"Annus horribilis". Así podría definirse el 2013 del Real Zaragoza. Este año ha sido un año duro para el zaragocismo, que ha explotado y ha demostrado en numerosas ocasiones a lo largo de estos últimos 365 días que no puede más.

Los blanquillos llevaban dos temporadas salvando la categoría en la última jornada y lograrlo por tercera vez consecutiva, ya era mucha ayuda de la Virgen del Pilar. Un comienzo de año horrible, en el que no se estrenó el casillero de victorias hasta finales de abril, dejaba ver lo que iba a suceder en el mes de junio: el descenso a Segunda División, un hecho que vuelve a repetirse estando Agapito Iglesias como máximo accionista del club zaragozano.

El del 2013 ha sido uno de los veranos más movidos que se recuerdan en las oficinas de la calle Eduardo Ibarra: despidos de jugadores y personal del club, fichajes de futbolistas, cambio en los altos cargos del club, etc. Todos ellos movidos por un objetivo principal: el ascenso; y por uno no menos importante: la viabilidad del Real Zaragoza.

Tras una campaña de abonados que no tuvo éxito, La Romareda presenta cada 15 días una pobre entrada que hacía años que no se veía. El juego del equipo no ayuda a que el zaragocismo acuda a su templo. La afición esperaba de esta temporada ver buen fútbol y luchar desde el principio por los puestos de arriba. Pero no está siendo así. Al equipo le está costando adaptarse a la categoría y a Paco Herrera le está costando dar con la tecla definitivamente. El equipo termina el año sin haber entrado todavía en ninguna ocasión en puestos de playoffs de ascenso.

Enero - Abril

Arranque horrible del año

El Real Zaragoza comenzaba el 2013 henchido de optimismo. Tras haber logrado una salvación que parecía imposible de la mano de Manolo Jiménez, quedaban solamente dos partidos para llegar a la primera mitad de la temporada. Y, habiendo disputado 17 jornadas, los maños ya habían conseguido su objetivo: los 22 puntos. Los resultados cosechados en La Romareda podían ser peligrosos y dejaban mucho que desear. Sin embargo, los pupilos de Jiménez lo compensaban con victorias a domicilio y unas encomiables actuaciones, como la victoria por 0-2 ante el Athletic de Bilbao.

Pero por mucho que las cosas pintaran bastante bien para el cuadro zaragocista, lo que en realidad vivió fue una auténtica pesadilla. Empezó a perder partidos fuera de La Romareda, y en casa siguió sin ganar. Toda la afición pensaba que simplemente se trataba de una mala racha, de esas habituales que se producen en todas las campañas. Pero la realidad era otra. Esa mala racha, supuestamente momentánea, acabo haciéndose eterna.

El 2013 comenzó con las derrotas ligueras ante el Betis, el Atlético de Madrid, el Valladolid y el empate a nada en La Romareda frente al Espanyol. La única victoria, se consiguió en la vuelta de octavos de la Copa del Rey por 2-0 al Levante. Sin embargo, los maños cayeron en cuartos frente al Sevilla, y el técnico de Arahal empezó a ser criticado por primera vez en un año. Se le acusó de 'tirar' la Copa poniendo en liza a los menos habituales, mientras que él argumentaba que se debían hacer rotaciones para que el equipo no se derrumbara físicamente en los partidos ligueros.

Durante esta cuesta de enero, se lesionaron varios jugadores importantes. Apoño comenzó a tener muchos problemas físicos, y Zuculini, vital en el esquema de Jiménez debido al fondo y al aguante que poseía, cayó lesionado de la rodilla ante el Espanyol y se perdería todo lo que restaba de temporada. A Álamo, aunque no era de los titulares, le ocurrió lo mismo. Debido a las lesiones, a la escasez que existía dentro de la plantilla y a que el físico del equipo parecía no ser suficiente, se acudió al mercado invernal. El Zaragoza fichó a Carmona (cedido por el Milán), Bienvenu (cedido por el Besiktas), Fernández (comprado al Córdoba), Rochina (cedido por el Blackburn Rovers) y Rodri (cedido por el Barcelona B).

También hay que contar con la decepción tremenda que fue Romaric. El jugador costamarfileño regresó de disputar la Copa de África, supuestamente, en un mejor tono físico y futbolístico. Sin embargo, su vuelta fue nefasta y volvió a lesionarse. No rindió en ni un solo partido a lo largo de la campaña 2012/2013. Vino como el fichaje estrella, pero se convirtió en la mayor decepción de la temporada.

En la pésima racha que atravesó el Zaragoza en los inicios del 2013 (hay que recordar que hasta el 27 de abril no consiguió su primera victoria), hubo tres partidos en los que parecía que su suerte iba a comenzar a cambiar. La primera de ellas fue ante el Málaga en la jornada 22, a domicilio. Jiménez cambió su táctica por un 4-1-4-1, con José Mari como pivote defensivo y situando por delante a Víctor, Apoño, Movilla y Montañés. Así, el equipo poseía más equilibro y seriedad. Los blanquillos sacaron un válido punto frente a los de Pellegrini. Sin embargo, dicha reacción se quedó en nada tras perder contra la Real Sociedad en la Romareda y con el Osasuna (rival directo por la permanencia) en el Sadar. El meta Roberto, aunque no fue tan determinante como en temporadas pasadas, cayó lesionado en un entrenamiento antes del envite contra los pamploneses, no apareciendo de nuevo hasta el encuentro ante el Madrid.

