Hay jugadores sobre los que recae el peso de la inmortalidad, llamados a protagonizar fotografías históricas, a perdurar en la memoria colectiva. Es el caso de Moisés Arteaga, centrocampista dotado de gran calidad que, tras debutar en el Cádiz, acabó recalando en un Espanyol deprimido y descendido para protagonizar una asombrosa recuperación que llevaría al equipo de Segunda a Europa en muy poco tiempo. Y así fue como Arteaga pasó de militar en un Cádiz recién descendido a convertirse en el capitán encargado de levantar la primera Copa del Rey del RCD Espanyol en varias décadas, convirtiéndose en uno de los héroes de la final de Mestalla y conservando la titularidad hasta que sus discrepancias con Paco Flores le apartaron del once. 

Aunque Moisés Arteaga debutó en el Cádiz, fue en el RCD Espanyol donde logró sus mayores éxitos como profesional, sumando la Copa de la 99-00 como gran éxito profesional. Antes, Arteaga ya vivió la gloria del ascenso en su primera temporada como blanquiazul (1993-94) y el trasvase de Sarrià a Montjuic, convirtiéndose en uno de los hombres fuertes del vestuario, hasta el punto de jugar como titular indiscutible durante siete temporadas. En la octava su rol como titular fue perdiendo terreno, jugando un año en el Rayo Vallecano antes de retirarse de forma y manera definitiva en la 2002-03, donde sólo completó dos partidos bajo el mando de Javier Clemente. Para entonces, Arteaga era ya un mito, uno de aquellos capitanes que, llegados de fuera de Catalunya, supieron dignificar el brazalete de capitán.

Moisés Arteaga debutó en Primera división el 25 de Junio de 1989, cuando sustituyó a Villa en un Murcia - Cádiz a los 83 minutos, después de haber compartido calentamiento con Mágico Díaz. Para la historia queda que David Vidal fue su primer entrenador, y que el Cádiz se llevaría aquel partido con gol de José. Los 9 minutos de aquella temporada vieron continudiad un curso después, cuando completó cinco partidos, pero no sería hasta la 91-92 cuando Arteaga se hizo con un sitio fijo en el once cadista, siendo uno de los jugadores más utilizados aquella campaña y la siguiente, con el equipo aún en Primera. Un año después, en la 92-93, Arteaga vio como su Cádiz se iba a Segunda quedando en penúltima posición, acompañando al Burgos y al Espanyol, caído en la promoción y a la postre próximo destino en su carrera al aterrizar en el club blanquiazul con el único propósito de recuperar su sitio en la cumbre. 

El Espanyol protagonizó un brillante ascenso el curso siguiente, sumando 52 puntos y proclamándose campeón con 1 de diferencia respecto al Betis y aventajando en tres al Compostela, primer equipo en jugar la promoción de ascenso. El campeonato del Espanyol contrastó con el descenso del Cadiz y el Burgos a 2ªB, haciéndose con un hueco en la media en el nuevo Espanyol de José Antonio Camacho, compartiendo media con nombres como Fresnedos o, Ayúcar o Francisco, jugando 28 partidos y anotando 4 tantos.

Ya en Primera, Arteaga olvidó los sinsabores de su última temporada en el Cádiz tomando un hueco en el once de manera fija, hasta completar 266 jornadas con la zamarra blanquiazul, 238 de los cuales fueron en Primera División. La titularidad inmediata se debió al hecho fundamental de que fue el propio Camacho quien solicitó su fichaje, abonándole al Cádiz 125 millones de las antiguas pesetas.

Jugador dotado de gran técnica -la escuela gaditana siempre ha propiciado la salida de jugadores con notable dominio de balón-, Arteaga se convirtió en dueño y señor de la banda izquierda del cuadro blanquiazul con Camacho, status que mantendría con Carcelén, completando una carrera de alto nivel, interrumpida por su cesión al Rayo Vallecano, debido a problemas de entendimiento con Paco Flores.

Capitán en la Copa de 2000, aquella en la que varias generaciones de aficionados blanquiazules pudieron al fin celebrar un título, a Arteaga le quedó la espina de no poder despedirse de la afición, en una última temporada para el olvido en la que apenas gozó de oportunidades, dejando sus cifras en los citados 266 partidos y 30 goles, completando su periplo como blanquiazul jugando en dos ocasiones la Copa de la UEFA