John Aldridge, nacido en Liverpool, el 18 de septiembre de 1958, fue un delantero centro de época, que no se cansó de marcar goles en los cinco equipos en los que hizo carrera. Curtido en el célebre barrio de Merseyside, sería el Newport County galés el que le diera la opción de iniciarse como profesional con 21 años.

Tras cinco temporadas en Newport, donde alcanzó la cifra de 90 tantos, el modesto Oxford United de la tercera división inglesa se fijaría en él. Con los amarillos, John comenzó a hacerse conocido después de que ascendieran hasta la primera división. En tres temporadas en Oxford, anotó de nuevo la friolera de 90 goles pero esta vez en 141 encuentros, además conquistó la entonces conocida como Carling Cup, ahora Capital One Cup. Todos estos éxitos provocaron la llamada del seleccionador de Irlanda al delantero, que por sus raíces irlandesas le permitían ser convocado.

A sus 27 años, Aldridge debutaría con la selección de Irlanda, con la que llegó a disputar 69 partidos, marcando 19 goles. Participó con "los chicos de verde" en la Eurocopa de 1988 de Alemania, y en los mundiales de Italia'90 y Estados Unidos'94.

Sustituto de Ian Rush

El momento cumbre en la trayectoria de Aldo, como le llamaban, llegó en 1987. Sus grandes actuaciones con el Oxford United no pasaron desapercibidas para el entrenador del Liverpool, Kenny Dalglish. El escocés vio en John al digno sucesor de Ian Rush, que había dejado Anfield para jugar en la Juventus. Dalglish no se equivocaría, y pronto se convirtió en todo un ídolo para la afición local.

De red, el anglo-irlandés terminó su primera campaña con 26 tantos, siendo fundamental para la consecución de la Liga inglesa. Una temporada después, Aldridge presenció el retorno de Rush, después de que no cuajara su aventura en Italia. Fue el primero quien disfrutaría de mayor confianza del técnico a lo largo del curso, siendo finalmente el responsable de los dos goles contra el Wimbledon en la final de la Charity Shield. Último trofeo que levantaría en Anfield, donde dejó la friolera de 63 goles en sus dos temporadas. Acabaría convirtiéndose en uno de los mejores goleadores que vistieron la casaca roja, pese a su corta estancia.

El atacante abandonaba el equipo de su barrio, tras vivir entre otras cosas, la tragedia de Hillsborough. Este suceso afectó profundamente al jugador, que se sentía identificado con las víctimas, tras ser muchas de estas de su entorno. John acudió a todos los funerales que pudo.

En 1989, con 31 años de edad, el destino le tendría preparada una nueva experiencia fuera de las islas al bueno de Aldo. Un modesto club no anglosajón, la Real Sociedad, con los últimos resquicios del bloque campeón, puso sus miras en el veterano delantero del Liverpool. Esto suponía un hecho histórico en el club txuri-urdin, ya que se trataba de la primera incorporación foránea en su historia moderna. Un cambio en la filosofía, promovido por el presidente Iñaki Alkiza, que incapaz de encontrar un delantero de garantías surgido en Zubieta, fue a buscarlo al otro lado de las fronteras.

Atocha lo aceptó y disfrutó

Esta decisión molestó enérgicamente a la mayor parte de la afición donostiarra, e incluso a la plantilla guipuzcoana, ya que rompía con los moldes tradicionales. Sin embargo, la desconfianza inicial se tornó rápidamente en profunda admiración hacia el futbolista extranjero. Gran parte de la culpa la tuvo el propio Aldridge, que con su feroz y habitual costumbre de rasgar las redes rivales, y su ejemplar comportamiento dentro y fuera de los vestuarios, se ganó la confianza de todos.

En el añorado campo de Atocha dejó una huella imborrable. En dos temporadas anotó 40 goles, demostrando así que su pólvora realizadora no se había mojado en el transcurso entre las islas británicas y el País Vasco. Su gran acierto de cara a portería, llevó a que en su último curso se convirtiera en el segundo máximo realizador de la Liga con 17 tantos, a tan solo dos de Butragueño. Inolvidable fue también su doblete en el Camp Nou, al Dream Team de Cruyff, la que sigue siendo la última victoria realista (1-3) en terreno culé.

La mala adaptación de su familia a San Sebastián tuvo mucho peso para que dejara la disciplina vasca. Pero su fichaje ya había marcado un antes y después en la política de incorporaciones de la Real, en el mismo momento de su aterrizaje. Él abrió el camino a muchos otros grandes extranjeros que llegarían con el tiempo. Siempre con un mismo objetivo: ayudar a crecer a las jóvenes promesas de casa.

Vuelta a casa

A la edad de 33, pocos retos le quedarían por experimentar a Aldo, que volvió a su tierra para militar en el Tranmere Rovers, escuadra donde colgó las botas en 1998, no sin antes volver demostrar lo delantero nato que era, tras anotar 40 goles en su primer año. En sus dos últimas campañas compatibilizó el cargo de entrenador con el de jugador. Finalmente, de 1998 al 2000 se centró exclusivamente en tareas como técnico.

En la actualidad trabaja en diversos medios de comunicación, y ejerce de comentarista en los partidos del Liverpool. Aunque su carrera profesional en el fútbol acabase hace 15 años, sigue vistiéndose de corto habitualmente, ya que pertenece a la formación de veteranos del conjunto red. Además, desde 2009 posee un pub en la calle Victoria de Liverpool.

Esta es en resumen, la vida futbolística de un goleador de leyenda de la Real Sociedad. En apenas dos temporadas logró el reconocimiento que algunos tardan toda una vida en conseguir. Todo eso gracias al gran comportamiento profesional que se comprueba allá por donde iba. John Aldridge fue uno de esos delanteros con privilegiado olfato goleador. En su vocabulario no llegó a existir la palabra sequía, porque nunca la sufrió. La cifra de 476 materializaciones a lo largo de su trayectoria da buena fe de ello.

Imagen 1: Liverpoolfc.com

Imagen 2: BBC Sport