La segunda Champions que el Chelsea ha añadido a sus vitrinas se ha cimentado sobre Tuchel, el colectivo y un poderoso colofón que haría claudicar al Manchester City. Oporto es Blue.

Un favorito destronado

Para muchos, parecía tratarse de una final hecha para Pep Guardiola; para ellos era  casi impensable que el técnico de referencia de su generación, el filósofo, el pensador, el motivador, el estratega, el que ha creado la escuela a la que se han apuntado Klopp, Flick, Nagelsmann y el propio Tuchel, llevara más una década sin conquistar Europa desde que asombró al mundo con aquel fútbol exquisito, casi de otro planeta, para que el Barça conquistara en Wembley su cuarta UEFA Champions League pasando por encima del Manchester United. Pero la de Oporto fue una noche tan amarga como cruel para el de Sampedor.

Tuchel y su “Revolución Blue”

“La Revolución Blue” de Tuchel terminó en la más dulce de las conquistas para el conjunto de Stamford Bridge. El entrenador alemán, que aterrizó en Stamford Bridge tras su destitución en el PSG y que se encontró un Chelsea desangelado y lleno de interrogantes con 20 puntos en 19 partidos de Liga, revolucionó a sus jóvenes leones azules y cambió el guion de la campaña de una manera que nadie habría imaginado. Su Chelsea se impuso al City.

Curiosidad aparentemente cíclica

La final de Oporto, tuvo sus tintes de viaje al pasado para el Chelsea puesto que también en 2012 cambió de entrenador a media temporada y terminó conquistando Europa con Roberto di Matteo al mando. Esta vez el golpe de timón vino al sustituir a Frank Lampard por Thomas Tuchel, y la operación terminó saliendo redonda.

Un latigazo Blue

En un sin número de ocasiones, las grandes finales son partidos más cerrados que un supermercado a las 12 de noche, no fue tal el caso en la final de Oporto, en la que se generaron tantas oportunidades que fue milagroso que sólo cayera un gol, obra de Havertz, el jugador más caro en la historia del Chelsea rindió frutos y de qué manera, al filo del descanso.

El City, favorito y ganador de tres de las últimas cuatro Premier Leagues, se vio con frecuencia desbordado, víctima de los mismos errores defensivos que le han costado la eliminación en las últimas ediciones de la Champions, de esa defensa alta que a veces los rivales superan con un solo pase seguido de un latigazo a velocidad. El Chelsea necesitó únicamente tres movimientos para que Mount tocara en el centro del campo, en la banda izquierda, y habilitara con un balón mortal a Havertz para que superó la salida de Ederson a la desesperada para firmar el 0-1 que a la postre sería definitivo.

Chelsea arrollador en la primera mitad

Nadie podrá decir que se trata de injusticia, porque el Chelsea fue mucho mejor en el campo los  primeros cuarenta y cinco minutos y pudo -más bien debió- haber marcado alguno más si Timo Werner, que sigue sufriendo de cara al gol, no hubiera desaprovechado tres ocasiones de para vestirse de gloria entre el minuto 10 y el 15. Primero abanicando en área un servicio de Havertz, luego disparando a las manos de Mendy en inmejorable posición, y finalmente forzando a Ederson a desviar el balón al lateral de la red. Aparte de eso, un cabezazo de Kanté culminando una jugada colectiva de los Blues también puso en un puño el corazón de Pep y de toda la parcialidad Sky Blue.

Kanté clave para la conquista

El despliegue físico de N’Golo Kanté fue una de las claves por las cuales el Chelsea terminó levantando el título. El mediocentro francés supo contener al Manchester City gracias a su tremendo desgaste físico.

El francés realizó 10 recuperaciones de balón, entregó 29 pases buenos y recorrió 12 kilómetros durante el partido, registrando una actividad espectacular en el mapa de calor por todo el terreno de juego.

Cambio de guion, mismo resultado

El City salió del vestuario con renovados bríos y dominó la posesión más de acuerdo a lo que estaba previsto antes del silbatazo inicial, pero no pudo crear grandes oportunidades de gol ante un Chelsea más especulador que supo manejar los tiempos y jugó con el impecable orden defensivo que ha mostrado desde la llegada de Tuchel al banquillo.

Guardiola, tuvo que reemplazar a De Bruyne, tras un choque con Rüdiger, por Fernandinho y dando entrada a Jesús, ofreció a Agüero, a sólo un cuarto de hora de la final en su último partido con el conjunto de Manchester, antes de, presumiblemente, desembarcar en el Camp Nou.

Ya todo fue a la desesperada para el City, los minutos pasaban y la defensa del Chelsea se mantenía firme. Presión, balones a la olla, pero nada. Excepto en el último de los siete minutos de tiempo añadido, cuando un remate de Mahrez desde el borde del área pasó besando el larguero. Pep tendrá que seguir esperando; su admirador, Tuchel, le ha tomado la medida le ha vencido en sus tres enfrentamientos de la temporada y le ha arrebatado la gloria europea.