En 1895 corrían tiempos revueltos en lo político y de grandes renovaciones en el terreno social, Oscar Wilde estrenaba su obra de teatro “La importancia de llamarse Ernesto“, mientras en París los hermanos Lumière presentaban en sociedad su primera sesión cinematográfica de pago. La insurrección cubana escenificaba una de las primeras páginas de la caída del Imperio colonial español mientras en la modesta localidad albaceteña de Almansa, un 8 de junio, nacía Santiago Bernabéu Yeste. Un joven predestinado a edificar la historia y leyenda de un Real Madrid Imperial, cuyo nombre no conocería jamás la ingratitud del olvido, que durante todo un siglo se le veneraría como el más sabio dirigente conocido y que en todo ese tiempo nadie se atrevería a rebatir sus ideas de dirigencia deportiva.

En un principio no le atraía demasiado el fútbol, de pequeño tenía otras metas en su cabeza

Hijo de José Bernabéu, natural de Valencia y de Antonia Yeste Núñez, cubana de nacimiento, creció bajo la mirada invisible y envolvente del dios protector del fútbol.  Fue el benjamín de cinco hermanos: Isabel, José, Antonio, Marcelo y el propio Santiago. Su llegada a Madrid se produjo en 1900, por entonces tenía solo cinco años y pocos podían imaginar que había llegado a la capital de España el que se convertiría en el futuro en uno de los personajes más ilustres de la sociedad madrileña. Sin tener consciencia de ello y para complacer a aquel Dios del balón, el padre de Santiago se ocupó de proporcionar a su hijo una completa y esmerada formación. Cursó sus estudios en el Colegio de los Agustinos donde quedó interno. Curiosamente al joven Santiago en un principio no le atraía demasiado el fútbol, de pequeño tenía otras metas en su cabeza, como la música, pero mataba el tiempo y combatía el frío jugando al por entonces conocido como foot-ball en el patio de la Herrería de El Escorial.

Posteriormente realizó los estudios de Bachillerato en el Real Colegio de Alfonso XII, en El Escorial, y en el Instituto Cardenal Cisneros, de Madrid, para más tarde hacer la carrera de Derecho, consiguiendo el título de abogado a los veinte años de edad. Paralelamente a su formación académica, en la mentalidad de Don Santiago poco a poco fue minando el veneno del fútbol. Y es que sus hermanos Antonio y Marcelo, que eran unos apasionados del fútbol, se encargaron de animarle para seguir jugando al revolucionario deporte británico. Su primer éxito conseguido en 1902, jugando y destacando en el equipo de su colegio como delantero centro, acabó por transformar la mentalidad de un Bernabéu que quedó definitivamente atrapado por aquel deporte inglés.

Como cité anteriormente cursó estudios en el Instituto Cardenal Cisneros, donde se matriculó con 15 años y a su vez se hizo socio y jugador de la Gimnástica, club en el que jugó en la posición de portero. Santiago formó parte integrante de una familia muy peculiar en la que todos y cada uno de sus miembros poseían un fuerte carácter y una arraigada personalidad. Muchas anécdotas circulan en derredor de un núcleo familiar que marcó profundamente y modeló la personalidad única del visionario balompédico de Almansa. Santiago vivió en primera persona la oposición de su padre con respecto a la pasión que mostraban tanto él como sus hermanos por aquella absurda pelota de cuero. En una ocasión le comentó a su padre: “Papá me han seleccionado para jugar contra la Selección vasca” y según el propio Santiago su padre se le quedó mirando con aquella cara con la que lo decía todo: “Valiente imbécil, Me voy a ir al otro mundo y me dejo un hijo idiota, dedicado al fútbol.”

Su hermano Marcelo jugaba también en la Gimnástica y un buen día conociendo el talento de su hermano como delantero le dijo: “Como te vea volver a jugar de portero te pego un guantazo que te pongo la cabeza en el cogote”.  De la Gimnástica pasó al Madrid y en el equipo blanco lo pusieron también de portero, ante tal circunstancia su hermano volvió a ponerse serio y le dijo nuevamente: “O juegas de delantero centro o no juegas”.

Las manos de Bernabéu pintaron aquella valla de madera comprada por Don Pedro Parages que acotó los inicios de una institución de leyenda. 

 Con estos antecedentes el bueno de Bernabéu siguió jugando al fútbol y se convirtió en uno de los componentes de aquel grupo de madridistas formado por Fuertes, Chulilla, Aparicio, Parages, Goicoechea y los hermanos Santiago y Marcelo Bernabéu, que a base de pico y pala limpiaron, pintaron y adecentaron el estadio ODonell. Las manos de Bernabéu pintaron aquella valla de madera comprada por Don Pedro Parages que acotó los inicios de una institución de leyenda.

