Poco a poco el barrio de La Feria empieza a ser conocido en el panorama nacional bajo el protagonismo de su hijo predilecto, Jonathan Viera. Muchos son los jóvenes que sueñan con seguir los pasos de su vecino y triunfar en el mundo del fútbol en este sector de Ciudad Alta. Sin embargo, no fue el ahora mediapunta valencianista el primero en mamar los conceptos del fútbol de calle que luego plasma sobre el terreno de juego. El barrio de la Feria, no mucho antes de la aparición de Viera, tenía otro ídolo cuyo nombre comenzaba a sonar fuerte en los círculos del fútbol canario. Hablaban de un chico virtuoso que desprendía magia cuando el cuero entraba en contacto con sus botas. Su nombre era David, pero pronto los aficionados al deporte rey en  la isla donde nació, comenzaron a conocerlo como “El Moco”.

David González Borges, nacido el 25 de agosto de 1981. Centrocampista ofensivo. El dueño del amago, rey de la gambeta, señor de la finta, amo del esférico, amigo del balón y sumo representante del fútbol callejero.

Su magia solo la disfrutan quienes son conocedores del extraordinario secreto que sus botas esconden

Probablemente sea el jugador con mayor calidad técnica de toda la Segunda División. Quizá si el panorama en el que se desenvuelve fuese más amplio, si el equipo en el que jugase estuviese en  la primera categoría, el reconocimiento de David González sería mucho mayor.  Seguramente muchas de sus jugadas valdrían para rellenar diez minutos de highlights de las mejores acciones de la temporada y, sin embargo, su magia solo la disfrutan quienes son conocedores del extraordinario secreto que sus botas esconden.

Primeros pasos en la UD Las Palmas

Sus inicios en el fútbol profesional llegaron de la mano del equipo de su tierra, la Unión Deportiva Las Palmas. Aquella entidad a la cual había pertenecido durante años jugando en su cadena de filiales le dio la oportunidad de debutar en el primer equipo en la temporada 2002-2003. Durante la disputa de un encuentro liguero frente al Numancia que a la postre acabaría con el resultado gafas, el entonces entrenador del equipo amarillo Josu Uribe daba la alternativa al joven David González que debutaba ingresando al terreno de juego en sustitución de Rubén Castro. En esa misma temporada,El Moco jugó solamente otro partido más en la dinámica del equipo puntero.

El curso posterior al de su debut, continuó formando parte del equipo filial mientras esperaba la oportunidad definitiva. A sus veintidós años, la Tercera División no parecía una categoría acorde a sus cualidades. Pronto se dio cuenta de ello el entrenador grancanario Juan Manuel Rodríguez que cada vez le daba más minutos al genio de La Feria.

No sería hasta el año del descenso a la Segunda División B cuando David pasase a formar parte de la primera plantilla. Ante el continuo baile de entrenadores que se produjo en el banquillo del club en esa temporada (pasaron por él David Amaral, en dos ocasiones, Henri Stambouli, Tino Luis Cabrera y Carlos Sánchez Aguiar) apenas contó con la continuidad necesaria para afianzarse en el once inicial. No obstante, en ese año ya dejaba destellos de calidad que no pasaban desapercibidos para los aficionados. Con Aguiar como entrenador, David se convirtió en el eterno revulsivo. Siempre era el primer cambio del entrenador madrileño y aunque sobre el césped el centrocampista solía rendir, nunca se ganó una regularidad en la alineación titular. Una situación similar se produjo cuando Visnijc o Juanito ocuparon el lugar de máximo responsable técnico. La suplencia se convertía en su pan de cada día.

Del ligero cambio de dinámica al regreso del eterno revulsivo

Con el ascenso consumado y el regreso de la Unión Deportiva Las Palmas a la categoría de plata del fútbol español, David González cumplía su tercera temporada como miembro del primer plantel amarillo. Una vez más, primero de la mano de Aguiar y posteriormente de Juanito, David González se convertía en el revulsivo de oro aunque esta vez alternaba su asiento en el banco con la titularidad.  Finalizó la temporada con veintidós apariciones sobre el campo siendo de la partida en la mitad de ellas.

 Su falta de regularidad en el once se achaca al bajo rendimiento que a veces ofrecía sobre el césped.  Si bien es cierto que cuando David saltaba al campo en la segunda mitad para salvar al equipo solía revolucionar el partido, también lo es que muchas otras veces actuaba de manera egoísta y jugaba para su lucimiento personal. El juego alegre y virtuoso se tornaba en pérdidas de balón o en una mayor lentitud en las transiciones ofensivas que desquiciaban tanto a aficionados como al entrenador. En esos años,  la grada siempre tuvo una relación de amor-odio con el jugador.

