El Real Madrid tiene en la Juventus uno de esos rivales que siempre gustan al aficionado merengue. Un duelo de históricos siempre es bien acogido por el público, y más, si ambos conjuntos tienen tanta historia. La del cuadro bianconero viene de lejos, y la del Madrid, del mismo modo. Durante largos años, en la celebración del torneo continental más prestigioso de Europa, la Champions League, madridistas y juventinos se han visto las caras en numerosas ocasiones, con un saldo que no puede estar más igualado.

La celebración del último partido entre ambos conjuntos, el pasado miércoles 23, deshizo un empate a siete victorias que comenzó a fraguarse en 1962. Aunque parezca sorprendente, en más de 40 años y tras los citados 15 enfrentamientos, ni una sóla vez se llegó con empate al término de los 90 minutos reglamentarios. Bien el Madrid, bien la Juventus, terminaron el partido sumando una nueva victoria para su casillero. Hoy, en VAVEL, echamos la vista atrás hasta la temporada 2002-2003.

Había llegado mayo, y nos encontrábamos directamente con las semifinales de la entonces presente edición de la Champions. Llegaba el vigente campeón a la ronda previa a la gran final habiendo convencido al Viejo Continente tras su victoria frente al Manchester United en cuartos, gracias especialmente a un enorme partido de ida, dónde se impusieron a su rival por 3 a 1. En Old Trafford, los hombres entonces entrenados por Vicente Del Bosque, cayeron por 4 a 3, pero el valor doble de los goles fuera de casa le valió al cuadro merengue para acceder a la siguiente ronda.

El Madrid quería renovar su corona de campeón

Allí esperaba la Juventus de Marcelo Lippi, que se había deshecho en la ronda previa del Barcelona, después de empatar en Delle Alpi y lograr la victoria por 1-2 en el Camp Nou en la vuelta, gracias a un gol en el minuto 114 de Zalayeta. Los italianos venían, en apariencia, como un rival muy duro antes de la final, y finalizando un trío de protagonistas transalpinos, que completaban el Inter y el Milán, los contendientes de la otra semifinal. Italia dominaba en Europa, y parecía que sólo el fútbol español, personificado en el Real Madrid, podría evitar la final soñada por los italianos.

El Santiago Bernabéu abrió sus puertas el 6 de mayo de 2003 para recibir a la Juventus. Los de Lippi formaron con un esquema muy fuerte en el centro del campo, situando al hoy técnico del cuadro turinés, Antonio Conte, al mando de las operaciones desde el medio. Del lado opuesto, Vicente Del Bosque decidió seguir apostando por lo que le estaba funcionando hasta el momento, paliando la ausencia de Raúl con la entrada de Morientes al lado de Ronaldo en punta, con Guti en el doble pivote junto a Makelele. A los costados, tanto Zidane como Figo ponían la magia, bien escoltados por Roberto Carlos y Salgado en los laterales, respectivamente. En la portería, un joven Iker Casillas ya asentado bajo palos, tras un paso por el banquillo la temporada anterior, guardaba la meta flanqueado por Hierro y Helguera como pareja de centrales.

Del Piero y Raúl porfían por un balón (Foto | Marca).

El encuentro en Madrid empezó realmente bien para los intereses blancos. Sin dejar que el rival se asentase del todo en el campo, los blancos tocaron, con un ritmo algo lento, pero constante, buscando en especial las acometidas de Figo por banda derecha, en busca de la cabeza de Morientes. En una jugada por el medio, cuando el choque aún no había llegado al ecuador de la primera parte, Morientes aguantó el balón y lo dejó en boca del área para que entrase Ronaldo, que valiéndose de un gran disparo subió el primer gol en el marcador .

Los fantasmas que había creado la dolorosa goleada encajada ante el Mallorca en la jornada anterior empezaban a desaparecer, pero al mismo tiempo, hizo acto de presencia cierto punto de relajación. El único que mantenía el nivel y la exigencia en el equipo fue Zidane, que cerca del minuto 40, y tras deshacerse de hasta tres jugadores del que fuera su equipo, ensayó un disparo que salió desviado por poco de la meta de Buffon.

Del Piero, Nedved y Trezeguet fueron un dolor de cabeza

En aquel momento, la Juventus era líder del Calcio, y llevaba peligro a las metas rivales a través, principalmente, de tres hombres. Alessandro Del Piero, Pavel Nedved y David Trezeguet. El primero y el tercero se pusieron de acuerdo, justo antes de la llegada del minuto 45 al cronómetro del colegiado del encuentro, el noruego Terje Hauge, para hacer un gol de los llamados psicológicos. El talentoso '10' italiano, se deshizo de la marca de Michel Salgado para ensayar un disparo, pero el lateral de Pontevedra se repuso y logró evitar que el tiro llegase a portería. El balón pegó en el jugador español, quedando muerto y a los pies de un Trezeguet que no perdonó, y batió a Casillas igualando la contienda justo antes del descanso.

Nuevamente la Juventus parecía ponerse por delante en las apuestas, y los quince minutos de asueto tendrían que ser bien empleados por Del Bosque para aleccionar a sus pupilos a la hora de encarar con garantías la segunda mitad. Y para sorpresa de los presentes, el segundo acto comenzó de forma muy diferente al primero. Con un Madrid indeciso, impreciso y rácano, el balón y el dominio fueron cosa de los bianconeros, que se deshicieron de la máscara de defensivos con la que llegaron al Bernabéu, y comenzaron a inquietar la portería de Casillas.

