Tras encadenar una derrota, un empate y una victoria, el Real Madrid necesitaba puntuar ante el Borussia Dortmund si no quería decir adiós antes del tiempo en la Champions League, ya que los dos últimas jornadas de la segunda fase se antojaban muy complicadas recibiendo al Milan y visitando al Lokomotiv de Moscú. Perder ante los alemanes significaría perder la clasificación para los cuartos de final y tocó sufrir de lo lindo.

Tras la victoria en el primer duelo entre ambos equipos, Vicente del Bosque alineó al mismo equipo que había conseguido la victoria una semana antes. Así, fueron titulares Casillas, Michel Salgado, Pavón, Helguera, Roberto Carlos; Flavio, Makelele, Figo, Zidane, Raúl y Ronaldo. Con muchos jugadores tocados, del Bosque tuvo que arriesgar porque se jugaban mucho en ese partido. Y todo empezó a ir cuesta arriba, cuando en el minuto 23, Köller adelantaba al Borussia aprovechando la pasividad de la zaga madridista. El buen delantero checo se adentraba en solitario en el área blanca tras una asistencia de Kehl y marcaba el 1-0.

La fe de un canterano                                                 

Faltaban 70 minutos de encuentro, pero los nervios se apoderaron de los madridistas, con muchas imprecisiones y ocasiones que se fueron al limbo. Incluso, el técnico salmantino tuvo que sustituir a un Luis Figo tocado y dar entrada a Miñambres cuando aún restaba mucho para finalizar el encuentro. A pesar de eso, viendo los jugadores sobre el campo, el autor del gol fue sorprendente y dio un plus de confianza al sentimiento madridista. Javier Portillo disfrutaba de su rol de goleador suplente del equipo y entró ya en el descuento sustituyendo a Pavón, en un claro ejemplo de táctica de balón a la olla e intentar buscar una segunda jugada. Pero tal y como ocurriera en el partido de ida, el gol vendría gracias a las botas de Zinedine Zidane. El francés entró por la banda derecha, paró un segundo a mirar el horizonte como él solo sabía hacer y cedió a Portillo. El canterano, con un toque suave pero efectivo, batía a Lehmann de tiro cruzado pegado al poste. La celebración lo merecía. Ese gol permitía al Real Madrid depender de sí mismo, y no lo desaprovechó.