Pocas veces en Bilbao se ha visto una celebración tan espectacular como la que tuvo lugar en la temporada 1997- 1998, cuando el Athletic de Luis Fernández finalizó el curso en la segunda posición de la tabla clasificatoria. El éxtasis nada tuvo que ver con una posible lucha por el título liguero, ya que el Barcelona había ganado la Liga semanas atrás con abrumadora superioridad, gracias al espectacular triángulo ofensivo que formaban Figo, Luis Enrique y Rivaldo. Pero por aquel entonces, sólo los dos primeros del campeonato se clasificaban para la Liga de Campeones y la posibilidad de disputar el torneo más grande del fútbol en el año del centenario era una idea que volvía loco al respetable.

Tercera fue la Real Sociedad, que se quedó a tres puntos, igual que el Real Madrid, al que sólo la consecución aquel año de la Liga de Campeones contra la Juventus le salvó del más absoluto de los estrépitos. Esa victoria permitía a los ‘merengues’ defender el título en la competición estrella. Como entonces aún existía la Recopa y el que debía disputarla (el Mallorca, tras perder la final de Copa contra el Barça) finalizó quinto en la tabla, los puestos que daban acceso a UEFA se alargaron hasta la novena posición aquel año, algo insólito.

Luis Fernández

El del subcampeonato fue el segundo curso de Luis Fernández como técnico rojiblanco. En su primera temporada, el de Tarifa había logrado levantar la moral de un grupo venido a menos en los últimos tiempos, algo que generó especial ilusión en el aficionado de cara a 1998, año del centenario del club. Tras lograr la clasificación para la Copa de la UEFA gracias un fútbol vistoso y una cifra de goles espectacular (72 en total, con Ziganda, Urzaiz y Guerrero entre los máximos anotadores del campeonato), los 'leones’ afrontaban su curso más importante con la moral por las nubes.

Para poder hacer frente a las exigencias, José María Arrate, presidente por aquél entonces, tiró la casa por la ventana y realizó el desembolso más grande de la historia del club. Roberto Ríos, Rafa Alkorta, Patxi Ferreira, Javi González, Mikel Lasa, Txomin Nagore y Mari Lacruz aterrizaron en Bilbao, mientras que sólo Aitor Karanka abandonó la nave, rumbo al Real Madrid. Aquel era un buen equipo, con varios internacionales, diseñado para pelear por la Copa del Rey y la UEFA, pero nadie podía imaginar que al finalizar la temporada acabaría subcampeón de Liga.

Cambio de sistema

El Athletic debía pelear en tres competiciones, algo que la mayoría de los jugadores del joven plantel apenas había experimentado, por lo que el entrenador francés optó por dar un paso atrás y sacrificó el espectáculo para ganar en efectividad. Así, el equipo pasó del clásico 4-3-3 de la primera temporada, con un mediapunta y tres delanteros (o dos delanteroa en ocasiones, con un centrocampista más), a un 5-3-2, un sistema mucho más defensivo.

El gran perjudicado de la variación táctica fue el ‘Cuco’ Ziganda, que vio considerablemente reducida su participación en el equipo, pese a que en la temporada anterior había sido el máximo goleador con 17 dianas. Tampoco lo tuvieron fácil Julen Guerrero ni Ismael Urzaiz, principales artífices junto al navarro de la gran primera temporada del técnico francés, con 15 y 16 goles respectivamente.

Por primera vez desde que explotó, Guerrero jugó menos de 30 partidos como titular, algo que a partir de aquella temporada sería habitual, pues nunca volvió a alcanzar esa cifra saliendo en el once inicial. El año del subcampeonato fue el principio de una larga agonía para el portugalujo, que tres temporadas después ya no sería un jugador estratégico en el equipo. Marcó 8 goles, su peor registro hasta entonces y un número que sólo superaría una sola vez hasta su retirada (curiosamente un año después, cuando firmó 9 dianas).

La situación de Urzaiz fue diferente, ya que el delantero todavía tenía por delante grandes tardes en San Mamés. Sin embargo, durante aquel curso tuvo continuas tiranteces con Luis Fernández y su participación se limitó a 23 encuentros como titular, aunque jugó la gran mayoría de partidos.

Así que entre la variación táctica y la menor participación de los jugadores ofensivos, el Athletic vio reducida su pegada. De los 72 goles de la 1996- 1997 se pasó a 52, aunque disputaron 4 partidos menos, ya que entre un año y otro se redujeron los equipos de la Liga, de 22 a 20. Con todo, sólo Joseba Etxeberria superó la barrera de la decena de goles. Los rojiblancos anotaron bastante menos, pero ganaron en efectividad gracias a la mejora defensiva. Los de Fernández finalizaron como cuarto equipo menos goleado, con 42 goles recibidos.

