En la década de los 50, los enfrentamientos entre Real Madrid y Barcelona ya estaban cargados de una enorme tensión y rivalidad. Los dos “gigantes” eran los dominadores de la competición nacional, por lo que sus duelos eran seguidos con gran expectación. A finales de esta década, el Barcelona ya había conseguido 5 Copas, todas ellas bajo el régimen franquista, por lo que su denominación era la de Copa del Generalísimo. El Madrid por su parte se había hecho 4 veces con ese trofeo, y no lo ganaba desde la temporada 1946/1947.

Aquella falta de la Copa nacional, no suponía ningún trauma para la afición madridista, que veía como en Europa dominaban desde hacía 4 años. Su mandato en el Viejo Continente se refrendaba con el título de nueva creación, la Copa de Europa. Un trofeo que los blancos llevaban ganando desde su instauración en 1955. Ese año no iba a ser una excepción, y el equipo dirigido por el argentino Luis Antonio Carniglia, conseguiría levantar el cuarto trofeo de la Copa de Europa ante el Stade de Reims (2-0), mostrando su clara hegemonía. La plantilla que había lograda tal hazaña, era de escándalo. Puskas, Gento, Kopa, Marquitos y el increíble Di Stéfano, hacían las delicias de los aficionados.

Plantilla del Real Madrid, en la temporada 1958/1959

Por su parte el Barcelona, con el mítico Helenio Herrera en el banquillo, también había logrado una temporada sobresaliente. Su regularidad en el campeonato nacional de Liga, les había permitido imponerse por 4 puntos, al eterno rival de la capital española, el Real Madrid. Su plantilla también era de primerísimo nivel con jugadores como el guardameta Ramallets, Segarra, Luis Suárez, Tejada, Evaristo o el jugador convertido en leyenda, Laszlo Kubala.

Así pues, ambos equipos no tenían nada que demostrar. Habían ganado las competiciones más importantes de la época, y únicamente esperaban a disputar la Copa del Generalísimo. Los dos conjuntos encaraban unas complicadas semifinales, tras superar el Real Madrid al Sevilla, y el Barcelona al Betis. Serían unas semifinales muy disputadas, entre los dos mejores equipos.

Una remontada épica

El primer partido de la ronda se jugaría en casa del Madrid, en el mítico estadio Santiago Bernabéu, que vibraría tras la consecución de esa cuarta Copa de Europa. Ese 7 de junio de 1959, el Real Madrid saltó al campo excelso, orgulloso de su gesta en Europa, por lo que antes de comenzar el encuentro, brindó el trofeo a la afición, que desbordante de júbilo, aplaudía a sus héroes.

Los dos equipos comenzaron a dar un verdadero espectáculo de juego, con un Barcelona intentando controlar la pelota, y un Madrid ciertamente cansado, que esperaba con paciencia su oportunidad para asestar el cruel zarpazo. Seguramente fue el empuje de su afición, el que dio fuerzas a los hombres de Carniglia, quienes se repusieron del empuje de los blaugranas y se adelantaron por dos veces en el marcador. El primer gol llegó en el minuto 20, tras un gran disparo de Puskas, al que no pudo llegar Ramallets, por haber sido desviado por uno de sus defensas. El segundo llegó 12 minutos después, propiciado por una gran jugada de Gento que llegó hasta el córner, para enviar un preciso balón al área que remataría Mateos.

El partido llegaba al descanso con un preocupante 2-0 a favor del conjunto local. Los blaugranas debían sobreponerse al terrible mazazo, ya que su juego había sido superior al del conjunto merengue. Así con un resultado notablemente adverso, el equipo de Helenio Herrera salió a por todas. Ya en el minuto 6 de la segunda parte consiguió recortar distancias con un gol de Kocsis, quién se mostró brillante durante toda la eliminatoria.

Al Madrid se le complicaban las cosas, ya que la diferencia era mínima, y el empuje del Barcelona presagiaba una difícil papeleta para el conjunto blanco. A eso se añadió la mala fortuna con las lesiones de Miche y Zágarra, lo que afectó notablemente al equipo, ya que jugaron mermados toda la segunda mitad. A este hecho se refirió el entrenador Carniglia al finalizar el encuentro. “La superioridad del Barcelona no ha sido sólo por juego, sino por ventaja numérica”, dijo el técnico argentino del Madrid.

Minutos después Kocsis advirtió a la parroquia blanca de que el encuentro se iba claramente para el bando azulgrana, con un gol que el árbitro decidió anular por un dudoso fuera de juego. Los jugadores blaugranas protestaron la jugada, pero rápidamente olvidaron lo sucedido y se dispusieron a continuar con el partido.

Tejada en un remate contra la portería blanca

El Barcelona atacaba con furia, pero también asumía los riesgos de su planteamiento ofensivo, dejando a la defensa más expuesta a los ataques merengues. Ramallets aguantó las jugadas del Madrid, y fue en pocos minutos, cuando el Barcelona culminó una remontada épica.

