A veces el destino depara casualidades incapaces de imaginar de otra manera. Ni el deseo ni la magia serían capaces de hacerlo mejor. Precisamente, el regreso del capitán del FC Barcelona, Carles Puyol, parece ser una de esas magnificas casualidades. El de la Pobla de Segur volvía a ser titular el pasado sábado ante Osasuna, después de meses ausente, en una semana decisiva para el club catalán. Su regreso podría haber sido antes o dentro de unas semanas pero no, ha sido precisamente esta. Una semana repleta de simbolismo para el jugador catalán: partido de Champions mañana martes y el clásico ante el Real Madrid el sábado.  Puyol ha viajado este lunes a Italia donde mañana martes su equipo se enfrenta ante el Milán en la tercera jornada de la Liga de Campeones. Curiosamente, contra el equipo italiano fue su último partido oficial el pasado mes de marzo antes de su lesión y posterior baja ¿casualidad o fuerza natural?

Milán y Puyol tienen un vínculo más allá de lo deportivo.  Un imán con nombre propio es uno de los principales culpables: Paolo Maldini.

La pasión y admiración que siente el jugador catalán por Maldini ha ido aumentando año tras año hasta convertirse en uno de los objetivos del capitán del FC Barcelona.  El catalán ha tratado y sigue luchando para recrear dentro del club barcelonés lo que su “antecesor” hizo en el club italiano. De hecho, el del Pallars Jussà no percibe el fútbol distinto a cómo lo hacía su ídolo italiano. Conceptos defensivos semejantes, la colocación, la versatilidad, la deportividad pero sobre todo la exigencia sea cual sea el partido son solo algunas de las similitudes que comparten ambos jugadores. Lejos de ser un espejo, Maldini ha convertido a Carles Puyol en el crack que es hoy.  Jugadas que sonaban a música celestial para el entonces joven Puyol, la dignificación de los futbolistas que no acostumbran a marcar, la tenacidad del que lucha a contracorriente. Ni Maldini era el más técnico ni Puyol lo es ahora, ni Puyol es el que marca ni Maldini el que marcaba. Sin embargo, ambos han logrado ser sencillamente ellos. Con personalidad y trabajo, con disciplina y humildad, con cabeza y corazón. Sintiendo sus colores por todos los poros de su piel y defendiendo a capa y espada lo conquistado.

Un héroe ya ha “colgado las botas”, el otro, a sus 35 años sigue dando guerra y la que le queda por dar. Unos héroes personificados que les diferencia la etapa y el color pero que les une lo que nunca nadie puede derrumbar: la pasión y la lucha por un sueño ya convertido en realidad. La leyenda continua.