Cuando un solo hombre congrega elogios, loas y admiración, no sólo por su fútbol, sino también por su manera de disfrutar practicándolo, es que tiene algo especial. Una vez cada mucho tiempo, surge, espontáneamente, un fenómeno que nos lleva a disfrutar de un talento superior. Nada hacía presagiar, una fría noche de mediados de octubre, allá por el 1934 en la víspera, como el que dice, del estallido de la II Guerra Mundial, que en Edmonton empezaría una leyenda.

Londres vio nacer a una estrella

John Norman Haynes vino a esta vida en silencio, casi sin hacer ruido y en un mundo que amenazaba con romperse. Desde muy pequeño, en su casa quedó clara su afición al fútbol. A pesar de que, y más en esa época, por lógica debido a su lugar de nacimiento, debería haber sido un jugador del Tottenham, el pequeño Haynes había empapelado su habitación con fotografías de futbolistas del Arsenal. Pero su amor por el deporte rey no se limitaba a incluir a los miembros de la plantilla gunner en las paredes de su dormitorio, sino que era un ávido practicante.

Johnny Haynes nació en un mundo que amenazaba con romperse

Su carrera despegó a la tierna edad de 15 años. Por aquel entonces, en el país británico, se reunían grandes cantidades de espectadores ante una televisión para presenciar los encuentros entre colegiales. John Haynes asistía puntualmente cada día a la Escuela Latymer, desde la cual, accedió al equipo nacional inglés para disputar en Wembley, ante Escocia, un partido que le catapultaría a la fama. Allí, en el mítico estadio, el talentoso colegial hizo dos de los ocho tantos que Inglaterra endosó a su rival, siendo protagonista en forma de asistencia en varios más, consiguiendo enfervorecer a los allí presentes, y ganándose más de un par de ojos, que pusieron sus esperanzas en aquel talento salido de la zona de Kent.

Apenas tardaron en llegarle las ofertas. El propio Tottenham hizo la primera, pero poco tiempo tardaría el Arsenal en sumarse a la puja. A pesar de que los dos grandes conjuntos londinenses de la época peleaban por hacerse con sus servicios, el joven John Haynes se decidió por otro conjunto, más modesto. El feliz periplo de un compañero suyo en la escuela en el Fulham le llevó a firmar, en 1950, por el conjunto de Craven Cottage. Estaban de enhorabuena en el cuadro 'White', puesto que acababan de firmar a uno de los mayores proyectos de jugador de la época. Y todas las miradas se posaban en todo un exfutbolista de los ‘Whites’, y actual miembro del cuerpo técnico, Eddie Perry, encargado de convencer a los responsables del club del talento del joven jugador.

Sendas cesiones en los dos años posteriores a equipos de divisiones inferiores sirvieron para que Haynes terminase de foguearse, a la espera de tener la edad mínima, 17 años, para firmar su primer contrato profesional, y apenas unos meses después, en la Navidad de 1952, hacer su debut con el primer equipo. El afamado Boxing Day sirvió para ver los primeros minutos de John como jugador del Fulham. Con el Southampton como invitado de excepción, en la ribera del Támesis se empezaba a vislumbrar el amanecer de un jugador que cambió, de forma inconsciente, la forma de entender el deporte rey. Antes del comienzo del choque, en declaraciones al Fulham Chronicle, el propio Haynes se mostraba como lo que era, apenas un novato tembloroso por su debut: "Estoy muy nervioso, más de lo que he estado nunca".

Haynes, en el día de su debut, el Boxing Day: "Estoy muy nervioso, más de lo que he estado nunca

En un momento en el que el principal motor de los equipos, ofensivamente hablando, lo llevaban los extremos, John Haynes se hizo un hueco presentando algo diferente. Desde su posición más centrada, como interior, el de Edmonton movía al equipo a su antojo, marcando los tiempos y siendo decisivo a través del pase. Una vez, el propio futbolista llegó a reconocer que prefería asistir en largo a un compañero a hacer un gol, y esa, es una de las mejores maneras de describir su modo de jugar al fútbol.