En el minuto 30, Suarez pondría el empate con un potente disparo, que no podría atajar Domínguez, guardameta del Madrid. La gesta parecía ya realizada, pero en poco tiempo, el Barcelona enseñó toda su clase, y metió dos goles más, en los minutos 32 y 35. Una orgía de goles, que estuvo comandada en todo momento por Kocsis y Suarez, autores del tercer y cuarto gol respectivamente.

Tras la remontada, el Barcelona olía sangre y fue de lleno contra el equipo blanco para humillarlo. Sólo la casta y entrega de algunos jugadores como Santamaría, Gento o Marquitos evitaron un desastre mayor. El partido finalizó con los jugadores blaugranas exultantes de felicidad por la hazaña conseguida, mientras que los del Madrid se iban cabizbajos sabiendo que habían fallado a su afición.

Una semana después se jugaría el partido de vuelta en el Camp Nou, pero todo parecía indicar que sería el Barcelona quién disputaría la final de la Copa del Generalísimo. Algún jugador del Madrid se resignaba a ello, y apelaba a la casta y el coraje para la remontada de su equipo en el feudo azulgrana. Así se refirió Mateos, diciendo que “aún no se ha perdido todo”.

Por su parte el Barcelona sabedor del resultado favorable, no quería confiarse. Así lo manifestó Helenio Herrera el día antes del partido, con unas palabras que no dan lugar a la equivocación. “Tengo confianza, pero sin confiar”, dijo el técnico blaugrana. Todo aventuraba que el Barcelona llegaría a la final, y podría intentar lograr su sexta Copa.

Kocsis gran protagonista en la eliminatoria

Todo parecía indicado para que los espectadores del Camp Nou tuviesen una tarde plácida en la que equipo pasaría sin muchos apuros a la final de la Copa. Pero cuando tienes enfrente al Madrid nada es fácil, por lo que nada más empezar el encuentro, los jugadores blaugranas se dieron cuenta de que para superar a los blancos, tendrían que esforzarse al máximo.

Un espectáculo con destino claro

El partido vivido este 14 de junio de 1959 fue un auténtico espectáculo de fútbol, con una gran rivalidad entre los dos equipos, fielmente reflejada sobre el terreno de juego. El Madrid lo intentaba con furia y casta, pero ni Di Stefano, ni Gento, podían con la expeditiva defensa blaugrana. Además se encontraron con un Ramallets muy inspirado, que supo atajar los ataques merengues.

El Barcelona por su parte intentaba pasar pocos apuros, con un control de juego basado en sus buenos atacantes, que se dedicaban a poner siempre en graves problemas a la defensa madridista, cuya actuación estuvo empañada por la dureza de su lateral izquierdo uruguayo, Ramos.

En una jugada muy inocente, llegaría el primer gol del partido. Sería en el minuto 35, cuando en un saque de esquina efectuado por Luis Suarez, el defensa blanco, Rial, despejaría el balón con el puño. El colegiado del encuentro no dudó, y señaló pena máxima. Luis Suarez sería el encargado de efectuar el lanzamiento, engañando al guardameta Domínguez.

El mítico Di Stefano intentado marcar gol ante Ramallets

El 1-0 parecía la sentencia definitiva, que permitía al Barcelona relajarse un poco. Pero el Madrid no estaba dispuesto a arrojar la toalla, y en el siguiente minuto, cuando apenas habían sacado el balón del centro de campo, armaron una jugada entre Di Stefano y Gento, que finalizaría con el remate de este último, para batir la portería blaugrana.

El Barcelona se sentía ofendido por la osadía del Madrid, por lo que busco con ahínco el gol, antes de que se llegase al descanso. A punto estuvo de marcar Tejada en la siguiente jugada, pero sería en el minuto 42, cuando los jugadores blaugranas harían levantarse a los aficionados de sus butacas, con una jugada de ensueño. En sólo tres pases, Segarra-Kocsis-Suarez, el balón llegaría a este último, quién conseguiría poner el 2-1 en el marcador.

La segunda parte sería un monologo de juego blaugrana frente a la portería defendida por Domínguez. Los blancos seguían sin rendirse, pero sus jugadas en contraataque no finalizaban con gol. La sentencia llegó en el minuto 18 de esta segunda mitad, con un buen centro de Suarez, al que llegaría a rematar Villaverde, suponiendo el definitivo 3-1.

Viñeta de Mundo Deportivo, en la que se explica como fueron los goles

Con este gol terminaba una eliminatoria en las que los blaugranas habían demostrado su actual superioridad ante el reciente campeón de Europa. El balance de 7 goles a 3 a favor del Barcelona, así lo constataba. Los azulgranas acabarían llevándose esa Copa del Generalísimo de 1959, tras ganar en la final al Granada por 4 goles a 1. Era la culminación de una grandiosa temporada.