Otro punto en contra del devenir blanco fue la inoportuna lesión de Ronaldo. El brasileño sufrió una molestia que le impidió seguir en el campo apenas cinco minutos después de que el trencilla noruego diera comienzo a la segunda parte. En su lugar salió el canterano Javier Portillo, héroe de la clasificación ante el Borussia gracias a un tanto 'in extremis'. Llegado el ecuador, el Madrid comenzó a desperezarse, y a punto estuvo Figo de conseguir desequilibrar el marcador en el minuto 67. Pero sería apenas cinco después cuando Roberto Carlos, en una de sus múltiples internadas por banda, lograra realizar un potente golpeo cruzado que sorprendió a Buffon, y que se convirtió en el a la postre definitivo 2 a 1 que ondeaba en el luminoso de Chamartín.

A partir de ése momento, los de Del Bosque inclinaron el campo hacia la portería del cuadro italiano, y sólamente el buen hacer del guardameta de Carrara evitó que el marcador fuera más abultado en favor merengue. Sin duda, por ocasiones y ganas de hacer gol, el Madrid mereció algo más, que a la postre, se vio que hubiera sido decisivo.

Viaje a Turín y golpe moral

Apenas una semana después se volvieron a ver las caras ambos conjuntos. Esta vez era el Madrid el que se tuvo que desplazar hasta Italia, hasta Turín, para enfilar el túnel de acceso al estado Delle Alpi y buscar hacer buena esa ventaja para llegar a una nueva final de la Champions, en busca de la Décima. En territorio bianconero, Del Bosque apostó por un esquema más conservador, juntando a Conceiçao y Cambiasso en el medio, sacrificando a los dos delanteros que actuaron de inicio en el Bernabéu para introducir a Raúl arriba con Guti enganchando en la mediapunta. El resto, los mismos; el resultado, muy diferente.

Los onces que presentaron ambos conjuntos en el encuentro de vuelta.

De salida, los de Lippi comenzaron arrollando a un rival que se dedicó a perder demasiados balones en la zona de medios, que la Juventus no estuvo dispuesta a desaprovechar. Primero Nedved, desde lejos, cerca del minuto siete, probó el estado de Casillas para el partido. Apenas cinco minutos después, Trezeguet, no daría más tiempo de calentamiento al equipo blanco, y perforó el arco merengue por primera vez, gracias a la parsimonia de una pareja de centrales que permitió al punta galo recoger un balón muerto, y batir al arquero de Móstoles.

A pesar del gol anotado, la Juve no descansó, ni decayó en su ánimo de atacar la portería madridista. Con los centrocampistas tapando a Zidane a la perfección, el Madrid parecía maniatado, sin capacidad de reaccionar. Fue justo cuando el francés se deshizo de la pegajosa marca de los locales, y el asentamiento de la pareja de Cambiasso-Conceiçao en el medio, cuando el Real empezó a crecer, e incluso, pasó a dominar el encuentro. Ese dominio se tradujo de la mejor oportunidad hasta el momento. Guti se plantó solo ante Buffon, pero el balón le quedó en su pierna mala, la derecha, y no fue capaz de valerse de ella para superar al meta italiano, marrando la ocasión más clara para su equipo hasta el momento.

Así recibió Delle Alpi al Madrid. "Jaque mate al Real", rezaba el tifo

Ese error del canterano blanco resultó aún más doloroso para el ánimo blanco, puesto que unos pocos minutos después recibirían un nuevo jarro de agua fría. Del Piero recogió un balón en la frontal del área, amagó a Hierro, que cayó en su engaño, y permitió al transalpino armar la pierna para, valiéndose de un tiro fuerte y raso, batir de nuevo a Casillas por su palo, y subir el segundo tanto al marcador, nuevamente, del lado juventino. Justo al filo del descanso.

Figo tuvo en sus pies la mejor ocasión del Madrid, pero no pudo batir a Buffon desde los 11 metros

Tras la reanudación, Del Bosque rearmó a su equipo, dando entrada a Ronaldo en lugar de un Conceiçao que nunca estuvo a la altura del partido. Con el brasileño acompañando a Raúl en punta, el Madrid crecía exponencialmente con el paso de los minutos. El ingreso del delantero revolucionó el partido, y dotó al cuadro merengue de la oportunidad más clara del partido.

El propio Ronaldo cayó dentro del área bianconera, y el colegiado del encuentro, el suizo Urs Meier, señaló los once metros sin dudarlo. El responsable habitual, Luis Figo, tomó el balón, cogió carrerilla, y falló el lanzamiento. Gianluigi Buffon esperó perfectamente en el medio al portugués, que no hizo buena su paradinha, y su disparo encontró los guantes del portero italiano, que adivinó la intención del luso y detuvo el lanzamiento lanzándose a su derecha, desatando la locura en Delle Alpi, e infundiendo el desánimo en las filas madridistas.

A partir de aquel momento, con el Madrid volcado, las ocasiones más claras caían del lado juventino a la contra. En una de esas jugadas al contragolpe, el checo Pavel Nedved se plantó sólo ante Casillas, y sin pensárselo, empalmó un gran disparo con su pierna derecha y sumó un tanto más para la cuenta de la Juventus, que se acercaba ya de forma casi definitiva a la final. Los arreones a la desesperada del Madrid surtieron efecto demasiado tarde, cerca del minuto 89, cuando Zidane batió por fin a Buffon. Pero ya era tarde. Urs Meier señaló el final del encuentro sin que el Madrid lograse siquiera acercarse a la meta bianconera en los minutos de añadido. La final soñada se producía para los italianos, que juntarían a dos representantes en la misma, y por el contrario, se esfumaba la oportunidad para los merengues de revalidar el título. Un campeonato que aún hoy, más de 10 años después, aún se les resiste.