Acompañado de hombres de la talla de Bobby Robson, Bedford Jezzard, George Cohen, Alan Mullery o el también enormemente brillante Tosh Chamberlain, Haynes dio algunas de las mejores tardes a los fieles al Cottage. Precisamente, gracias a la experiencia de éste último, de Chamberlain, Johnny, como ya empezaba a conocérsele, había firmado por el conjunto londinense, en detrimento de sus otros dos candidatos. Así lo describía Willie Evans, del Daily Mirror, bajo el titular de 'Estos chicos hacen de Craven Cottage el más feliz de los hogares':

"Otros clubes famosos han querido a Johnny. El Arsenal tuvo un informe sobre él en sus archivos durante las últimas dos temporadas. Spurs, Portsmouth y Wolves también estaban ansiosos por conseguirlo. Pero hay algo en el Fulham que atrae a los chicos. Tal vez sea el ambiente o la relación de amistad que existe entre los jugadores, estrellas reconocidas y los chicos que todavía tienen que hacer su camino".

Bobby Robson (izquierda) junto a Bedford Jezzard (centro) y Johnny Haynes.
Bobby Robson (izquierda) junto a Bedford Jezzard (centro) y Johnny Haynes.

No podían empezar mejor las cosas para Haynes, ganándose a diario una mayor cuota de reconocimiento. Por aquel entonces, y durante los siguientes siete años, siguió pugnando con sus compañeros por conseguir el gran objetivo del ascenso, y en la temporada 1957-58 estuvieron cerca. Pero les pasó factura su rendimiento notable en la FA Cup, y cayeron finalmente hasta la 5º posición después de ser eliminados también en la competición copera por el Manchester United en semifinales. Pero no decaería su ánimo, y apenas una temporada después lograrían el imposible: el ascenso. Únicamente superados por el Sheffield Wednesday en la clasificación, los ‘Whites’, espoleados por los tantos que firmó Haynes, ascendieron por fin a la First Division, la predecesora de la actual Premier League, haciéndose un hueco entre los mejores de Inglaterra.

Haynes se pone definitivamente en primera plana mundial

La leyenda de uno de los creadores del término ‘one-club-man’ estuvo a punto de no ampliarse, al menos como cottager, en dicho mercado estival. Los grandes equipos del mundo pusieron sus ojos en el talento del futbolista inglés, e intentaron seducirle con cuantiosas sumas de dinero para él, y otra gran fortuna para el Fulham en pago por sus derechos. Por aquel entonces, el Milan fue sin duda el que más fuerte pujó por él, y llegó a enviar a Craven Cottage una propuesta de traspaso valorada en £80.000, más del doble de la cifra más alta de aquel entonces en cuestión de compra de los derechos de un jugador. Tanto Haynes como el Fulham rechazaron su proposición, y fue el preludio de otro gran cambio en la historia de la máxima división inglesa.

El Fulham rechazó £80.000 por Haynes, la mayor cantidad hasta el momento ofertada por un jugador

Por aquel entonces, existía un límite salarial fijado en unas £ 20, que restringía los sueldos de los futbolistas hasta la citada cantidad. Con esto, el futuro de Haynes en la entidad de Stevenage Road dependía de la capacidad del equipo en superar dicha barrera, y mientras se ejercía una presión para saltarse dicha restricción, e incluso, como así fue a la postre, derogarla, también se hacía públicamente. El presidente y comediante Tommy Trinder se jactaba de que incluso estando fijado el límite en 20, Haynes percibía ya £ 100 a la semana.