64 puntos bastaron aquella temporada para ser segundo y la alineación tipo fue la siguiente: Imanol Etxeberría, Larrainzar, Alkorta, Roberto Ríos, Carlos García, Larrazabal; Urrutia (actual presidente), Alkiza, Guerrero; Etxeberria y Urzaiz. Ziganda, Javi González, la gran revelación de aquel año, y Lasa fueron los jugadores de banquillo más utilizados por el míster francés , en un plantel donde llegaron a debutar ilustres como Aitor Huegun, Mario Bermejo o César Caneda, estos dos últimos actualmente aún en activo en Celta y Mirandés, respectivamente.

El partido contra el Zaragoza

Tras un inicio liguero irregular por culpa de los esfuerzos en la Copa de la UEFA, donde los rojiblancos eliminaron a la poderosa Sampdoria italiana, los ‘leones’ fueron escalando posiciones a medida que avanzaba la competición. La segunda vuelta fue especialmente productiva, con 35 puntos y apenas cuatro derrotas, ninguna contra rivales directos.

A falta de ocho jornadas para finalizar la temporada el Athletic lucía sexto en Liga, a siete puntos del Real Madrid, que ocupaba la última plaza de acceso a la Liga de Campeones. Poco a poco la diferencia se fue recortando. En la jornada 33, los leones aún seguían sextos, pero el margen era ya de dos puntos (entre madrileños y bilbaínos estaban Real Sociedad, Mallorca y Celta). Poco a poco la idea de pelear por el segundo puesto empezó a calar entre la parroquia rojiblanca.

En la jornada 36, con dos partidos por delante, el Athletic escaló hasta el segundo lugar después de ganar por 3-0 al Oviedo y aprovechar la derrota del Madrid en casa contra el Zaragoza (0-2). En esa posición llegó a la última jornada de Liga, precisamente contra el conjunto maño. Si los rojiblancos ganaban, jugarían la temporada siguiente la Liga de Campeones.

Viernes, 15 de mayo de 1998. Los aficionados habían hecho cola durante horas para lograr una entrada de un partido que prometía ser histórico. Bilbao se paralizó aquel día, el Ayuntamiento y la Diputación tiñeron de rojiblanco la ciudad y todo el mundo se volcó desde la mañana.

Imanol Etxeberria, Larrainzar, Alkorta, Ríos, Carlos García, Larrazabal; José Mari, Alkiza, Guerrero; Etxeberría y Urzaiz fueron los elegidos aquel día. Todo el bloque titular salvo Urrutia, que estaba sancionado. Pese a que se especuló con la posibilidad de jugar con tres delanteros dando entrada a Ziganda, el técnico francés optó por no variar su táctica habitual.

Desde el primer minuto se vio que el Zaragoza no iba a regalar ni un solo metro. Luis Costa no reservó a ningún jugador y pronto comenzaron las hostilidades. A los diez minutos los visitantes ya habían cometido ocho faltas, en un claro intento por marcar terreno ante la salida en tromba rojiblanca. Tocaba un partido duro y largo.

Un disparo de falta de Guerrero que salió rozando el palo había sido la ocasión más clara hasta el minuto 40, cuando el Athletic anotó el único gol del partido. La jugada nació en la izquierda, con un centro al área del incombustible Larrazabal. Tras un barullo, Urzaiz consiguió rematar a puerta y Juanmi desvió como pudo. El rechace le cayó a Guerrero que, con todo a favor, estrelló la pelota en el larguero y salió despedida. Entonces el balón le llegó a Etxeberria, que la engancho según venía desde el borde del área y la puso en la escuadra. Éxtasis en San Mamés.

El marcador ya no se movería gracias a que el Athletic templó los nervios y supo leer perfectamente la segunda parte. Pese a que el envite estuvo lleno de tensión hasta el final, los rojiblancos apenas pasaron apuros merced a su buena defensa. Cuando el árbitro pito el final, la locura se apoderó de jugadores y grada, tanto en el campo como por la ciudad, donde la fiesta se alargó todo el fin de semana.

Con todos los títulos que el Athletic había logrado en sus 100 años de historia podría parecer exagerada la espectacular celebración que rodeó la consecución de la segunda plaza, pero tras años de mediocridad, el Athletic y sus aficionados se volvieron a sentir grandes. Desde entonces no se ha vuelto a jugar la Liga de Campeones, aunque actualmente protagonistas de entonces como Imanol Etxeberria, Joseba Etxeberria, Larrazabal y ‘Cuco’ Ziganda trabajan para el club. Este último además suena como futuro entrenador tras su gran año con el Bilbao Athletic. Y Urrutia de presidente. Por soñar…

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