En la temporada 2008-2009 jugó un total de veintitrés partidos siendo titular únicamente en uno de ellos

Una ausencia de los terrenos de juego que duró seis meses fue la causa por la cual el mediocentro se perdió gran parte de la temporada siguiente en la que sólo disputó catorce encuentros.

La sombra del banquillo volvía a toparse frente al camino hacia el estrellato del Moco. En la temporada 2008-2009 jugó un total de veintitrés partidos siendo titular únicamente en uno de ellos. Veintidos suplencias en las que demostraba merecer más oportunidades dentro de la dinámica de David Vidales y Paco Castellano. A pesar de ello, tampoco obtuvo continuidad durante ese año. Parecía que por una razón o por otra, el camino de David González encontraba cada vez más puertas cerradas a su paso.

La oportunidad tan esperada

Finalmente, tras muchos años viviendo relegado a la sombra del banquillo del Estadio de Gran Canaria, David González pasó de ser un actor secundario a ser la cabeza de cartel del equipo armado por Sergio Kresic.

Sería ésta la 2009-2010, su mejor temporada desde su llegada al primer equipo. A pesar de que en lo global, el equipo cuajó una temporada a un nivel bastante medio-bajo, David encontró su mejor versión en cuanto comenzó a tener la oportunidad necesaria para demostrar su valía.

Tal fue su rendimiento esa campaña que con el relevo en el banquillo su continuidad, no sólo no se vio menguada, sino que además se incrementó. Con la confianza de Paco Jémez y su propuesta de fútbol total, el equipo alcanzó un nivel estratosférico durante las primeras jornadas ligueras en el que el artífice del juego ofensivo era precisamente el mágico mediocampista grancanario. No obstante, el  sueño no duró demasiado y la agónica cifra de derrotas y goles encajados provocó la destitución del entrenador que más minutos había otorgado al Moco en toda su trayectoria profesional.

Su lugar en el banquillo lo ocuparía Juan Manuel Rodríguez y su idea de fútbol austero aunque eficaz. Por ideología futbolística, el estilo de juego que pretendía imponer el entrenador de las Alcaravaneras en su segunda etapa, era totalmente opuesto a las características futbolísticas de David. Contra todo pronóstico, el Moco se convertiría en titular indiscutible formando pareja junto a Vicente Gómez en la medular y logrando la salvación del equipo. Tres goles y cuatro asistencias en treinta y cuatro apariciones fue el bagaje de la mejor temporada de este jugador, hasta el momento.

Juan Manuel Rodríguez cambió por completo la carrera futbolística de David González

La continuidad de Juan Manuel Rodríguez en la parcela técnica para el siguiente año marcaba una estabilidad de la cual el equipo carecía desde hacía varios años. Una vez más, David sería el eje sobre el cual se iba a implantar el juego ofensivo del rácano planteamiento del entrenador. Mismo número de partidos disputados que el año anterior para un jugador que, por fin,  había encontrado a un técnico que tuviese confianza ciega en él. Aunque parezca contradictorio, Juan Manuel Rodríguez cambió por completo la carrera futbolística de David González. Si bien es cierto que Paco Jémez fue el primero en darle realmente la alternativa, con ningún otro entrenador había jugado tanto como con Rodríguez.

Nuevo ciclo

La destitución del entrenador y la llegada de uno nuevo ya no suponía un problema para David. Con treinta años cumplidos y dos grandes temporadas a su espalda, su importancia en el equipo era incuestionable. Para más inri, la idea futbolística de Sergio Lobera precisa de un jugador como el Moco para poder ser llevada a cabo. Sólo el calvario de las lesiones, por el cual atraviesa actualmente, le está privando de minutos esta temporada.

Precisamente ahora que el equipo se encuentra en una posición delicada en la clasificación y también tan necesitado en esa demarcación debido a las bajas que acumula, se antoja más que necesaria la recuperación del mago de La Feria.  

El fútbol español perderá un artista

A su edad, es difícil que encuentre una oportunidad para disfrutar del fútbol de máximo nivel lejos del utópico ascenso del club donde ha permanecido toda su carrera. Tiene pocos años para conseguir jugar en Primera División antes de retirarse.

En ocasiones han sido las piedras que se le han presentado en el camino, en otras han sido las oportunidades que él mismo ha desaprovechado, otras tantas se deben a la falta de suerte que ha tenido. Lo que es indudable es que por diversas razones, muchos aficionados al fútbol en este país se han perdido a uno de esos jugadores por los cuales vale la pena pagar una entrada. Un mago, un genio, un artista. Un jugador que muchos aficionados al fútbol en España se han perdido y que nunca recordarán.

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Sobre el autor
Nauzet Robaina Román
Coordinador y Redactor de la Unión Deportiva Las Palmas en Vavel.