En 1961, una vez caído el límite, se confirmó que el futbolista del norte de Londres se convertía en el primer jugador de Inglaterra en percibir dicha cantidad, elevando aún más su caché. Si en el presente hablamos de David Beckham como uno de los mayores iconos anglosajones en términos mediáticos, a finales de los 50 y principios de los 60 el equivalente era Johnny Haynes. Las grandes marcas le buscaban, y terminó convirtiéndose en el nuevo ‘Brylcreem Boy’, sucediendo en el puesto al jugador de cricket Denis Compton, y anunciando así la conocida marca de productos para el cabello.

En 1963 le volvió a llegar la última gran oportunidad de pelear por los títulos, pero nuevamente su lealtad al club y la negativa de Trinder a dejarle salir fueron determinantes. Los Spurs volvieron a llamar a su puerta, personificado en las intenciones de Bill Nicholson. Éste intentó traerlo al Tottenham después de que John White, otro gran talento de la época, fuera alcanzado por un rayo y herido de muerte mientras jugaba al golf.

Desde su ascenso a la máxima categoría, el Fulham peleó duro por mantener su condición, pero tras rozarlo en varias ocasiones, consumó su descenso en el año 1968. Pero la debacle vino a continuación, ya que la campaña siguiente no pudieron reponerse de la decepción del descenso y volvieron a calificar como últimos, sufriendo nuevamente un bajón de categoría.

Haynes jugó 658 partidos con la camiseta del Fullham y 56 con la de Inglaterra

A pesar que de que Haynes aguantó hasta una campaña más en Tercera, su avanzada edad y el ocaso de su carrera le animaron a probar suerte, por primera vez en su vida deportiva, con otra camiseta. Ponía fin así a las 658 apariciones que cosechó con el Fulham, en las que anotó 158 goles. Ambos registros quedaron marcados como los más destacados de la historia del cuadro londinense, y únicamente superado, en la faceta goleadora, por Gordon Davies, que desde 1991 ostenta el récord con tan sólo una diana más que Haynes.

Se desplazó hasta Sudáfrica, para enrolarse en las filas del Durban City, equipo al que ya pertenecía un amigo suyo, Budgie Byrne, que le dirigió en las cinco campañas en las que Haynes vistió los colores del cuadro sudafricano. Su decisión levantó polémica en Inglaterra, dado el estado político que se vivía en el país, pero para Haynes no fue relevante. De hecho, una vez concluida su carrera a la nada despreciable edad de 41 años, decidió permanecer allí por otros 15 más, viviendo con su tercera mujer Avril, y dando clases a niños.

Su periplo como internacional

A pesar de que el Fulham no conseguía el ascenso en el inicio, y aunque tuvo que disputar los primeros siete años de su carrera en la Segunda División inglesa, era reconocido como uno de los mejores jugadores ingleses del momento. Pero el hecho de desempeñarse en una categoría inferior no le hacía ajeno al seleccionador de los Pross, que apenas dos tempordas después de su debut, le llamaba por primera vez para jugar con la selección inglesa en Windsor Park ante Irlanda del Norte, apenas 15 días antes de su vigésimo cumpleaños. En dicho encuentro, el combinado anglosajón se impuso a Irlanda por un claro 2-0, en el que Johnny entró, haciendo uno de los dos tantos ingleses, y certificando el triunfo de su selección en el día de su estreno.

Pelé, sobre Haynes: "Es el mejor pasador que jamás he visto"

Fue convocado para las siguientes tres grandes citas mundialistas, pero tuvo un bagaje más que pobre. En la primera, el mismo año de su debut internacional, apenas si tuvo alguna oportunidad. Posteriormente, en el 58 en Suecia, tuvieron mala suerte con el sorteo. El durísimo grupo, y los resultados cosechados, en el que quedaron encuadrados (Brasil, URSS y Austria) les obligó a jugárselo todo en un partido de desempate ante los soviéticos, en el que cayeron derrotados por un tanto a cero, confirmando la deblace inglesa.