El segundo amago de reacción se produjo en La Romareda ante el Valencia, en la jornada 25. Manolo Jiménez empezó a confiar más en algunos refuerzos invernales (como Fernández). Pero sobre todo comenzó a poner en liza a Rochina. El valenciano, a pesar de no saber que el fútbol es un juego colectivo, demostraba tener una verticalidad y una calidad diferente al resto. Además, la irrupción de Rochina (que a posteriori tuvo una discusión importante con Jiménez y no jugó todo lo desable) coincidió con la bajada de rendimiento de Víctor Rodríguez, uno de los que estaba siendo jugador revelación del curso.

Contra el Valencia se empató a dos tras un buen partido. Sin embargo, Apoño cayó lesionado de nuevo y no volvió hasta la jornada 29. Pero otra vez la reacción fue ficticia. Los siguientes resultados fueron nefastos (derrota contra el Getafe 2-0; empate a cero frente al Granada y escandalosa derrota ante el Sevilla por 4-0). El Zaragoza comenzaba a peligrar, rozaba el descenso y llegaba a La Romareda uno de los rivales menos deseables: el Real Madrid.

Sin embargo, Manolo Jiménez recuperaba a Roberto y a Apoño. Además, el técnico de Arahal realizó otra innovación táctica, de la cual hizo uso en muchas ocasiones hasta el final de la campaña. Utilizó un 4-2-3-1, con Apoño y Movilla en el doble pivote. Destacó la vuelta de un Edu Oriol que vivía en el club zaragocista gracias a un gran final de temporada en la 2011/2012. Sin embargo, la principal novedad fue la de Rodri. Jiménez lo situó en la media-punta, dando más equilibrio al conjunto y mayor trabajo físico. Se empató a uno y aguardaba un partido vital en Riazor, ante un Dépor que estaba resucitando de la mano de Fernando Vázquez.

Mayo - Agosto

Descenso a Segunda

Tras la primera alegría después de 15 partidos sin lograr la victoria, el conjunto maño comenzaba el mes de mayo confiando en que, aún, se podía lograr la salvación. Con cinco partidos por delante antes de finalizar la temporada, los de Jiménez dependían de sí mismos y la victoria ante el Rayo una semana después (3-0), certificó las esperanzas.

Sin embargo, el Athletic de Marcelo Bielsa bajó a los maños de las nubes, cuando a falta de dos jornadas, con La Romareda hasta los topes, los rojiblancos remontaron un gol de Postiga y se llevaron la victoria. La permanencia era casi imposible y tras la visita al Benito Villamarín, el Zaragoza tenía que esperar un milagro, pues necesitaba ganar su último encuentro y esperar que ni Celta ni Deportivo consiguieran los tres puntos.

El Atlético visitó, en la última jornada, La Romareda sin nada en juego pero, esto, no impidió que se hicieran con la victoria ante un conjunto demasiado apático. En este momento, el Zaragoza se convirtió en equipo de Segunda División y Manolo Jiménez perdió su puesto.

El conjunto maño, en crisis institucional y deportiva, tuvo que afrontar una nueva pretemporada con numerosos cambios. El primero de todos, el descenso de categoría, que supuso una bajada de ingresos para las arcas del club. Esto provocó que muchos de los jugadores, que aun tenían contrato en vigor, tuvieron que marcharse. Sus altas fichas no podían ser asumidas y el Zaragoza se reforzó con jugadores jóvenes y veteranos con menor sueldo y con los futbolistas que tenía cedidos, formando así una amplia plantilla. Pero no fue el único cambio, pues el equipo necesitaba un comandante que lograra sacar al Zaragoza de Segunda y el elegido fue Paco Herrera, que con un sistema sólido de pases cortos basado en el dominio y la presión, llevó a cabo una buena pretemporada.

También llegaron Jesús García-Pitarch, como nuevo director general del Real Zaragoza, Moisés García León, como director deportivo, y José Ignacio Soler, como nuevo encargado de dirigir la cantera zaragocista. Muchos fueron los que llegaron, pero la afición sólo pedía una salida, la que lleva pidiendo durante 7 años, la del máximo accionista y presidente del club: Agapito Iglesias, pero en 2013 tampoco se ha dado su marcha del club maño.

En los partidos previos al comienzo liguero, el nuevo conjunto de Herrera cosechó solamente dos derrotas y durante el mes de julio ganó todos sus encuentros, siendo la victoria más destacada la que consiguió frente al Athletic de Bilbao por 1-4. Esta pretemporada dejó muy buenas sensaciones, que se esperaba que se pudieran extrapolar a la liga que estaba a punto de comenzar.