Con tan sólo 17 años, finalizando la temporada 1912-13, ascendió al primer equipo, Santiago no fue un crack, podía jugar tanto de interior como de delantero centro, era un futbolista que destacaba por su fortaleza física. En cualquier caso cuenta la leyenda, y posiblemente la mitificación de su figura, que llegó a anotar más de ¡1.200 goles! desde su ingreso en el club hasta su retirada en 1927. A su retirada ejerció como abogado en Oviedo, aunque rápidamente regresó a Madrid donde se dedicó plenamente al deporte como directivo y promotor.

Así comenzaba la andadura mítica de un dirigente único al que posiblemente la exaltación de su figura haya convertido en un ser por encima del bien y del mal. Algo ciertamente lógico teniendo en cuenta su legado pero no del todo cierto, pues como todos tuvo errores y aciertos, aunque en su caso los segundos fueron abrumadoramente más numerosos que los primeros. Mucho se ha disertado sobre su figura y dependiendo de los matices históricos y los intereses que se defiendan,  algunos verán a un ser perfecto y otros a un hombre brillante que no habría construido el mejor Madrid de la historia sin la ayuda del régimen y de Franco (al que el fútbol jamás le gustó y simplemente utilizó como tantos otros dictadores). En cualquier caso en estas líneas no pretendo convencer a nadie sino mostraros la historia y personalidad de un hombre que para mí cimentó su éxito en la sapiencia de aquel que poseía una sólida cultura y, sobre todo una enorme experiencia en lo que al apartado futbolístico se refiere.

Algunas personas decían que tenía un sexto sentido, pero lo verdaderamente real es que Bernabéu sabía mucho de fútbol

Y es que Bernabéu llegó a ser todo en el Real Madrid, desde el pintor de aquella valla de madera, a jugador, directivo, entrenador, presidente… Conocía hasta el último recoveco de la institución como si de su propia casa se tratara, es más creo que el Madrid era su casa y sus empleados parte de su familia. Algunas personas decían que tenía un sexto sentido, pero lo verdaderamente real es que Bernabéu sabía mucho de fútbol. En una de sus inmortales frases retrató y radiografió la personalidad de los futbolistas: “Son como niños, la actividad de un hombre va siempre relacionada con su edad. Si ves a un niño leyendo la Biblia tendrá cara de niño, pero si ves a un futbolista con treinta años jugando al balón tendrá espíritu de niño”. Para Don Santiago el perfecto futbolista era aquel que fuera del campo era muy hombre y muy niño dentro de él.

 

Como dije, pasó por casi todos las escalas y cargos de responsabilidad de la histórica entidad madrileña. En 1929 fue nombrado secretario de la Junta Directiva del Real Madrid, cargo que ocupó hasta 1935. Posteriormente en septiembre de 1943 fue elegido presidente del club proponiendo inmediatamente la construcción de un nuevo estadio, cuyos terrenos se adquirieron en junio de 1944 y que al año siguiente se comenzó a construir. A partir de aquí comenzó la magistral labor directiva de un hombre que enseñó el camino y sentó cátedra para que la mayoría de los clubes europeos plagiaran su modelo de gestión.

 En lo referente a la cuestión administrativa Bernabéu creó un organigrama directivo que se convirtió en el organigrama estándar del fútbol europeo. Codo a codo con su mano derecha, Raimundo Saporta, creó áreas determinadas y cuerpos técnicos independientes para cada sección y categoría del Club. Además multiplicó por diez el patrimonio del club con la construcción del Nuevo Chamartín y la creación de una Ciudad Deportiva, pero si pasó a la historia por algo en especial fue por su extraordinario trabajo en la parcela deportiva. Amante del buen fútbol y por encima de todo un gran hombre de fútbol, demostró con su gestión que había pocos hombres en el mundo que supieran tanto de este deporte como él.

Di Stéfano, a un solo paso del Barça y con la camiseta azulgrana enfundada, acabó vistiendo los colores del Real Madrid en uno de los jaques deportivos más sonados de la historia.

Tenía un fino instinto para reconocer a un crack a varios kilómetros de distancia, fue el gran culpable de la llegada al club de míticos futbolistas. El primero fue Luis Regueiro (que se convirtió en la primera perla de su proyecto), con el que demostró su habilidad negociadora y,  luego llegaron los Samitier, Ciriaco, Quincoces, Zamora, Gaspar Rubio… pero su mayor acierto sin duda fue la contratación de un argentino de cabello dorado llamado Alfredo Di Stéfano, un futbolista que deslumbró con Millonarios, en la celebración de las Bodas de Oro del Real en el año 1952. Un Di Stéfano, que a un solo paso del Barça y con la camiseta azulgrana enfundada acabó vistiendo los colores del Real Madrid en uno de los jaques deportivos más sonados de la historia. Lo cierto es que Bernabéu envió a Saporta y su habilidad negociadora a Millonarios, (que poseía los derechos del jugador en aquel momento) mientras el Barça cerraba su acuerdo con River, que legalmente y como consecuencia del “pacto de Lima” recuperaría los derechos de Di Stéfano en 1954. Una circunstancia que provocó la tremenda controversia discutida hasta la saciedad de su fichaje, pero la realidad es que el presidente del Barça, Enrique Martí, tuvo en sus manos el fichaje de Di Stéfano por los 27.000 dólares que Alfonso Seniors (presidente de Millonarios) le pidió a cambio de la cesión de todos los derechos del club sobre el jugador. Lo cierto es que acabó negándose a ello mientras el Madrid conseguía cerrar su acuerdo con Millonarios y el compromiso de River de lavarse las manos en la operación.