Todo pudo cambiar entonces, en el 0-0 que se cosechó ante Brasil. Haynes, en la segunda mitad, encontró un hueco que únicamente él era capaz de ver. Le puso el balón en largo al punta inglés, que no fue capaz de superar al meta brasileño, truncando así las posibilidades de éxito de los Pross. A la conclusión del choque, nada menos que Pelé se rindió al futbolista del Fulham. El enorme delantero de la verde-amarelha se refirió a él cómo "el mejor pasador que jamás he visto".

Ya con Haynes como capitán anglosajón, en Chile en 1962, la actuación de The Three Lions fue mucho más destacada. Con Johnny como principal estrella, manejando al equipo desde la mediapunta, los ingleses se plantaron en los cuartos de final ante los a la postre campeones. La Brasil de Garrincha o Pelé pasó por encima de Inglaterra, imponiéndose con un 3-1 que hacía a los de Haynes tener que volver a hacer las maletas antes de tiempo. A partir de ese momento, la carrera de Haynes fue en claro descenso. Buena culpa de ello la tuvo el primer accidente grave en el que se vio inmerso, que le hizo no volver a ser el mismo. En agosto, en Blackpool, tuvo un aparatoso choque mientras conducía su moto, obligándole a parar durante un año.

Tras su vuelta, cuando todo hacía pensar que no volvería a vestirse de corto, su rendimiento no fue el mismo, lo que le hizo no ser capaz de volver a ser convocado con la selección inglesa, que además, se proclamaría campeona en el siguiente Mundial, en 1966. En total, 56 veces vistió la camiseta de los Pross, siendo 22 las ocasiones en las que además portó el brazalete de capitán.

Tras su retiro, su periodo viviendo en Sudáfrica y su posterior mudanza a Edimburgo, la vida de Haynes llegó a su fin un trágico 17 de octubre de 2005."Desde el momento en que hizo su debut, Johnny Haynes estaba destinado a la grandeza. Él era un jugador espontáneo, instintivo, con unas condiciones particulares para jugar al fútbol. Además, nada le vino de regalo, puesto que nadie trabajó más duro en los entrenamientos que él".

A Johnny Haynes se le recordará siempre como ‘The Maestro’

No se equivocaba Bobby Robson cuando definía a su amigo, horas después de conocer su fallecimiento. Un desgraciado accidente de coche, en 2005, le arrebató la vida en el día de su 71º cumpleaños. Su vehículo se salió de la calzada, y chocó en dirección contraria con una furgoneta. Aunque el accidente lo vivió un médico, que practicó los primeros auxilios a Haynes, fue incapaz de hacer nada por él. Aunque permaneció casi 30 horas más vivo, con respiración asistida, la familia decidió cumplir su voluntad y tras donar algunos de sus órganos a la ciencia, dio el consentimiento para no prolongar su agonía. Con su pérdida, volvió a la memoria de todos aquellos que habían olvidado sus hazañas sobre el campo, y rápidamente pusieron en movimiento el merecido homenaje.

Pasando por renombrar uno de los palcos, o destacar su fotografía en el magnífico mural que ilustra las paredes interiores del estadio inglés más antiguo, pusieron colofón a su reconocimiento a su figura desde el Fulham encargando una figura que desde 2008, preside la entrada al Cottage. La pose, con los brazos apoyándose en su cadera, es la más famosa de la carrera del de Edmonton, puesto que se hizo famoso mientras fue jugador por sus berrinches sobre el campo con los compañeros, siendo incapaz de guardarse las emociones.

Su talento sobre el campo, su clarividencia y su juego rompedor para la época lo hicieron entrar en la historia del fútbol inglés como uno de los grandes jugadores que ha dado el país anglosajón. Talento a raudales, personalidad arrolladora y una maravillosa pierna derecha le hicieron merecedor de uno de los apodos más particulares del fútbol. A Johnny Haynes se le recordará siempre como ‘The Maestro’.

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Sobre el autor
Manuel Vergara
Coordinador y redactor de la sección del Real Madrid y su cantera | Contacto: [email protected]