Septiembre - Diciembre

Las expectativas no se cumplen

El Real Zaragoza comenzaba la temporada 2013-2014 con el mensaje “Volver a sonreír” y un objetivo marcado en rojo: volver a la máxima categoría del fútbol español. Con una plantilla desnivelada en algunas posiciones pero no exenta de calidad, el objetivo, a priori, parecía factible, pero bien es cierto que los resultados no han sido los esperados en cuanto a juego y rendimiento. La irregularidad de jugadores como Víctor Rodríguez o Álvaro y la decepción de algunos de los nuevos fichajes han hecho que el equipo no se haya adaptado a la categoría y haya deambulando por la zona media de la clasificación.

La primera victoria no llegó hasta la quinta jornada

El equipo maño tuvo un mal comienzo en su vuelta a Segunda División. Tras dos empates ante Hércules (1-1) y Mirandés (0-0), el Real Zaragoza cosechó dos derrotas en su visita a Barcelona (1-0) y en casa ante el debutante Lugo (0-1). La victoria tardaba en llegar e impacientaba a una afición que quería disfrutar por fin de una temporada en la que pudiera ver a su equipo ganar y hacerlo jugando bien al fútbol. La primera victoria de la temporada llegaba en la quinta jornada ante el Tenerife (3-0), posiblemente el mejor partido de la temporada y que tuvo un nombre propio por encima del resto: Víctor Rodríguez, autor de dos goles saliendo desde el banquillo.

Ángelo Henríquez, el fichaje que despertó más ilusión entre la afición blanquilla, había debutado ante el Barcelona B y anotaba su primer gol ante el Real Madrid Castilla, ayudando a su equipo a conseguir la segunda victoria consecutiva de la temporada por 1 a 2. El delantero volvía a marcar en la derrota ante el Recreativo (1-2) y con un doblete ayudaba en la victoria en Mallorca (2-4), pero el atacante chileno se fue contagiando poco a poco de la dinámica del equipo, bajando el nivel que había demostrado en sus primeros partidos.

El equipo zaragocista conseguía su tercera victoria en cuatro partidos ante la Ponferradina (2-1), pero a partir de entonces las cosas comenzarían a torcerse. El Real Zaragoza dejaba escapar dos puntos en los últimos minutos en A Coruña (1-1) y lo más grave de todo, perdía a Paco Montañés por una lesión muscular. Con un empate ante el Alavés (2-2), otra vez dejándose remontar, cerraba el mes de octubre a un punto de la zona de playoffs.

Herrera estuvo al borde de la destitución, pero tres victorias consecutivas le salvaron

En el mes de noviembre, Paco Herrera vivió su momento más crítico. Los maños acumularon tres derrotas consecutivas ante Éibar (3-2), Numancia (1-2) y Jaén (3-0), encendiendo todas las alarmas y colocando a Herrera en el ojo del huracán. El equipo se encontraba a tan sólo un punto del descenso y con una racha negativa que le había llevado a cosechar 2 puntos de 15 posibles. El técnico optó por su sistema, colocando un trivote en el mediocampo, y le salió bien la jugada, ya que Álvaro salvó su cabeza con un gol en un saque de falta que le dio la victoria por la mínima ante el Girona (1-0). Tras esta victoria, llegaron otras dos, ante Las Palmas (0-1) y Córdoba (2-1). Sin un juego brillante ni vistoso pero sí efectivo, el Real Zaragoza había conseguido cambiar la dinámica y calmar las aguas.

En este cambio tenían un papel determinante los canteranos, y es que tanto Tarsi como Rico se habían ganado un puesto en el once titular gracias a sus buenas actuaciones. El centrocampista navarro ha aportado al equipo tranquilidad y es la primera salida desde la defensa, mientras que el lateral burgalés le ha ganado el puesto a Abraham e incluso anotó un espléndido gol de falta ante el Córdoba. Las tres victorias consecutivas subieron la moral de un vestuario decaído, pero la suerte se le iba a acabar en su visita a Sabadell. El equipo caía ante el equipo catalán, situado en puestos de descenso, por 1-0, dejando malas sensaciones e impidiendo que el Real Zaragoza entrara por primera vez en puestos de playoff.

El ambiente en el entorno zaragocista se empezaba a crispar. Primero Leo Franco tenía un enfrentamiento con un sector de la grada en el encuentro ante el Córdoba, y en el siguiente partido, Cidoncha, entre otros, se encaraba con la afición desplazada a Sabadell tras la derrota. El clima adverso para el club, obligaba a los directivos a sacar un reglamento de conducta que regulaba el comportamiento de los aficionados en la grada, limitando la libertad de expresión. La afición, lo más fuerte y valioso del Real Zaragoza, se encontraba dividida entre los que seguían mostrando su apoyo a los jugadores y los que, cansados de aguantar el esperpento de cada partido, pitaban e increpaban a unos jugadores que no estaban dando la talla. A pesar del mal momento, la Segunda División, más apretada e igualada que nunca, le daba otra oportunidad al equipo maño. Si los blanquillos ganaban por una renta de 4 goles o más se metían en playoffs, pero los de Herrera no pudieron pasar del empate a 0 en el último partido del año ante el Murcia, cerrando así un 2013 para olvidar.