

Un puesto estará en juego entre Havertz y Ziyech / FOTO: UEFA
Un puesto estará en juego entre Havertz y Ziyech / FOTO: UEFA

Kai Havertz es la herramienta que concentra y abre. El delantero alemán llegó como el cuerpo celeste del proyecto, pero las expectativas le engulleron hasta dejarlo como un jugador trivial. Su naturaleza le sitúa como un delantero versátil, voraz e inteligente que gravita por el campo con la certeza de encontrar en el lugar idóneo para ser determinante, desde el pase o desde el gol. En Premier League su acción ha oscilado entre el área, donde ejercía como delantero que recibía de espaldas y descargaba para abrir el campo (8 tantos en la temporada); y el costado diestro, desde donde dibujaba ataques y desmarques que agitaban el equipo. Havertz no se ha encontrado consigo mismo, aunque su talento se haya estimulado en partidos como la vuelta de semifinales contra el Real Madrid. Sin embargo, su potencial, su juego aéreo y su capacidad para cargar el área le sitúan entre las alternativas que Tuchel maneja para componer el ataque.

Tú de carrilero y yo de central

Azpilicueta y Reece James. Dos perfiles radicalmente opuestos que han permutado sus roles desde la final de la FA Cup frente al Leicester. Aquella tarde, Tuchel inventó a un central desde un lateral con alma de carrilero. Desde entonces, Reece James se ha inmerso en una metamorfosis de la que ha salido un jugador rocoso y ávido en un coto menos abierto a la imaginación y más a la austeridad como es el área propia. 

Reece James experimenta una reconversión al eje que puede confirmarse el sábado / FOTO: Chelsea
Reece James experimenta una reconversión al eje que puede confirmarse el sábado / FOTO: Chelsea

De autoridad, oficio y austeridad es experto uno de los regidores de la transformación Blue, César Azpilicueta. El navarro punza o sella el área con una convicción atronadora y su polivalencia  (central y carrilero diestro) ha permitido a Tuchel trazar nuevas líneas en su discurso. La duda reside en la demarcación desde la que partirá de inicio, pero la ecuación no solo recoge la X de Azpilicueta, sino también la Y de su acompañante, formulada en la explosividad de Reece James o la lectura posicional de Christensen. Una mirada ofensiva empujará a James al carril, una más conservadora unirá a Christensen y Azpilicueta, y a medio camino se situaría Azpilicueta como carrilero y James como central. Con Foden, De Bruyne y Zinchenko irrumpiendo en territorio comanche, Tuchel tendrá que articular sus cartas para vaciar el sector que concentra más talento del Manchester City.

La capitanía de Azpilicueta le empuja a la titularidad / FOTO: Chelsea
La capitanía de Azpilicueta le empuja a la titularidad / FOTO: Chelsea

El plan final

El último pasadizo desemboca en el final del laberinto. El más arduo y desafiante, contra un referente como Guardiola y contra un trasatlántico como es el Manchester City. El esquema será el 3-4-2-1 con el que el equipo se ha construido, pero de él corren cientos de estrategias que Tuchel deberá ir descartando. El plan ejecutado en FA Cup cubrió cada detalle, desde la vigilancia sobre De Bruyne, Sterling y Gabriel Jesús hasta los tipos de presión que se efectuaban dependiendo del terreno en el que circulase el balón. Los saques de puerta eran perseguidos hasta la estrangulación, y las progresiones de los centrales no se activaban hasta que sobrepasaban el círculo central, plantando la frontera en Kanté y Jorginho. Así, el City caería en la redundancia mientras el Chelsea esperaría ordenado a que un espacio quedase inhabitado para invadirlo.

Dos posesos de lo táctico en un pulso por la corona / FOTO: FA Cup
Dos posesos de lo táctico en un pulso por la corona / FOTO: FA Cup

Pero Guardiola no volverá a ser presa, y en esa incertidumbre es donde Tuchel ha de moverse. Kanté y Jorginho se aventurarán en un esfuerzo titánico para desconectar a los interiores, los centrales tendrán que enfrentarse a salidas que les desprotegerán, y los carrileros a dicotomías sobre el marcaje a extremo y carrilero. El partido guarda tantos secretos como el laberinto en el que Tuchel se ha alojado y la circunstancia en la que Guardiola se halla, porque la Champions pena el error sin indultar al errado, y en una final donde la mente es el factor desestabilizante, ninguna idea puede ser producto del olvido.