Real Madrid y Bayern de Múnich se verán las caras el próximo 17 de abril en el Allianz Arena de Alemania, primera parte de una batalla que proclamará a su vencedor una semana más tarde, concretamente el 25 del mismo mes en el Santiago Bernabéu. Dos grandes de Europa y una sola plaza para la gran final. No es la primera vez que españoles y alemanes se enfrentan en pos de ese objetivo. De hecho, tanto han cruzado sus caminos en la historia de la competición europea que el encuentro ha terminado por convertirse en todo un clásico del viejo continente. La primera vez que madridistas y germanos topasen, allá por 1976, lo harían precisamente pugnando por un puesto en la gran final, que se disputaría entonces en el Hampden Park de Glasgow, frente al vencedor de la eliminatoria que disputaron el AS Saint Étienne y el PSV Eindhoven y en la que se alzaría con la victoria el equipo francés.

Primer asalto, dominio germano
El 31 de marzo de 1976, el Real Madrid recibía al flamante bicampeón de Europa, un poderoso Bayern que había asentado su hegemonía en el continente de botas de Beckenbauer, Müller, Rummenigge y compañía. Conscientes del poderío del conjunto bávaro, el Madrid se había conjurado en la necesidad de vencer por un mínimo de 2 goles de diferencia, un resultado que les permitiría acudir a Alemania con mayor tranquilidad. No empezaron bien las cosas para los blancos, por aquel entonces con Miljanic en el banquillo, que no pudo contar ni con Pirri con Breitner, lesionados los dos. Las cosas, no obstante, podían empeorar.
Saltaron los locales al terreno de juego tratando de convertir en una realidad tangible las intenciones de hacerse con un triunfo más o menos holgado. En el primer cuarto de hora el Madrid atacó con insistencia y criterio, rondando la meta de Maier y abriendo camino a las esperanzas de un Bernabéu entregado a los suyos. Habían transcurrido sólo 8 minutos de partitdo cuando ni Beckenbauer ni Horsmann acertaban a despejar un balón que había quedado prácticamente muerto a los pies de Roberto Martínez. No perdonó el argentino, que sólo hubo de adelantarse un par de metros para enganchar un fuerte remate, raso y ajustado al palo, que batió de forma inapelable a Maier. Parte del objetivo estaba ya cumplido y todo parecía encarrilarse en el coliseo madridista. Nada más lejos de la realidad.
Enrabietado por el cauce que estaban tomando los acontecimientos, el Bayern puso una marcha más-sólo una-y eso le bastó para hacese dueño del partido y borrar, paulatinamente del campo, al Real Madrid. A este hecho contribuyó la inoportuna lesión de Velázquez al filo de la media hora, que le obligó a retirarse del terreno de juego. La ausencia del centrcampista madrileño se sumaba a las de Pirri y Breitner para acabar de hundir a los blancos en sus propias circunstancias. No superó el conjunto de Miljanic aquel lance y los germanos sentaron en Chamartín el mismo dominio que habían venido ejerciendo en Europa.
Sólo Camacho y Benito se mostraron reacios a entregar el encuentro y batallaron lo indecible en sus particulares duelos por detener a Hoeness y Müller, respectivamente. Pero los 2 aguerridos jugadores fueron insuficiente para contener la embestida bávara y en el minuto 42, cuando más daño hace, el Bayern asestó un duro golpe a los madridistas. Un pase en profundidad de Schwarzenbeck a Müller dio inicio a un contragolpe letal del conjunto muniqués, que no pudo detener Benito al trompicarse; falló en el despeje el defensa y Müller se quedaba solo frente a Miguel Ángel, al que batió de un disparo raso y duro, estableciendo así la igualada en el marcador. Jarro de agua fría al borde del descanso.
Nuevo contratiempo para los blancos
La grada, esperanzada en la reacción, sucumbió pronto a la realidad de un equipo abatido y poco confiado en su capacidad por dar la vuelta a la situación, pensamiento que se acentuó al cuarto de hora cuando Roberto Martínez abandonaba el terreno de juego con la ayuda de las asistencias. Aquellas circunstancias que hundían aún más al Madrid, envalentonaban a un Camacho que acabó reconvirtiendo su posición de lateral a extremo. Parecía responder el equipo de igual manera y en el minuto 25 Sol se sacaba un 'centro chut' que acabaría estrellándose en el larguero de la meta defendida por Maier.
El Bayern tomó aquello como un nuevo aviso y consciente de la superioridad que había ejercido en la primera mitad con sólo darle un empujón más a su ritmo de juego, volvió el conjunto alemán a lo mismo. La respuesta a la ocasión madridista la llevó a cabo Müller; el delantero alemán trataría de aprovechar un fallo de Del Bosque para rematar con facilidad un balón que, sin embargo, acabaría perdiéndose en nada. Pese al dominio alemán por encima del equipo español, el Bayern no le imprimió al choque el ritmo necesario para sentenciar la eliminatoria, sabedor como era de que aquel empate y el posterior choque de vuelta en casa, favorecía claramente sus intereses. El potencial ofensivo del conjunto germano cedió protagonismo a la solidez defensiva en pos de sentenciar en tierras alemanas.