Una operación que concluyó con la mediación de Armando Muñoz Calero, ex presidente de la Federación Española de Fútbol (nombrado por la FIFA) que adoptó la decisión salomónica de que ’La saeta rubia’ jugara dos temporadas en cada club. Decisión a la que una comisión gestora del club azulgrana acabó renunciando y cediendo a una contratación que cambió el curso de la historia del fútbol español y europeo.

A Di Stefano le siguieron Molowny, Kopa, Gento, Rial, Puskas, Didí, Santamaría….y el fútbol ofensivo reinó en la Liga española y se doctoró en Europa y en el Mundo. Bernabéu recibió numerosas ofertas para contratar a infinidad de cracks, pero por aquella experiencia, aquel sexto sentido que dicen poseía, casi siempre supo discernir cuál de ellos además de un gran futbolista encajaba en el modelo de fútbol que había creado con la ayuda de sus técnicos. Sobre todo que amalgamara con Di Stéfano, la piedra angular entorno a la que giró un proyecto que convirtió al Madrid en el mejor equipo del mundo de su época, reconocido como tal por la FIFA en París en 1998.

Bajo su mandato que se prolongó desde 1943 a 1978, el Madrid consiguió 16 Ligas, 6 Copas de España, 6 Copas de Europa y 1 Copa Intercontinental, 2 Copas Latinas, 2 Pequeñas Copas del Mundo, además de una infinidad de Trofeos. Tuvo trece entrenadores: Encinas, Quincoces, Albeniz, Keeping, Scarone, Ipiña, Villalonga, Fernández, Carniglia, Fleitas Solinch, Muñoz, Miljanic, Molowny.

 

Además de por su inigualable dirección presidencial y su capacidad, destacó por su calidad humana y honestidad, jamás aceptó recibir sueldo alguno por ser presidente y llegó a pagar hasta los periódicos que compraba en el club. Convirtió al Madrid en un modelo de caballerosidad y deportividad en todo el mundo. Fue uno de los impulsores de la Copa de Europa (hoy Champions League) y bajo su presidencia el Madrid fue el único club del mundo que participó en la creación de la FIFA.  Cuando en 1977 su salud comenzó a quebrar, el mundo entero y todos los estamentos de la sociedad quisieron rendir tributo en forma de premios y reconocimientos al eterno presidente. En marzo de 1978 recibió la Medalla de Oro y Brillantes de la Real Federación Española de Futbol de la mano del por entonces presidente, Pablo Porta. Posteriormente el 19 de abril de 1978, coincidiendo con la disputa de la final de la Copa del Rey en el Estadio Santiago Bernabéu, el Rey don Juan Carlos, que presidía el encuentro, impuso a Santiago Bernabéu la Medalla de Oro al Mérito Deportivo, y a continuación el ministro de Cultura, Pío Cabanillas, le entregó la Placa de Oro al Mérito Deportivo.

 Finamente el 2 de junio de 1978, Don Santiago Bernabéu Yeste fallecía a la edad de 83 años en Madrid, su ciudad adoptiva y deportiva. Su muerte causó gran conmoción, la FIFA decretó tres días de luto en el Mundial que por entonces se disputaba en Argentina y las muestras de condolencia se sucedieron una tras otra y llegaron desde todas las partes del mundo. Su capilla ardiente quedó instalada en el estadio que llevaba su nombre y fue acompañado multitudinariamente. El cadáver de Santiago Bernabéu fue trasladado a Almansa donde recibió cristiana sepultura. Aquel día dejaba atrás 60 años de servicio al club, desde infantiles, pasando por todas las inferiores hasta jugador del primer equipo. Luego como secretario técnico, directivo y 33 años y seis meses como presidente.

Su legado el Real Madrid, un legado imponente que perdurará por y para siempre gracias a su irrepetible figura 

Aquel día cuentan que cobró mayor sentido que nunca la siguiente alegoría de Ramón Gómez de la Serna “el esqueleto es un ventanal al que se le han roto todos los cristales”. El quebradizo físico de un mito, un ser humano hacía ver a sus congéneres lo fugitiva que es la vida, pero no así el legado que podemos dejar. El suyo el Real Madrid, un legado imponente que perdurará por y para siempre gracias a la irrepetible figura de un abogado de Almansa con alma de delantero centro.