Las dos selecciones con el conflicto más longevo de la historia se citaron en Wembley para buscar un vencedor que escribiese una línea más de su relato. Guerras, referéndums y discusiones después, la Eurocopa tampoco resolvió. La contienda fue cesada cuando ninguno demostró artificio para derrocar al otro, aunque la condición y el esfuerzo del ejército escocés les condecorase con la 'victoria'. Moral porque en la disputa, la intensidad y el duelo brillaron; futbolística, porque siguen vivos para afrontar el partido contra Croacia como el mayor frente en décadas. Inglaterra desde su posición dejó poco. A pesar de contar con las mejores armas siguió escenificando un planteamiento ramplón con el que aún no puede aspirar a conquistar el continente.

Escocia dirige y no decide

Agitaban más o menos el cóctel Gareth Southgate y Stephen Clarke de inicio. Inglaterra cambiaba a los laterales, siendo Reece James y Luke Shaw los titulares. Escocia metía cuatro cambios de nombres (Tierney, McGregor, Gilmour, Adams) y uno posicional, iniciando McTominay como central.

El fervor con el que salió Escocia manifestaba como no era solo un partido, ni tan siquiera un derbi, sino el resultado de un pulso histórico entre dos naciones vecinas. La puesta en escena escocesa tuvo más determinación, haciendo del choque su virtud e incomodando a Inglaterra hasta impedirle girar y profundizar. Los Three Lions tuvieron momentos de lucidez en el córner que envió Stones al palo, en detalles de Sterling, movimientos de Foden y balones largos de Reece James. Solo por momentos el juego no se sostuvo, sino que se fue atascando hasta reducirse a los envíos de James. 

La pinchada de Foden / FOTO: UEFA
La pinchada de Foden / FOTO: UEFA

Escocia no dejó de crecer, incansable en su trabajo para encimar a los jugones ingleses y obligarles a recular. Alejados del foco, Mount se desesperó, Sterling se apagó, Kane se ausentó y solo Foden resolvía. Su pinchada fue la diferencia, aunque sus movimientos no soportasen el peso ofensivo de Inglaterra.

La estrategia de The Tartan Army topó en su carga con Pickford, que se estiró muy por encima de su 1,85m para negarle a O'Donnell la volea con la que le había desafiado. La mano de acero del portero inglés provocó que la intensidad no fraguase y se extendiese a un segundo tiempo donde la electricidad inglesa volvió a ser producto de chispazos.

La mano salvadora de Pickford / FOTO: UEFA
La mano salvadora de Pickford / FOTO: UEFA

Inglaterra coarta su talento

La defensa escocesa era intransigente, aunque cediese metros, la concentración, la intensidad y el poderío no se negaban. Le faltaban enlaces entre las áreas para llegar por una vía distinta al centro o al balón parado, desde donde rozó el gol a remate de Dykes. Sacó bajo palos Reece James, y aunque no tocase más la puerta de Pickford, no paró de acecharla.

Robertson y Tierney, defensores del flanco izquierdo / FOTO: UEFA
Robertson y Tierney, defensores del flanco izquierdo / FOTO: UEFA

Inglaterra no encontró caminos por dentro. Aunque su talento buscase activarse, ni Grealish ni Rashford modificaron la tónica predominante que había impuesto Escocia. McTominay, Hanley y Tierney blandían sus armas y plantaban a sus escudos mientras Gilmour oxigenaba por delante. El pequeño escocés mandó con personalidad y dictaminó los tiempos sin que el peso del escenario le hiciese tambalearse.

Stones rematando el balón al palo en el minuto 11 / FOTO: UEFA
Stones rematando el balón al palo en el minuto 11 / FOTO: UEFA

A un enfrentamiento de tal magnitud cronológica le llegó su respectiva polémica. Sterling bordeó el área hasta llegar a línea de fondo, donde Robertson le pisó, provocándole una caída exacerbada que despejó de dudas a Mateu. El estimulo final de Inglaterra llegó por imposición del contexto, en una jugada que acabó con la defensa de Escocia mordiendo el balón en el área. Iluminaba el descuento cuando el balón empezó a trabarse y a deslizarse sin dueño hasta que McGinn lo despejó. Salvó la última bala Escocia con el compromiso con el que rascó el empate que les deja vivos de cara a la última jornada.

El caos final / FOTO: UEFA
El caos final / FOTO: UEFA

Los Three Lions volvieron a dejar tiranteces, por su concatenación de talento y su incapacidad para optimizarlo. Las piezas se miran, se buscan, pero no se encuentran. The Tartan Army personificó el valor sentimental y futbolístico que evocaba el encuentro. El sacrificio coral albergó matices como el orden y los apoyos, pero fue el método en sí quien amordazó a un rival cuya imagen no correspondió ni a sus hombres ni a la historia.

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