“Al fútbol se juega con los pies” o al menos eso es lo que dicen algunos, pero existen una serie de futbolistas que reducen los pies a tan solo un simple complemento de su gran arma: la cabeza. Varios futbolistas de esta especie se encuentran ahora en la ciudad condal, entre estos destacan Guardiola y Xavi Hernandez que en sus respectivas cabezas se encuentra el motor que ha hecho  mover al Barça durante décadas y convertir el club en una máquina de éxitos. Pero de la misma Masia han salido también otros talentos, que por motivos diversos han acabado vistiendo, con mucho orgullo, la camiseta del club vecino: el Espanyol.

Uno de estos cerebros blanquiazules fue Iván De la Peña, que con sus pases y su magia hizo brillar durante años al Espanyol. Pero sus continuas lesiones hicieron que abandonara, muy a su pesar, el fútbol con la frase, ya histórica, de “mi cabeza dice que siga, pero  mi cuerpo ha dicho basta”. Mientras se apagaba la luz de este genio, y con ella la esperanza de los seguidores pericos, empezó a brillar otra, que parecía, a diferencia de algunos pelos, la reencarnación de “Lo pelat”. Su nombre es Joan Verdú, y lo podrás reconocer por la precisión de sus pases, por el cariño con el que trata al esférico, por su magia, por su toque, por su visión.

También formado en la Masia, Joan Verdú no ha tardado en hacerse básico en la estructura de juego de Mauricio Pochettino, es el enganche perfecto entre la media y la delantera, el mejor aliado del atacante, aquel jugador que sus ojos pueden ver un pase donde otros solo ven rivales. Su juego es siempre calmado a la par que desequilibrante, el director de orquesta, que al ritmo de su batuta convierte el juego del equipo en una hermosa melodía blanquiazul. Escoltado por las más fieles guardaespaldas, Forlín y Romaric, Pochettino ha dado una gran libertad de movimientos a Verdú para que distribuya, controle y reparta el juego del conjunto barcelonés. De sus botas han salido las mejores asistencias y también varios goles que se han convertido en puntos vitales para este Espanyol que sueña con Europa.

Joan Verdú no  quiere renunciar a su sueño europeo, al éxito que le fue privado en can  Barça, tiene las ideas bien claras y sabe que ahora está en el apogeo de su carrera, en sus manos está alcanzar Europa, la palabra más repetida este año por los seguidores blanquiazules. Verdú no tiembla cuando tiene que vestirse con el brazalete, un brazalete con sentimiento, bordado con el número 21 y la senyera, emblemas de la historia españolista y orgullo de todo periquito.

Su juego y su visión no han tardado en darse a conocer por el mundo y le han llovido ofertas de Rusia, de España y de Europa, pero Mauricio y 50.000 corazones confían en él, en su fútbol y en su magia. Sus ojos aún tienen que señalar el camino de este club centenario durante unas temporadas más, porque el Espanyol quiere seguir soñando. 

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