Hace 22 años, el Deportivo de la Coruña dio comienzo a uno de los periodos más brillantes de su historia. De la mano de Boronat primero y del legendario Arsenio Iglesias después, el club herculino logró la permanencia en la máxima categoría del fútbol español, dejando atrás casi dos décadas de infortunio y lucha en los pozos de la Segunda y la Tercera División. El resurgimiento de los coruñeses y el posterior Superdépor fueron protagonistas en campos como el del Borussia Dortmund o el del Trabzonspor turco. Sin embargo, pocos se han detenido a analizar el Deportivo bregador que precedió a ese conjunto ganador. Los nombres de los jugadores que llevaron a los coruñeses nuevamente a la élite han quedado, a menudo, en un segundo plano.

El descenso de los blanquiazules a Segunda División en el año 1973 marcó un antes y un después en la historia de la entidad gallega. No fue una simple caída. Fue el inicio de una travesía en el desierto. Los coruñeses vagaron, desde entonces y hasta 1991, entre las categorías de plata y bronce del balompié nacional. Uno de los jugadores más emblemáticos de la plantilla del Deportivo de aquellos años era el argentino Juan Carlos Piris. No obstante, sus años en la entidad herculina han quedado casi en el anonimato. Eclipsado por las figuras de jugadores como Pousada, Pardo, Canario o Gallego, el defensor santafesino fue, sin embargo, uno de los pilares de un conjunto que regresó de la Tercera División en el año 1975, y que acometió los fichajes de dos experimentados futbolistas que militaban, por entonces, en el San Lorenzo de Almagro. El primero era el mediocampista Victorio Cocco, que sólo permaneció en A Coruña esa temporada. El segundo era Piris, que continuó su andadura en Riazor hasta el año 1980, cuando el club volvió a caer a la categoría de bronce.

Passarella o él

La historia de Piris es la de un obrero del fútbol. La de un jugador que pudo llegar más lejos de lo que su trayectoria realmente señala. En su vuelta a Segunda División en el año 75, el Deportivo pujaba por hacerse con un defensor que diese buena salida de balón y fuese contundente en la zaga. Entre las opciones viables había dos realmente interesantes: un –por entonces- joven Daniel Passarella -actual presidente de River Plate-, o Juan Carlos Piris, central o pivote defensivo con más tablas y experiencia que el de Chacabuco. Finalmente, fue Piris el que aterrizó en A Coruña, simplemente porque el coste de su traspaso fue sensiblemente menor. Curiosamente, la permanencia de Passarella en Argentina favoreció que un año más tarde debutase con la albiceleste frente a la Unión Soviética. Piris nunca llegó a hacerlo.

El jugador formado en el Central Córdoba de Rosario se convirtió en el exponente defensivo de un Deportivo que por esa época convivía con la etiqueta de ‘equipo ascensor’. El paso de Piris por el club nos dejó a un central a la vieja usanza. Letal en las acciones a balón parado, como atestiguan los 10 tantos que marcó en su primera temporada o los 11 que alcanzó en el curso 77-78, el exjugador de Platense y San Lorenzo, entre otros equipos, exhibió también un estupendo posicionamiento táctico y un gran uso de su envergadura a la hora de cortar los avances rivales. Fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes defensas que han pasado por el Deportivo a lo largo de su historia. Sin embargo, el hecho de que su participación tuviese lugar en una de las peores épocas –a nivel institucional y deportivo- de los coruñeses, mermó sin duda el reconocimiento a sus capacidades.

Compartió vestuario con Richard o Buyo

Admirado por su efectivo golpeo de cabeza y por su buen toque a la hora de sacar el balón jugado, Piris compartió vestuario con otros jugadores que sí llegaron a ser un icono en la historia del deportivismo, como el extremo fisterrán Traba, el gran guardameta Francisco Buyo o el mencionado zaguero coruñés Julio Pardo. También disfrutaron de su presencia otros futbolistas formados en la cantera herculina, como el posteriormente secretario técnico Richard Moar, el extécnico del Fabril Carlos Ballesta. En su penúltima temporada, Piris también jugó al lado de una promesa incipiente del fútbol coruñés, como José Luis Vara, siendo entrenados ambos por el único español que, hasta la fecha, ha sido capaz de conquistar el Balón de Oro, el herculino Luis Suárez Miramontes.

El defensor argentino volvió a su país en el año 1980 tras descender nuevamente el Deportivo a Tercera División, pero sus cinco años en la ciudad atlántica sí permanecieron en las retinas de algunos aficionados, aquellos que, pese al gran papel que desempeñó el club coruñés con la llegada de Augusto César Lendoiro a finales de los años 80, nunca olvidaron las dificultades previas y los nombres que lucharon por devolver el color blanquiazul a los estadios de Primera, pese a que la inestabilidad de la entidad no favoreció que así ocurriese. Piris fue uno de ellos, uno de los grandes. Y eso ni el fútbol moderno puede borrarlo.