El punto y final a una noche desastrosa-de la que el Madrid aún salió bien librado con un empate que pudo ser, sin ningún género de sorpresas, una derrota- la puso aquel al que la historia bautizó como 'el loco del Bernabéu', un aficionado madridista poco satisfecho con la actuación de los suyos, decidió tomarla con el colegiado de la contienda, el austríaco Lynemayer, al que agredió sin reparos con un puñetazo que le hizo caer al suelo. No escapó con mejor fortuna el jugador del Bayern de Múnich, Gerd Müller, autor del tanto de los suyos, que acabó igual que el árbitro. A raíz de aquel lamentable incidente, el Real Madrid fue duramente sancionado por la UEFA con la exclusión, durante 5 años, en la participacion de competiciones europeas, un castigo que fue reducido después a 3 encuentros disputados en el exilio.
Sentencia temprana en Múnich
No eran nada halagüeñas las previsiones que el mundo del fútbol en general le dispensaba al Real Madrid para la vuelta. La superioridad manifiesta del Bayern persistía aún en la retina de aquellos que apelaban al milagro como única forma de que los españoles decantasen de su lado aquella eliminatoria. Y el fútbol no tardó en darles la razón. Corría el minuto 7 del partido de vuelta cuando los blancos trataron de repetir el inicio que habían llevado a cabo hacía sólo una semana en el Santiago Bernabéu, con el tempranero gol de Roberto Martínez pero en aquella ocasión el error de Schwarzenbeck, que dejó el balón a los pies de Amancio, no supondría mayores consecuencias para el conjunto teutón. El futbolista gallego avanzaría rápidamente hacia la meta muniquesa para enviar un buen centro que Del Bosque alcanzaría a rematar demasiado flojo. Pese a todo, el meta local tuvo que emplearse a fondo para enviar el balón a córner, ya que no estaba bien colocado. La réplica del conjunto alemán no se hizo esperar más que dos minutos. En el 9 de partido, Beckenbauer se sacó un fantástico pase a Hoeness, que sin tan siquiera detenerse, le mandaba el balón a Müller, la pesadilla de los blancos durante toda la eliminatoria, para que este enviase un fortísimo disparo desde fuera del área y batiese a Miguel Ángel de forma inapeable.
El mazazo no puso nerviosos a los blancos, no porque estos no tuvieran razones para ello, sino porque de forma inexplicable, el conjunto de Miljanic mantuvo la pose conservadora y poco incisiva en ataque que había exhibido durante toda la eliminatoria. Gozaron los madridistas de escasas ocasiones pare recuperar la esperanza con algunos remates por mediación de Breitner, que toparon siempre con un Maier impecable y nada necesitado en hacer alarde de sus mejores habilidades. No fue el único. Müller le acompañó en el extremo opuesto, el ataque, para dar la puntilla a los madridistas con apenas media hora de tiempo cumplido. Kapellman cedía en corto al delantero alemán dentro del área para que este se revolviese entre 3 zagueros madridistas y mandase el balón a las mallas de Miguel Ángel. Aquel sería el 2-0 que sentenciaría a un Real Madrid resignado ya antes del tiempo de descanso.
Amarga despedida europea de Amancio
La reanudación volvió a ofrecer un espejismo que se había venido repitiendo en los minutos iniciales del choque de ida y en la propia vuelta. Un tempranero disparo de Breitner a los 9 minutos exigió una de las escasas intervenciones de mérito de Maier, que no defraudó. En el minuto 18 Santillana tomó el relevo de José Luis y la sustitución insufló algo de aire a la línea de ataque madridista, liderada por Pirri, que nada pudo hacer ya en favor de los suyos. Apenas un intento de remate a la salida de un córner y un último latigazo de Breitner supondrian el bagaje total de las ocasiones blancas. El único que pudo destacar de entre el conjunto madrileño fue el guardameta Miguel Ángel, que logró desbartar hasta 4 o 5 oportunidades alemanas que rozaron el gol.
Habían estado gafados los blancos desde el principio de una eliminatoria en la que no hicieron más que perder efectivos, y el final de aquel partido no podía ser de otra manera. Amancio, que había visto la cartulina amarilla en el minuto 13 de la segunda mitad, repetiría amonestación en el 44, dejando a su equipo con 10 y retirándose para siempre de la máxima competición contintenal; aquel seria el último partido que el gallego disputaría en Europa, suceso que ya no influiría en el desenlace de un partido que expiraba ni tampoco en la eliminatoria.
El cómputo global de la misma arrojaría el resultado que reflejaba el marcador del Olímpico de Múnich (2-0) y el empate del Bernabéu (3-1 en total), suponiendo aquello el pase a la final del conjunto de Múnich, en detrimento de un Madrid, cuyos jugadores y entrenador aceptaron sin tapujos la justicia en el desenlace de la eliminatoria y el merecimiento de un rival que no le ofreció la menor opción. Además, el Bayern se haría con su tercera Copa de Europa consecutiva gracias al solitario tanto de Roth en la final ante el Saint Étienne.
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Sobre el autor
Jessica Galera
Mis dos grandes pasiones son la literatura y el fútbol. Me encanta, especialmente, el género literario de la fantasia, todo aquello que no entiende de límites y que transmite la idea de que cualquier cosa es posible. Y esta idea la hago extrapolable al fútbol. Me encanta cualquier jugador que hace de este deporte fantasía. Soy autora del libro 'La Última Alianza' , Managing Editor en VAVEL.com y redactora de la sección del Real Madrid.